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Me quiero enamorar de ti. ¿Tú quieres? por LynValo

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Notas del fanfic:

Me deprime no ver mucho Stony ultimamente :c Así que opté por subir uno de los fics que estaban guardados en lo más recóndito de mi lap xD

Éste se creo por una idea de que me dieron para escribir, pero como es con mi perspectiva no lo subí porque siempre quieren romance y amor y nomás no se me da escribir así. Pero ante la escasez de Stony fue que lo subí *n* 

Notas del capitulo:

Ojalá les guste. Y si no pues ni pedo :v

x'D Ya estoy acostumbrada a su desprecio TwT 

Siempre era como un suplicio cuando sus padres se iban de viaje y por alguna razón no iba con ellos. Viaje sólo de negocios o para ir a algún funeral o porque él estaba en periodo de clases y no podía perder esos días de estudio. ¿Y por qué le parecía catastrófico? Sencillamente porque durante años siempre era lo mismo: lo dejaban con una niñera a cargo. Y así como sus padres eran de exigentes buscaban a una niñera igual de exigente que lo tuviese todo bajo control. Era una pesadilla. No lo dejaban jugar videojuegos, no lo dejaban salir a jugar con sus amigos, no dejaba que ellos entraran a jugar y no podía ver televisión.

Parecería lo correcto y normal, sí, pero no podía ser que pasaban los malditos años y sus padres siguieran poniéndole a alguien que lo cuidara como si fuese un bebé. Está bien, desde los trece años ya no lo dejaban con una niñera, pero tampoco lo dejaban solo, eso sería demasiado pedir. Sino que ponían a cargo de él a uno de sus vecinos. Todo porque desde los doce él había comenzado a pedirles que ya lo dejasen solo, pero claro, sus padres sólo se burlaban secretamente de él por pretender ser un adulto responsable. Pero el pequeño Anthony continuó insistiendo haciéndoles ver cosas como que lo hacían sentir mal por ponerle a una anciana gruñona de vigilancia mientras ellos viajaban y se daban un respiro. Trato de convencerlos también al decirles que si no lo querían dejar solo, él se iría a casa de uno de sus amigos. Obviamente Howard y María, sus padres, se negaron. Sin embargo comenzaron a considerar ciertas libertades para su hijo. Fue así como un año después Tony ya no tenía que lidiar una niñera, sino con aquel vecino.

Steven Rogers era el nuevo "niñero" del hijo de los Stark. Steve era un chico de 18 años, siempre educado y agradable con todos. Howard y María sabían por los padres de Steve que éste aparte de todo era responsable en sus estudios y en sus deberes en la casa, además era disciplinado en otras áreas como las deportivas y el arte, de la cual gustaba mucho.
Fue sencillo para los Stark darse cuenta que el chico rubio y educado que los saludaba cada mañana cuando ellos partían al trabajo y el otro al colegio era un niño bien. Y si Tony quería un poco más de libertad para no sentirse como niñito, pues entonces dejarían con él a un amigo que a la vez lo cuidaría.

A pesar de que sus casas estaban a un lado una de otra, nunca habían visto a Tony y a Steve relacionarse, ni darse un saludo. Pero a ellos no se les hizo problema, ya se conocerían, ¿no? Y lo mejor de todo: Steve había aceptado cuidar al niño cuando los padres se lo propusieron, aclarando que obviamente le pagarían por los días que ellos estuviesen fuera.
Cuando le dieron la noticia a Tony, justo una noche antes del día que ellos tendrían que marcharse, creyeron que éste por lo menos estaría algo de acuerdo, pero sólo resultó en más drama hasta que lo callaron diciéndole que el trato estaba hecho y más valía que se comportara porque si no mejor lo meterían a un internado. Una amenaza que no iba en serio, pero Tony no lo sabía y no se iba a arriesgar.

