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Freedom por sakuranbo_diru5

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Notas del fanfic:

Reconozco que estoy muy insegura con este fic, es el primero después de meses. No voy a contar mi vida, pero bueno...Espero retomar la escritura con esta nueva historia.

Y le quiero agradecer a Bou toda su ayuda. Me está dando muchos ánimos y supervisando lo que escribo. Sin ella no hubiera publicado esto ♥

 

Notas del capitulo:

Sentiros con libertad total de escribirme, preguntar cualquier cosa o aunque sea hablar por hablar ^^ Soy mucho más sociable por internet que cara a cara.

Bueno, para visionar mejor de qué barcos estamos hablando adjunto el url una imagen que encontré en tumblr 

 

https://24.media.tumblr.com/7bb4af1fa7e5040bf435255329612a81/tumblr_n5whj7Y4V91sn3ne4o1_500.jpg

Es universo muy parecido al de "El Planeta del Tesoro" de Disney. Si os gusta Disney y el steampunk, la recomiendo.

 

Yukwon observaba la maqueta de una nave que había en la mesa frente a sus ojos. Usando sus brazos como almohada observaba dicha pieza. El profesor se paseaba por la habitación, tan alta que su voz se elevaba hacia los altos techos y hacía eco. Extendió una mano para tocar uno de los palos.

-No lo toquéis, príncipe. Es lo primero que os he dicho al empezar la lección ¿Es que no escucháis? Es una maqueta muy antigua y no disponemos de otra, ni aquí ni en ningún lado, para explicaros con detalle cómo eran los antiguos galeones.

-Soy un niño ¿Qué esperabais?-contestó, sin embargo recogió el brazo y siguió observando el barco entre los mechones de su flequillo que caían sobre los ojos.

El profesor era tan estirado o más que esos mástiles. Yukwon miró hacia la ventana mientras el hombre siguió con su lección. Intentó ver algo de paisaje por los resquicios de los cortinones. Suerte que se sabía ya de memoria el exterior del palacio y el resto se lo imaginó. No necesitaba esa lección, había leído ya tantas historias que se sabía al dedillo todo lo que le estaba contando el profesor.

 

Habían cambiado los tiempos, habían pasado siglos desde que el humano aprendió a navegar los cielos y el espacio además de las aguas. No obstante, las naves mantuvieron el aspecto, más o menos, de los antiguos barcos de vela; como tributo a los primeros hombres que se atrevieron a echarse al mar, saciando la natural curiosidad en todo humano. Era como ver navíos flotar por el aire y el espacio, viajando entre planetas. La tripulación estaba protegida por un invisible campo gravitatorio que les permitía mantenerse sobre la cubierta y respirar mientras estuvieran fuera de la atmósfera habitable. Servían tanto para navegar por mares y océanos como entre estrellas. La tecnología había avanzado mucho.

 

Su padre estaba sentado frente a los dos hermanos, hablando sobre la aprobación de una nueva ley que defendía el derecho de cada ciudadano a ejercer un trabajo para buscar su fuente de ingresos o lo que le proporcionara alimento.

Yukwon frunció el ceño y se miró con su hermano mayor, que tenía el mismo gesto.

-Pero, padre, eso ya existe. Es uno de los Derechos Humanos que toda persona tiene sólo por el mero hecho de nacer persona.-le dijo.

-No es tan fácil, hay que matizar mucho esa afirmación. Además, no te preocupes por eso, esto son cosas entre tu hermano y yo.

Claro, siendo el pequeño era el segundo en la línea sucesoria y, a menos que le pasara algo grave a su hermano o muriera especialmente joven y sin descendencia, él no vería el trono ni de lejos. Yukwon se mordió el interior de las mejillas y miró a su comida. No odiaba a su hermano, ni a su padre y tampoco quería tanto el trono ¿Pero hacía falta recordarle cada vez que fuera posible que estaba allí sólo de adorno? Su vida consistía en asistir a eventos oficiales junto a su familia y en unos años ir a aquellos que fueran lo suficientemente importantes, pero no tanto como para que fueran su hermano o su, ya retirado, padre.

Literatura, historia, lenguaje, esgrima, equitación, física, química, música, oratoria…Todo lo que un buen gobernante debiera saber, todo estudió Yukwon y aun así era plenamente consciente de que no sabía nada. Cuánto más estudiaba más lo sabía. Su vida era aburrida e insípida. Lo más excitante era el romance de verano que se traía entre manos con una chica de su edad de una familia noble por a saber qué batalla pasada. Pero de eso hacía ya unos pocos años, en plena adolescencia; no obstante estuvo bien. Explorar siempre es divertido.

