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Hiding Faces: Short stories por Bored panda

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Notas del fanfic:

¡hola a todos! primero que nada me gustaria aclarar que esto no es un fic como tal, son historias cortas de mi fanfic Hiding Faces.

Para los que no lo han leido no tienen que hacerlo si no gustan ya que estas son historias cortas sobre el pasado de los personajes en mi historia. son pequeñas historias de corte romantico/dramatico que quería publicar, así que por favor sientanse libres de leerlas y decirme si les gusta.

Para los que si han leido mi fic, bueno, ya les había hablado sobre esto y realmente quería publicarlas, así que aquí estan. tambien es una forma de pedir disculpa por tardarme tanto en actualizar. así que muchas gracias por su paciencia. Sranghae! <3

Notas del capitulo:

bueno, tenía mis dudas sobre el titulo de este capitulo, pero ya que se trata de kris-ge al final terminé decidiendome por este. es decir, me parece que es la mejor palabras que puede usarse cuando se refiere a él ¿no?

nos leemos abajo

Me di la vuelta y observé por última vez aquel hermoso campo en el que solía pasar mis tardes. Acomodé la mochila y sentí el peso en mis hombros. No era la carga de mi equipaje lo que pesaba en mi espalda, era el peso de mi miedo y cobardía. El miedo de alejarme de lo único que conocía y la cobardía que me impedía decir adiós apropiadamente.

Mis pulmones me obligaron a suspirar y a soltar todo el aire que había estado reteniendo. De repente respirar se había vuelto una tarea muy difícil.

Tomé la primera roca que vi y la utilicé para aplastar el pequeño trozo de papel que tenía en mi mano. Me di media vuelta y abandoné el lugar sin mirar atrás.

La distancia entre aquel campo y yo fue incrementando con cada paso que daba, con cada segundo que pasaba, incrementando más y más sin importar cuanto tiempo pasara ni qué dirección tomara. Aquella distancia se volvió un tramo insuperable. Ya no importaba si volvía o no, ya no importaba si me arrepentía o no, ya no había una conexión entre ese lugar y yo. Ya no existía tal lugar para mí y yo ya no existía para ese lugar, ya no había una historia en él y ya no existía el yo que podía contarla. Ya no había tal campo ni tampoco Jiaheng. Lo único que quedaba entre nosotros era aquel trozo de papel. Esa pequeña hoja que contenía mi única despedida.

“Find me in the Galaxy”

Estaba mal, solo debía irme y dejar las cosas como estaban. Estaba mal en todas las formas posibles. Estaba mal. Pero guardaba la esperanza de que no me olvidara. Guardaba la esperanza de que al menos alguien pudiera recordar quien soy en realidad. Realmente guardaba la esperanza de que significara tanto para él cómo él significaba para mí. Ya que sin importar el tiempo, ni en quien me convirtiera, nunca habría distancia entre nosotros que pudiera separarnos. Después de todo me consolaba la idea de que sin importar en donde estuviera siempre podríamos caminar bajo el mismo cielo. Bajo la misma galaxia.

- ¡Hey, Kevin! – volteé a mi izquierda y vi a Henry acercarse rápidamente a mí – los muchachos quieren saber si vas a ir a practicar… ¿debo inventar otra excusa o si vienes? – rio.

- No, lo siento.

- Bien, bien… - suspiró – pero no te prometo que sobrevivas más de una semana si sigues faltando a las practicas – rio nervioso y acomodó su mochila – los chicos están considerando hacer un cambio de capitán y a mí se me están acabando las excusas – bufó.

-  Iré la próxima semana, lo prometo.

- Más te vale, o cortaran tu cabeza… y la mía. Nos vemos mañana.

- Nos vemos. – lo vi alejarse y luego volví a posar mi vista en el cielo rojizo.

Ya llevaba tres años en Canadá y aun no lograba adaptarme bien. Muchas veces pensé que me volvería loco y explotaría en cualquier momento, pero no fue así. En ningún momento estallé y volé en pedazos y eso, por algún extraño motivo, me molestaba.

El teléfono vibraba incesantemente en el bolsillo de mi pantalón, llevé mi mano hacia él y contesté la llamada.