Tony todavía recuerda muy bien cómo se puso la primera vez que sus padres le dijeron que Steve lo cuidaría los días que ellos estuviesen en su viaje de negocios. Histérico, así se puso. Tendría a su guapísimo vecino en su casa a solas, pero cuidándolo como si fuese un niñito con pañales. A Tony le gustaba Steve más o menos desde un año antes a que se convirtiera en su niñero. Lo espiaba desde su jardín cuando el mayor estaba en el propio con algunos amigos; lo veía reír y conversar con ellos. En las mañanas o tardes, dependiendo el día, lo veía trotar por el vecindario. Aun así nunca se habían dirigido la palabra. Steve le sonreía de pronto cuando lo pillaba mirándolo, pero la vergüenza era lo que impedía a Tony hablarle, además Rogers le llevaba cinco años, y eso antes le parecía muchísimo.

Antes, también, no toleraba que estuviese cuidándolo porque lo ponía tan nervioso pero lo trataba de encubrir con molestia de tenerlo ahí. Pero el muy malditamente correcto de Steve siempre conservaba la tranquilidad y nunca lo delató con sus padres cuando estos regresaban y preguntaban cómo se había portado. Se portó bien y me hizo caso en todo, no se preocupen. Así les respondía, pero entonces María siempre insistía con que le dijese si había hecho alguna travesura o había sido grosero con él, a lo que Steve le respondía: Está bien, es sólo un niño. Así son. Agh, cómo lo odiaba cuando decía aquello. Le daba coraje porque le recordaba que era un simple mocoso que a él ni le molestaba.

Pero el colmo era que, ahora con 17 años, le siguieran pidiendo a Steve que cuidara de él. Steve que ahora con 22 años seguía igual de guapo pero con un cuerpo de puto Dios. Su relación había mejorado un poco. Un par de años antes ya hablaban de trivialidades algunas veces y no sólo de has aquello, te falta esto, la tarea, no puedes hacer eso, no puedes salir, tus amigos no pueden entrar al estudio de tu padre, y más blablabla. Pero no eran amigos, simplemente Rogers era muy correcto y responsable que no lo reñía cuando Tony era grosero con él.

 

-Debe de ser una broma. – Seguía exclamando Tony, caminando como león enjaulado mientras sus padres llevaban sus maletas a la puerta de la casa.

-Te lo he repetido desde ayer y desde toda la vida; No confío a dejarte sin supervisión. – Le explicaba ya cansada su madre.

-¡Pero ya tengo diecisiete!

-¿Y eso qué? No eres responsable en lo más mínimo. Si cuando estamos aquí haces desastres no me quiero ni imaginar lo que harías sin vigilancia. – Insistía María.

-Pero… – Iba a continuar repelando cuando Howard le miró estricto.

-No más excusas. No queremos arriesgarnos a que destruyas la casa con una fiesta o te largues a una donde te vayas a meter en problemas. – Le dijo con severidad Howard.

-No pensaba hacer nada de eso. – Dijo honesto. – Sólo que es en verdad demasiado que a esta edad siga teniendo “niñero”. – Ya expresaba resignado.

-Serán sólo cuatro días. – Le dijo María ya sonriéndole tomándole el rostro entre sus manos. – Compórtate, ya no seas grosero con Steve. – Le pidió. – No sé cómo no te agrada ese muchacho, es tan bueno. – Dijo por último y ambos se despidieron de su hijo para salir y abordar el taxi que ya los esperaba para llevarlos al aeropuerto.

 

 

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-¿Te dejarán otra vez con él? – Preguntaba un chico de cabello oscuro, ojos del mismo color café tan intenso que casi parecían negros y piel levemente acanelada, con el que Tony conversaba a través de un videochat encerrado en su habitación atentes de que Rogers apareciera.

-Sí, joder. – Respondía dramáticamente Tony.

-¿No estás ya grande para que te cuiden así?

-Ya lo sé. Pero díselo a mis padres paranoicos.

