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Noviazgo fallido por Natsuki Uzumaki

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Notas del fanfic:

Los personajes son propiedad de Masashi Kishimoto. Sin embargo esta historia gira en torno a una vivencia personal, así que es como si les dejara hechar un vistaso a mi diaro.
Cada uno de los sucesos aquí narrados son para su disfrute, y por mi afan de hacer algo diferente a lo que es costumbre leer —los clásicos cliché—, algo más allá con lo que sean capaces de relacionar sentimientos o vivencias.

Espero que sea de su agrado.

~Natsuki~

Notas del capitulo:

Nos leemos abajito, en las notas finales.

 

°oO°~ Capítulo 1. La primera vez que te vi ~°Oo°

 

 

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—«Todo el tiempo suceden cosas inesperadas, y en ocasiones, algunos encuentros que parecen casualidad en realidad ya se encontraban predestinados a ocurrir».

 

 

 

Presentes en la primera semana del mes de Mayo, con un día lleno de dulce y afable monotonía, Gaara; un joven taheño, de rostro sereno, enfocó el par de ojos con brillante iris color esmeralda envueltos en ojeras oscuras como el plomo, hacía el exterior del aula. Por la ventana que se situaba a su lado derecho. No pudo evitar hacer una profunda inspiración, llenando sus pulmones con el fresco aire, entremezclado con aroma primaveral. Se concentró en observar los árboles del jardín de la institución educativa. El mismo par de orbes descendió escudriñando más allá, justo a donde se situaban un par de bancas, pintadas de lo que en su opinión respectaba, un horrendo color amarillo, en total soledad.
Se sintió completamente hastiado por lo tranquilo que se observaba el exterior, no significaba que el ruido le interesara, en lo absoluto, era un simple aburrimiento tan hostigoso como la clase que justo ignoraba en lo que respectaba al interior de su salón de clases. Estuvo por rendirse a la idea de atender esa fastidiosa clase de química. Pero un grito lo suficientemente alto proveniente del exterior, justo en la primera planta le hizo desistir de ello al instante.

 

—¡Vamos chicos, debemos aprovechar este magnífico día para explotar al máximo nuestra llama de la juventud! —algunas risas y murmuras se escucharon en el aula ya que Rock Lee era lo bastante conocido entre la comunidad estudiantil de ese plantel.

 

El chico en cuestión era propietario de un ánimo increíblemente basto, tenía un carisma que lo hacía destacar, pero también era víctima constante de burlas de algunos de sus compañeros por su apariencia. Y es que tener un par de ojos grandes y saltones, adornados por unas pobladas cejas, en conjunto con un ridículo corte de cabello simétrico en forma recta, realmente le podría garantizar un premio a la ridiculez. Pero a Lee no le importaba y a Gaara aún menos.

El bermejo podía figurar el sentir lo más cercano a una taquicardia, por su pulso cardiaco acelerado, que hacía sus pómulos encenderse en un furioso tono carmín; el cual era fácilmente distinguible entre su piel nívea.
El situarse en una de las aulas de la segunda planta, sumado al hecho de encontrarse en una banca estratégicamente colocada en las orillas de la misma, le permitía un amplio campo de visión al primer piso. Justo por el cuál, podía notar el “desfile”, de compañeros del aula contigua, mientras de dirigían a la clase de deportes, que presumiblemente se llevaría a cabo en las canchas. Pero lo que a Gaara verdaderamente le importaba, iba entre ese numeroso grupo. Lee, el cual se distinguía por su peculiar apariencia.
El chico haría que más de uno se cuestionara si alguien tan patético, tendría el mínimo de oportunidad en poder despertar el interés en alguien. Quizás el mismo número de personas a quienes se les hubiera cruzado esa pregunta por la mente, la habrían respondido con un: no puede existir alguien que de verdad quiera salir con él. Y ese mismo grupo de tontos habría caído en un gran error, puesto que Gaara llevaba más de un año observándolo con interés; notando todo el esfuerzo que ese chico ponía en cada cosa que hacía, viendo en él alguien especial, alguien con quien podría tener una relación. Claro, para Gaara aquello no era más que su exceso de imaginación haciendo acto de presencia.

