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Somewhere I Belong por Nao_Ran

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Notas del fanfic:

Bueno, es el primer FanFic de Harry Potter que publico. He estado obsesonada con este fic que vengo escribiendo desde el año pasado y que por fin he editado y esta en condiciones más o menos decentes para ser publicado. 

Espero sea del gusto de todos en la pagina!

Un saludo y espero comentarios!

=)

 

Notas del capitulo:

Este es el primer capitulo, una especie de introducción. El fic esta terminado, así que iré publicando una o dos veces por semana, según mi trabajo negrero lo permita.

Espero comentarios pues hace años, muuuchos años que no publico un fic y me encuentro realmente emocionada por esto.

Realmente amo el Drarry! :*

Un saludo a todos! 

A disfrutar!

 

Somwhere I Belong

 

(When this began) / (Cuando esto comenzó)
I had nothing to say / No tenía nada que decir
And I get lost in the nothingness inside of me / Y me perdí en el vacío adentro de mi
(I was confused) / (Estaba confundido)
And I live it all out to find / Y lo viví todo para encontrar
That I’m not the only person with these things in mind / Que no soy la única persona con estas cosas en mente
(Inside of me) / (Adentro de mí)
But all that they can see the words revealed / Pero todo lo que pueden ver las palabras revelaron
Is the only real thing that I’ve got left to feelEs la única cosa real que me queda por sentir
(Nothing to lose) / (Nada que perder)
Just stuck, hollow and alone
 / Simplemente atrapado, hueco y solo
And the fault is my own, and the fault is my own / Y la culpa es toda mía, y la culpa es toda mía

Capítulo 1:

I

Treinta horas habían pasado desde que el proceso había comenzado. Y Draco no podía hacer más que estar tirado en su cama soportando lo más estoico que sus limitadas fuerzas le permitían. Padecimiento. A veces, su consciente se movía entre una espesa bruma gris y la delgada sensación de un dolor que parecía quemar cada uno de sus huesos, derritiéndolos y condensándolos con su carne que se incendiaba como si estuviera enterrado entre llamas y brazas terriblemente ardientes.

Tendrás que resistir hijo… es algo que pasa todo Malfoy alguna vez en su vida.

Tú no tuviste que sufrir esto, padre.

Lo sé.

Recordó esa pequeña y escueta conversación con su padre cuando llevaba cuatro horas intentando no gritar por la agonía que experimentó durante las primeras horas de ese proceso.  A lo único que podía aspirar era a los atentos cuidados de su madre, quien como siempre, se desvivía por él con el sólo propósito de aliviar su desmedido dolor físico.  En algún punto de la madrugada la escucho llorar y pedirle perdón por ese momento. Draco tuvo la intención de decirle que no se preocupara, que no era su culpa y que dejará de angustiarse, que se resignará a esa situación porque, finalmente, no era su responsabilidad, pero de su garganta salió algo parecido a un susurro o quizás un gemido de puro dolor. Decidió morder sus labios con la intención de evitar esas muestras de sufrimiento para que su madre no se sintiera aun peor… y al parecer lo logró por las siguientes dieciocho horas.

Cada segundo de padecimiento se grababa con fuerza en su cerebro que comenzaba a funcionar con una rapidez de la que no se hubiera creído capaz algunas semanas antes. El dolor seguía presente en él con fuerza sin tener la intención de abandonarlo porque aún quedaban demasiadas horas de  suplicio, pero a su vez, comenzaba a sentir los cambios que provocaba ese tormento haciéndolo pensar que quizás no era tan horrible y nefasta la transformación.

Lo sintió dentro de su ser como el nacimiento hacia una nueva vida a partir de su existencia humana y terrenal… durante todas esas horas había pasado de ser un mago humano y mortal a  un vampiro.

Él, Draco Malfoy, un mago vampiro.

II

Para Harry Potter el hecho de celebrar su cumpleaños número veintiuno, el cuarto sin la amenaza de Voldemort sobre su cabeza, le provocaba cierta angustia e incertidumbre. Este resquemor tenía todo que ver con la realización de esas ‘celebraciones sorpresas’ preparadas por sus mejores amigos con la sola intención de tener una noche de diversión pura y sin límites.