-Yo digo que bien que te gusta tenerlo ahí contigo. – Le expresaba ahora juguetón y enarcándole ambas cejas.

-Pff, claro que no. Eso fue hace mucho. – Aseguraba Tony, aunque era mentira. Steve le seguía gustando, sólo que ahora era en serio, y por ello más vergonzoso de aceptar.

-Ajá. No te creo. Bien que quieres que te dé tu “castigo”. – El amigo comenzó a reír.

-Agh, cállate Bruce. – Se quejó. – ¿Entonces vendrás o no?

-Sí, tengo que esperar a que Clint y Rodney pasen y ya vamos para allá después de ir por Pepper.

-Bien. – Cortó la charla cerrando la laptop frente a él.

 

Se paró de la cama donde había estado conversando y puso un poco de música en lo que llegarían sus amigos para no aburrirse tanto en compañía de Steve. Y para no estarse imaginando escenas eróticas al tenerlo enfrente y no pudiese luego ir a masturbarse porque no estaba solo. Joder, que era horrible su situación. Ya ni cuando en una sola ocasión una niñera joven y hermosa le cuido se había cachondeado tanto al verle los calzones cuando subía las escaleras o cuando se agachaba a levantar algo. Nada como ver los ojos azules enfadados de Steve cuando lo hacía enojar pero se controlaba, o aquellos labios carnosos que luego se fruncían cuando reprimía lo que le quería probablemente gritar, y su ancha espalda y trasero irresistible cuando le veía caminar desde atrás, o cuando le miraba con insistencia la entrepierna queriendo averiguar cómo la tendría. Maldición, era un niño calentón que sólo había tenido sexo una maldita vez no hace mucho con una chica que a él para nada que le gustaba pero los demás habían dicho que era bonita y fue por probar y según para dejar ser el niño que tanto decía Steve. La verdad es que se la pasaba mejor fantaseando como sería hacerlo con Rogers y se masturbaba con la misma fantasía. Y ahora ya le habían dado ganas de seguir probando que tan buenas eran sus fantasías pero en la puerta de su habitación se escucharon varios golpes fuertes. Ya ni molestarse en abrirse los pantalones, mejor quitó la música y fue a abrir sabiendo quién sería; Steve que había usado la llave que María le había dado de la casa para que entrara a sabiendas que Tony no le abriría algunas ocasiones.

 

-Ya estoy aquí. – Le dijo Steve frente a él, como si no fuese obvio que había llegado.

-Y ya te puedes ir. – Le dijo Tony con indiferencia a punto de cerrar la puerta que fue detenida por una mano del mayor, ganándose un ceño fruncido.

-Sabes que no lo haré. – Le dijo con autoridad. – ¿Ya hiciste la tarea?

-Es fin de semana, puedo hacerla después. – Dijo ahogando el coraje de sentirse como un niñito.

-Te puedo ayudar.

-Yo puedo hacerla solo. Además mis amigos están por llegar.

-No tienes permiso de hacer ninguna fiesta. – Le dijo más serio, empujando la puerta para meterse a la habitación y quedar frente al menor.

-Carajo, no es ninguna fiesta. – Dijo fastidiado, mirándolo de mala gana. – Sólo serán los que ya conoces y estaremos aquí pasando el rato, ¿está bien?

-Pero si hacen algo que no deben los voy a correr. – Amenazó.

-¿Qué? No me digas, idiota. – Dijo ahora sarcástico con una sonrisa autosuficiente. – No tienes derecho ni la autoridad de hacer eso. Es mi casa.

-Es la casa de tus padres y ellos me dejaron a cargo de ella y del niño malcriado. – Le dijo satisfecho al ver que la expresión de Tony volvía a ser de molestia. El menor suspiró con fastidio.

