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Mientras no estabas por Marbius

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Notas del fanfic:

Disclaimer: ¡¿Drogas yo?! Nah, para nada. Sólo fan del mpreg y del humor ácido. Nada me pertenece de este fic excepto la trama (ficticia). No lucro en el uso de los nombres de los miembros de la banda. Esto es un trabajo de fans para fans, y nada más.

1.- Mientras te confrontaba

 

Georg lo equiparó a la gota que pende del grifo y que espera el momento idóneo para a caer. Así se encontraba él mirando el techo de la habitación de Gustav, acompasando su respiración agitada al frenético latir de su corazón. A un lado, Gustav hacía lo propio, y no era para menos cuando se tiene semen tibio sobre el vientre y marcas de arañazos por la espalda y hombros.

Esperar a recuperar el aliento, pero a la vez, una señal divina que señalara el instante correcto para revelar lo que discurría por su mente.

—Gus… —Tanteó el terreno.

—¿Mmm?

Georg abrió la boca, pero volvió a cerrarla sin pronunciar palabra alguna. Gustav no lo apresuró; en cambio, entrelazó sus dedos y apretó.

—Creo que…

—¿Sí?

Los ojos de Georg se clavaron en las sombras del techo y buscó en las figuras algún tipo de señal que auguraran su decisión como correcta.

Un pez globo.

—Voy a romper con Veronika. De hecho, ya lo hablé con ella y será oficial una vez decidamos qué hacer con el contrato del departamento y los muebles que compramos en común.

—Oh.

Una cebolla.

—Le dije que había alguien más. No… no mencioné tu nombre, pero fui honesto y le aclaré que se trataba de otro hombre. No supe explicarme. Ser gay o bisexual… da lo mismo porque mi decisión al respecto está tomada y no hay marcha atrás.

—Uh…

Un retrato a perfil. Un hombre con una nariz extraña.

—Sé que no hemos hablado antes de esto… de nosotros, pero… —Georg se mordió el labio inferior y cerró los ojos para concentrarse en lo que estaba a punto de confesar—. Te amo, tú lo sabes. No estoy seguro desde cuándo o cómo ocurrió. Tampoco puedo ignorarlo más.

La mano de Gustav que antes se cerraba en torno a la suya, se volvió un peso muerto.

—No sé qué decir…

—Ya.

—Pero… —Ahora fue el turno de Gustav en luchar contra la pastosidad de la boca y expresar su sentir—. Lo pensaré.

Georg suspiró. No era lo que esperaba, en nada se parecía a la confesión de amor mutua con la que había fantaseado, y que estaba consciente, era sólo un sueño al que se aferraba para evadir el dolor del posible rechazo. Que Gustav al menos se tomara la molestia de tomar a consideración lo que iba a ocurrir entre ambos a partir de ese punto, era ya una señal positiva.

—Te dejaré para que pienses y tomes una decisión. No tiene que ser antes de que estés listo, ¿sabes? —Incorporándose sobre la cama, Georg se pasó la mano entre el cabello repleto de nudos por el revolcón de antes, y sopesó una vez más la posibilidad de cortárselo y punto. Hacer un cambio con su vida que acompañara a ese otro que Gustav iba a desencadenar una vez que tuviera claro cuál sería su siguiente paso.

De cualquier modo, dijera sí o no, decidió Georg ahí mismo, se cortaría el cabello una vez Gustav dejara en claro cuáles eran (o no eran) sus sentimientos por él.

—Lo siento —murmuró Gustav desde la cama mientras Georg se inclinaba al frente y se anudaba los cordones de los zapatos—. No es que no pensara en ti de esa manera, sino que estaba Veronika…

«No siempre», pensó Georg. No siempre estuvo Veronika. Al menos no cuando todo dio inicio. La llegada de Veronika tuvo lugar en un punto muerto entre ellos, cuando Gustav pareció perder interés en lo que Georg podía ofrecerle y por su cuenta empezó a buscar nuevas emociones.

Georg no lo culpaba. A su vez, Veronika había sido la solución perfecta. En ese entonces, una relación sentimental con Gustav habría sido de lo más absurdo e improcedente.

Antes. Porque en el ahora…

—No es algo de lo que tengas que disculparte —finiquitó Georg los temores de Gustav—. Yo elegí por mí mismo comenzar una relación seria con ella. Ir a vivir juntos, compartir la renta, comprar juntos un perro, y de algún modo mentirle. Serle infiel contigo es parte de eso.

—¿La amas?

Georg se encogió de hombros. —Sí. Tal vez. No como a ti ahora pero… Es probable que antes sí, pero ya no más. Se acabó.

