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"Destiny Gay" por Cintia24

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Son las vueltas que da la vida.  Nunca digas nunca.
 
Las dos frases que más detestaba escuchar últimamente.
 
Todo se resumía a unos cuantos meses atrás.
 
 El único lugar donde podía encontrar buena cerveza en todo Beacon Hill era en el único lugar donde el tierno Stiles no entraría ni aunque le ofrecieran un billón de dólares o una noche con Lydia Martin, una actriz muy reconocida nacida en su pueblo y la chica con la que soñaba cuando estaba en primaria.
 
Pero el universo era cruel, espantosamente cruel. Todavía recordaba todas las veces que su tío le había rogado ir allí «Tan solo para conocerlo, Stiles» le había dicho. Cabe aclarar que él jamás estuvo de acuerdo con ninguna de las circunstancias que se dieron para terminar donde había terminado. Todo tenía que ver con su tío…
 
 
 
Cuando era pequeño, quizás unos seis años a lo mucho, tenía bastante presente la poca química que había entre sus padres: el vaivén de discusiones - con portazos incluidos que se oían por toda la casa-, su padre durmiendo en el sofá…
 
Deseó no haber sido hijo único para distraerse jugando con alguien y no terminar llorando al tener toda su atención puesta en cada crítica “constructiva” que se hacían sus padres a base de insultos. Pero tampoco deseaba que nadie más que él padeciera los arranques de esos dos que desconocía como padres. Le dolía cada una de esas veces que era ignorado como ser humano que también habitaba la casa.
 
A los diez años su madre murió. No estaba enferma, ni tuvo un accidente, ni se suicidó tras algún trastorno psicológico… Simplemente se marchó con un sujeto seis años menor que ella dejando totalmente destrozado a su padre, que se refugió en el alcohol. Y el pequeño Stiles solo la enterró en sus recuerdos.
 
Tras meses de infierno John Stilinski regreso a la realidad: Se centró en su trabajo, en su salud y principalmente en su hijo porque entendió -por las malas- que no estaba solo y que bajo su sombra de hombre abandonado había quedado un niño, su hijo, sufriendo por la falta de cariño.
 
John durante años se ha sentido responsable por la huida de Claudia y bastante culpable por como afectó a Stiles esa pérdida. A la cual le achaca que su hijo sufra un Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad, que gracias a Dios se mantenía bajo control con el bendito Adderall.
 
 El tío favorito de Stiles, Adrian R. Harris- el hermano menor de su madre y un amigo muy cercano de su padre-murió en un accidente automovilístico cuando Stiles tenía catorce años de edad. Un duro golpe tras otro… El hombre no tenía descendencia -ni hijos ni esposa-  y aunque  tenía sobrinos a montones y otros hermanos había modificado el testamento meses antes- como  si supiera que su tiempo estaba contado desde que nació- dejando todo en manos de Stiles cuando cumpliera dieciocho.
 
Stiles nunca se preocupó por la dichosa herencia. Lo qué pasó por su mente fue que ya no habría alguien que le gritara por olvidar tirar la basura o limpiar su cuarto. No se escondería nuevamente tras sus manos avergonzado por hallar a su tío con “algún amigo” en la casa o cantando algún tema de Britney Spears o Madonna en la ducha…
 
Stiles pensó qué ya no habría nadie que le enseñara a jugar al lacrosse. Los fines de semana jugaban con Bobby Finstock –el novio de turno de su tío- y puede que hubiese sido una tortura aguantar a ese tipo pero con la partida de Adrian Bobby había pasado a ser una especie de tío cariñoso y comprensivo que siempre estaba para darle un consejo cuando no podía acudir a su padre.
 
Tampoco habría nadie ingenioso y divertido como su tío que le enseñara a conquistar muchachitas ingenuos con trucos baratos. La casa estaría sola ahora que nadie cuidaba de él mientras su padre trabajaba día y noche como el sheriff de Beacon Hill. Su padre entristeció tanto como él y Stiles se atrevía a decir que vio más dolor en sus ojos que cuando su madre les dejo… Porque… era el tío Adrián…
 
Stiles nunca quiso su herencia. Aunque se quedó el jeep de su tío y lo cuidaba más que a su vida -como si el alma de su tío se hubiera quedado  dentro de él.
 