-Es fin de semana, Rogers, ¿no prefieres ir a una fiesta con tus amigos o ir a coger con tu novia? Apuesto a que sí, entonces mejor vete. Anda, y yo les digo a mis padres que estuviste muy al pendiente de mí. – Y al terminar de decir aquello trató de irlo empujando fuera de la habitación, pero Steve era fuerte y más alto, con dificultad le llegaba al hombro, así que sólo ponerse firme fue suficiente para que el intento de Tony de empujarlo fuese en vano.

-No llevo aquí ni cinco minutos y ya me has corrido dos veces, me has insultado, has dicho palabras inapropiadas y me empujas, bueno, eso lo intentas. – Le sonrió ladinamente, haciendo desistir a Tony. – ¿Y aun así dices que eres lo suficientemente maduro y responsable para quedarte solo? – Le dijo irónico.

-¡Jódete! – Le dijo furioso para luego irse a tumbar a su cama.

-Y sigues siendo más grosero e infantil. – Le dijo mientras lo miraba boca abajo en la cama. – Qué berrinche haces. – Estaba por burlarse más pero una almohada golpeo directo en su rostro.

-¡Ya cállate! – Le dijo Tony en pleno berrinche aún. – Antes me agradabas más, ¡cuando no decías nada!

-Porque antes trataba con niño pequeño en verdad, pero ahora sólo con un niño inmaduro.

-¡Vete!

-Bien, estaré abajo.

-¡No, vete de mi casa!

-No se hace lo que tú quieras. – Le dijo burlonamente al recordárselo, ahora Tony le volvía a mirar asesinamente. Steve tomó la almohada que antes había golpeado su rostro y caminó con ella hasta la cama donde estaba el menor y la acomodó como debía de ser, luego se quedó inclinado mirando muy de cerca a Tony, tanto que éste se puso algo nervioso. – O te comportas o no dejo entrar a tus amigos. – Le dijo seriamente, con su expresión igual de severa sobre el rostro, desconcertado de Tony. – Y ya después te las verás conmigo.

 

El rubio se despegó de su rostro y se incorporó para caminar hasta salir de la habitación dejando la puerta abierta. Tony se volvió a tumbar en la cama todavía mudo. Mierda, que eso le había sonado a una amenaza muy en serio y no quería que Steve lo agarrara de saco de boxeo. Hundió su cara en el colchón porque también se había calentado por la misma amenaza que su cochina y alborotada mente jugaban para darle otro sentido. Qué horror.

 

Steve iba por las escaleras bajando animadamente mientras tarareaba una cancioncita, y jugaba con las llaves de esa casa en la mano. Ese niño más que sacarlo de quicio le daba risa por lo berrinchudo que era, aunque sí había ocasiones en que lo hacía molestar en verdad, pero no se podía enojar. Había prometido a sus padres desde hace cuatro años que él cuidaría a su pequeño hijo. Habían confiado en él y a él no le disgustaba hacerlo, lo hacía encantado al saber que podía ayudarlos en algo. Hasta el dinero que en un principio le ofrecían después se fue negando a aceptarlo porque era un simple favor el que les hacía. Aunque no era sencillo cuidar del niño malvado que a simple vista parecía un angelito con ese rostro bonito y sus hermosos ojos grandes color miel con gruesas pestañas que los hacían resaltar más y la piel contrastaba perfectamente con el color castaño de su cabello, y la estatura que era bajita y lo hacía lucir más lindo. Bueno, era tan tierno y lindo hasta los quince años que se volvió peor de berrinchudo. Y ahora que más que lindo comenzaba a lucir... apuesto, por decirlo de alguna forma. A todo eso, Steve no había sabido de alguna novia que su vecino pudiese tener, siempre lo había visto con amigos y amigas, pero no había visto que tomase de la mano a alguien o verlo embobado con otra persona. ¿No se supone que Tony está en la edad donde las hormonas les hacen malas jugadas? En fin, que extraño.