 

Era día de caza. Una vez cada dos semanas, mientras su padre ultimaba las últimas cuestiones con su hermano para el futuro traspaso de la corona, él tenía que ir de caza con el resto de la corte. Eso sí que le parecía una soberana estupidez. Tenían comida de sobra, no había necesidad de ir a cazar nada. Además él era el peor cazador. El chambelán siempre le decía a su padre que a pesar de haber desaparecido durante toda la cacería siempre regresaba con las manos vacías. Claro, en su macuto no había agua y algún tentempié para media mañana; si no ropas más humildes, pero eso ellos no lo sabían. Yukwon siempre se apartaba de todo su séquito, se cambiaba y por un camino que encontró en el bosque del palacio, plantado hace siglos para cercar el lugar aún más de su alrededor, se escabullía.

Qué suerte ser el miembro de la familia real al que menos se reconocía. Iba paseando tranquilamente por el puerto de la ciudad más cercana. Bullicioso desde tiempos inmemoriales. Mercaderes, viajeros, pescadores…Aquel mar era fuente de riqueza, más o menos. Sea como fuere siempre había jaleo. Ese día en particular vio una nave que nunca antes había visto por ese puerto, o la había olvidado. La tripulación estaba subiendo y bajando por la pasarela, abasteciéndose de provisiones. Allí estaba su oportunidad. Aquel día estaba lo suficientemente harto y activo como para poner punto y aparte a la vida que llevaba.

Barajeó sus posibilidades: Podía colarse de polizón y arriesgarse que lo tiraran por la borda, o que lo dejaran en el siguiente puerto, o podría sobornarles para que le dejaran subir, o enrolarse. Llevaba en sus bolsillos joyas que se había quitado al cambiarse de ropa y no todas ellas llevaban el sello real. Se acercó a uno de los tripulantes, que tenía un albarán en la mano, supervisando lo que sus compañeros subían y bajaban del barco.

-Buenos días.-saludó Yukwon.

-Buenos días.-el otro, más alto que él y con el pelo recogido en una pequeña coleta, lo miró suspicaz con una ceja arqueada. En el puerto cada cual iba a sus propios asuntos.

-¿Cuánto por enrolarse?

-¿Perdón?-parpadeó un par de veces.

-Quiero ser parte de la tripulación o que me llevéis lo más lejos posible.

-No queremos problemas, si estás huyendo de algo este no es tu barco.-negó con la cabeza y volvió a su tarea, pero lo que Yukwon sacó del bolsillo lo distrajo.

-Tengo más.-dijo, dejando que el otro examinara el oro y las piedras preciosas.

El alto guardó silencio por unos segundos.

-Espera aquí.

Yukwon sonrió y se quedó en la pasarela, observando cómo el otro se acercaba a un compañero y se agachaba para poder susurrarle al oído. Aquel otro pescador, navegante o lo que fuese levantó la vista de unos mapas estelares y escuchó atentamente lo que le contaban. Miró a Yukwon y luego al portador del mensaje, antes de asentir con la cabeza y acercarse ambos a él.

-Sin hacer gestos que llamen la atención enséñame el contenido de tus bolsillos. No quiero que otras personas del puerto compitan conmigo.-le dijo el aparente cartógrafo con una pequeña sonrisa.

Yukwon volvió a enseñar las joyas, dejando dentro de los bolsillos las que pudieran delatarlo. Los otros dos volvieron a mirarse y antes de que se pudiera dar cuenta lo tomaron de los hombros y lo arrastraron dentro de la nave, hacia el interior. El resto de la tripulación los miró y tras sonreír siguieron con sus cosas. Yukwon miró a sus captores. Piratas. ¿Cómo no se había dado cuenta antes? Qué estúpido era. Mientras pataleaba lo arrastraron hacia la bodega. Pese a su forcejeo lo ataron a un poste.

-Ala, enrolado.-ambos se echaron a reír.- Venir a abastecernos a un puerto y llevarnos además al hijo gilipollas de algún rico. Espero que tus padres estén dispuestos a pagar tu rescate.

-Al capitán le va a encantar.-sonrió el más alto.