 

- ¿hola…?

- ¡Hijo! – escuché a mi madre gritar – gracias a dios estas bien – un fuerte suspiro retumbó en mi oído a través del auricular de mi móvil – estaba muy preocupada ¿en dónde estás? ¿has visto la hora si quiera?

- ¿eh? – despegué el móvil de mi oído y vi la hora en la pantalla, eran más de las 6:30 pm – lo siento, no me había dado cuenta, volveré ahora mismo.

- Bien, te estaré esperando. – escuché su voz quebrarse antes de colgar la llamada y devolver mi celular al bolsillo de mi pantalón.

 

Tomé mi mochila e hice mi camino de regreso a casa. Fui a paso lento y sin mirar a los lados, me había acostumbrado a caminar de esa manera. Tenía miedo de que alguien pudiera verme y reconocerme, tenía miedo de que al subir mi mirada pudiera toparme con la suya, tenía miedo de tener que volver a huir. Naturalmente, era imposible, nadie iba a reconocerme, no me toparía con algún inesperado conocido de mi pasado en china, no me toparía con él en algún rincón de la ciudad, pero aun así tenía miedo, tenía mucho miedo.

Al abrir la puerta de mi casa mi madre corrió a la entrada y se abalanzó sobre mí, estallando en llanto al instante. La rodee con mis brazos y acaricie su cabello, esperando a que se calmara. En estos últimos tres años se había vuelto más pequeña y frágil, ella solía decir que era porque me estaba convirtiendo en un adulto pero yo no pensaba lo mismo, la verdad me sentía cada vez más pequeño. Quizás ambos estábamos convirtiéndonos en unos niños pequeños e indefensos.

Esa se había vuelto nuestra rutina cada vez que llegaba tarde a casa. De hecho,  ya estaba acostumbrándome a ello, se había vuelto algo común entre nosotros.

Mamá siempre trataba de alegrar las cosas a la hora de la cena, pero siempre terminaba de la misma manera. Terminábamos hablando de casa, había un silencio incómodo y ambos nos retirábamos a nuestras habitaciones. Otro tema común entre ambos.

Mi habitación estaba siempre meticulosamente arreglada. Nada estaba nunca fuera de su lugar. Al llegar aquí me rehusé a si quiera desempacar, pensaba que en cualquier momento tendríamos que volver a guardar nuestras cosas e irnos a otro lugar, a uno aún más lejos. De esa forma pasé los dos primeros años, mi ropa seguía guardada en la maleta, las paredes seguían siendo de un horrible color mostaza y los escritorios seguían siendo los que vinieron con el lugar, el antiguo dueño debía de tener más de cuatro siglos pues esos muebles parecían sacados de la era pre-histórica. Mama me había convencido de que debía relajarme y desempacar, palabras muy grandes viniendo de la mujer que mantenía nuestros pasaporte sobre su mesa de noche. Aun así le hice caso y desempaqué mis cosas luego de dos años. Pinté las paredes y compré muebles nuevos, mamá incluso me había regalado una Tv y una consola de video juegos, las cuales había ubicado en frente de mi cama. Realmente me gustaba mi habitación, pasaba allí la mayor parte de mi tiempo.

Este último año había sido mucho más llevadero. Incluso me había unido al equipo de básquet de la escuela y me habían escogido capitán. Todo era más tranquilo ahora, todo era más relajante, las cosas de verdad estaban mejorando. O al menos eso creía yo.

Mamá había comenzado a comportarse de manera extraña. De la misma manera que hace dos años. Siempre estaba intranquila y todos los días me llamaba al salir de la escuela para saber si estaba bien.

Era obvio que estaba asustada, no debía ser un genio para adivinarlo, y el simple hecho de que ella estuviera tan asustada me daba miedo.

Traté de preguntarle varias veces si algo iba mal pero ella siempre me decía que no me preocupara. “todo estará bien, mamá está aquí”. Eso decía.