El club del tío Adrián tuvo que cerrar por obvias razones. Nadie de la familia quería encargarse de un “Club para raritos…” A muchos le paso por la mente trasformar el lugar en algo diferente que les diera dinero. Stiles no estaba al tanto de su herencia pues su padre se lo había ocultado pero de saberlo no lo hubiera permitido. Aun así el club no fue tocado. Tío Adrian había especificado eso en el testamento y, si bien recordaban, el tío era muy vengativo… y la familia muy creyente… mejor no alterar su descanso en paz.
 
Cuando Stiles, cumplió dieciséis pensó que su vida no podía empeorar más… la chica que le gustaba se había ido al extranjero buscando una oportunidad como actriz y modelo. Ni siquiera pudo decirle cuanto le gustaba.
 
Ese fue el momento en el que Stiles se volvió un gigoló de primera con el pensamiento de que nunca más dejaría escapar a alguien que realmente le gustara. A pesar de no ser un adolecente destacablemente atractivo  Stiles tenía algo atrayente: las mujeres que pasaban por sus manos jamás lo olvidaban y terminaban codiciando un segundo encuentro que jamás se produciría.
 
A los diecisiete por burlas del destino -o de su amigo Scott- Stiles descubrió que será dueño de un club Gay. La noticia le cayó como jarro de agua fría. Scott se enteró al escuchar una conversación de John con Melissa y se lo soltó a Stiles entre jugueteos y burlas. Y ahora Scott entiende por qué Stiles le suele llamar “Chavo del ocho” porque hace las cosas  “Sin querer, queriendo…”
 
A los dieciocho años Stiles es uno de los chicos más inteligentes y -¿por qué no?- deseados de Beacon Hill y alrededores. Y aunque al principio las mujeres lo tomaban como última alternativa todo terminaba con ellas llamándole durante meses insistiendo con verle una vez más. No era un tipo creído y sus amistades eran simples y sinceras. No le gustaba la gente falsa aunque muchas veces se acostara con tías de esa índole. Su cuerpo se había amoldado por tanto entrenamiento – sexual en su mayoría-  y muchos lo alababan y envidiaban  por cada conquista lograda.
 
Sus amigos más cercanos lo fastidian llamándole “El gurú del sexo” por la película con el mismo nombre. A Stiles le divierte pero le avergüenza a partes iguales.
 
A los casi veinte todo el festejo hormonal se fue a la mierda.
 
Una llamada del hospital diciéndole que su padre había sido herido bastó para que Stiles entrara en un ataque de pánico, cosa que no había tenido durante seis años. Melissa era enfermera en aquel hospital y Stiles estaba realmente agradecido de tenerlos a ambos en un momento tan delicado.
 
Su padre fue operado tras recibir varios balazos y sus heridas fueron tan graves que tuvieron que mantenerlo en coma inducido – durmiendo su cerebro para que sus nervios no afectaran su curación-. Tras varias operaciones su padre se fue recuperando y pronto saldría aunque necesitaría un enfermera a tiempo completo durante muchos meses.
 
Sus estudios tendrían que esperar un tiempo pues  el dinero se iba esfumando como la espuma en el agua y en Beacon Hill era difícil encontrar trabajo. Era un pueblo pequeño con pocos puestos de trabajo libres.
 
Fue entonces que recordó aquel sitio que juro jamás pisar…El club gay de su tío -su herencia- y decidió que tendría que encargarse de él. Se asoció con dos amigos -a los que les rogó hasta el cansancio- que le ayudaron a levantar el lugar: uno estaba redescubriendo su sexualidad, o en otras palabras, acababa de salir del armario; el otro era un tonto demasiado enamorado de su novia y, también, su mejor amigo.
 