 

Después de pasada exactamente la media hora, el timbre anunció el fin de aquella clase. La mayoría de los adolescentes soltó un suspiro, algunos guardaron los artículos escolares en sus mochilas, dispuestos a realizar un cambio de butaca, dado que la maestra en turno solía pedir con mucho hincapié el que se encontraran por orden alfabético según la lista de asistencia. Claro que para Gaara aquella regla no existía; por su preferencia hacia el lugar en el cual siempre estaba situado, husmeando el exterior; si es que la clase era aburrida, en lugar de sentarse justo al centro, que era donde usualmente tendía a parar si obedecía lo que era en su opinión, una regla estúpida. La docente se había resignado a pedirle constantemente que cambiara de lugar, aunque en raras ocasiones lo hacía por sí mismo —ocasiones en las que Lee se ausentaba por algún motivo extraescolar, claro que eso ella lo desconocía—.

 

—Siempre tan rebelde, Gaara —habló una joven de cabellos castaños, fijando su mirada color avellana en él—. ¿Ya pasó el, cejas de azotador? —murmuró con cierta gracia en su timbre de voz que aún conservaba un poco de su tono aniñado y dulce.

—No sé de qué me hablas, Matsuri —el chico de cabellos granate, intentó hacer caso omiso a la clara insinuación de su amiga con respecto a su platónico.

—No te hagas el tonto, sabes que hablo de Lee —la fémina recargó una de sus manos en el respaldo del asiento de su compañero, mientras se inclinaba hacia el frente para que él la escuchara mejor.

—No lo digas en voz alta —suplicó el taheño, terminando por recargar ambos brazos sobre el pupitre, donde apoyaría su frente al sentirse tan vulnerable por un sentimiento, que en algún otro momento consideraría insulso.

—Tranquilo. Nadie escuchó nada —ella le dio un par de palmadas suaves, con sus pequeñas y delicadas manos, en la espalda a su compañero, mientras reía suavemente con la esperanza de que la maestra no le llamara la atención.
La muchacha miró con discreción hacia la ventana el escuchar un poco de bullicio en el exterior—. Oye, levanta la cabeza mira quien va pasando —trató de mover a su compañero en un intento por lograr que él le prestara la atención que ella demandaba.

 

Gaara obedeció, irguiéndose con algo de lentitud, escudriñando el exterior como usualmente hacía. Volvió el cumulo de sensaciones que movían cada parte de su cuerpo, esa serie de síntomas que le delataban su sentimiento de querer por el chico que caminaba allí. Claro que la felicidad le fue efímera al notar a Rock Lee sonriendo; lo cual no era malo, al contrario era un gusto que se daba cada vez que lo observaba, aquello que le hizo tener un súbito mal humor era la manera en la que él caminaba recargando un brazo sobre el hombro de un chico que si no mal recordaba su nombre era Neji Hyuga; ese chico ocupaba el lugar que Gaara habría hecho cualquier cosa con tal de poseer. Era de su conocimiento que el chico de largo cabello castaño y de ojos de un extraño tono aperlado, era el mejor amigo del moreno. No era una amenaza, o eso le gustaba pensar de vez en cuando, pero no evitaba poder sentir la desagradable sensación de querer dejarle bien en claro algunas cuantas cosas sobre lo que podía y no podía hacer con Lee. Pero ¿quién era él para osar decir tal cosa? No le quedaba más que tragarse lo que Matsuri le aclaró alguna vez eran celos.