Gustav se cubrió el rostro con un brazo y al cabo de unos segundos musitó: —Ok.

Georg terminó de alistarse. Una liga solucionó el problema de su cabello, unos minutos en el sanitario arreglaron el color exacerbado de sus mejillas, y el agua fría le aclaró la cabeza.

Estaba listo para partir, y con todo, hesitó ante la puerta del departamento, a sabiendas que Gustav lo observaba desde el sillón de dos plazas, vestido sólo con el par bóxers color azul que él le había arrancado apenas cruzar el dintel del dormitorio horas antes.

—Soy yo el que lo siente, ¿sabes? —Dijo Georg dándole la espalda a Gustav—. Entiendo que es injusto hacerte sentir como si fuera tu culpa el que lo mío con Veronika no funcionara. No fue así. Lo nuestro simplemente no funcionó. Y no quiero que pienses que es tu responsabilidad el… permanecer conmigo por esa misma culpa.

—Georg, no digas eso.

—Es una simple cuestión: Me amas o no. Quieres estar conmigo o… —Georg calló cuando los brazos de Gustav se cerraron en torno a su cintura y la frente del baterista se apoyó entre sus omóplatos.

—Te amo, eso no está en duda aquí. Es sólo que… Tengo miedo a los cambios. No entre nosotros, porque hasta cierto punto llegué a vernos como una pareja, incluso con Veronika presente. Me refiero más a…

—¿A los demás, cierto?

La prensa. Las fans. La disquera. Amigos. Los gemelos. La familia…

Gustav asintió, y Georg experimentó un miedo que le calaba hasta el tuétano.

—No te estoy forzando a nada, Gustav. Lo único que pido es que tomes una decisión y la lleves a cabo. No es simple y va a cambiar hasta las bases de nuestra amistad, pero por todo lo que ha ocurrido entre los dos durante los últimos años… me lo debes.

El cálido aliento del baterista atravesó su camiseta, y Georg deseó como nunca retirar lo dicho, desdecirse de sus palabras y continuar como antes. Dar un giro y rodear a Gustav con tal fuerza que el dolor físico superara al emocional. Fundirse en uno y fingir que el tiempo daba marcha atrás.

Pero nada de ello ocurrió. En su lugar, Georg dio un paso al frente y la distancia entre Gustav y él creció un poco más. Ambos la necesitaban, Georg para recuperar la tranquilidad y Gustav para pensar con la cabeza fría qué camino iba a tomar de ahí en adelante, ya fuera que para ello decidiera hacerlo con Georg o solo.

—No sé cuánto me tarde… —Anunció Gustav justo cuando Georg había puesto un pie en el corredor y estaba a punto de despedirse—. No quiero tomarme esta responsabilidad a la ligera.

—Entiendo —dijo Georg, forzándose a sonreír, apenas una leve contracción de sus labios—. Está bien. Toma todo el tiempo que necesites. Cuando estés listo yo te escucharé, y hasta entonces… yo esperaré.

«Así te tardes una vida…»

Poco sabía él hasta que punto aquello resultaría profético en cierto modo.

Por parte de Gustav recibió un simple beso en la comisura de los labios, y se permitió creer que pronto, muy pronto, podrían darle nombre a lo que los unía.

De aquello, tampoco nada sabría con certeza hasta que fuera muy tarde.

A modo de despedida, Georg se aferró a la imagen de Gustav mientras éste sujetaba el marco de la puerta y lo observaba partir.

Aquella sería la última vez que se vieran en un muy largo tiempo, pero ninguno lo sabía aún.

Porque de haber sido así, Georg no habría agitado la mano en señal de despedida y fingiendo una serenidad de la que carecía mientras las compuertas del ascensor se cerraban y lo llevaban de vuelta a la realidad. Tampoco habría manejado de vuelta a su propio departamento a empacar en cajas de cartón la vida que a partir de ese punto sería sólo de él, sonriendo para sí y con un nudo en la garganta a la espera de cualquier señal (una llamada, un mensaje, el toc-toc de la puerta) que trajera consigo a Gustav y un nuevo futuro para los dos.

Un futuro, que a corto plazo, no llegaría a materializarse, pero del que tampoco tendrían que arrepentirse.

Escrito estaba, incluso si ellos no lo habían entendido así, lo que iba a ocurrir y trastocaría el resto de sus existencias hasta el punto de no retorno.

Era lo que se conocía como destino.

 

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Notas finales:

Nas~
Sólo porque sí, de pronto me apeteció un fic GxG con su dosis de mpreg, ¿ops? Al menos esta vez no se trata de Gustav o de Tom como en otros fics~
Actualizo los martes capítulo, así que espero disfruten la lectura.
Besucos & Bosnoches~!


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