Yukwon se sorprendió a sí mismo ofreciendo más bien poca resistencia. La idea de que lo fueran a sacar de allí, aunque fuera en la bodega de una nave pirata, no le disgustaba del todo. No es que estuviera encantado de estar atado, pero tampoco iba a dejarse los pulmones gritando. Así de harto estaba de su actual vida. De todas formas, se golpeó la cabeza contra el poste, por idiota. Relajó los hombros y se retorció un poco para que se aflojaran las cuerdas. Qué bien había hecho en aguantar la respiración mientras lo ataban. Las ataduras estaban lo suficientemente flojas como para permitirle resbalar por el poste y sentarse en el suelo a esperar. No merecía la pena intentar soltarse del todo porque no podría salir sin ser visto. Meditó su situación. Por lo que habían dado a entender los dos piratas, su intención era secuestrarlo y pedir un rescate por él. Por suerte, o por desgracia, no sabían que era un príncipe; por lo tanto, podría pagar cuán grande fuera la cantidad que pidieran, pero se echaría menos en falta la vida de un burgués. Se había acabado lo de ser idiota, a partir de ahora tenía que jugar bien sus cartas. Tenía hasta que el capitán apareciera para tener todo pensado y en su sitio. Si lo hacía bien podría acabar enrolado, como era su intención inicial. Sólo tenía que convencerles de que les daba todas las joyas y que podía conseguir más, pero que le dejaran quedarse. No era tan mal trato.

Pasaron unas dos horas a juzgar por la poca luz que entraba por el ventanuco, que se había ido moviendo poco a poco. A Yukwon le dolía la espalda, tal vez sentarse no había sido tan buena idea. Otra muestra más de su estupidez. Gruñó y apoyó la frente en sus propias rodillas. Entonces escuchó la puerta abrirse. Entraron los dos hombres que lo habían encerrado. Ahora que los miraba mejor no serían mucho mayores que él. Frunció los labios y el ceño y se puso en pie como pudo; sin dejar de mirarles.

-Pensé que estarías llorando.

Yukwon sonrió de lado.

-Dejadme aquí otras dos horas y puede que lo haga.

-¿Tienes miedo?

-No, me duele la espalda.

El cartógrafo se echó a reír.

-Ala, vamos a cubierta con el resto de la tripulación y el capitán.

Le cogieron de los brazos y soltaron las ataduras. Al principio le costó andar recto, después de estar en la misma postura por dos horas. Entrecerró los ojos cuando el sol de la mañana le dio en la cara. Pudo ver al resto. No eran muchos, pero la nave tampoco era muy grande y con lo avanzada que estaba la tecnología no hacía falta una tripulación cuantiosa. No obstante, no tuvo problemas para diferenciar al capitán. No era porque llevara ropa más llamativa o algo así, era la pose, la actitud. Estaba entre el resto, de brazos cruzados y con el mentón ligeramente levantado.

-Vamos a ver…Es que casi me das hasta pena ¿Pero no ves que no puedes ir enseñando cosas tan valiosas en un puerto como este? Cómo sois los niños ricos…-ni siquiera alzó la voz, el resto estaba en silencio absoluto.- Mira, te voy a decir lo que vamos a hacer. Yo me voy a presentar, porque soy una persona educada, luego te presentas tú y me enseñas el oro y las joyas.

-De acuerdo.-asintió con una mueca.

-No he pedido tu opinión.-lo observó de arriba a abajo con una ceja arqueada.- Soy Zico, este es mi equipo y este es nuestro barco ¿Quién eres tú?

-Yukwon.

-¿Nada más? No me lo creo. Alguien con ese oro tiene que tener algún apellido largo de cojones o al menos un cargo ¿Eres el hijo de algún burgués o mercader?

-A mí su cara me suena.-dijo otro.- De haberlo visto por los medios, seguro.

Todos se le quedaron mirando y Yukwon intentó seguir con la mejor cara póker que tenía; para algo habían servido sus clases de protocolo, para mantener el tipo incluso si por dentro estuviera hecho un manojo de nervios o destrozado.

-A mí también me suena, Minhyuk.-dijo otro con voz más grave de lo que cupiera esperar.

-Enseña lo de tus bolsillos.-repitió Zico tras unos segundos en silencio, pensando. Yukwon volvió a sacar las joyas y el oro.- No, todo.

-No tengo más.