Iba a seguir divagando en sus pensamientos pero escuchó el timbre sonar por toda la casa, se puso de pie del sillón en que se había sentado para encaminarse a la puerta y también escuchó los pasos apresurados del menor al bajar las escales. Steve recordó que lo amenazó con no dejar entrar a sus amigos, así que lo esperó para ver su reacción. Tony se detuvo en seco cuando se dio cuenta de que el rubio ya tenía la mano en el picaporte, pero le miraba serio. Bajó con lentitud los tres escalones que le faltaban y caminó unos pasos hasta él.

 

-Déjalos pasar, por favor. – Le pidió con su expresión de niño bueno. – Sólo estaremos aquí y pediremos pizza. No habrá desastre. – Casi rogaba. El timbre sonó una vez más pero Steve seguía sin abrir. – Perdón por insultarte y gritarte. – No le quedó más remedio que disculparse. Después de todo Steve era tan bueno que eso le bastaba. Y así la puerta fue abierta dejando ver a los tontos de sus amigos.

-¡Hooola! – Saludó exageradamente Clint, entrando seguido de los demás. Tony les sonrió algo incómodo al tener a Steve ahí mirándolos muy entretenido. Todos miraron al mayor y éste les sonrió amigable.

-Vamos arriba. – Pidió de inmediato Tony.

 

Sus amigos le siguieron a las escaleras ya sin saludar al vecino-niñero de Stark y evitando hacer algún comentario. Llegaron a la habitación que fue cerrada por el castaño y sólo quedó esperando los comentarios molestos que seguro le soltarían.

 

-Te sigue cuidando. – Comentó Burlón Clint. – O tus padres son muy sobreprotectores o de verdad eres un imbécil que no se puede cuidar solo.

-Yo creo que es por lo segundo. – Dijo Pepper con una sutil sonrisa.

-Cierra la boca, Barton. Y tú, Pepper, no le hagas segunda. – Dijo molesto Tony. – No confían en mí. – Se resignó.

-¿Y por qué lo molestan si ya habíamos quedado de venir precisamente porque Tony no quería estar solo con él? – Les recordó Bruce.

-Vinimos porque Tony nos prometió Pizza. – Dijo Clint ya en un tono y expresión de regañado.

-Sí, tengo hambre. Hay que pedirla ya. – Sugirió Rodney. Tony estaba por tomar el teléfono que tenía en su buró cuando otros toquecitos a su puerta llamaban. Refunfuñando abrió la puerta. – ¿Qué?

-Sólo les voy a pedir que no cierren la puerta. – Dijo en general Steve en el marco de la puerta.

-¿Cómo por qué? – Preguntó ya con el ceño fruncido el castaño.

-Para estar seguro de que no harán otra cosa más lo que me dijiste. Además hay una señorita aquí, por lo que es más responsable el que no se encierren. – Pepper se sonrojó cuando Steve le miró al decir aquello y los demás sólo iban a asentir pero Tony estaba enojándose de nuevo.

-¡Pero… qué…! – Comenzó a exclamar enojado.

-Está bien, dejaremos la puerta abierta. – Dijo Bruce sonriéndole a Steve, para que Tony no expulsara un coraje que le traería problemas.

-Sí, por cierto, ¿vas a querer un poco de pizza? – También habló Rodney, para que Stark se calmara.

-No, gracias. – Le dijo, y luego se dio la vuelta para retirarse.

 

Cuando se perdió de vista los chicos voltearon a ver a Tony que estaba luchando consigo mismo por tragarse el coraje. Pepper sólo permanecía algo apenada porque Steve le parecía muy guapo y luego aquella mirada y sonrisa tierna que le había dirigido la dejó embobada. La chica no comprendía cómo a Tony le molestaba tanto la convivencia con Steve.

 

-Pepper, quita esa cara de enamorada. – Le dijo todavía molesto Tony.

-No tengo cara de enamorada. – Se defendió la chica mirándolo con desdén por el comentario de que la habían pillado.

-Pero si te quedas embobada. – Dijo Clint con una sonrisa maliciosa en el rostro. Pepper volvió a sonrojarse.