Había pasado al menos dos horas viendo el techo de mi habitación luego de la cena. No podía conciliar el sueño, algo me lo impedía. Estiré mi mano hacia la derecha y tomé al pequeño peluche que estaba a mi lado. Quizás fuera infantil, pero cada vez que tenía miedo o por algún motivo estaba intranquilo, tomaba a Ace en mis manos y lo apretaba contra mi pecho. Tao había dicho que si lo hacia todos mis miedos desaparecería en un abrir y cerrar de ojos. La verdad, nunca me funciono, podía estar apretando a esa tonta llama contra mi pecho por horas y seguiría estando tan intranquilo como antes de hacerlo. Pero aun así la abrazaba con todas mis fuerzas, no me traía tranquilidad ni mucho menos disipaba mis miedos, pero me hacía pensar en él y eso de vez en cuando me hacía sonreír por horas hasta quedarme dormido. Solo que esta vez, como dije, no podía conciliar el sueño.

Mi teléfono sonó inesperadamente al lado de mi oído y me hizo saltar de la cama, golpeándome fuertemente en la cadera. Ya en el piso estiré mi mano y tomé el estúpido móvil.

 

- ¡¿Qué?! – grité sin darle importancia a quien pudiera haber llamado.

- Ahmm… ¿hola? – me levanté inmediatamente del suelo y traté de no enloquecer.

- ¿Yixing? – mi corazón comenzó a latir fuertemente.

- Ge ¿eres tú? Al fin puedo contactarte – escuché su risa brotar alegremente desde el otro lado del teléfono y no pude contener mis lágrimas - ¿ge? ¿ge? – quería hablar pero no podía parar de llorar, era la primera vez que escuchaba su voz desde que tuve que dejar china y no podía creerlo, realmente lo había necesitado – sí, también te extrañe – dijo dulcemente mientras yo seguía llorando arrodillado al lado de mi cama.

 

Hablé con Yixing por horas, hablamos de todo y a la vez de nada. Su llamada realmente me había hecho muy feliz, pensé que no volveríamos hablar nunca más mientras viviera. Traté de hablar lo más bajo que podía, ya que la habitación de mamá estaba justo al lado de la mía y había dejado claro que no debíamos hablar con ninguno de nuestros conocidos. Con absolutamente nadie. Si quería hablar con alguien debía hacer nuevos amigos y no me estaba yendo muy bien en eso. Así que si, su llamada había sido lo mejor que me había ocurrido en mucho tiempo.

En algún instante de la madrugada mi ojos comenzaron a pesar y mi vista se fue nublando, quería mantenerme despierto pero no estaba lográndolo, Yixing pareció notarlo y pronuncio un “buenas noches, ge” antes de que me quedara dormido y se cortara la llamada.

La lluvia caía cada vez más fuerte, el ambiente era cada vez más tenso y los gritos que inundaban el lugar eran cada vez más desgarradores. Mis piernas temblaban a cada paso y mi corazón palpitaba cada vez más rápido. Tenía miedo de saber que estaba ocurriendo, pero aun así no podía dejar de avanzar, necesitaba saber… necesitaba comprobar que no era cierto.

Aquella sala que nunca había visto se volvió el lugar que nunca olvidaría. Aquella estancia que parecía haber sido lujosa ahora daba un aspecto tétrico. Un aspecto nauseabundo y totalmente desagradable. Todos los muebles del lugar estaban cubiertos por una espesa capa de sangre, ríos de aquel líquido escarlata fluían libremente alrededor de sus pies, manchando sus zapatos, sus manos, su ropa, su rostro, cubriéndolo casi por completo.

Mi madre cayó de rodillas a mi lado, sus gritos desesperados atravesaban mis oídos pero aun así no llegaba a escucharlos realmente. Su vista se posó sobre nosotros, su mirada perdida llena de un oscuro vacío que no reflejaba nada, absolutamente nada.

Sus pasos lentos y decididos se aproximaban más y más. Sus manos se cerraron alrededor de las muñecas de mi madre mientras la obligaba a levantarse. Ella gritaba, lloraba y preguntaba por qué, pero no obtenía ninguna respuesta, más que aquella mirada vacía.

Yo solo podía observar los cuerpos de aquella familia que yacía en la sala de su propia casa. Desmembrados, degollados y mutilados. Masacrados sin piedad.