Su fiesta de dieciocho años había sido bastante austera por acabar de terminar una guerra con muchas muertes que aún dolían. El número diecinueve lo recordaba gracias a la primera resaca monumental de su historia como joven mago porque había bebido tanto que a las cuatro de la madrugada todo pasaba como agua por su garganta. La celebración por su veinte aniversario había comenzado con una inocente visita a un centro de atracciones muggle, para luego pasar a comer a un concurrido restorán de pizzas puramente italianas y, entre las risas y los buenos deseos habían terminado, borrachos nuevamente, pero esta vez disfrutando del agua bastante helada de las orillas del río Támesis. No recordaba cómo había llegado ahí ni siquiera quien fue el primer osado en entrar al agua casi congelada a pesar de estar en verano, solo tenía en su mente que estaban jugando entre todos hasta que apareció una patrulla de policías muggle y ya solo recordaba que todos, incluida Hermione, habían salido disparados del río para correr en interiores hasta el callejón más cercano y aparecerse todos justos en Grimmauld Place entre sonoras carcajadas y más de algún vomito involuntario.

Y ahora era el turno de su cumpleaños número veintiuno, la celebración oficial de su paso de la juventud a la adultez en el mundo mágico y sabía con seguridad que faltaba solo mes y medio para una probable juerga de antología. Le preocupaba el tipo de fiesta que sus amigos le prepararían pues aún no comprendían que él era feliz celebrando solo en su casa con litros y litros de alcohol si fuera posible… el día de su cumpleaños era el único del año donde se permitía emborracharse como una cuba, ya que los restantes 364 días vivía una vida tranquila y sana, solo con el alcohol prudente sin sobrepasar sus capacidades para no estropear su carrera deportiva.

Pero bueno, no faltaba tanto tiempo como para conocer la sorpresa… solo esperaba que este cumpleaños marcara el inicio de una nueva vida, como mago y por sobre todo como adulto oficial.

III

Cuando su mente se separó del sueño en un segundo todo, no solo las cosas a su alrededor sino que también en su interior, cobraron un sentido nuevo y profundo que lo dejó descolocado por un corto segundo. El dolor físico estaba tan retirado de su cuerpo que ya solo parecía el lejano eco de una  vida que no regresaría a sus manos y que olvidó tan rápido como el suspiro que abandonó su boca cuando todo se asentó con seguridad dentro de su cabeza.

Ni siquiera logró terminar la idea de sentarse sobre la cama cuando su cuerpo ya había reaccionado de manera inesperada, quedando sentado y mirando hacia el frente concentrado hasta que escuchó como su madre le llamaba. Sus ojos se enfocaron en el rostro preocupado y sorprendido de Narcisa y, por primera vez en su vida, notó una pequeña arruga en su ceño que no estaba fruncido. Y en la  distancia que había entre ellos pudo divisar las pequeñas motas de polvo que flotaban casi invisibles en la oscuridad de su gran habitación.

–Madre… –dijo sintiendo su garganta irritada a la vez que escuchaba como su voz parecía estar más ronca y firme que lo normal.

–Draco, hijo mío ¿cómo estás? ¿Qué sientes?

–Madre… –volvió a repetir, mirándola como si fuera la primera vez en la vida que lo hacía.

–Si hijo! Aquí estoy… tranquilo –respondió mientras lo abrazaba y besaba la coronilla, respirando tranquila al ver como su hijo despertaba después de casi setenta y dos horas de sufrimiento. – ¿quieres algo?