 

—Sabes, recién escuché un rumor acerca de que Neji se le declarará a Lee. Personalmente me suena absurdo ya que se dice también que Neji sale con una chica del aula C, ya sabes la que sabe artes marciales. ¿Cuál era su nombre? Emm creo que Tenten…

 

Matsuri continuaba parloteando, más Gaara se había sumado en un solo pensamiento, uno que le embargó mientras rondaba detrás de ese primer comentario que había hecho Matsuri. Sabía que la intención de su amiga jamás habría sido ponerlo en ese dilema, sin embargo ya solo tenía un solo pensamiento que conllevaría una acción que no hubiese pensado que se volvería a repetir.

 

—Oye Matsuri —le llamó haciendo que parara de hablar.

—Dime —dijo ella prestando atención.

El bermejo se concentró en un punto muerto del aula, poco antes de continuar hablándole a su amiga—. Escuchaste lo que dijeron acerca de la suspensión de clases del día de hoy, ¿cierto?

—Sí, dijeron que por una junta directiva iban a suspender después de la próxima clase —la chica hizo una mueca de desconfianza comenzando a cuestionarse qué clase de idea cruzaba por la mente de él.

—Bien —llevó una mano a la cabeza, echando el cabello hacia atrás en un movimiento. Callando un momento, mientras fingía escribir lo que la profesora anotaba en la pizarra—. Quiero que cuando el timbre suene hables con Lee e impidas a toda costa que se vaya —pudo sentir como su estómago se achicaba en una contracción ligeramente desagradable. Desconocía si era emoción o simplemente estaba nervioso.

—Gaara, acaso tú… —la castaña abrió los ojos, mirando de soslayo a la maestra en un intento por ocultar su impresión y levantar la duda sobre qué es lo que ellos hablaban.

—Sí. Voy a confesarme —admitió con sus labios sometidos un incontenible temblor. Llevo una mano a ellos como si eso fuera suficiente para detenerlos u ocultar el sonrojo que estaba instalado en su rostro.

Matsuri se mantuvo en silencio, tragando saliva antes de atreverse a seguir la conversación. Ella estaba emocionada e impaciente por lo que pudiese pasar—. ¿Quieres que te espere?

—No te preocupes, estaré bien por mi cuenta —el taheño movió la cabeza intentando verla, antes de seguir observando al frente.

—Está bien, pero recuerda que mañana te pediré un informe detallado, ¿eh? —habló con un ligero tono de mofa. Pero a decir verdad también estaba preocupada por lo que pudiera pasar con su amigo y la situación a la que él se estaba obligando representar. Lo haría creer que se iría, prefería esperar por él y ayudarlo en caso de que pasara la peor de las situaciones.

 

 

 

La forma en la que el tiempo comenzaba a transitar, de alguna extraña manera con demasiada presura, lograba que Gaara sintiera el palpitar de su corazón en la garganta. Tenía un sentimiento que lo hacía ponerse dubitativo sobre su repentina decisión, más él intentaba convencerse de que todo iba a salir muy bien y con algo de suerte podría tener el mejor día de todos.
En cuanto el timbre comenzó a alertar a todo el plantel la suspensión de clases, por su estridente sonido dividido en tres espacios, todos los estudiantes comenzaron a celebrar. No era para menos, muchos estaban ya hartos de las clases aburridas. Pero así mismo y como era de esperar, todos ellos querían irse cuanto antes; empujándose unos a otros, mientras se hacía el bullicio entre los pasillos que anteriormente estuvieron tan calmos.