Mi cuerpo no se movía, ya no tenía control sobre mí. Solo podía estar parado mirando a los cadáveres desconocidos. Grabándolos en mi mente, cada rasgo, cada detalle, cada gota de sangre salpicada. Todo.

Su voz al fin se abrió paso entre sus labios. Era la primera vez que lo escuchaba de esa forma, carente de algún sentimiento, pronunciando palabras que a pesar de conocer su significado no tenían sentido para mí en aquel momento. Nada lo tenía.

Los gritos de mi madre y su vacía voz seguían inundando el lugar. Pude distinguir mi nombre varias veces, proveniente de las voces de ambos. No sabía que estaba pasando ni tampoco sabía porque, solo quería que acabara.

La ropa de mi madre estaba comenzando a tomar un color rojizo, la sangre seguía salpicando sobre ella cada vez más. Su voz se hizo más fuerte y me pidió que me fuera. Me pidió que corriera, que corriera lo más lejos que pudiera.

Mis piernas comenzaron a reaccionar y fui retrocediendo lentamente bajo su oscura mirada la cual atravesaba mi cuerpo como espadas en llamas. Trato de acercarse a mí e impedir mi salida, pero mamá seguía tratando de detenerlo. Fue retrocediendo más rápidamente y vi como su rostro se tensaba de furia.

-  ¡Voy a encontrarte!

 

Me levanté agitado, con una fina capa de sudor cubriendo mi cuerpo y con mi corazón a punto de estallar. Temblaba descontroladamente y mi respiración era irregular. Escuché la puerta de mi habitación abrirse estrepitosamente y vi a mi madre entrar alarmada. Se sentó a mi lado y me rodeo con sus brazos en un cálido abrazo. Dejé mi cabeza reposar en su pecho y traté de calmarme.

 

- Todo estará bien, mamá está aquí – susurró contra mi oído mientras que con sus dedos acariciaba mi cabello – mamá está aquí.

 

No quería volver a dormir, no quería recordar aquel día. Estaba cansado de tener que pensar en ello todos los días. Realmente no quería.

 

- Todo estará bien, cariño – su dulce voz seguía pronunciando las mismas palabras, esas que siempre me calmaban. Al poco tiempo volví a quedarme dormido.

 

- ¡muy bien, muchachos! – gritó el entrenador – está bien por hoy… pueden ir a sus casas.

 

Todos comenzaron a recoger sus pertenencias y a despedirse del entrenador. Era la primera vez en dos meses que asistía a una de las prácticas y ya casi había olvidado lo divertido que era.

 

- ¡Kevin! – escuché al entrenador llamarme - ¿puedes venir un momento? – tomé mi mochila y me acerqué a él.

- ¿Qué ocurre, entrenador?

- ¿está todo bien, hijo?

- ¿disculpe?

- ¿Qué si está todo bien? – posó su mano en mi hombro – has faltado mucho a las practicas ¿ocurre algo?

- No, todo está bien, señor – aseguré, lo cual no era una mentira, todo comenzaba a mejorar.

- Bien – sonrió – es bueno tenerte de vuelta, muchacho.

- Es bueno estar de vuelta señor. – sonreí y comencé a caminar a la salida.

 

De camino a casa, Henry y los demás chicos del club insistieron en que los acompañara a comer pizza en el centro. La pizza es mi estilo y estaba de buen humor, así que acepté.

Las cosas estaban empezando a marchar mejor. Incluso, hablaba con Yixing todos los días, claro que no le decía nada a mamá ya que se enojaría si se entera de que mantengo contacto con él. Pero aparte de eso todo estaba… ¿perfecto?

Al acabar con las pizzas decidí volver a casa, pero recibí una llamada de Yixing en el camino y digamos que me desvíe un poco. De alguna forma terminé sentado en una banquilla del parque, riendo como un tonto con las extrañas historias que mi mejor amigo me contaba. Las horas pasaron y yo seguía allí. Olvidándome de todos a mí alrededor, siendo un adolescente común y corriente.

Oscureció y decidí que era momento de volver a casa. Me parecía extraño que mamá no hubiera llamado para saber en dónde estaba. Incluso si no estaba preocupada por qué no había regresado siempre llamaba para preguntar que quería cenar. Era extraño no recibir una de sus llamadas.