-Mientes.

Hizo un gesto para que los otros lo sujetaran mejor y se acercó a él, metiendo una mano en el bolsillo del pantalón, sacando un medallón y un anillo con el sello real en ellos. Los objetos reflejaron la luz del sol frente a ambos. Zico sujetaba las joyas en alto, frente a sus ojos.

-¿Cómo has conseguido esto?

-Trabajo en palacio. Tal vez os suene mi cara por eso, habré salido en algunas imágenes de televisión y prensa.-dijo mirando al resto.- He robado eso esta mañana. No os darán una mierda por mí, pero yo puedo daros eso a cambio de un favor.

-¿Ahora negocias tú?-le dijo el cartógrafo, a su lado.

-Un momento, Kyung.-le detuvo el capitán.- Alguien que vive en palacio, bajo un buen techo y con buena comida, arriesga su vida robando joyas de la familia real y está tan desesperado como para ofrecérselas a los primeros marineros que se encuentra debe tener un buen motivo para hacerlo ¿Qué favor pides?

-Que me dejéis ser uno de vosotros.-se atrevió a decir.

Zico entrecerró los ojos.

-¿Por qué?

-Quiero ser libre. Quiero viajar. Quiero ver mundo. Pero sobre todo quiero ser libre.-le aguantó la mirada.

-¿Todo esto para nosotros sólo a cambio de un sitio en nuestro barco?-habló el más bajo de todos.- ¿Eres consciente de que por el valor de esto podrías pagarte un billete en la mejor nave de la ciudad y en primera clase a donde te diera la gana?

Yukwon asintió en silencio. El capitán siguió callado y el príncipe contó los segundos.

-Bienvenido seas pues, Yukwon.-le sonrió y le tendió una mano.

Le soltaron y respiró aliviado. Se adecentó la ropa y con la espalda bien recta le estrechó la mano, inclinando la cabeza, ofreciéndole sus respetos. Ahora él era su capitán y él ya no era un príncipe. Sorprendentemente el resto se acercó a saludarle, sonrientes.

-No somos mala gente ¿Sabes? Sólo somos piratas.-le dijo Kyung, pasándole un brazo por los hombros. No supo si “no ser mala gente” y “piratas” podían ir en la misma frase.

Ahora que todo había pasado tuvo oportunidad de mirarlos detenidamente, en lugar de estar con los sentidos alerta. Pendientes, cadenas, tatuajes, pañuelos, botas, el pelo clareado por el sol…Algunos llevaban khol en los ojos, para protegerlos de la luz. El capitán llevaba una levita y el pelo casi blanco.

-Te presento a la gente. Este es Jaehyo.-el alto de coleta le saludó.- Minhyuk.-hizo un gesto con la cabeza.- P.O, que no te deje engañar su voz, es el más joven de todos. Taeil, que no te deje engañar su tamaño, es el mayor de todos.-el susodicho le dio una patada en la espinilla.- Ay, joder. Y yo me llamo Kyung.

-Bien, hechas las presentaciones zarpemos antes de que echen en falta parte de sus cosas ¿Has estado alguna vez en uno de estos?-le preguntó Zico a Yukwon.

-Nunca en mi vida. Bueno, he viajado alguna vez con la corte, pero como pasajero.

-Pues ve con el resto. Yo voy a guardar estas cosas.-besó las joyas y se marchó.

Yukwon miró a tierra y a su casa, la residencia real, a lo lejos por última vez antes de respirar hondo.

-Sígueme, chavalín ¿Edad?-Taeil le dio unos toquecitos en el hombro.

-Veinte.

-Anda, como el “capi” y Kyung ¿Sabes cómo funciona un cacharro de estos?- golpeó el palo mayor.

-Sí, sé todo acerca de su funcionamiento, pero sólo de los libros.

-Bueno, de algo partimos entonces.-le sonrió.

Yukwon se lo pasó como un niño pequeño siguiendo a Taeil arriba y abajo por el barco. En unas horas nada más sabía que se llevaría bien con él. Escaleras arriba, cubierta abajo, en esta sala de máquinas, en la bodega, camarotes… Intentó no pensar en que en tierra el tiempo seguía corriendo igual y que tarde o temprano anunciarían su desaparición a las autoridades. Teniendo en cuenta el protocolo a seguir en lo grave de una situación como esa, tendría dos días, a lo sumo, antes de que su cara apareciera en todos los medios de comunicación posibles. Afortunadamente Minhyuk le comentó que no veían mucho la televisión y que por eso no estaba seguro de dónde le sonaba su cara.

