“ Conociéndolo “
Choi Junhong era un niño de doce años, que al igual que todos los niños de su edad, sabía perfectamente qué era el sexo, pero a diferencia de los demás chicos, él no estaba interesado en practicar “cosas de adultos” aún. Era un niño bello, con una belleza que atraería a cualquiera: era alto pese a su edad, su pequeño cuerpito llamaba a cualquier pervertido a lanzarse a él, su cabello negro resaltaba sus facciones de bebé y se contrastaba con su piel blanca, lo apodaban Zelo por el dios de la rivalidad y la discordia, pues solía ser muy competitivo.
Estaba volviendo del colegio en bus cuando su padre lo llamó:
Padre Zelo – Junhong, hoy vendrá mi jefe de trabajo a cenar, hablaremos de un viaje donde irá él, y nosotros juntos. Cuando llegues báñate y yo te daré indicaciones, ¿si?
Zelo – De acuerdo papá, nos vemos luego – Dijo para luego colgar
Cuando llegó a la parada, se bajó del autobus y empezó a caminar en dirección a su casa, cuando llegó, sacó sus llaves y abrió la puerta, siendo recibido por su madre quien estaba preparando todo y su padre quien la ayudaba en éstas tareas.
Zelo obedeció las órdenes de su padre y fue a bañarse, cuando acabó, regresó al dormitorio y antes de que se cambiase su padre entró, sorprendiéndolo un poco.
Padre – Bien Junhong, vístete casual, nada demasiado formal, con mi jefe nos tenemos confianza, ¿si? Confío en que te vistas igual de princesa que siempre.
Zelo - ¡PAPÁ! – Dijo con su voz de puberto
Su padre rió y salió del dormitorio, dejando a Junhong para que se vistiera solo, Junhong tenía un muy buen sentido del gusto por la moda, le interesaba mucho el tema y era de los que mejor se vestía en la clase, bueno, era el mejor, seguido de su belleza también era admirado por su forma de vestirse. Tomó un sweater gris claro de mangas largas con una línea rosa y una azul al centro y unos jeans claros que resaltaban sus piernas, las cuales eran largas, no cualquier niño de doce años medía 168cm, para sus compañeros él era un “gigante”, finalmente se puso unos tenis blancos, se peinó y bajó esperando la aprobación de su padre. Quien se rió y dijo:
Padre – Y luego, con esto, no quieres que te llamemos “princesa”.
Junhong fingió estar molesto, su padre se rió y fue a vestirse con su esposa, cuando volvieron, tocó el timbre, la madre de Zelo tenía suerte de haber dejado la cena preparándose para cuando Yongguk, divorciado con dos hijos a cargo de su ex esposa que no quería ver ni en pintura apareciera. El padre de Zelo fue a abrirle y estrecharon las manos en señal de amistad, Junhong se acercó para ver qué pasaba… Y entonces empezó a sentir lo que sus padres le habían explicado que era “excitación”, ese hombre era muy atractivo.
Zelo – Buenas noches señor – Dijo Zelo cuando recordó en dónde estaba – Yo soy Choi Junhong, hijo de éste señor – Señaló a su padre
Yongguk – Eres adorable, niño…
La voz de Yongguk tuvo un efecto en Junhong nunca visto, Junhong empezó a sentir su pene medio endurecerse, pues aún no podía tener erecciones por recién estar entrando en la pubertad. El padre de Zelo dejó pasar a Yongguk mientras que Zelo se sentaba en la mesa con su madre que recién había puesto la cena, esperando a los dos hombres.
Yongguk se sentó al lado de Zelo y su padre en frente de éstos, empezaron a servir la cena consistente en pasta con salsa de queso, nada muy pero muy elaborado pero era una buena cena para ese contexto.
Padre – Yongguk, ya sabes que hemos estado planeando éste viaje a Japón contigo y ya tenemos los pasajes, pasaportes y los documentos de Junhong, viajaríamos la semana que viene, Junhong faltará toda la semana y luego pedirá los cuadernos… ¿Tienes tus documentos? Nos vamos mañana.
Yongguk – Sabes que soy un hombre muy pero muy responsable, sí, tengo mis documentos.
Padre – Como considero que la compañía de Junhong te gustará y para no dejarlo completamente solito, los he puesto en una misma habitación, si te molesta puedo cambiarlo.
Yongguk - ¡Para nada! Ya sabes cómo me gustan los niños – Dijo mirando a Zelo, quien al cruzar miradas se sintió aún más excitado
Padre – Bien, mañana a las doce del mediodía en el areopuerto, partimos a las tres, ¿si?
Yongguk – De acuerdo.