Al llegar a casa me espanté al ver las ventanas totalmente cerradas. Mamá nunca hacia eso. Había dos autos aparcados en la entrada y la puerta estaba totalmente abierta. Corrí lo más rápido que pude y busqué a mi madre en cada rincón de la casa. Todo estaba vacío.

 

- ¡Mamá! ¡mamá! – la desesperación comenzó a invadir todo mi cuerpo al no escuchar una respuesta.

 

No sabía que hacer y con cada segundo que pasaba me ponía más nervioso. No fue hasta que vi a mi madre atravesar la entrada de la casa que mi corazón volvió a palpitar.

Corrí hacia ella y la abracé fuertemente, pero ella me tomó de los hombros, me separó de su cuerpo y me miró fijamente. Sus labios temblaban y sus ojos rojos, quizás de llorar, me miraban con pesadez.

 

- Debes irte. – dijo con una voz muy débil.

- ¿A dónde?

- A Corea… el vuelo saldrá en veinte minutos.

- ¿Qué? ¿Por qué debemos irnos a Corea?

- No – las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos y a bajar por sus mejillas – solo tu debes ir.

- ¿Qué estás diciendo? – mi voz comenzó a temblar y mi vista se fue nublando a causa de las lágrimas que comenzaban a acumularse.

- Tu equipaje ya está en el auto – tomó mi rostro entre sus manos y deposito un beso en mi frente – te amo, hijo.

- No, mamá… espera… ¿Por qué haces esto?

- Tu padre… - sus dedos acariciaban mis mejillas – nos encontró… lo lamento, fue mi culpa – su voz se quebró y las lagrima comenzaron a brotar de sus ojos con más intensidad – lo siento… fue mi culpa… te encontró por mi culpa.

- Pero…

- Debemos separarnos… es por tu bien…

- Mamá…

- Es por tu bien. – tomó mi mano y me hizo avanzar hasta uno de los autos aparcados en el jardín delantero de nuestra casa – adiós, hijo. – se quitó aquel collar con una pequeña cruz que siempre pendía en su pecho y me lo puso antes de obligarme a entrar al auto.

- ¿A dónde iras? – traté de salir del auto pero el conductor se encargó de cerrar la puerta, lo único que podía hacer era verla por la ventana.

- No puedo decírtelo.

- ¡¿Cómo que no puedes decírmelo?! – mis nervios estallaron y comencé a gritar – ¿me envías solo a un país extraño y ni siquiera tienes la decencia de decirme a dónde iras?

- Es por tu bien – seguía repitiendo, aun con las lágrimas corriendo por sus mejillas.

- ¿Cómo demonios esto puede ser por mi bien?

- Algún día lo entenderás – dio una palmada en la puerta y el chofer encendió el auto.

- No… mamá, espera… mamá… ¡MAMÁ! – su figura se hacía más pequeña conforme el auto avanzaba. Esa fue la última vez que vi a mi madre .De un momento a otro las lágrimas en mis ojos se volvieron tan pesadas que ya no pude retenerla y comencé a llorar. Estallé en llanto en aquel auto extraño y no paré hasta que el avión aterrizó en Corea horas más tarde, ni siquiera abrazar a Ace podía hacerme sonreír.

 

Las semanas pasaban y yo no sabía nada de ella. Estaba atrapado en un lujoso apartamento en el centro de Seúl sin saber nada de mi madre. Estaba confundido, no sabía qué hacer, lo único que sabía era que la mujer de la limpieza llegaba todos los viernes en la tarde a limpiar el lugar y a prepararme montones de comida para el resto de la semana. No hablaba con ella, no podría hacerlo ni aunque lo intentara, pues no podía entenderla, no podía entender a nadie, de hecho. Me las había arreglado para aprender a decir “hola” y “adiós”, era lo único que le decía a aquella mujer cuando entraba y luego cuando salía. “Hola” y “Adiós”. No necesitaba saber más pues no conocía a nadie y por supuesto nadie me conocía a mi. Nadie conocía a “Wu YiFan”, ni siquiera yo quería conocerlo. No quería tener que acostumbrarme a otra identidad para luego tener que desecharla y salir huyendo a otro país con otro nombre cuando menos me lo esperaba.