No consideraron que el bar fuera únicamente Gay: había dividido los horarios permitiendo que el bar funcionara para todos. Tres veces por semana era exclusivamente Gay -aunque si había alguien buscando una copa tampoco lo echaría a patadas- pero el resto de días era libre de aceptar a todos por igual.
 
Lo malo es que el negocio no iba tan bien como esperaban gracias al nuevo Párroco de Beacon Hills. El tipo le complicaba la vida llamando a su club “El escondite del diablo”, “El santuario de los pecados” entre otras lindeces…
 
Ya tenía veintiún añitos de vida y era dueño de un club nocturno que manejaba con sus socios; Danny Māhealani y Scott McCall.
 
 
 
Viernes por  la noche en la residencia Stilinski. Hora 23:35
 
Esa noche se encontraba molesto pero se calmó bastante después de hablar con su padre unos minutos por teléfono. Pronto saldría del hospital. Pronto estaría en casa, donde pertenecían ambos.
 
Tomó sus llaves tras cortar la llamada, cerró con cuidado la puerta y se dirigió al jeep aparcado fuera. Sonrío a una vecina antes de subir al coche silbando una canción de AC/DC que no viene al caso. Lo arrancó y salió disparado esperando que Scott y Danny no quisieran matarlo por dejarlos solos los últimos días.
 
 
 
Viernes por  la noche. Hora 23:26
 
Un deportivo negro y brillante bajo la luz de la luna acababa de cruzar la avenida a una velocidad sorprendente. Dos hombres vestidos de negro le siguen detrás cruzándose de un lado al otro  jugando a demostrarse sus habilidades sobre las dos ruedas de sus respectivas motos.
 
 - Fanfarrones - farfulló el conductor pisando los frenos del Camaro -practicante derrapando-  para aparcarlo al estilo de Fast and Furious casi sobre la acera frente al local que se alzaba con un enorme cartel luminoso con la palabra “DESTINY” en color azul con bordes rojos. - Creído - farfullaron los gemelos al mismo tiempo con sonrisas traviesas bajos sus cascos.
 
Los motores callan en la noche oscura. En la calle solo se escucha el chasquido que causan unos zapatos de vestir al chocar con el asfalto a cada paso que da. El alto rubio con un cuerpo que aparenta ser tan elástico como un chicle saca del bolsillo de su camisa unas gafas oscuras y se las coloca en una fiel imitación de Men In Black.
 
Los gemelos se acercan a su jefe esperando indicaciones, el rubio con un simple movimiento de cabeza les ordena que vayan delante de él. Una vez solo desliza su mano dentro del bolsillo de su pantalón. Saca el paquete de tabaco, lo agita contra la palma de su mano, sacando uno para luego volverlo a guardar y saca el mechero de plata con sus iniciales grabadas en él. Lo enciende tapando con su mano el viento. El anillo de oro brilla en su dedo anular. Una vez encendido el cigarrillo le da varias caladas y suelta suavemente el humo por entre sus finos labios.
 
 
 
Al abrir la puerta el corazón le ronronea al escuchar a Aerosmith en  «Fly away from here»
 
Cause it's all in our hands
We all make mistakes
But it's never too late to start again
 
Take another breath
And say another prayer
 
And fly away from here
Anywhere, I don't care
We'll just fly away from here
Our hopes and dreams
Are out there somewhere
 
We won't let them pass us by
We'll just fly
 
If this life, gets any harder now
Don't ever mind, you got me by your side
And any time you want
 
Se acercó a la barra.
 
 -  ¡Hey, Guapo!¿Me sirves una copa?-  Golpea en ella y se desliza en el taburete de forma casual. Se quita las gafas interesado por descifrar de cerca un poco más el ambiente. Tira la colilla de su cigarrillo dentro de un cenicero sobre la barra yespera con algo de burla a que el chico moreno se digne a atenderlo.
 
La voz algo ronca y sensual teñida con perfecta ironía llega hasta sus oídos como campanillas, fastidiándole. El moreno suspira odiando su trabajo. Se gira lentamente para dar con el cliente fastidioso de la noche. El bar estaba bastante vacío aunque  la noche es joven aún.
 