-¿Acaso no puedo mirar al guapísimo vecino de Tony? – Expresó más relajada para que dejasen de molestarla. Aunque lo haya dicho bajito por temor a que dicho vecino la escuchara.

-¿Guapísimo? Pff. – Dijo con sarcasmo Tony. Ahora quien sonreía maliciosa era Pepper.

-Pero si bien que te gusta. – Dijo cantarinamente la chica.

 

 

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Había trascurrido varios minutos en que Steve estaba en el living de la casa leyendo un libro, escuchando distraídamente las risas que se escapaban del piso donde estaba la habitación de Tony y éste se encontraba en compañía de algunos amigos. Cuando el timbre de la puerta volvió a escucharse él se quedó en su lugar sabiendo que era el repartidor con la pizza que los chicos habían pedido. Al par de segundos volvió a escuchar el corredero por las escaleras. Giró para mirar como todos bajaban todavía pasándose dinero para cooperarse para pagar la pizza. Cuando finalmente juntaron lo necesario fue Tony junto con Bruce quienes abrieron la puerta, recibieron el pedido y pagaron al repartidor.

Cada uno, Bruce y Tony, pusieron una caja en la mesita de centro del living, porque no era una, sino que dos pizzas medianas las que habían pedido. Ignoraron que Steve estaba ahí ocupando el living. Clint había ido a la cocina junto con Rodney para tomar del refrigerador la limonada que Tony les había comentado que ya tenía comprada y también llevaron unos vasos hasta ponerlos en la mesa. Mientras tanto, Pepper había tomado el montón de películas que reposaban a un lado de la enorme televisión para elegir cuál verían. Eligió una de comedia romántica para que los chicos no la molestaran de elegir algo cursi, así ellos se reirían como tontos mientras ella disfrutaba del romance.

 

-Amm, Steve, ocuparemos aquí. Si quieres puedes ir a la habitación de mis padres. – Sugirió Tony haciéndose el ingenuo. – O puedes irte de mi casa e ir a hacer tu vida.

-Grosero. – Susurró Pepper. Y luego miró a Steve que ya se notaba el enfado en su mirada. – Puedes quedarte.

-Eres muy amable. – Le respondió Steve a la chica, dedicándole una suave sonrisa. – Pero no quiero incomodarles.

 

Steve tomó su libro y dio media vuelta para retirarse a la habitación que le había mencionado el castaño, porque obviamente no se marcharía. Ates de llegar hasta las escaleras volteo discretamente para ver a Tony, aprovechando que éste también le observaba aún y le dirigió una mirada de intensa severidad. No iba a regañarloen frente de sus amigos, pero ya luego se cobraría sus groserías.

 

 

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Tony ya se había quedado solo en el living. Ya era de noche y tenía un par de minutos que sus amigos se habían ido. Él permaneció sentado con la televisión encendida sin prestarle atención, en la mesita de centro reposaba todavía una caja de pizza con un par de rebanas dentro y algo de jugo en la botella. Giró el rostro para ver hacia las escaleras, todas esas horas Steve no había vuelto a bajar y regularmente siempre bajaba a ver que todo fuese en orden. Así que Tony supuso que en verdad estaría molesto, furioso mejor dicho, y eso le hizo asustarse al recordar la amenaza. Sí, Steve era toda paciencia, responsabilidad y madurez, pero puede que ya se haya hartado de aguantarlo y ahora sí se lo reñiría. Recordó lo que le dijo Rodney cuando él le contó todo lo que le hacía y decía a Steve y éste no le hacía nada y hasta lo encubría. “Ten cuidado, Tony. Puede ser que Steve no te ha puesto en tu lugar porque no le has colmado la paciencia, pero el día que eso llegue a suceder lo más seguro es que vas a sufrir. Ya enojado será capaz de hacerte cualquier cosa. Como Bruce, es tranquilo, maduro y paciente, pero cuando Clint lo hace molestar hasta explotar ya ves que le parte toda la cara.”, eso le había dicho su amigo.Abrió los ojos más asustado ante las posibilidades que se imaginaba. Steve lo iba a hacer pedazos.