El pelirrojo miró a Matsuri, suplicándole con la misma para que se apresurara y pudiera detener a Lee antes de que se marchara. Si Gaara conocía bien al chico —cosa que hacía perfectamente bien—, él estaría tan apresurado por irse cuanto antes de allí para presentarse en su entrenamiento de futbol.
Ella interpretó el mensaje y salió del aula con rapidez, encargándole su mochila al taheño, después de todo si quería retenerlo por él, era lo menos que esperaba de su amigo. Gaara simplemente continuó guardando su material y el de su compañera en total silencio. Una vez terminado, se colgó ambas mochilas dispuesto a abandonar el aula, no sin antes respirar profundamente frente a la puerta antes de cruzarla. En cuanto estuvo en el exterior observó a Matsuri hablando con Lee, cerca del barandal de las escaleras para bajar a la primera planta. Él pasó a un lado de ellos como si no supiese nada

 

Caminó hasta una jardinera que se encontraba cerca de la oficina de la directora y se detuvo ahí, mirando de manera discreta hacia las escaleras, solo hasta ser prevenido por la risa de su amiga y la inconfundible voz de Lee. Finalmente ambos habían bajado. Matsuri se despidió del muchacho y se acercó al bermejo para tomar su mochila, fingió darle un abrazo de despedida para poder susurrarle al oído suerte. Aunque el único pensamiento de Gaara en ese momento era—: «Lo que necesito ahora es valor, no suerte» —sin embargo dio un asentimiento mirando a su amiga marcharse. Volvió la vista al chico de cabellos negros de pie a unos cuantos pasos delante de él, tragó saliva con algo de dificultad, pero logró dar un paso al frente mientras se aclaraba la garganta de manera discreta—. Oye Lee, yo… —quiso darse un golpe contra la pared por la manera tan golpeada con las que se encontraba hablando, aunque no pudo siquiera hacer el intento por continuar por interrupción de su acompañante.

—Podrías esperarme un poco, debo ir con la directora hablar sobre el festival deportivo que será dentro de unas semanas —el moreno sonrió antes de darle la espalda para hacer lo mencionado. Aunque Gaara con la poca coordinación que tenía en ese momento solo pudo dar un torpe asentimiento.

 

El taheño miró con algo de recelo las oficinas de dirección, mientras esperaba por el retorno del moreno. Al menos él le estaba dando tiempo para que pudiera prepararse un poco más de manera psicológica por lo que estaba a punto de hacer.
Vaya tontería, y es que le parecía una completa estupidez el haberse orillado a algo así por un comentario sin sentido de Matsuri. La chica carecía de toda culpa allí, sino más bien era él con ese deseo de sacarse de encima esa sensación asfixiante que era el cargar con un sentimiento que debía mantener oculto, solo buscaba una excusa para terminar con ello de una buena vez, aunque no podía evitar mantener cierta esperanza volando alto. Muy a pesar de ser de su conocimiento que Rock Lee estuviera interesado en una chica de otra escuela.

 

—Ah, lamento haberte hecho esperar mi buen amigo —habló el pelinegro una vez que estuvo de vuelta junto a él

—N-no te preocupes, está bien —Gaara se reprochó mentalmente por ese repentino titubeo en su voz. ¿Qué no se suponía estaba ya listo para afrontarlo de frente?

—Matsuri, dijo que tenías que decirme algo y pues… te escucho —Lee le sonrió de manera cálida mientras le prestaba atención. Ignorante por completo, de los sentimientos que despertaba en su compañero.

—Bueno, yo te pedí que te quedaras aquí para… ¡rayos! Esto es complicado… emm… bueno yo… es que tú, me… —llevó una mano a la nuca maldiciendo el sentirse tan patético, eso sumado a la calidez de nuevo en su rostro.

—Oye amigo, creo saber hacia dónde va todo esto y… bien, te seré sincero. Yo no soy gay, a menos que tengas que decir otra cosa y sea yo quien lo esté malinterpretando —después de decir aquello la tensión se sentía en el aire.
Las mejillas antes arreboladas de Gaara pasaron a un tono lívido. De pronto sentía una dificultad para respirar mientras sus piernas flaqueaban levemente. Y aquello no pasó desapercibido para el moreno, quién sabía que Gaara no estaba en el mejor estado y francamente él estaba ansioso por llegar cuanto antes a su entrenamiento—. Sabes, tengo un poco de prisa y la escuela está prácticamente vacía así que, por qué no nos vamos —le dijo mientras comenzaba a caminar, sin esperarlo, como si quisiera huir de él.