Se pueden ver parejas de chicos bailando entre el humo de los cigarrillos, otros tratando de ligar bajo las luces brillantes, muchos sentados en las mesas del centro en grupo ubicados frente al escenario donde nadie se ha dignado a subir aún. Nota lugares vacíos donde antes había varios conocidos. Suspira frustrado.
 
¿Pero qué esperar de un bar Gay en un pueblo donde la mayoría escondía sus “Malas Inclinaciones” -según el nuevo Párroco de Beacon Hills? Scott hacía tiempo que no esperaba ver nada nuevo o interesante en su pueblo, ni siquiera nuevos capítulos de sus series favoritas: Glee, Grey's Anatomy, Will and Grace, Wolfblood o Wolf Lake… definitivamente los lobos eran geniales.
 
Poso sus morenas manos sobre el tablón pulido y encerado de la barra. Fue entonces que deseo no haber visto a los ojos a ese chico  detrás de la barra del bar con aquella penetrante mirada. Parpadeó confundido ante la visión. Una vez más Scott contempló aquellos ojos fieros que parecían no haber conocido nunca la ternura: tenían el brillo de la inteligencia  "Ojos ambarinos, como los de un león o un lobo" pensó Scotty los párpados entrecerrados hacían que la sombra de las pestañas oscuras se proyectara en su pálida piel.
 
El perfil de su nariz era muy recto, como el de las estatuas griegas. Y eso encajaba perfectamente bien con los bucles que se hacían en su corto cabello rubio. Sus labios parecían nunca haber pronunciado palabras bondadosas o tiernas y  Scott sintió que su poder dominaba la habitación y tuvo miedo. Parpadeó intentando recordar lo que debía decir.
 
 -  ¿Q-Qué desea tomar? - preguntó con la voz algo débil, bastante avergonzado porque le había estado observando descaradamente durante demasiado tiempo. Pero qué estúpido había sido. Intentó no estudiarlo con la mirada como hacía con todo lo que le llamaba la atención pero el rubio parecía tener flechas imaginarias de neón señalándolo qué decían “Mírame idiota”, algo que no entendía ni él mismo dado que no era nada surrealista ver en el club a alguien vistiendo un traje negro azulado.
 
- Lo que sea… pero que sea tan fuerte que pueda llegar a matarme. - Scott no se sorprendió ante la contestación y solo le tomó dos segundos encontrar la bebía justa para aquel caballero. No le dio una simple cerveza sino que sacó una botella y una copa alargada. «Un Whisky simple con cara de doble» sonrío mientras el líquido dorado y trasparente caía dentro de la copa. Lo vio coger el vaso que se hallaba delante de él haciéndole un ademán en un mudo “Salud”. Sus movimientos eran elegantes, algo poco común en los hombres altos y musculosos, y eran acentuados por la cara tela de su traje. Prácticamente se bebió de un trago el contenido de la copa.
 
Scott le miro totalmente hipnotizado.
 
-  Sírveme otro. -  exigió el rubio. Scott le sirvió nuevamente la bebida con pulso firme. Sin embargo se quedó absorto al ver al tío delante de él sacarse un anillo de oro y colocarlo sobre el posavasos para luego hacerlo girar sobre la barra. - Tengo más vidas que un gato.
 
El silencio les acompaño pero no era un silencio incómodo. Scott quitó unos segundos la vista del rubio para buscar a su compañero Danny que parecía bastante ocupado limpiando una mesa donde se hallaban sentados dos tipos iguales- gemelos o mellizos, seguro-. A menos que hubiese tomado algo y estuviese viendo doble.
 
Se sobresaltó al oír al rubio nuevamente.-  Buena música,  a mi hermano le gustará en cuanto despierte.-  Scott no sabía si le estaba hablando a él o al vaso de whisky que mecía de un lado al otro sujetándolo apenas entre la punta de sus dedos. Él siguió sirviendo tragos y limpiando vasos, secándolos con un trapo blanco. No sabía que contestarle…
 
Cuando se dio por vencido de encontrar una respuesta adecuada miró sobre la barra y entonces recordó el anillo.
 