-Eh, nuevo ¿Te gusta cocinar?-le sonrió Jaehyo, asomado por la puerta del camarote que Yukwon compartiría con Kyung y Minhyuk.

-Nunca he cocinado.

-¿Perdón? ¿En tus veinte años no has cocinado?

-Eh…No era del personal de cocina.-se rascó la nuca, incómodo y con un ligero rubor.

-Bueno, pues me acompañas y aprendes.

-Aprendo rápido.-le dijo saliendo detrás de él.

-Estás mucho más vivaracho que cuando te hemos conocido.-dijo Zico sobresaltándolo, porque no se lo esperaba en la cocina, mordisqueando unos dulces.

-Qué susto…Ya, es lo que tiene pasar de estar capto y sin saber si te van a perdonar la vida o sólo secuestrar, a ser parte de la tripulación.

-Aun así.-le dijo con cara póker.

-Supongo que ya me gusta esto.-se encogió de hombros.

El capitán asintió en silencio.

-Eso está bien. Ale, os dejo trabajar, que tengo hambre ¿Por cierto no estás mareado?

-Hoy en día es muy raro marearse en las naves.

-Te lo vuelvo a preguntar esta noche…

-Eso me ha dado miedo.

Soltó una risilla mientras se iba y Yukwon miró a Jaehyo.

-Una vez que pases la primera noche ya duermes. Tranquilo, igual ni te mareas.

Jamás antes pensó que sería tan divertido preparar la cena para siete personas, ni que en tan poco tiempo pudiera sentirse tan a gusto. Mientras cenaban no hacía falta que nadie pilotara gracias al sistema de navegación; el resto empezaron a contar anécdotas sin importancia sobre sus anteriores viajes. Verles reír y compartir recuerdos, esos lazos de unión, le hacía querer tenerlos él también. Era todo lo contrario a una cena en palacio.

En una ocasión había observado por una puerta entreabierta la cena del servicio después de que les atendieran a sus padres, su hermano y él; y le pareció, de largo, mucho más divertida que la suya. Sus cenas estaban medidas casi al milímetro, programadas, siguiendo el protocolo y en un relativo silencio. No como aquella. Y esa noche, cenando con aquellos chicos que acababa de conocer recordó las sonrisas del servicio. Callado desde su asiento observó a Zico agarrar de los hombros a Kyung y a P.O casi asfixiar a Taeil en un abrazo. Si la mentira aguantaba lo suficiente intacta hasta convertirse en una verdad, él también podría ser parte de aquello.

Estaba ayudando a recoger unas cosas en cubierta antes de irse a dormir cuando se quedó parado, mirando a la superficie de tierra a lo lejos que iluminaba parte del cielo. No se oía nada, parecía que estaba observando un cuadro o una fotografía. Se preguntó si lo estarían buscando ya, si sus padres lo echarían de menos o si su hermano estaría preocupado.

-Yo que tú no me quedaba mucho tiempo por aquí. A las noches hace frío.-le dijo Minhyuk, guardando cosas.- Bueno, y si estamos mar adentro o en el espacio siempre hace frío, que no engañe el sol. De hecho no me sorprendería que alguna vez a pesar del frío te quemes, así que ten cuidado.

-Gracias.-hizo una ligera reverencia con la cabeza.

-No es normal ver a alguien tan formal en este barco. A ver si nos pegas algo.

-Y viceversa.-le sonrió.

Pensó que no pegaría ojo esa noche con toda la preocupación de qué iba a pasar, pero estaba tan cansado que no le importó que la litera fuera un cuarto de lo que era su cama en palacio y ni se percató del vaivén de la nave.

 

A la mañana siguiente se despertó junto al resto y descubrió que si la cena le pareció genial el desayuno era digno de retratar. Alguno seguía durmiendo sobre la mesa, otro se quedaba mirando fijamente a la pared y los más racionales iban preparándose el desayuno. Kyung le pasó una taza de café cuando de pronto se encendió la televisión y Yukwon palideció en el acto. Cada vez que había un mensaje oficial o había que informar a la población de algo importante, las televisiones u otros medios de trasmisión de información que hubiera en la habitación se encendían; para que así todo el mundo se enterara, hasta los que se aislaban de su entorno. Todos los presentes se giraron a ver la pantalla, aún con cara de poco interés.

