Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Verano por Roronoa Misaki

[Reviews - 61]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Bueno, esta es la primera vez que escribo en este fandom y por consecuente acerca de esta pareja, así que espero que les guste. 

Como he mencionado en el resumen, este fanfic está escrito y dedicado especialmente a Zhena Hik, te adoro mujer, espero que te guste.

 

Los personajes aquí utilizados no me pertenecen, son propiedad de su autor original, yo sólo los tomo prestados para experimentar un poco con ellos. 

Notas del capitulo:

Bueno, he aquí el primer capítulo, no tengo ni idea de cuántos serán, por si la duda. Espero que les guste. 

 

Capítulo 1 - Compañeros de departamento

—Aomine-kun, Aomine-kun— llamaba repetidas veces al moreno tratando de despertarlo. No comprendía cómo era posible que pudiera dormir en la azotea de la escuela con el calor que caracterizaba a los últimos días de primavera. ­—Aomine-kun.

—Hmm, ¿Qué demonios quieres Tetsu? Déjame dormir—. Aomine se volteó, dándole la espalda a su amigo con la intención de volver a dormir.

—Aomine-kun, las clases ya acabaron, es hora de irnos— dijo mientras zarandeaba ligeramente el cuerpo del otro. —Los demás nos están esperando, recuerda que Momoi-san quería que saliéramos todos juntos antes de las vacaciones.

El moreno gruñó, pero aún así abrió los ojos y se levantó del suelo. —Satsuki y sus ideas cursis— refunfuñó mientras sacudía su uniforme con las manos.

—Ella sólo quiere despedirse de nosotros antes de irse de viaje Aomine-kun— comentó el pequeño levantándose del suelo también y colgándose su mochila al hombro. —Es normal, además la graduación fue esta mañana, cuando todos entren a la universidad será más difícil que podamos vernos, así que sólo nos queda este verano.

—Sí, como sea—. Aomine tomó su mochila también y se acercó a Kuroko. —Tetsu, ¿seguro que vas a la Universidad? Eres demasiado pequeño— comentó con una sonrisa mientras revolvía los cabellos celestes del menor.

—Aomine-kun, por favor deja de hacer eso— dijo sin alterar su rostro siempre inexpresivo, pero dedicándole al más alto una mirada molesta.

—Ya ya, está bien— rió un poco y retiró su mano de la cabeza del otro. —Bueno, vamos ya, que seguro Satsuki debe estar desesperándose.

Kuroko sonrió ligeramente ante el comentario y ambos se dirigieron sin mucha prisa en realidad hacia la puerta principal del instituto, donde los esperaban sus amigos.

— ¡Tetsu-kun! — exclamó una chica peli rosa corriendo hacia el peli celeste para abrazarlo con efusión.

—M-Momoi-san… no r-respiro— trató de hablar Kuroko, quien en ese momento se encontraba atrapado en medio de los pechos de la chica.

—Satsuki, lo vas a asfixiar.  

—Joo, ¡Dai-chan! ¿Por qué siempre desapareces? Hemos estado esperándolos por tu culpa— recriminó Momoi haciendo un puchero y soltando por fin al chico que había atrapado entre sus brazos, quien se alejó tratando de tomar el aire por el que tanto rogaban sus pulmones.

—Kurochin, tienes la cara roja, como el cabello de Akachin— comentó el chico de pelo morado que llevaba una bolsa de papitas en brazos.

—Eso se debe a la falta de aire, Atsushi— explicó Akashi.

—Bueno, me han despertado para que vayamos a quién sabe dónde por petición de Satsuki, así que vámonos—. Tenía la intención de comenzar a caminar, hasta que se dio cuenta de cierto detalle. — ¿Dónde está Kise?

—Al parecer le llamaron de último momento para que se presentara en una sesión de fotos— contestó Midorima mientras se acomodaba los anteojos con la mano en la que no llevaba un patito de hule.

—Es una lástima, pero nos divertiremos por él— intervino Momoi al momento en que tomaba el brazo de Kuroko y comenzaba a jalar de él. —Vamos, vamos.

Todos comenzaron a caminar detrás de la chica mientras ésta jaloneaba a Tetsuya para que fuera a su lado.

Aomine suspiró, había esperado realmente poder pasar un tiempo de diversión junto al rubio, pero al parecer tendría que esperar para verlo más tarde. Se apresuró a alcanzar a todos antes de que Satsuki comenzara a regañarlo por quedarse atrás.

---------------------------------------------------------------------------------------------------------

 —Ahhh, estoy muerto— exclamó al momento en que entraba en el departamento y cerraba la puerta tras él.