 - ¿Mal de amores? - Se atrevió a preguntar. Sinceramente era la primera vez que se interesaba por la vida íntima de un cliente, no era el típico barman que te consolaba mientras desplumaba sutilmente al damnificado orientándolo a tomar más, hasta desahogarse o ahogarse en alcohol.
 
-  Algo así…- Se limitó a responder. Esta vez notó la relajación en el tono de voz. Ya no sonaba tan ronco pero sí demasiado suave e inquietantemente sedoso. Cuando Scott estuvo a punto de abrir nuevamente la boca el sonido de un móvil lo calló. Era Highway To Hell de AC/DC.
 
Por un segundo pensó que Stiles había regresado pero al ver al rubio sacar -muy lentamente cabe destacar - un móvil de su chaqueta y atenderlo entendió que no. Solo era el mismo tono de llamada…
 
Living easy, living free
Season ticket on a one-way ride
Asking nothing, leave me be
Taking everything in my stride
Don't need reason, don't need rhyme
Ain't nothing I'd rather do
Going down, party time
My friends are gonna be there too, yeah
 
I'm on the highway to hell
on the highway to hell
highway to hell
I'm on the highway to hell
 
No stop signs, speed limit
Nobody's gonna slow me down
Like a wheel, gonna spin it
 
 
 
Lo vio cambiar el semblante a uno muy serio. «Es el móvil de Derek Hale habla ahora o púdrete -  - Canturreó. -  Hey, hey… cálmate. ¿Quieres…? Lo sé, lo sé… -  Suspiro, al parecer escuchando a la persona del otro lado del móvil. - Sí… él también lo sabe - Maldijo un par de veces mientras apretaba los puños. -  ¡Mierda, Laura! ¡Que lo sé!-   Suspiro cerrando fuerte sus ojos. - Lo tendrás, ¿de acuerdo? - y cortó. - Vete al infierno.
 
El rubio parecía nervioso y tenso. De pronto posó sus ojos ahora de un obvio tono celeste cristalino en el moreno, que se sorprendió sobresaltado.
 
-  ¿Estás casado? 
 
- Ehh… Y-Yo bueno… yo estoy…- Levantó su mano derecha torpemente señalando un anillo plateado que visto de cerca tenía las iniciales “A&S”. - Comprometido, por ahora…
 
- No pareces muy emocionado…
 
- Es-es la primera vez que me lo dicen…
 
-  Ya veo…
 
-  ¿Usted lo está?
 
-  Lo era… hasta hace unas horas.
 
-  ¿Lo-lo siento? -  Respondió Scott dudando.
 
 - No lo sientas… nunca he sido tan feliz en mi vida... - Lo soltó en un tono de ensoñación, casi aburrido del tema. Scott no sabía si estaba siendo irónico o no… Resopló. -  Gracias al cielo el infierno terminó…
 
- Ya veo… -  Fue entonces que un tipo alto de cabello negro y piel tostada vestido en un traje casi idéntico al del rubión entró por la puerta del bar. Miró a su alrededor y luego clavó los ojos en el chico de ojos celestes con brillos dorados sentado en la barra.
 
-  ¡Hey! ¿Se puede saber quién te dio mis llaves? ¿Cuántas veces debo advertirte que no conduzcas  a mi bebé? ¡Te casaste con mi hermana y lo soporté… te divorcias, OK, lo entiendo… te mudas a mi casa y arruinas mi vida, lo intento aceptar… Pero jamás. ¡Jamás! Y, escúchame bien, imbécil ¡Jamás toques a mi bebé! ¿Entendido idiota? -  Scott escuchó un “Ya despertó” de los labios del rubio, que resopló. El gigante no paraba de gritarle, señalándolo, mientras se acercaba con mirada amenazante…
 
Luego se giró y miró a los gemelos que parecían divertidos ante el suceso. - Lo mismo para ustedes, par de gilipollas» Los dos agacharon la mirada ocultando las ganas de reírse en ese instante. - Por cierto…. - Caminó hacia uno de los gemelos que parecía muy incómodo allí desde hacía un rato. - No vuelvas a romperme la nariz. - Y le asestó un golpe certero en el rostro, atrayendo la mirada de los clientes, que esperaban una gran pelea.
 