—Oye, Lee —le llamó, mientras mantenía la cabeza gacha normalizando poco a poco el ritmo con el que su corazón latía.

—Dime —le respondió sin atreverse a verlo a la cara.

—Podrías guardar el secreto. Ya sabes, de que soy…

—No te preocupes por eso. Tu secreto estará a salvo conmigo —lo interrumpió abruptamente, contestando rápido, casi forzosamente. Le hacía sentir incómodo.

—Gracias —atinó a decir antes de ver, al chico del que había estado enamorado desde hacía un año, marcharse corriendo por el portón de la institución.

 

En cuanto pudo recuperar su compostura caminó a paso firme hasta la puerta principal de la escuela, notando al chico que acababa de rechazarlo despedirse de Matsuri. Volvió a respirar hondo, estaba destrozado emocionalmente, pero su expresión era totalmente habitual, no queriendo mostrarse afectado por algo así.
La castaña no pudo contenerse más y corrió hasta donde él y le abrazo de manera consoladora. Guardó silencio, comprendiendo que ese no era momento para hacer preguntas o comentarios estúpidos aun si fuesen en broma o con buena intención. Solo quería mostrarse como un apoyo firme para él, aunque su abrazo no fuese correspondido.

 

—¿Quieres que te acompañe a casa? —le preguntó de manera queda mientras lo soltaba lentamente, sin ganas de querer hacerlo en realidad.

—Gracias, Matsuri. Pero, justo ahora me gustaría estar solo —la chica no volvió a insistir, ella sabía que ese tipo de situaciones eran particularmente complicadas y más tratándose de Gaara.

 

No era, ni sería difícil olvidar esa ocasión, y es que se trataba de la segunda vez que él se interesaba por un chico y claro también se repetía el rechazo de sus sentimientos. Estaba seguro de que el dolor de ese momento distaba en una gran medida con el de la primera ocasión, en la que se había envalentonado como hacía unos cuantos minutos para ser franco con lo que revoloteaba en su mente y corazón a Naruto. Él era un chico de su mismo curso. Destacaba entre otros por tener un cabello rubio, a pesar de su tez trigueña, y para coronar el pastel, era el poseedor de unos brillantes ojos azules.
Matsuri le reclamó el que no le diera a conocer la razón de su repentino enamoramiento, y es que ella no miraba en Naruto más que: un tonto, despistado y con fama de rufián.
Mantuvo sus razones bien ocultas para sí, creía que era algo más bien estúpido, como para fiárselo a su amiga.

Lo que lo había empujado en ese entonces a declararse, era que por toda la escuela circulaba el rumor de que Naruto se había besado con Sasuke, y por ende eran pareja. Claro que el Uzumaki se empeñó en negar cualquier tipo de relación que no fuera fraternal con el Uchiha, quien pertenecía al mismo grupo que Lee.
Lo del beso era innegable y él por un momento creyó poder tener una oportunidad con Naruto. En cambio se llevó un rechazo cortes, comparado con el de Rock Lee. Aunque aquello también había dado pie a que durante un año Naruto no le dirigiera la palabra ni por casualidad.
Fue duro para Gaara ya que él había sido su primer amigo y lo había perdido por un sentimiento que en realidad no era más que un simple “gusto de momento”. Pasado un mes de esa confesión absurda, fue cuando se interesó en Lee, y para él la diferencia radicaba en la cantidad de tiempo y lo profundo que se había vuelto el sentimiento.