–Agua… por favor… –pidió con cierto tono de sorpresa en su voz. No podía creer lo claro y nítido que sus ojos veían. Notaba cada imperfección de la pintura de la pared a pesar de estar a más de cinco metros de distancia; veía el polvo flotando en el aire; los trazos del pincel utilizado para pintar el cuadro que estaba sobre su chimenea; los tejidos de su costoso edredón de seda oriental; las casi invisibles arrugas en el vestido azul de su madre; las burbujas de agua en el vaso que ella llenaba. Y mientras miraba todo con inusitada atención percibió los pasos que daba su padre mientras subía las escaleras de mármol a la vez que escuchaba un pequeño susurro que parecía ser algo como “no debía tardar tanto” e incluso un “no es la mejor herencia familiar” con la misma voz de Lucius. – Padre viene subiendo las escaleras… –dijo volviendo el rostro hacia su madre–¿Cuánto tiempo llevo en esto?

Narcisa se giró repentinamente al escuchar cómo su hijo le hablaba, con algo de dureza unido a un tono más bajo, grave, y ciertamente demasiado masculino. Lo miró bien, estudiando esa postura de defensa con los hombros tensos y una ceja levantada, esperando una respuesta. Supo, en ese instante lo mucho había cambiado en su hijo, por lo que con un hechizo no verbal encendió las luces de la habitación. Y ahí estaba Draco, con los ojos un tanto rojos, un tono más pálido que de costumbre, el cabello cinco o seis centímetros más largo, el pecho sin ninguna imperfección y con lo que parecía ser músculos y otra serie de cambios en sus brazos y hombros que le hicieron pensar que la transformación estaba completa y que de su delgado y alto hijo quedaba solo el color pálido de la piel y el gris mercurio de sus ojos. Todo lo demás parecía haber mutado y mejorado dándole una apariencia más adulta, varonil y segura que le provocó un fuerte estremecimiento en el centro de su sistema nervioso.

–¿Madre…?

–Draco… -y suspiró mientras se acercaba a su hijo- llevas setenta y dos horas exactas… tu padre bajo para hablar por chimenea con el medimago, dijo que quería que estuviera aquí antes que despertaras.

–No lo necesito… –le contestó mientras esquivaba el vaso de agua que su madre le tendía para ponerse de pie– estoy… perfectamente.

Su perspectiva de altura había cambiado pues se sentía unos ocho centímetros más alto que tres días antes. Caminó hasta el espejo de cuerpo completo apostado a un lado de la puerta del walk in closet notando por primera vez la evolución de su cuerpo con toda plenitud. Su estómago antes plano ahora tenía abdominales bien marcados sin ser exagerados, el cabello era más largo, la piel pálida se mantenía y al mirar sus manos creyó ver que sus dedos eran más estilizados de lo que recordaba. Pasó las manos por su rostro sin poder creer que eso realmente le estaba pasando… todos esos cambios que eran el resultado de un proceso que ni en sus sueños más extraños hubiera esperado que le ocurrieran gracias a esa herencia no mágica que lo había mantenido setenta y dos horas preso de un dolor extremo que  había moldeado su cuerpo y mente por completo. En ese momento se giró instintivamente y al segundo siguiente su padre cruzaba la puerta de su habitación mirando directamente hacia la cama con su aristocrático rostro empapado de preocupación.

–Lucius! Oh, Lucius! –su padre no tuvo tiempo de decir nada  a su esposa porque sus ojos pasaron directamente a mirarlo a él con incredulidad y asombro.

–Draco…

–¿Se supone que debería ser así? –sus ojos grises y serios mantuvieron la mirada conectada a la  de su padre como nunca lo había hecho antes. Lucius, luego del shock inicial y dejando de lado la preocupación y el asombro obvio que estaba desencadenando la situación, le sonrió de medió lado al reconocer en su voz y postura la altivez que siempre quiso que su hijo sacara a relucir por cuenta propia sin tener que obligarlo a ello.

–¿No crees que suenas demasiado arrogante? –preguntó levantando la ceja con todo el estilo Malfoy.

–¿Arrogante? –y Draco hizo el mismo gesto con su delgada ceja idéntica a la de su padre– solo quiero saber lo que me está pasando, si ‘esto’ – dijo señalando su abdomen– es normal… pude escuchar tus pasos desde que comenzaste a subir las escaleras, e incluso puedo ver el polvo flotando en la habitación y contar con nitidez los trazos del cuadro que está colgado frente a mí! 