El golpe apenas le hizo voltear la cara a un lado y el golpeado no parecía molesto. Cuando regresó la mirada tenía sangre en la nariz. El tipo asintió y Derek sonrió de lado.- Te devuelvo el gesto.-  Aiden escupió algo de sangre a un lado y fingiéndose claramente molesto canturreó con burla. -  Devuélvaselo al jefe. » Mirando al rubio, el cual tomaba otro trago como si nada dándoles la espalda.
 
 - No era necesario ni que lo dijeras…
 
- Tranquilo Derek, era la única forma de que no montaras un escándalo…- Soltó el rubio.
 
Derek caminó hacia la barra y se sentó a su lado. -  ¿Yo cuando me he portado mal?-  Miró a Scott que lo miraba incómodo y luego observó a todo su alrededor. Isaac resopló. Derek envió una mirada amenazante de “Aquí no ha pasado nada, idiotas. Métanse en sus asuntos” y todos le hicieron caso.
 
 - ¿Qué tengo que hacer para que me sirvan alcohol en esté asqueroso lugar?-  Scott se dio prisa en preguntarle que deseaba beber. Derek gruño una bebida extraña que Scott no entendió y se avergonzó al tener que pedir que le repitiera el nombre. Scott estaba seguro de que ese tío casi sacaba unos colmillos por el enfado
 
- Tranquilo, chico, solo dale una cerveza. - Scott asintió y la sirvió. -  ¡Maldito seas, Lahey! No decidas por mí y no pidas por mí… a menos que quieras que te patee el trasero.
 
- Suena prometedor pero incómodo. 
 
Derek sonrío forzosamente -  No puedo creer que me trajeras aquí.
 
 - ¿Querías conocerle, verdad? -  Recibió lo esperado -un gruñido-.Cuando Derek acercaba su vaso a la boca detuvo su movimiento, su oreja titilo y su nariz bailó un zapateo en busca de aquel aroma que empezaba a acercarse.
 
 - Joder, es intoxicante.-  Isaac le miro interesado. - Me gusta…
 
 El rubio sonrió de lado - No olvides esas dos palabras.
 
 - ¿Por qué?
 
 - Ya verás… te llevaras una gran sorpresa…
 
- Scott observo a los dos tíos del otro lado de la barra. “Serán pareja…” Pensó. Se replanteó lo que había pasado hasta ahora:
 
“¿Los gemelos venían con el rubio? Le llamaron jefe…”
 
 “¿Y el otro por qué golpeo al gemelo con mala cara? Aunque si a mí me golpearan, también tendría mala cara. ¿Verdad?”
 
 
 
Las puertas se abrieron ante la mirada penetrante que Derek le daba. - Hola, hola, hola! Llegó por quien lloraban, niñas - Este casi cayó hacia atrás al ver aquel tío de chaqueta de cuero marrón y jeans con camisa roja -el color favorito de Derek-pegada al cuerpo. Lo vio entrar mostrando una gran sonrisa y tarareaba una canción que le sonaba conocida
 
“¿E-es un… un hombre? ¡No, no pude ser!” El chaval, de unos veinte años, pasó por su lado. Ni lo miró. Eso hirió su ego un cinco por ciento. Derek aprovecho la cercanía para olfatearle y entonces abrió los ojos y aspiró en un intento de calmarse. “Joder, que no podía ser…”
 
 - ¡Danny! -  Chilló muy cerca del moreno que parecía concentrado hablando con el gemelo alegre y sin la nariz rota, el cual estaba bastante cerca del oído del avergonzado socio de Stiles. -  Danny-chan… - Jugueteó con un puchero falso al sentirse ignorado.
 
