A penas habían pasado unos días desde que la inesperada hija de la bruja fue a amenazarlos. Concretamente habían pasado 16 días. Mientras Ruki, Miyavi y Yuu trabajaban por las mañanas, los otros se quedaban reunidos en una de las casas para permanecer unidos si pasaba algo o la mujer volvía a aparecer por allí. Les habían estado mostrando como era la sociedad actual, cómo debían comportarse, los avances que probablemente no conocían e incluso les estaban enseñando a usar ordenadores y les compraron un móvil para todos. Ninguno era tonto, aprendían bien rápido y le ponían empeño a todas las cosas que les enseñaban para poder ponerlas en práctica.
Era de noche, estaban todos reunidos en la casa de Yuu menos Miyavi, que era a quien estaban esperando. El brujo no tardó en llegar algo apresurado pero con buenas noticias. Le abrió la puerta Hiroto y cuando recuperó el aliento les dio aquella noticia que tanto estaban esperando.
-Tenemos casa por fin –anunció el mago sonriente. Querían una casa en la que pudieran vivir todos juntos, estar separados en tres casas diferentes era peligroso a pesar de tener el hechizo de protección que les lanzó Miyavi. No solo protegía a Ruki y Yuu, también hechizó a todos los demás para que la hija de la bruja no pudiera joderlos como hizo su madre.
Cuando escucharon lo de la casa, todos vitorearon alegres y ansiosos por poder mudarse, sin saber cómo, el brujo la había conseguido gratis, aunque era obvio que la magia había influido mucho en aquello.
-¿Cuándo nos mudamos? –preguntó Ruki mirando a todos los demás, ahora ya se iban llevando mejor entre ellos.
-Por mí, podríamos hacerlo ahora mismo –respondió Kai, siempre dispuesto a trabajar y a conseguir las cosas que se proponía.
-Es de noche, quizá sea un poco peligroso –dijo Yuu negándose, no quería darle ninguna ventaja a la bruja.
-Mañana no iré a trabajar así podré hacer la mudanza con todos ellos, pasaré a recogeros a vosotros dos a vuestros trabajos y así os muestro dónde está la casa… ¿Os parece bien? –propuso Miyavi mirando a Yuu y a Ruki.
-Yo creo que es buena idea –respondió Uruha, siempre sentado al lado de su amado Yuu.
-Sí… Es mejor que salir ahora –dijo Akira, a él también le parecía buena idea, aparte de que estaba cansado y no le apetecía cargar con cosas.
-Está bien… Tienes la cena en la cocina, los demás ya hemos comido –dijo Yuu señalándole la cocina al mago y éste se fue a cenar, estaba hambriento ya que no había comido desde la una del mediodía y eran las diez de la noche. Era un chico que amaba comer.
Estuvieron hablando acerca de las cosas que habían aprendido en el día cuando el brujo volvió al salón, no había tardado mucho en cenar pero se había saciado. Estaba seguro de que había cocinado Kai.
-¿Cuántas habitaciones hay en la casa nueva Miya-kun? –preguntó Hiroto algo curioso.
-Tendremos que dormir por parejas, como hasta ahora –respondió el brujo provocando en Tora y Akira ciertas ganas de matarlo, no querían compartir cama con nadie, les gustaba dormir solos.
Estaba clarísimo quienes dormirían en pareja sin problema alguno, es más, si no dormían juntos entoces ellos crearían el problema. Uruha y Yuu era obvio que compartirían cama, seguían siendo muy cariñosos aunque quizá un poco menos que antes… o eso les mostraban a los demás.
Cuando terminó el brujo de cenar, se fue con sus dos compañeros. Habían quedado en llegar a la casa de Yuu a las 9 de la mañana para poder mudarse todos juntos. Ruki quería hablar con su amigo así que, por un rato, Uruha se quedó en compañía de Hiroto y Akira en el sofá. Los otros dos se fueron a la habitación.
-Tío… Desde hace días quiero preguntarte algo –dijo el rubio mirando a su amigo, que estaba de pie frente a él.
-¿Preguntarme algo? Bueno… ¿qué pasa? –dijo el otro algo curioso.
-¿Desde cuando eres gay? Quiero decir, a mí no me importa que te gusten los hombres pero… ¿Por qué no me has dicho nada? –preguntó Ruki algo apenado, pensaba que tenía más confianza en él.
-¿Eh? No, no soy gay… ¿Por qué dices eso? –preguntó el otro ladeando la cabeza, nunca se había acostado con un hombre, ni si quiera se había besado con alguien de su mismo sexo.
-¿Cómo? A ver… Takashima… te pasas la vida pegado a él, duermes con él, casi morimos por él… ¡No sé! –dijo el otro alzando los brazos cómicamente, se estresaba cuando le tomaban el pelo.
-Pero es que yo lo salvé porque era mi gato, ahora… no sé qué es, amigo supongo… Pero él es muy cariñoso como cuando era un gato, no me gusta es solo… Uruha –dijo el pelinegro pensando bien las palabras que decía, ni él mismo se había planteado aquello.
-Pero… Yuu, es un chico, tú no eres tan cariñoso y jamás has dormido con un tío… Bueno conmigo sí, pero en camas separadas –dijo Ruki de nuevo insistiendo, no se creía que Uruha solo fuera su amigo.
-Pues… ¿Qué quieres que te diga? Él y yo no tenemos ningún tipo de relación, que pesado eres Ruki… No insistas, no tenemos nada y seguiré siendo así con él, no me disgusta y estoy cómodo –explicó Yuu, estaba empezando a ponerse nervioso pero él NO era gay, nunca lo había sido y nunca lo sería… Aunque eso último estaba por verse.
-Ya… Bueno, tampoco es para que te pongas así, solo tenía esa duda… Tampoco es malo ser gay –dijo el rubio, se había sentido un poco ofendido con aquello.
-Ya lo sé, yo lo respeto mucho… Es como si tú me dices ahora que eres gay, pues yo me alegro por ti… ¿Acaso crees que me caen mal los gays? Pues no hombre, solo que Uruha no me gusta –dijo Yuu restándole importancia, eso que dijo le hizo sentir mejor al bajito.
-Entoces… Soy gay Yuu –declaró valientemente Ruki, era gay desde hacía mucho tiempo.
-¿En serio? ¿O lo dices por lo que te he dicho yo ahora? –preguntó el otro asombrado, le había pillado por sorpresa.
-Es en serio, me gustan los hombres desde hace mucho tiempo… pero tú no, así que no pienses raro –dijo el pequeño agachando un poco la mirada.
-Bueno tío… Pues yo te apoyo, si alguien te insulta seré el primero que le pegue un puñetazo o lo que tú sugieras… Sabes que te acepto y que te seguiré queriendo igual –dijo el pelinegro y lo abrazó sin pudor alguno, realmente no le importaba que su amigo fuera gay.
-Gracias Yuu… nunca te lo dije porque no se lo dije a nadie… me siento mejor ahora –dijo el rubio y correspondió al abrazo. Después de un momento se separaron y decidieron que era buena hora para irse a dormir, ya que madrugaban. Ruki se fue con sus compañeros a su casa y Yuu se dio una ducha. Cuando salió allí estaba Uruha, esperándolo en la cama sin dormirse, siempre lo esperaba.
Se acostó a su lado y, como siempre, Shima se abrazó cariñoso al pelinegro, quien nunca lo rechazaba. No dijeron nada, estaban cómodos y cerraron los ojos cayendo en un sueño tranquilo y placentero.