–Tranquilo –le dijo el patriarca con calma y moderación– … podemos hablar ahora de todo lo que quieras pero debes, en primer lugar, serenarte…

Lucius se acercó con calma hasta quedar frente a él. Ahora la altura de ambos era la misma, por lo que se podían mirar cara a cara sin tener que subir o bajar la vista. Draco no tuvo conciencia de que se había aproximado a su padre de forma amenazante por lo que tenerlo en frente permitió que el estado de alerta que se despertó en él desapareciera de un segundo a otro. El aroma de ese perfume francés tan ridículamente costoso que su padre usaba desde tiempos inmemoriales entró en sus fosas nasales con tal naturalidad que le hizo reconocerlo como algo suyo y no como si fuera un extraño al cual atacar. 

–Lo siento, padre.                           

–Trabajaremos ese aspecto, lo prometo. Ahora lo primero será que comas algo, necesitas recuperar tus fuerzas y evitar también que sientes sed.

Antes de que su primogénito pudiera cuestionarlo, Lucius hizo sonar dos de sus dedos y al segundo siguiente un elfo hizo acto de presencia reverenciando a su señor. En sus pequeñas y arrugadas manos traía una bandeja de plata reluciente y muy detallada con un gran jarro de algo rojo muy profundo y un vaso alto con bordes dorados.

–No beberé eso. –dijo Draco con el ceño fruncido mirando a su padre al saber perfectamente cuál era el contenido del recipiente.

–Tienes que hacerlo, sino, perderás el dominio sobre tus acciones más fácilmente y en esta etapa es un poco más difícil controlarse… hazme caso Draco.

Él seguía mirando casi con asco y molestia el jarro, pero el olor que despedía hizo su boca seca salivar en un segundo y eso lo asustó y emocionó en partes iguales. Se acercó con paso lento y el elfo levantó la bandeja para que el joven amo tomara el jarrón y sirviera el líquido, pero Draco, en lugar de utilizar el vaso rompió con todos los protocolos de etiqueta que su clase social imponía al beber desde la misma jarra todo el líquido rojo casi de un solo sorbo.

Su madre lo miró asombrada al igual que su padre, pero era lo que menos importaba en ese instante. Eso rojo era tan dulce como el néctar y estaba seguro que no podría dejar de beber el brebaje nunca más en su vida. La sangre en sus venas corría con tal rapidez que sentía que su corazón iba a explotar con la cantidad de líquido que bombeaba, a lo que se sumaba la electricidad que recorría su cerebro ya no de manera dolorosa, sino como si estuviera penetrando en sus sentidos para expandirlos e impulsarlos hasta el punto máximo de su capacidad.

–Quiero más. –exigió nublado por el deseo de beber más.

–Suly, trae más para mi hijo.

La elfo reverenció nuevamente a su señor y tres segundos después volvió con otra jarra idéntica. Draco estiró el brazo y bebió de la misma manera anterior y solo al tercer frasco ingerido por completo su madre y padre volvieron a aparecer en su mapa visual.

–¿Estás seguro de que te encuentras bien hijo? –Narcisa aún mantenía su rostro angustiado y el rubio, que no podía hablar por estar saboreando aquel líquido maravilloso, solo asintió con la cabeza y luego de degustar la última gota abrió los ojos y los miró a ambos.

–Ahora, cuéntame todo, padre.

Lucius asintió y se sentó en el sillón individual que Draco solía usar para leer sus libros favoritos. Narcisa tomo asiento en la cama frente a su marido y el joven permaneció de pie contemplándolos a ambos. El patriarca pensó que era una mera formalidad pedirle a su hijo que se sentara, por lo que decidió obviar esa petición. Se dispuso a explicarle nuevamente a su heredero el motivo de todo eso sin perder más tiempo.