Idiotizado como niñito en apuros primero se puso nervioso y temió por su “integridad”. Observó lo que quedaba de la pizza y también recordó que Steve no había comido sino bajó en todo ese tiempo. No lo pensó mucho y en un plato colocó ambas rebanadas de la pizza y las volvió a calentar en el microondas, sirvió el jugo en un vaso y subió las escaleras con ambas cosas en las manos. Era un gesto amable él que haría, ¿no? Así Steve probablemente pasaría por alto lo demás.

La puerta de la habitación de sus padres estaba entreabierta. Lo llamó una vez y al no recibir respuesta abrió la puerta con su pie y se adentró a un par de pasos. Las luces estaban apagada y sólo resplandecía el brillo de la pantalla de la televisión encendida, miró a la cama y ahí estaba Rogers dormido en medio de ésta, todavía con su libro abierto a un lado. Tony casi refunfuña. No supuestamente siempre estaba tan al pendiente y ahora se queda dormido. De cualquier modo si despertaba iba a seguir molesto, así que mejor lo despertaba con buena cara para hacer las pases.

 

-Steve… – Le susurró aparado a un lado de la cama. – ¡Steve, despierta! – Le gritó de pronto, viendo como el rubio pegaba un brinco en la cama y abría los ojos asustado. Tony ahogó la risa mientras Steve le miraba confundido.

-¿Qué pasa? – Dijo algo exaltado. – ¿Estás bien?

-Sí. Te tra…

-¿Qué hora es? – Le interrumpió ya tranquilizándose y acomodando su cabello mientras se sentaba en la cama.

-Las nueve. Te traje algo para que comas. – Le mostró el plato que llevaba en una mano y el vaso en la otra. Sonrió y puso su mueca de inocencia.

-¿Y los niños? – Preguntó todavía algo desorientado.

-¿Niños? Uy, mira tú tan pinche anciano con 22 años. – Comenzaba a explayarse de nuevo con su molestia y sarcasmo, pero se detuvo de golpe al recordar que tenía que quedar bien con Steve antes de dormir para que no le asesinase. – Ya se fueron. Ahora come. – Casi emplea el mismo tono como cuando Rogers le mandaba muy autoritariamente.

-Gracias. – Steve le sonrió y tomó lo que le ofrecía el menor. – No le pusiste nada malvado, ¿verdad?

-Que buena idea me acabas de dar. – Se dio la libertad de comentar Tony. – Pero ya será para la próxima. No, no tiene nada malo. – Steve volvió a sonreírle de aquella forma encantadora que Tony sentía que ponía la misma expresión que Pepper. El rubio se puso de pie y caminó hasta quedar fuera de la habitación. – ¿A dónde vas?

-A la cocina. No quiero ensuciar la habitación de tus padres. – Le dijo fuerte para que lo alcanzara a escuchar ya que había seguido caminado. – Apaga la televisión, por favor.

 

Tony hizo lo que le pedía el mayor y de vuelta corrió escaleras abajo para seguirle. Había otra causa por la que quería pretender ser el niño bueno, y esa era pedirle un enorme favor a Steve. Al siguiente día habría una fiesta a la cual quería ir con sus amigos, pero no sabía cómo hacerle para poder ir si Rogers estaría negándoselo. Dile que venga también, le había sugerido Bruce y la verdad era que él no quería llevar a Rogers, qué vergüenza, además no creía que aceptara así tampoco. Entonces usaría el método de Steve; ser bueno, amable y pedirlo.

 

-Steve. – Volvió a llamarlo cuando ya llegó a la cocina y el rubio estaba sentado en la barra con el plato y el vaso en frente. Los ojos azules le miraron atentos. – Mañana habrá una fiesta y en verdad quiero ir. Prometo que no me meteré en problemas y no beberé mucho. ¿Puedo ir? ¿Me encubrirías con mis padres? – Sólo esperaba que la respuesta valiera la cara de estúpido que tenía que poner y el tono casi meloso con el que tenía que hablar. Pero Steve le miraba desalentadoramente serio.