-Ya están los gilipollas estos anunciando alguna subida de impuestos o una nueva ley.-comentó Zico.

-Queridos ciudadanos, nos vemos en obligación de anunciar una dura realidad. El príncipe de nuestro reino, Kim Yukwon, lleva desaparecido desde ayer. Repito, el príncipe ha desaparecido. Ayer no volvió a palacio después de la partida de caza mañanera. Desconocemos su estado actual y dónde pudiera encontrarse; tal vez se trate de un secuestro. Por eso rogamos, que los ciudadanos colaboren en la búsqueda y que no cunda el pánico, ni se aproveche esta situación de emergencia para llamar al caos y la violencia.

Mientras aquellas palabras resonaban por la cocina y toda habitación del barco donde hubiera un trasmisor, una foto de Yukwon con el resto de la familia real aparecía en pantalla. Terminó el mensaje y todo se quedó en un inquietante silencio, como el vacío tras una tormenta.

El príncipe aguantaba la respiración, sintiendo el pulso en su cuello y el corazón latiendo con fuerza contra su pecho, contando los segundos. Entonces una taza se cayó al suelo y empezó el caos. P.O se subió a la silla gritando y señalando a Yukwon. Kyung y Jaehyo empezaron a dar vueltas por la cocina. Minhyuk y Taeil se gritaban el uno al otro, cosas como “¡Te lo dije, te dije que me sonaba de televisión!” “¡Esto es un marrón!”.

-¡Eres el jodido príncipe que sale por televisión! ¡Eres un puto príncipe! ¡Te están buscando! ¡Y estás aquí, en nuestro barco!-seguía gritando P.O, estirándose del pelo.

De pronto Zico se puso en pie, que hasta entonces había permanecido en silencio, y se acercó hasta Yukwon, acorralándolo contra la pared y dando un golpe al lado de su cabeza.

-Con que las habías robado de palacio ¿eh? Tenía mis serias sospechas, pero esta vez realmente deseaba estar equivocado.

-¡¿Es una trampa para atraparnos?!-preguntó Kyung, detrás del capitán.

-¡No, no! ¡Puedo explicarlo!-intentó defenderse Yukwon.- No busco el mal de nadie ¡Estaba diciendo la verdad cuando dije que me quería enrolar y ser libre!

-Eres de la puta realeza ¡¿Cómo cojones vas a ser más libre que eso!? Si esto es un juego para que el niño mimado se entretenga, no tiene ni puta gracia.-Zico se acercó más a él.- Te juro que te rajaba el gaznate si no estuviéramos lo suficiente jodidos ya teniéndote aquí.

-¡No es un juego! Juro sobre mi vida defenderos en el caso de que descubran mi paradero.-dijo mirando a los ojos al capitán.- ¡Lucharé por vuestra honradez si eso ocurre!-empujó a Zico, lo que hizo que todos cogieran aire repentinamente y antes de que pudieran reaccionar estaba de rodillas, con la frente pegada al suelo en una solemne reverencia.- ¡Deja que me explique, capitán!

Todo volvió a quedarse en silencio. P.O se sentó sobre la mesa, junto a los platos, y Zico se quedó mirando a la coronilla de Yukwon. Un príncipe estaba haciéndole al capitán del barco y al resto de la tripulación la mayor reverencia posible. Tenía la cabeza a la altura de los pies del resto. Los seis miembros se miraron entre sí, sinceramente sorprendidos.

-Tienes un minuto para defenderte y convencernos. Habla.-le ordenó el capitán, aún sorprendido por la reverencia.

-Me he pasado la vida estudiando la vida y la humanidad desde una jaula. Sé que suena a una estupidez de niño mimado ¿Pero qué sentido tiene estudiar desde una fortaleza de cristal? Nunca voy a gobernar, sólo tengo que posar para las cámaras. No quiero pasar mi vida siendo un mueble más que enseñar por ahí. Quiero vivir y a ser posible lejos de aquí.-entonces alzó la mirada.- Pero si decidís matarme o entregarme, lo entiendo. Aun así he jurado defenderos. En un día me he sentido más vivo que en cinco años, así que, os lo agradezco por adelantado.

-Jo…Después de eso yo no me veo con fuerzas de matarlo, Zico.-le dijo Kyung, tomándole del hombro.- Me ha hecho sentirme importante y afortunado, y eso que somos delincuentes.

