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Alguien como tú. por Espiga de Virgo

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Notas del fanfic:

Tipo: Drama.
Pareja Principal: DMxShaka.
Parejas secundarias: Ninguna. (Salvo personaje: Aioria(mención) 

Dedicatoria/razón: Ficsotón Deathmask x Shaka

Nº de Palabras: 1,212
Última actualización: 25/06/14

 

 

Antes de empezar, quiero agradecer los animos que muchas de mis compañeras del foro SSYaoi me han dado con esta historia. No es fácil retomar algo que yacía olvidado. Más sin embargo he dado mi esfuerzo para que esta pequeña historia les agradara.

Notas del capitulo:

Los personajes ni el universo de Saint Seiya me pertenece y esta historia es sin fines de lucro.

El sordo sonido de cada gota fundiéndose con la ya desgastada roca del templo le arrastraba a un mundo de recuerdos, de rostros pintados en la roca a mano; nada legibles y medio amorfos, pues su impuesta ceguera no le permitía ver con gran claridad la gama de colores que cada rostro de un ser querido poseía.

Curiosamente en ese mundo onírico no había más que un par de rostros ya casi despintados, tan tenues como un arcoíris en medio de un cielo quebrado. 

Sin moverse realmente o cambiar de postura, toco el relieve de aquella pared y justo en el último rostro desvanecido se pinchó el dedo. Se asustó, no era realmente común percibir una especie de vértigo y luego sentir como si una mano le estrujase el corazón con tanta saña. Shaka soltó una mueca de incomodidad y siguió meditando. No perdería la concentración por ese inclemente y belicoso rostro. Para Shaka no era una opción desconcentrarse y perder la visión de la verdad, de una verdad que desde hacía momentos había estado buscando, un bálsamo para sus heridas. Es por eso que a pesar del asfixiante sentir siguió meditando, con una actitud férrea de la que alguna vez hizo gala. 

Uno, dos, uno, dos, uno, dos y así sucesivamente hasta hacerse más fuerte pero a la vez más lentos, como si aguardaran algo pero sin detener la marcha.
— ¿Aun sigues haciéndote la mártir pequeña zorra rubia? — La risotada que soltó Mascara de Muerte fue irritante, más sin embargo no logró inquietar a Shaka.
Mascara de Muerte recorrió a paso lento el templo de la virgen. Cada segundo que pasaba era crear una oración ideada para desestabilizar a Shaka, alejarlo de tanta perfección, de esa aura tan pura que le asqueaba y a la vez le atraía. Peligrosamente Mascara de muerte se acercó a Shaka y tomó uno de los mechones rubios. Lo olfateó con lascivia; le trajo tantos recuerdos, un Shaka deshaciéndose de la careta impregnada de pureza y montándolo con una creciente necesidad, un Shaka devorando su cuello mientras él le daba un uso a su miembro y al trasero del rubio. Un Shaka tan alejado de Virgo y Cáncer pero tan cercano a Mascara de Muerte.
A la distancia una voz le gritaba que lo estaba a punto de hacer era una mala idea; sin embargo esa voz no sonaba completamente segura de sus palabras; con la yema de sus dedos recorrió el contorno del rostro de Virgo y aun sin sentirse satisfecho acumulo cosmoenergía en la punta de sus dígitos e hizo estremecer internamente a Shaka. 
Mascara de Muerte no sabía si estaba ejerciendo algún cambio en el dorado; Shaka siempre había sido tan ajeno a los demás que cuando logró obtener algo de él no se lo había creído del todo y había llegado a pensar que estaba siendo víctima de una de las perennes ilusiones de Shaka.

Aquel contacto se estaba volviendo íntimo pero también cálido, como si aquella energía intentase penetrar la soledad auto-impuesta que sólo el caballero de Cáncer y otro más habían logrado derretir.

— Estás desafiando mi paciencia caballero de…— Calló por ese deliberado beso que el pecaminoso caballero de Cáncer le había arrebatado.