-No. – Fue lo que dijo tajante. Bebió del jugo y se giró como si eso fuese todo lo que tenía que decir.

-¿No?

-No puedes ir. Ya sabes las reglas. – Le dijo solemne mientras Tony estaba como todo lo contrario. – No pongas esa cara porque sí lo sabes. No confío en que no te meterás en problemas. A demás dices “no beberé mucho” cuando en realidad no debes de beber nada de licor. ¿Qué le digo yo a tus padres si te pasa algo? Definitivamente no vas.

-Eres un desgraciado. – Dijo haciendo una rabieta, pero era ignorado. – ¡Agh! ¡Por qué no le puse veneno a tu comida! – Continuó gritando mientras se alejaba.

-¡Mi amenaza sigue en pie! Así que discúlpate. – Le dijo alto para ser escuchado.

 

Tony detuvo su andar, pero un par de segundos después lo retomó todavía molesto y decidido. Al carajo Steve y su amenaza. Si le iba a partir la cara por lo menos que valiera la pena. Lo insultaría todo lo que quisiera y le desobedecería en todo lo posible. 

A zancadas llegó hasta su habitación y de un portazo se encerró.

 

 

 

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Hasta la mañana siguiente fue que Tony volvió a salir de su habitación después de haber hecho otro coraje por la prohibición de ir a la fiesta que sería esa noche. Él estaba dispuesto a ir, se durmió pensando en eso y despertó con el mismo propósito. Al diablo Steve y sus reglas. Y hablando de él: ¿dónde estaba?

Bajó hasta la cocina esperando encontrarlo como siempre haciendo el desayuno para ambos como buen idiota que era, pero no estaba ahí. Miró el reloj de pared y supo que se había despertado más temprano que otros días de sábado, así que posiblemente Rogers siguiese dormido confiado en que el castaño estaría igual.

Subió las escaleras y por puro morbo fue a asomarse a la habitación de sus padres dónde Steve dormía cuando le cuidaba. La puerta estaba cerrada, pero no con seguro, así que al pegar la oreja alcanzó a escuchar el chorro de agua de la ducha. Con sigilo abrió la puerta y se adentró a la habitación encontrándose con la cama todavía con las sábanas desordenadas, caminó hasta la puertita que llevaba al baño dentro de esa habitación y como el calentón que era se asomó.

Primero se puso en cuclillas y dio un empujoncito a la puertita viendo que también estaba sin seguro y sonrió victorioso. Se asomó mínimamente para saber si lograba ver algo, y sí, vio algo; el puto vapor. Hizo una mueca de frustración y trataba de “afinar” la mirada, pero sólo veía el cristal de la ducha cubierto de vapor, interfiriendo entre su golosa vista y el cuerpo desnudo y mojado de Steve.

Escuchó cesar la caída del agua y rápidamente cerró la puertita tratando de no hacer ruido y corrió silenciosamente hasta salir también de la habitación esperando haber sido silencioso. Corrió a su habitación con las mejillas calientes y se metió bajó las sabanas para hacerse el dormido por si Steve lo iba a ver porque escuchó que alguien husmeaba mientras se duchaba.

Se cubrió hasta la cabeza con las sábanas, sintiéndose frustrado. No era la primera vez que pretendía espiar a Steve en la ducha y siempre el maldito vapor interfería empañando los cristales que envolvían la ducha. Y se decía cortar el agua caliente para que no hubiese problema pero siempre lo olvida, y así siempre terminaba lamentándose. ¿Era mucho pedir aunque sea mirarlo desnudo de lejos?     

 

 

Notas finales:

Ahí está. Haber si no me arrepiento de haberlo subido :'c


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