-¿Para tanto es?-preguntó Jaehyo.

-Ayer dije que no había cocinado ni una vez ¿Recuerdas? Pues es cierto. Me he tirado veinte años viviendo de esa forma, no he podido hacer nada. De hecho, me extraña no haber enfermado ya porque he pasado mi vida en una burbuja. Todo lo que conozco de este y otros mundos es lo que he aprendido en los libros. No conozco lo que es la amistad, si quiera.

-¿Capitán, qué hacemos?-preguntó Minhyuk.

Zico meditó unos segundos más.

-Capitán…Antes prefiero que me matéis a que me llevéis de vuelta.

Entonces se agachó, poniéndole una mano en el hombro a Yukwon y mirándole a los ojos.

-No podría negarle jamás la libertad a nadie. Y realmente no me apetece verme envuelto en algo tan gordo como un asesinato de un príncipe, aunque quedaría de puta madre en mi historial.-sonrió.

Yukwon se puso en pie y todos se le quedaron mirando en silencio. Se sintió incómodo siendo observado, pero sabía que probablemente cada cual estaba asumiendo quién era y todo lo que implicaba.

-Lamento haberos metido en todo esto.

-No pasa nada, su majestad.-le dijo P.O.

-No…No me llaméis así, por favor.- hizo una mueca.- Ahora ya no soy un príncipe, soy el miembro más reciente de la tripulación.

-Me niego a hacerle una novatada al heredero del trono.

-No soy el heredero del trono.

-Discúlpanos, pasamos bastante de la sociedad; de ahí que no te hayamos reconocido, su maj-…-se detuvo Minhyuk a media frase.- Yukwon.

-Comparto cuarto con un príncipe…Buah…Eso me tiene que subir el caché a la fuerza.-asintió Kyung para sí.

P.O caminó por la mesa hasta estar más cerca de Yukwon, y asomado por el borde le observó de arriba a abajo, haciendo que se ruborizara.

-Te agradecería que no hicieras eso…-murmuró, mirando en otra dirección.

-Sólo quería ver si a los de la realeza se os nota algo distinto…A ver cómo hueles.-se dispuso a bajarse de la mesa, pero Zico lo detuvo y le pasó un brazo por los hombros a Yukwon.

-Bueno, basta ya con la tontería. Tengo que hablar con él en privado, que las cosas no son tan fáciles.

El resto se quejaron a sus espaldas según salían al pasillo.

-Es muy bajito para ser un príncipe.-dijo Taeil y todos se le quedaron mirando.- ¿Qué?

-Gracias por sacarme de ahí. Me estaba agobiando.

-No era mi intención hacerte un favor. Entiende que aún sea algo reacio a la realeza. Soy más bien republicano.

-Ya y yo.

Zico se quedó parado, lo miró y soltó una carcajada. Pero acto seguido le dio un golpe en el brazo.

-No me hagas reír, joder, que tengo que estar serio.

Podría parecer que esa pequeña agresión tendría que molestar a Yukwon, pero todo lo contrario, porque le había visto actuar con el resto y ver que no lo trataba diferente por ser quien era lo alivió. Por el pasillo le guio hasta el camarote del fondo.

-Bienvenido al camarote del capitán.-hizo una teatral reverencia antes de abrir la puerta.

Yukwon se quedó boquiabierto con lo que allí vio. Al fondo de la habitación, presidiendo la estancia, un ventanal contra el que estaba apoyada una cama, hecha, pero había tantos cojines y distintas telas que parecía deshecha. Todo estaba lleno hasta los topes de diferentes objetos, cuya función y procedencia desconocía en su mayoría. A un lado una mesa de madera, robusta, a juego con la cama, con varios papeles y una pantalla de proyección en el centro. Aquello servía para proyectar la pantalla y manipular sus funciones con las manos.

-Vamos, no me digas que esto te impresiona, tienes que estar acostumbrado al mayor lujo.-se desplomó sobre su sillón a un lado de la mesa y le indicó que tomara asiento.

-No es el lujo lo que me impresiona…Sino todo lo que has viajado y probablemente hayas aprendido.

Se tomó la licencia de ignorar al capitán unos segundos y examinar de cerca una extraña calavera colgada en la pared, de algún tipo de animal que no había visto antes.

-¿Está tallada?