 

Se despidió de su amiga y emprendió en soledad el camino hacia su casa; su ruta siempre se encontraba totalmente desolada y desértica. A su hermana no le daba buena espina que tomara ese tramo que, aunque era la vía más rápida para llegar a su casa, seguía sin parecerle la más fiable. Más, Gaara no pensaba en rodear ese tramo pudiendo simplemente atravesarlo.
A cada paso dado le embargaba un pesado sentimiento, además de tener la sensación de que el sendero se alargaba cada vez más y más. Sumado a que en su mente no dejaba de repetirse una y otra vez la manera tan abrupta en la que él le había interrumpido sin dejarle siquiera llegar al grano.
Al cabo de veinte minutos Gaara, llegó a su hogar, siendo recibido por un silencio poco frecuente ya que regularmente al llegar el primero en recibirlo era su pequeño sobrino de tres años—. «Tal vez Temari salió con Shikadai a hacer las compras» —pensó, mientras cerraba la puerta principal tras de sí. Su mochila se deslizó de su hombro y él no se molestó en recogerla y simplemente la arrastró hasta su habitación.
Una vez dentro de ella, seguro y resguardado por esas cuatro paredes, colocó el seguro en la puerta y se arrojó a la cama. Fue una cuestión de segundos donde el silencio que se había instalado en la habitación fue roto por un llanto ahogado. El cuerpo del pelirrojo daba leves espasmos provocados por su llanto, los gemidos eran acallados por la tela de la mullida colcha que vestía su cama, al presionar su cara con fuerza contra ella. Evitando así el hacer mucho ruido.

 

Cinco minutos…

 

Los cinco minutos más extensos de su existencia en la que lloró hasta haberse desahogado completamente; cinco minutos donde sus sentimientos fueron expresados por medio de lágrimas. Fue una suerte que su hermana y sobrino hubiesen llegado otros cinco minutos más, tarde.

 

 

 

No recuerdo ningún otro suceso relevante después de la manera tan tonta en la que él me rechazó, pero la herida seguía abierta y dolía. Dolía porque después de un tiempo él comenzó a salir con una chica bonita. Intenté alegrarme por él, pero era imposible. Aun y en la estela de mi silencioso sufrimiento llegó el mes de Julio y con ello el fin de otro ciclo escolar, cerrando así la etapa de la secundaria.
Es estúpido, pero en algún momento pensé en seguirlo a él, seguirlo a la preparatoria en la cual me enteré tenía intenciones de inscribirse; aquello con la esperanza de que notaría lo sincero de mis sentimientos. Claro que aquello no pasó de ser un vago pensamiento que me siguió un tiempo corto, porque yo tenía un sueño que seguir, y ese no se encontraba trazado en el camino que él tenía intenciones de tomar. Por lo que además de cerrar una etapa académica, intenté cerrar ese ciclo de mi vida también.

 

La generación de Gaara era numerosa, como pocas siendo motivo por el cual se había descartado la primer opción de llevar a cabo la ceremonia dentro de las instalaciones del plantel escolar, cayendo en un amplio salón de eventos. Uno que el pelirrojo recordaba por ser ese mismo donde se llevó a cabo su graduación de primaria. Durante la ceremonia se nombraron los promedios más destacados, siendo Sasuke Uchiha el primer lugar, Neji Hyuga el segundo, y él, Gaara Sabaku No, el tercero. Al cabo de las palabras del promedio más destacado se hizo presentación en una pantalla situada al centro del escenario. En ella se transmitieron fotografías, docenas de ellas, de momentos que se vivieron dentro de la edificación educativa en el trascurso de los tres correspondientes años en secundaria. Cuando hubo finalizado y sonido de las palmas se hubiese detenido por completo, se cerró el evento por un discurso proveniente de la directora del plantel, motivando a todos aquellos que estuvieran deseosos de continuar con sus estudios.

 

Ya en el exterior Gaara observaba a algunas de sus compañeras llorar mientras se abrazaban unas con otras, algunos chicos bromeando y otros tomando fotos. El pelirrojo sujetaba en sus manos una cajita de envoltura plateada, mientras buscaba con la mirada a las personas más importantes para él. Intentó dar un paso y terminó pisando su propia toga, empujando al chico frente a él.