Mi rutina diaria era bastante simple, dormía hasta tarde, comía algo del refrigerador y luego volvía a la cama a espera a que el día acabara. A veces incluso miraba la televisión y trataba de entender esas novelas absurdas. Pero no lo lograba, algo obvio, pues solo entendía cuando los personajes se saludaban.

Se estaba haciendo tarde y la mujer de la limpieza aun no llegaba. Comenzaba a creer que la habían secuestrado en el camino. Algo triste pues si era así no podría contar con mi ayuda, no podría explicarle a nadie la situación. So sorry.

Tocaron a la puerta varias veces y yo la observé de reojo. ¿Por qué demonios tocaba si tenía una llave? ¿Qué acaso la había perdido?

Los golpes siguieron y yo comencé a estresarme. ¿Realmente iba a hacer que me levantara a abrirle la estúpida puerta? ¿No podía meter la mano en su bolso y sacar la maldita llave? ¿Era eso tan difícil?

Continuaban, los golpeteos en la puerta continuaron y se hicieron más frecuentes. Me levanté molesto del sillón y tomé mi llave para abrir la tonta puerta. Introduje la llave en la cerradura y me di la vuelta antes de abrirla. Si no podía sacar su llave al menos podría empujarla ¿no?

Esperaba que dijera algunas extrañas palabras que no podría entender y siguiera su camino hacia la cocina, pero eso no sucedió. No escuche ni su voz ni sus cortos, múltiples y cansinos pasos de señora mayor.

 

- La verdad esperaba una bienvenida más calidad – aquella voz conocida retumbó en mis oídos con un eco casi celestial.

 

No quería darme la vuelta y comprobar que estaba volviéndome loco. No quería darme la vuelta y ver que no había nadie allí. No quería decepcionarme.

 

- ¿puedo pasar o es un mal momento? – al final decidí darme la vuelta y pude ver a Yixing parado en la entrada de mi departamento. - ¿ge? – mi cuerpo no reaccionaba, estaba totalmente petrificado - ¿ge? – lo oí suspirar antes de que comenzara a acercarse a mí.

 

Avanzó hasta la sala, hasta quedar solo a algunos centímetros de distancia. Realmente era él. No estaba loco. No conocía a nadie más con una piel tan pálida y un hoyuelo como el suyo. Realmente era Yixing.

 

- Escuché que necesitabas un amigo – sus brazos rodearon mi cintura y su cabeza se apoyó en mi pecho. Mis brazos automáticamente rodearon su cuerpo y dejé mi frente descansar sobre su cabeza. Era más bajo de lo que recordaba. - ¿estás bien? – despegó su rostro de mi pecho y miró hacia arriba.

 

Un extraño impulso recorrió mi cuerpo y me hizo inclinarme hasta sus labios, los cuales rocé con los míos. Un roce muy superficial al principio. Aun dudaba de que fuera real. No podía confiarme en mi cordura en esos momentos.

Sentí su cálida respiración mezclarse con la mía y esta vez sí tomé sus labios entre los míos. Su calidez y suavidad embargaban mi boca. Era lo que necesitaba. Era exactamente lo que necesitaba.

 

- Gracias – susurré contra sus labios.

- Para eso son los amigos ¿no? – sonrió y yo volví a apoderarme de sus labios.

Notas finales:

Se que esté capitulo fue algo... Kray (?)... pero es que no lo se, me encanta arrejuntar a esos dos xD... (el fic sigue siendo TaoRis, don't worry) 

tenía que incluir a Ace, lo siento... es demasiado lindo como para dejarlo fuera.

y pues... ese es parte del pasado de Krisus :P... algo triste... la verdad me quedó un poquitin más corto de lo que hubiera querido, pero bueno.

ya iré pensando de quien será la proxima historia, si tienen alguna idea o sujerencia de algun personaje no dunde en decirmelo y pondré manos a la obra. avisaré las actualizaciones en Hiding faces, estaré dejando los link alli.

Espero que les haya gustado y que me cuenten que opinan (acepto tomatasos y golpes con zapatos, la criticas es el mejor amigo de un escritor en desarrollo)

hasta pronto! saranghae!


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