–Como ya te había dicho, cada dos o tres generaciones la herencia de sangre de la primera mujer de un Malfoy se presenta al cumplir un hombre sus veintiún años. Hace sesenta y siete generaciones, el primer Malfoy mago se unió en matrimonio con una de las primeras mujeres vampiros de Britania, él completa sangre pura mágica por primera vez, ella completa sangre pura de vampiro, es por esto mismo que no podían tener descendencia y para que la magia de la sangre Malfoy no se extinguiera, él logró hacer un hechizo sobre ella que la convirtió en humana por tres noches consecutivas. –Narcisa lo miraba atenta a pesar de conocer la historia y Draco se preguntaba porque siempre los secretos de su familia aparecían en el momento menos indicado– Ella quedó embarazada y pudieron tener a un fuerte y saludable primogénito que solo presentó muestras de magia accidental en su niñez sin tener indicios de haber heredado las características familiares de su madre. Ilias, el primogénito al momento de casarse tuvo dos hijos, el primero varón que también poseía magia en su interior, pero a los veintiún años comenzó con grandes dolores y su abuela, Aleera,  supo de inmediato que se trataba de una transformación. Conservó sus poderes mágicos, pero comenzó a vivir como vampiro porque tenía la esencia completa de ambas sangres en sus venas. Como él ya tenía hijos pensó que toda su prole poseía estos rasgos pero ninguno de ellos presentó los síntomas. Su primer nieto varón si lo hizo y la historia se fue repitiendo hasta el día de hoy.

–¿Pero ni abuelo ni tu padre corrieron esta suerte? ¿Por qué?

–Porque la descendencia Malfoy solo tuvo a una vampira en la familia, Aleera, y luego cada mago se fue uniendo a otras brujas y la sangre mágica fue siendo mayor a la vampírica, así, cada dos generaciones de Malfoy que presenta esta herencia se va perdiendo un uno por ciento de la sangre original de Aleera, –a pesar de lo que extraña que se estaba volviendo la explicación Draco ya estaba deduciendo lo próximo que Lucius diría– es decir, si mis cálculos no son erróneos tú debes tener entre un sesenta y seis y un sesenta y cinco por ciento de sangre de vampiro. Por eso se salta generaciones, por la pérdida del porcentaje de la sangre vampírica.

–¿Y eso significa que tengo menos capacidades vampíricas o que mierda? –soltó con sarcasmo ganándose una reprimenda de su madre y la mala mirada de su padre.

–No, no significa eso. Tienes todas las capacidades de un vampiro, pero tu sangre mágica sigue siendo más importante. Puedes estar un tiempo prudente bajo el sol y probar comida normal una o dos veces al día. Tu sed vampira será apaciguada con una mezcla de sangre y pociones que simulan los glóbulos rojos cada dos o tres semanas cuando estés acostumbrado. Tampoco sentirás ese deseo irrefrenable de ir mordiendo cuellos o muñecas porque tu sangre mágica es más fuerte…

–Es decir –dijo interrumpiendo a su padre– ¿que en lugar de dividir mi sangre en un cien por ciento como el resto de los humanos del mundo mágico y no mágico mi sangre se divide en un porcentaje de doscientos, de los cuales un ciento treinta y tres por ciento es mágica y el resto vampírica?

–Exacto, –dijo el patriarca con tono de cierta exasperación– solo queda en tu sangre un poco más de un cuarto de la sangre de Aleera, por eso, a pesar de que tu cuerpo a cambiado y mejorado para la eventualidad que tengas que cazar a tu presa, tu nuevo organismo está ya adaptado para sobrevivir con sustitutos de sangre y comida normal, aunque no te producirán el placer de antaño, puedes estar bajo el sol y dormir algunas horas aunque no lo necesitaras a menos  que lleves varias semanas sin descansar.

–Entonces tengo mejor estado físico, vista, olfato y agudeza al escuchar porque…

–…Te servirán en el momento, hipotético, de cazar. –completo el padre esperando la reacción de su unigénito.