 

—¿Qué rayos te pasa? —reclamó Sasuke, dándose una media vuelta y sorprendiéndose al notar de quien se trataba.

—Fue un accidente así que cierra el pico —le respondió manteniendo un semblante estoico. Nada fuera de lo normal en cuanto a la manera habitual para responderle.

—Bueno, por lo menos no tengo que buscarte entre la multitud de idiotas que dicen ser compañeros —el Uchiha, dio un resoplido antes de meter una mano en una bolsa de plástico blanca que llevaba con él. De ella sacó un frasco de tapa negra con un listón blanco en el cuello, dentro había una rosa de papel y, bajo ella se encontraba escrito su nombre en una placa de madera—. Ten —le dijo mientras extendía su mano con el frasco en ella.

—Gracias —atinó a decir, tomando el frasco. De pronto se sobresaltó al recordar que él también tenía algo para el Uchiha. Retiró la tapa de su caja y buscó entre varios sobres uno con el nombre de Sasuke. Cuando lo encontró, tomó una bolsa con un chocolate y se los ofreció al chico frente a él—. Yo también tenía algo para ti, Uchiha. Sé que odias los dulces así que me tomé la molestia de comprar un chocolate amargo.

—Lindo detalle, Sabaku —le dijo con burla el moreno tomando lo que se le ofrecía.

—No mejor que el tuyo, Uchiha —le respondió el pelirrojo en el mismo tono.

—En fin. Nos veremos en Agosto, en los cursos de regulación.

—Que así sea.

 

Durante ese último año Gaara se había acercado un poco a Sasuke, llegando a conocerlo un poco e incluso podría decir que le agradaba estar él, sus pláticas siempre eran profundas y se entendían en cierta medida. El pelinegro  le extendió su mano al pelirrojo y este le correspondió dándose un apretón de manos como último gesto de despedida, claro que no contaban con una interrupción:

 

—¡Bastardo! —dijo Naruto dándole un golpe en el hombro a Sasuke. El rubio había aparecido entre la multitud.

—¿Qué rayos quieres ahora, idiota? —el pelinegro entornó los ojos y sonrió de manera ladina.

—Hola, Gaara —dijo el rubio regalándole una enorme y brillante sonrisa al pelirrojo—. Quiero tomarme fotos con todos mis amigos. Aprovecharé que ambos están aquí, después de todo solo me faltaban ustedes —Naruto les mostró su teléfono móvil con la cámara puesta dándoles a entender que no bromeaba.

 

Sasuke miró a Gaara esperando que él tuviera algo que decir para impedir esa tontería, descubriendo que ambos se encontraban en la misma situación. A regañadientes se acomodaron junto a Naruto, y a pesar de las insistencias del ojizarco para que ambos sonrieran, por lo menos podía alegar el haber conseguido una foto con ambos.
Antes de que el “Remolino Naranja” se perdiera en el tumulto de personas Gaara le ofreció un sobre con su nombre, acompañado del respectivo chocolate; Naruto recibió gustoso el obsequio y se disculpó por no tener nada que darle a cambio.

Después de ese efusivo encuentro, Gaara continuó buscando al limitado grupo de personas a las que se había hecho cercano durante esos tres años en la secundaria. Habría entregado todas las cartas que había preparado, pero entre ellas existió una excepción, la de Lee. El pelinegro había desaparecido antes de que él pudiera siquiera decirle adiós.

 

 

 

 

 

De nuevo damos un salto en el tiempo, al menos un mes había trascurrido desde mi graduación de secundaria. Sería la segunda semana de Agosto y ya había presentado mi examen de admisión para la preparatoria, siendo aprobatorio el resultado era el suceso que me llevaba al estar en un aula de clase junto a la única persona con la que me llevaba bien, y que además conocía. No estaba del todo conforme por un inconveniente que se había presentado, pero eso es algo que comentaré después. Mientras tanto, puedo decir que durante esa semana, tenía que soportar un grupo escandaloso y tonto, aún más que mis antiguos compañeros de secundaria.

