PROV. SEHUN
Los matrimonios arreglados entre familias de poder son algo muy poco común hoy en día, pero aun así se siguen viendo, mas en familias que han tenido esta tradición desde mucho antes de llegar a una sociedad tan moderna como en la que nos encontramos.
Mi familia sigue siendo una de esas pocas, con veinte años me encontraba comprometido con un joven cuatro años mayor que yo, a mi familia no le importo que fuera mayor, tampoco que no sintiera afecto alguno por él y mucho menos el hecho de que fuera él y no ella, solo les importaba subir aun mas en la pirámide de poder y con este matrimonio lo lograrían.
Luhan nunca fue de mi desagrado, en realidad –y aunque lo había aceptado en el peor momento de mi vida- siempre había sentido afecto por él, afecto que se había convertido en amor, amor que se convirtió en mi propia destrucción.
Su familia, mi padre e incluso yo mismo me culpaba de todo lo sucedido con él, tal vez, era mi mamá la única persona –aparte de mi mejor amigo- que no se la pasaba día tras día recordándome el daño que había causado, porque ellos entendían que a pesar de que me culpara el dolor que carcomía mi interior era devastador, siempre había sido una persona egoísta, anteponía principalmente todo lo mío sin importar el daño que causaba, quizás por miedo o cobardía pero siempre fui alguien que se cerraba ante los sentimientos de las otras personas, menos con Luhan.
Él cambio eso de mi, rompió poco a poco el hielo que cubría mi corazón hasta convertirme en una persona vulnerable ante los sentimientos, y quizás por eso, quizás por el miedo que me invadió, hice cosas, dije cosas, que lo destrozaron hasta el punto donde termine destrozándome yo mismo.
Por eso en el momento que lo vi, tan frágil y vulnerable, acostado en la cama del hospital con tantos tupos entrando y saliendo de su cuerpo, me sentí la persona más mierda del mundo, sabía que él estaba así por mi culpa y solo por mi culpa, Luhan podría ser una persona muy impulsiva, impredecible, pero no era tan estúpida como dañarse así mismo por eso sabia que todo este accidente había sido solo culpa mía.
Noche tras noche me quedaba con el sujetando su mano esperando a que despertara, pidiendo a quien fuera que lo salvara, pidiéndole perdón, diciéndole lo mucho que lo amaba, y antes de que amaneciera, dejándole un delicado beso en la frente me iba, alejándome de él durante el día, alejándome de las fuertes miradas de sus padres, de sus insultos, me estaba terminantemente prohibido acercarme a Luhan pero claramente yo nunca accedí a alejarme de él, no podía, no cuando había aceptado mis sentimientos por él.
La noche que reacciono -la noche que había estado esperando por tres meses- fue la misma noche que toda mi vida se perdió en un vacio.
Luhan había despertado gimiendo de dolor y mientras los doctores le revisaban y quitaban el tubo que tenia recorriéndole la garganta hasta los pulmones para ayudarlo a respirar, había soltado unas cuantas lágrimas. Cuando abrió por fin los ojos, los tenia perdidos, miraba a su alrededor como si desconociera todo, nos miraba como si nos desconociera.
Sus padres ya habían llegado y me habían dicho –a gritos- que me alejara de su hijo pero lo único que podía hacer era sostener fuertemente su mano e ignorar sus palabras, observando como Luhan miraba nuestras manos entrelazadas y no comprendiera nada.
“Hijo, mi bebé, gracias a Dios despertaste” repetía su mamá.
“Eres fuerte, campeón” su papá no se acercaba pero lo podía ver parado junto al marco de la puerta ocultando lo que sería claramente lagrimas de felicidad.
Los ojos de Luhan seguían perdidos, observando a las dos personas que le hablaban como si no tuviera sentido alguno lo que decían, el agarre de mi mano y se intensifico mientras el cerraba los ojos y negaba con la cabeza y luego soltó mi mano repentinamente para mirarme fijamente y hablar.
“¿Quién eres?
¿Quiénes son ustedes?”