Draco se giró y cerró los ojos a la vez que volvía a pasar sus manos por el rostro en actitud de incredulidad. Había salvado a penas con vida durante la guerra por haberse negado a asesinar a Dumbledore porque él simplemente no podía matar a nadie y ahora… ahora estaba convertido en una rara criatura mágica cuyo porcentaje de asesino era de un sesenta y seis por ciento. ¿Cómo se suponía que iba a ‘cazar’ a su presa para alimentarse de ella sin tener que quitarle la vida? Maldita sea! Él no era un asesino!

–No significa que tengas que asesinar hijo, ya te lo dije –contestó el padre leyendo los pensamientos de su primogénito– es suficiente con el suero que te he preparado…

–Pero, hay posibilidades de que en algún momento… yo…

Lucius sabía que no podía mentirle bajo ninguna circunstancia porque de eso dependía mucho el comportamiento y autocontrol de Draco. Era una especie de advertencia que él tenía que conocer para no sobrepasar sus límites por alguna estupidez.

–La posibilidad siempre va a existir, sobre todo en los momentos en los cuales te encuentres en peligro y tus sentidos te pongan en alerta. Serás más peligroso si alguien a quien consideres como tuyo esté en peligro, cómo tu madre o yo por ejemplo. Si nos sientes en peligro posiblemente no podrás controlarte y atacaras a matar… o si alguien tiene sangre cuyo aroma se te haga irresistible el vampiro en ti quizás te controle y te lleve a atacar, pero –dijo evitando que Draco lo interrumpiera– en ese caso es poco probable que asesines a esa persona porque tu vampiro interior se hará adicto a la sangre de tu presa y posiblemente la dejes viva para seguir disfrutando de ella. 

–¿Y cómo demonios sabré el momento de detenerme? – y Lucius estuvo seguro que escuchó un leve tono de pánico en la voz de su hijo.

–Si es para defender, creo que no te detendrás… si es para ‘comer’, por usar un eufemismo, tu instinto te dirá que pares, nunca es bueno que bebas la última gota de sangre de tu presa, podrías envenenarte, y finalmente si es una sangre de la que te harás adicto… no solo tu instinto, sino que también tu mente y en alguna medida tu magia te dirán el momento de detenerte para no causarle daño a esa persona.

Draco suspiró pesado. Su madre se acercó hasta abrazarlo y el rubio instintivamente se alejó de ella.

–No te preocupes hijo, yo sé que no me harás daño! –le dijo la mujer en tono de súplica ahogada.

–No puedo estar seguro madre… yo no podría vivir si…

–Draco… –Y Lucius se levantó del sillón hasta acercarse a él y posar su mano en el hombro del joven– tu nunca podrías dañar a alguien de tu misma sangre… en estas cuestiones que refieren a la herencia de vampiros y al lazo indestructible entre la sangre pura que corre por nuestras venas  hará que tu instinto te impida atacar a alguien que comparta tu sangre, que pertenezca al mismo círculo o a la bruja que elijas como esposa… cuando hay este tipo de vínculos entre padres, hijos, hermanos y el lazo de un compromiso con tu esposa de inmediato pasaran a pertenecerte, los consideraras tuyos y no habrá poder en el mundo que te obligue a hacerles algún daño… –Los ojos de su hijo parecían cobrar cierta esperanza con esas palabras–… preferirás morir antes de dañar a alguien a quien amas Draco porque ya sabes… para un Malfoy…

–…Más importante que la vida propia es la existencia y seguridad de la familia. –completó el sintiéndose extraño pero no por eso menos orgulloso de su familia. En lo que concernía a su sangre y nueva herencia, ya tendría el resto de su vida para intentar hacerse la idea de que era, por extrañas cuestiones familiares… un mago vampiro.

Suspiró pesado al darse cuenta que tres años de aparente ‘calma’ no serían el preludio de la vida simple que alguna vez soñó tener. 

Notas finales:

He aquí el final del primer capitulo, que espero aclare de inmediato muchas cosas, claro, a partir de la segunda entrega.

Un saludo a todos y gracias por darse el tiempo de leer.

Espero comentarios, que respondere con mucho gusto, a Todos!

Gracias!

Nos leemos durante la semana :3

 


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