 

El primer día eran solo presentaciones tanto de los maestros como de alumnos. Los días siguientes eran asesorías y evaluaciones cortas para saber el nivel tras su egreso de secundaria, Gaara y Sasuke eran el blanco de los profesores al parecer chicos conflictivos, cayendo en su error al darse cuenta de que eran alumnos de excelencia, reprendiendo solo su escaso periodo de atención a la clase.

El jueves era el último día de cursos, ya que el viernes solo asistirían a presentar un último examen. Aquel día al terminar con esas fastidiosas y aburridas clases de regulación, Sasuke le pidió a Gaara que le esperara ya que iría al baño antes de ir a tomar el autobús.
El taheño le esperó cerca de los bebederos, recargando los antebrazos en la orilla de ellos mirando los edificios que conformaban aquella escuela. Se encontraba ensimismado, divagando en todo lo que podría suceder allí de ahí en adelante, tanto que no había notado a dos personas acercarse a donde él.

 

—Hola, Gaara —fueron aquellas dos palabras las cuales le hicieron dejar esa posición tan distraída y prestar atención hacia ellos.

—Eh, ¿Naruto? Ah, hola —respondió al darse cuenta de cuán lejos había ido su mente durante ese breve momento, reparando en la persona que acompañaba a su amigo.

—Hola —justamente el chico levantó su mano. Su rostro tan pasible, al igual que sus rasgos que marcaban lo que posiblemente sería una ascendencia asiática. Parpadeo sin poder dejar de verlo, no sabía si sería el tono cetrino de su piel que contrastaba de su cabello negro cual carbón o sus ojos del mismo color oscuro que no tardaron en prestarle su completa atención.

—Oh, cierto. Gaara él es Sai —dijo el rubio posando una mano en el hombro del chico que se encontraba a un lado suyo. Pero claro que Gaara lo sabía, no había podido dejar de mirarle.

—Un gusto conocerte —le dijo con singular cortesía el recién nombrado.

—Igualmente —respondió apenas, sin dejar de mirarlo. ¿Qué tenía ese chico que no le permitía apartar los ojos de donde él?

—Vaya el idiota trajo compañía —interrumpió Sasuke llegando a donde ellos.

—¿A quién le dices idiota? Bastardo —le respondió con ferocidad el ojizarco.

—Yo no veo a otro —le retó haciendo aumentar la irritación del Uzumaki. Aquella no era otra sino una escena normal de pelea verbal sin sentido que igual terminaría en una sonrisa.

 

Entre comentarios posteriores a ese encuentro, surgió el tema de conversación referente al tipo de carrera técnica que los había llevado a inscribirse en esa escuela. La sorpresa para el bermejo fue saber que Sai, al igual que él y Sasuke había terminado allí por la especialidad en laboratorio clínico, el único que desentonaba de los tres era Naruto que se inclinaba por mecánica automotriz, pero eso era algo que ya sabía.
Después de esa conversación el tiempo transcurrió, marcándoles el momento de la despedida, y a pesar de que Gaara había logrado intercambiar unas pocas palabras con el chico nuevo, se sintió cómodo con el tipo de persona que aparentaba ser; a pesar de ser un tanto extraño, la manera en la que hablaba y se dirigía, la forma para sonreír mientras Sasuke y Naruto discutían. Para ser la primera impresión, la describiría como agradable.

                                                                                         

Notas finales:

Hoy, 22 de Diciembre de 2016, me he dado a la tarea de editar cada uno de los capítulos, dado que no considero correcto el dejar todos los errores que allí abundan.
Si recién se ha considerado el leer este fanfic, pido paciencia, pero será retomado en su totalidad el 14 de Febrero del 2017 por motivos personales.

Sin más que escribir. ~Natsuki~


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