-Siéntate.-le volvió a decir y aquella vez hizo caso.- Bien… ¿En qué estabas pensando, príncipe?-le dijo con sorna.- De verdad ¿En qué pensabas? No había forma de que tus planes salieran bien.

-Esperaba que me dieran por desaparecido dentro de un par de días y que para entonces estuviéramos ya lejos.-se encogió de hombros.- No lo sé muy bien, la verdad. Ha sido todo un acto improvisado y desesperado.

-¿Es que no tienes aprecio por tu vida?-lo observaba con la sien apoyada en su puño.

-Pues…No mucho. Nunca me he visto en peligro, nunca he tenido que salir de mi zona de confort.

-La vida de pirata es muy dura para alguien como tú.

-No tengo intención de volver. Así que me acostumbraré aquí, en otro barco o en el fondo de mar.

Zico se mordió el labio y encendió la pantalla, que acto seguido proyectó una foto de Yukwon, ya que el mensaje era lo último que había emitido, aunque lo hubieran visto en la cocina.

-No veo cómo una cara bonita-dijo mientras hacía girar su foto.- puede serme útil aquí…Espera, déjame matizar, que lo mismo eres tan mal pensado como Kyung. Quiero decir…¿Qué me aportas tú? Sólo serás una boca más que alimentar y un lastre cuando las cosas se pongan feas.

-No soy imbécil del todo y sé pelear. Pero es cierto que es mayor el favor que vosotros me hacéis que el que yo pueda haceros…Aunque si queréis más joyas, podría conseguirlas.

-No, ya tengo todo lo que quiero, la verdad sea dicha. Soy un hombre libre, tengo una nave con la que navegar entre mundos, amigos…Aunque me gustan las joyas.

-Sólo te pido que me ayudes a escapar, por favor.-le miró suplicante.- Aunque sea hasta el siguiente planeta.

Zico apagó la pantalla y jugueteó con un bolígrafo, mientras meditaba, asintiendo en silencio para sí.

-¿Sabes qué? No tengo los cojones de negar un deseo de libertad. Otra cosa me la suda más, pero eso no. Pero aún no sé cómo vamos a ideárnoslas para que no te encuentren ¿No hay forma de que sepan dónde puedes estar?

-No.-negó con la cabeza.- Hablo más bien poco y sólo las cosas que pienso que merecen la pena ser oídas. Sería una tontería malgastar energía en hablar con mi padre o mi madre.

-¿Y tu hermano? El heredero del trono…Tienes que odiarle un poco ¿no?

-No…Creo que es el único que me ha prestado alguna vez atención al margen de nuestra posición social, pero él también es esclavo de la suya.-se encogió de hombros.

El capitán se le quedó mirando, de nuevo, y a Yukwon le dio la impresión de que le apenaba su actitud desapasionada ante todo. Por algún motivo le parecía que era capaz de leerle el alma.

-Vale…Necesitarás camuflaje, al menos hasta que estemos fuera de las fronteras, en espacio estelar interplanetario ¿Te has travestido alguna vez?

-No…Y no me gusta a dónde nos está llevando todo esto.

-Tranquilo, no me apetece obligarte a ponerte un vestido. No me van esos fetichismos ¿Y si te teñimos el pelo? ¿Podrías dejarte bigote?

-¿Qué tal emplear algún tipo de tecnología que haga cambiar el aspecto?

-¿Tú te crees que yo tengo de eso? Esto es una nave, no un salón de belleza ¿Te raparías al cero?

Yukwon se pasó una mano por el pelo negro, preocupado.

-Si no queda más remedio…Aunque me gusta mi pelo así.

-Vale, qué difícil me lo pones, príncipe.-no tenía el valor para decirle que dejara de llamarle así, como había hecho con el resto.

Se quedaron un rato pensando y, de pronto, Yukwon recordó que cuando lo secuestraron estaban cargando cosas.

-Soy muy flexible.

-Ah, pues bien por ti. Tu novia te lo agradecerá.

-No, quiero decir…-se sonrojó.- Que puedo esconderme dentro de alguna caja o barril.

-…Voy a hacerlo sólo por poder cantar “Un rey tenía tres hijas y las metió en tres botijas”

-¿Qué tiene que ver eso conmigo?

-Que aquí yo soy el rey y te voy a meter en un barril, príncipe. En el más maloliente que encuentre.-sonrió.


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