Había pasado varias horas en el estudio fotográfico al que le habían pedido asistir sin previo aviso y por lo que había tenido que cancelar la salida con sus amigos, sólo para llegar y encontrarse con que la modelo con la que tenía que trabajar estaba haciendo un maldito berrinche en su camerino porque no le gustaba cómo la habían maquillado.

Después de una larga espera, debido a la cual había estado a punto de irse de ese lugar, la modelo por fin salió de su escondite y pudieron comenzar con la sesión de fotos, por lo que durante unas cuantas horas había estado posando de tal y cual manera según le indicaban, corriendo a su camerino una y otra vez para cambiarse de ropa y maquillaje y volver a retomar la sesión pose tras pose.

No es que se quejara exactamente de eso, puesto que ya estaba acostumbrado a ello, pero realmente esa vez se había agotado después de tanto esfuerzo. Aún así, había pensado que tal vez una caminata le ayudaría a relajarse un poco, por lo que decidió que regresaría a su departamento caminando, lo que no había sido una muy buena idea considerando el calor abrumador que se presentaba en la ciudad.

—Diablos, ya no soporto más— dejó caer su mochila al suelo, importándole muy poco lo que le pasara, y comenzó a caminar en el interior mientras se quitaba la chaqueta del uniforme. De igual forma se retiró la corbata y la arrojó al suelo mientras se adentraba en la sala. La camiseta siguió su camino hacia el piso y al final los pantalones no se salvaron tampoco.

Kise, ahora únicamente vestido con unos bóxers negros que se ajustaban perfectamente a su cuerpo, se acercó al termostato en la pared y bajó la temperatura hasta una que le pareciera agradable. Se dirigió al sofá y se tumbó en él boca arriba mientras el lugar comenzaba a refrescarse poco a poco.

Colocó un brazo sobre sus ojos y respiró profundamente mientras se relajaba. Se quedaría ahí por un rato, sólo lo necesario para que el departamento se enfriara por completo, hasta que su cuerpo se destensara y se sintiera con la suficiente energía para levantarse y caminar hasta su habitación… o al menos eso había pensado él.

*****

Abrió la puerta y nada más dar un paso dentro sintió una oleada de aire helado golpear contra su cuerpo. Suspiró de alivio al saber que el departamento estaba a una temperatura refrescante y cerró la puerta para evitar que el aire se escapara. Se sacó los zapatos y los arrojó por ahí al igual que su mochila antes de adentrarse en el lugar.

—Entonces Kise ya debe de haber…— dejó de hablar al percatarse de cierta prenda tirada en el suelo. Levantó la chaqueta del suelo y la observó curioso antes de seguir caminando, sólo para encontrarse ahora con la corbata a juego. “¿Pero qué demonios…?”. Siguió el camino de prendas hasta entrar en la sala, quedando completamente mudo con la imagen frente a él.

Ryouta estaba acostado en el sofá, con un brazo sobre el rostro tapándole los ojos y un bóxer como única prenda para cubrir su cuerpo. Daiki tragó saliva y dio un par de pasos hacia él, sin poder apartar su mirada. Al parecer el rubio estaba dormido, su pecho desnudo subía y bajaba lentamente siguiendo el ritmo de su respiración, su boca ligeramente entreabierta dejaba escapar un poco de aire cada vez que exhalaba y su abdomen bastante bien trabajado se contraía al mismo tiempo, sus largas piernas, imposibles de ser contenidas en el sofá, colgaban del posa brazos desde las rodillas.

Aomine apretó los puños, maldiciendo mentalmente una y otra vez a su compañero de departamento por haber sido tan descuidado de quedarse dormido en tal estado sobre el sofá. Kise se removió ligeramente en sueños, ocasionando que el brazo que mantenía sobre su rostro cayera hacia un lado, dejándole ver a su espectador su rostro por completo, apacible y relajado. Demonios, ¿Por qué tenía que ser tan lindo?  

Se inclinó sobre él, colocando una mano en el respaldo del sofá para apoyarse, y acercó su rostro al del bello durmiente hasta el punto en que sintió que sus respiraciones chocaban. Observó atentamente sus labios, tan cerca, prácticamente rogándole por que se atreviera a cortar la distancia entre ambos, un solo movimiento y podría por fin saber si eran tan deliciosos como él imaginaba.

