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Del dulce mal. Llámalo amor, si quieres por gabinekochan

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Notas del fanfic:

En sí, el fic será la historia de amor entre Draco Malfoy y Harry Potter, obviamente con sus dramas y demás. En cada capítulo se verá un poema, los cuales están en el libro llamado Del dulce mal, por Harry Almela – una colección de Leonardo Padrón. Ninguno de los poemas son míos, cada autor se dará a conocer en las notas finales de cada capítulo.

Harry Potter no es de mi propiedad sino de J. K. Rowling, esta historia es solo por mera diversión y no recibo nada a cambio, solo lectores encarecidos. No será una historia larga ni con capitulos largos, solo espero que sea una recordada. 

Notas del capitulo:

Espero sea algo diferente, no estoy segura de que deba hacer este fic ya que hay otros sin finalizar; pero la verdad no me resistí a la tentación. Disfruten. 

Era una noche demasiado fría, la más inhumana se atrevia a decir más de una persona, el invierno no tenia compasión con ningún ser viviente que estuviese a su alcance y para ese instante la tasa de muertes a causa de la estación más deseada del año sobrepasaba el promedio. Todas las personas y criaturas, tanto del mundo mágico como el muggle, se refugiaban en sus hogares o lugares que lograran dar esa pizca de calor deseada por los cuerpos temblorosos que han sido expuestos al ambiente; no se entendía el porqué de esta situación, parecía que la naturaleza deseaba castigar a la humanidad en esa época, alejando de sus mentes la dichosa festividad llamada Navidad para dar paso a un caos que se desarrollaba lento pero mordaz. Solo los magos y brujas se daban el lujo de ser egoístas usando su magia -para no perecer de forma tan cruel como es el congelarse en un sueño eterno y doloroso- dejando a un lado a los muggles que bien morian en cantidades por no lograr sobrevivir por si solos. Eran tiempos para demostrar que los humanos eran capaces de vivir en tragedias y salir de estas ignorando el lamento y dolor ajeno… bestias ajenas a la muerte eran. 

 Por más que la nieve y las tormentas azotasen el corazón cálido de las personas provocando pavor, el clima no era lo que provocaba malestar cuando se ingresaba en la mansión Malfoy; lo que te hacía sentir miserable eran todos los recuerdos desastrosos que sucedieron en el hogar donde una vez residió una de las familias más poderosas del mundo mágico ¿Y quién sabia mejor de eso que el propio Draco Malfoy? Único sobreviviente y heredero de la dinastía Malfoy, apenas con sus veintitrés años de edad se podía ver en su semblante esa oscuridad y decadencia que solo una persona que sufre pasionalmente puede expresar; pesaba en su conciencia la pérdida de sus familiares por medio de horribles muertes, pero también influía el hecho de que el afecto y el amor habían hecho de él una persona miserable que solo podía seguir con su vida si no pensaba lo suficiente. Simplemente se dejaba llevar por la vida, atendiendo fervientemente los negocios que su familia logro mantener tras la guerra, dando excelsas cantidades de dinero a los necesitados en ese invierno, siendo indiferente hacia las demás personas porque simplemente no merecían su lustrosa atención, ocultando a la perfección cualquier sentimiento que le hiciera pasar por un ser humano, volviendo a ser un digno hombre de llevar el apellido Malfoy, y finalmente, aborreciendo totalmente a Harry Potter y sus perros fieles. Oh, porque le detestaba tanto, no solo por el hecho de ser el niño que vivió para ser consentido y alabado por todos; pasaba que esa cosa de amar una persona que te rompe el corazón solo crea que te pudras por dentro lentamente y que te duela tanto que respirar se vuelve una tarea difícil. 

Draco Malfoy pensaba que esa etapa donde podía tener autocompasión, romper cuantos objetos estuviesen a su alcance y maldecir a mas de una persona imprudente que osaba meterse en su vida sentimental había pasado hace dos años, justo en el momento en el que el hombre de hermosos ojos verdes y alma heroica le dejo simplemente con una nota de despedida, como si su vida “romántica” solo mereciese eso. Pero esa bendita noche friolenta y asesina le traía recuerdos que le llenaban de rabia vacía, de impotencia, el maldito de Potter le daba a conocer que aun podía jugar con su cabeza si se lo proponía ¡Y ahí estaba! ¡Otra maldita nota después de dos años de no saber nada de él! Estaba en su despacho cuando el papel apareció sin más en la pata de un búho que tuvo la mala suerte de ser enviado esa noche para entregar un mensaje acosta de su probable muerte, solo que el desgraciado animal no murió en el intento desafortunadamente. Draco hubiera preferido que el animalejo nunca hubiese llegado a la ventana de su mansión porque al ver la desordenada letra de su ex amante solo le provoco que pusiera en prueba su autocontrol, quería gritar y romper todo a su alrededor como en ese entonces cuando le abandono, pero ese Draco patético y sumiso había muerto  hace tanto que poco le recordaba; ahora el rubio estaba sentado en su silla de  cuero tras el escritorio con importantes papeles sobre este mientras tenia la jodida nota aun en sus manos. Su mirada estaba perdida en un punto más allá del pergamino, quería olvidar las palabras que ese pedazo de mensaje le quería transmitir, negar esas líneas que rezaban con una esperanza dolorosa una última oportunidad que traía consigo una promesa de muerte irremediable, deseaba, joder, como deseaba que el maldito de Harry Potter dejase de existir en sus pensamientos por solo una noche. 

 

Sortilegio

 

Me amaneció tu nombre entre los labios

como una aurora:

al pronunciarlo,

sus silabas quebraron el silencio

y despertó los pájaros

y se lleno de música el paisaje.

 

 Me floreció tu nombre entre los labios

como una rosa:

al pronunciarlo,

sus silabas se fueron con la brisa

y todo el campo se llenó de aromas.

 

 Describió el sol su fulgida parábola.

 

 Anduve todo el día

por el largo camino de las horas

sin pronunciar tú nombre.

 

Cuando vino la noche

-minera de oscuridades-

extrayendo diamantes de la sombra, se me durmió tu nombre entre los labios,

como en las frondas del silencio

los últimos arpegios de los pájaros.

 H. P.

 

Arrugo el pergamino entre sus manos y respiro profundamente cerrando los ojos mientras trataba de aplacar cualquier sentimiento que quisiese salir. El maldito Potter con sus malditas notas y bellos poemas que lo describían todo a la perfección. Como lo odiaba. Como le amaba.

 

Una vez más, estaba jodido. 

Notas finales:

Sortilegio - José Antonio Escalona Escalona (1917)


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