Mascara de Muerte aun con sus labios pegados a los ajenos, esbozo una mueca que pretendía ser una sonrisa juguetona. Antes de que Shaka utilizara alguna de sus habilidades se alejó hasta obtener una distancia prudente y miró con hambre al rubio. Pero aunque su mirada denotase mera lujuria el vació que sintió cuando se alejó le aturdió tan fuerte como un golpe a traición.

El susodicho siguió atrapado en ese letargo en el que él cangrejo lo había inducido. Un par de segundos bastaron para tenerlo de regreso y con una determinación férrea a no caer en ninguna de las artimañas que el caballero de oro estaba ideando.

— ¿Por qué te niegas a darme lo que por derecho me corresponde zorra albina? — Preguntó con duda teñida de arrogancia después de observar cada reacción del otro dorado.

— Hablando de forma honesta, no sé a qué te refieres Mascara de Muerte. —Aquellas palabras bastaron para encender la volátil personalidad del guardián de Cáncer. 


— ¿No Sabes a lo que me refiero? O quizás ¿Pretendes no saberlo? Imbécil-más-cercano-a-ser-dios. — La pólvora ya había sido esparcida, una pequeña chispa bastaría para desatar una infernal pelea.

— No sé de lo que hablas. — Reiteró de forma calmada mientras que esperaba la ya tan rutinaria guerra.
— Mira maldito bastardo áureo a mí no me vas negar ni a mentir. No soy el imbécil de Leo como para seguir ciegamente tus palabras. — Haciendo énfasis en ciegamente acerco de manera peligrosa su rostro al de Shaka.

Deshizo la posición de loto e irritado encaro a Mascara de Muerte — ¡Basta! No metas a Aioria en esto. —

Como si vertieran lava en su sangre, el cangrejo de oro tomó con fuerza el brazo de Shaka y lo atrajo hacía él. — Lo tomas demasiado en cuenta Shaka, cuando para él no eres más que un compañero de armas. — Cada palabra era una inyección de veneno al corazón atormentado de soledad del dorado, pero aun siendo torturado de esa forma no dejo salir ninguna muestra de dolor o desesperación. No le daría el gusto, no a él.

— No es algo que sea de tu incumbencia Mascara de Muerte, deberías aprender a respetar el espacio de los demás. Es lo menos que podrías hacer. — A pesar de tener los parpados cerrados, le envió una mirada cargada de arrogancia. Él sabía lo que hacía y que esperar del guardián de Leo, y aunque pudiese tener razón eso no le permitía inmiscuirse en donde no tenía cavidad.

— ¡¿Incumbencia?! — Estalló y esta vez no sólo tomó el brazo si no también la cintura del caballero de Virgo. — Sueles tacharme de odioso, insensato y hasta vulgar. Está bien… Es lo que soy. Pero tú virgencita áurea, tú eres un auténtico demonio encarnado en ángel. Piensas que puedes tenerme a tus pies y luego desecharme cual trapo viejo. — Asaltó furiosamente los labios de Shaka; entre choques dentales y mordidas logró hacerlo jugar.

Caricias o más bien fricciones iban y venían, sin cuidado y con la sola intención de menguar aquella hambre sexual, soledad y voces que de vez en cuando se alzaban en la cabeza de los dos dorados. El de Cáncer se dejó caer sin mucho cuidado en el suelo y con ese sorpresivo movimiento atrajo las caderas de Shaka para que quedase atrapado entre sus brazos y sentado en su regazo.

Llegado el momento en que la lujuria nublaba el juicio del sexto guardián; sin prisa se deshizo de la armadura aurea. ¿Para qué pelear? ¿Para qué negar? Al final pertenecemos al mismo equipo. Con esas preguntas que fungían a la vez como excusas, se dejó hacer por Mascara de muerte. Sintió una vez más el cálido tacto impregnado en cosmoenergía y por voluntad movió las caderas en busca de la creciente entrepierna, topándose con ella sin las protecciones que el cangrejo dorado le otorgaba a su portador. Antes, cuerdo y lógico podría haberse sorprendido al notar la rapidez con la que Mascara de Muerte se había quitado la armadura. Pero ahora, tan sólo deseaba competir en ese juego de caricias, jadeos y placeres prohibidos.


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