Se acercó un poco más, casi rozando la boca del rubio con la suya propia…

*****

—Hmm— estiró un poco el cuerpo –cosa que casi provoca que cayera al suelo por el reducido espacio- para salir de su ensoñación. Abrió los ojos, cayendo en cuenta de que se había quedado dormido en la sala sin querer, y también de que había una manta sobre él cubriendo su cuerpo del frío. — ¿Qué…?

—No puedes quedarte dormido medio desnudo en la sala con la temperatura tan baja idiota, te resfriarás— dijo una voz desde la cocina al darse cuenta de que el chico había despertado.

—Aominecchi—. Sonrió ampliamente y se levantó del sofá cubriéndose con la manta, ciertamente la temperatura en el departamento ahora era mucho más fría, aunque esa no era su principal razón para taparse. — ¿Tú me diste la manta?

—¿Hay alguien más que viva aquí? — preguntó sarcástico.

—Entonces sí te preocupas por mí— comentó con su típico tono alegre mientras se acercaba a él y le echaba un vistazo a lo que el moreno estaba cocinando.

—Por supuesto que no, pero no estoy dispuesto a cargar con un idiota enfermo durante el verano, así que después no te quejes cuando estés tirado en cama sin siquiera poder levantarte y yo no quiera cuidarte.

—Joo, qué cruel eres Aominecchi— dijo mirando al peli azul con un puchero en el rostro, pero el chico simplemente lo ignoró. Se dio la vuelta de espaldas a él y sonrió, pero no era una de esas sonrisas apantallantes y falsas como las que siempre tenía, sino una sonrisa sincera. —Bueno, gracias por la manta, iré a darme un baño y a ponerme algo de ropa para cenar.

—Sí, lo que digas—. Escuchó los pasos del rubio alejándose hasta que por fin la puerta de su habitación resonó al cerrarse. Suspiró y se apoyó en la encimera junto a la estufa. Demonios, lo había tenido tan cerca de nuevo, había sido un total esfuerzo no voltear a verlo mientras lo único que tapaba su cuerpo era una manta, una tortura de verdad. No podría seguir así por mucho tiempo más.

Kise y él eran amigos desde la secundaria, y no podía siquiera recordar en qué momento el rubio se había acercado tanto a él que hasta conocía a toda su familia y mantenía una agradable relación con ellos. Ryouta solía comentar que quería llegar a ser más independiente de su familia, pero que no quería esperar hasta ser un adulto graduado y con un trabajo fijo, por lo que habían acordado que, como los grandes amigos que eran, cuando ingresaran a la universidad rentarían un departamento entre los dos.

Pero, gracias a otra de las grandiosas ideas del modelo, terminaron rentando aquel departamento unos cuantos meses antes de que se graduaran de la preparatoria, según Kise para que ambos pudieran acostumbrarse a vivir en la misma casa que el otro antes de que comenzaran con la vida ajetreada de cualquier universitario.

Pero el problema aquí era que Aomine se había dado cuenta, demasiado tarde, de que el chico le atraía más de lo que se podría considerar sano en una amistad, y tenerlo justo bajo el mismo techo lo estaba enloqueciendo. Dormir en el mismo lugar todas las noches, con una pared siendo lo único que los separaba, con la oportunidad de dar solamente unos cuantos pasos para poder dormir con ese cuerpo entre sus brazos, era algo que debía considerarse una de las torturas más crueles que existieran.

Su compañero se había convertido en una cada vez más grande tentación. La escena que había presenciado horas atrás había sido una de sus peores pruebas, había requerido de cada gota de autocontrol que tenía en su cuerpo para no echarse directamente sobre el rubio en aquel momento,  pero por más que lo deseara eso era algo que no podía pasar, el chico era claramente heterosexual, lo sabía perfectamente.  

Suspiró nuevamente, llevando una mano hacia su frente y presionando el puente de su nariz entre su dedo medio y pulgar. —Kise…

*****

Cerró la puerta de la habitación, quedando al instante completamente a oscuras, y se recargó con la espalda en ella. Desvió la mirada hacia el suelo al momento en que apretaba en un puño la manta que lo cubría y la pegaba en su pecho, sintiendo una ligera punzada de dolor justo en el lugar en el que estaba su mano.

—Aominecchi…

 

Continuará...

Notas finales:

Bueno, eso es todo por hoy, un poco corto para mi gusto, pero espero que aún así les haya gustado. 

Estaré encantada de recibir sus reviews con opiniones, críticas, sugerencias o lo que quieran y se les ocurra escribir, cualquier cosa que quieran decir hagánlo con confianza :D

Traeré el próximo capítulo en cuanto pueda. Muchas gracias por leer, cuídense y besos. 

Misa-chan


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).