Danny giró para gritarle y reprocharle su larga ausencia pero entonces le miro horrorizado. -  ¡¿Qué le paso a tu cabello?!-  Se lamentó acercándose, olvidando a Ethan. - Oh cariño.-  Le abrazó intentando consolar al menor.
 
- No caigas, Danny… ¡ “Tu cariñito” nos ha dejado colgados durante días! - Soltó Scott bastante cabreado. - Seguramente se lo corto aposta para darnos lastima y que le perdonásemos la vida.
 
- Que cruel eres, Scott… - El moreno rodó los ojos.
 
 Stiles moqueó en un intento de lloriqueo. -  ¿No ves que perdí parte de mi encanto? - Señaló su corto cabello, casi de corte militar. - Me siento como Sansón…-  Se lanzó nuevamente a los brazos de Danny, quien lo consentía. Ethan bufo molesto, Aiden solo sonrió con burla hacia su hermano.
 
Danny sobó la espalda de Stiles. - Ya, ya, bebé... cuéntame que te pasó, mi niño.-  Le siguió el juego estrujando sus mejillas y se carcajeó al ver a Stiles. - ¿Quién fue esta vez y por qué?
 
- Amanda.-  Suspiró. -  La vecina, ya sabes… curvas peligrosas, senos suaves como el trasero de un bebé, labios finos pero venenosos como una cascabel… y…
 
-  ¿Y…? - Alentó Scott interesado. -  ¿Te acostaste con su hermana o con su prima?-  Preguntó casi adivinando.
 
- Madre. El verano pasado. -  Especificó. -  ¡Oye! No me miréis así… La tía se conserva mejor que sus hijas… pero Amanda se enteró y puso decolorante en mi champú. ¡Dios! ¿Por qué las tías son tan crueles?  Debí nacer gay…
 
- Los tíos también lo somos, Stiles… Y a veces peores… esa chica fue un ángel comparado a lo que yo te haría…
 
- Sé que me tienes ganas, Danny, pero somos amigos y… “No eres tú, soy yo…” - Recibió un golpe en la cabeza. -  Ayy… -  Se quejó. - Además Scott se pondría celoso…-  Le guiñó un ojo a su amigo, al otro lado de la barra. Recibió otro golpe de Danny. - Auch…
 
- Aunque podríamos hacer un trío de buenorros… Y vender nuestros videos online. -  Danny rió ante las ocurrencias de Stiles.  - ¡Que te den! - Soltó Scott entre avergonzado y cabreado.
 
- ¿Qué hora te parece bien? -  Se burló poniéndole morritos.
 
 - Idiota…
 
- Yo también te quiero…
 
Derek estaba en shock. No esperaba un hombre… No, claro que no. "Joder…"
 
Tomó a Isaac del brazo y lo llevó a la fuerza hasta una mesa alejada y escondida de los tres amigos que bromeaban. Scott observo ese gesto y, arrugo el ceño “Al parecer si tienen algo…”
 
- Creí que Stiles era una mujer…-  Soltó Derek casi gruñendo.
 
- Pues… Parece que es un hombre…
 
 - ¿No me digas? - Dijo con evidente sarcasmo.
 
- Quizás tiene un muy, muy mal maquillaje.-  Concedió su ex cuñado.
 
-  ¿Tú crees? A mí me parece un hombre… ohh, espera, lo es…-  Lo sujetó del cuello. - Dijiste que era una tía, una mujer… ¡Que era una chica, joder!-  Soltó cabreadísimo.
 
-  Yo no dije exactamente eso… - Se defendió el rubió. - Oh, vamos, Derek… ¿Cuál es la diferencia?
 
-  ¿Qué cual-qué cual es…?¿Quieres que le baje los pantalones para que veas lo que él tiene y una mujer no? ¿O que se suba la camiseta para que veas lo plano que es a comparación de una tía? ¿O es que nunca has visto una mujer desnuda?»
 
- A tu hermana, pero está bastante plana, así que…-  Derek gruñó queriendo pegarle. - Ya… Cálmate, no es para tanto…
 
- Dijiste que le encantaban las flores amarillas.
 
-  Sí, y le fascinan. Pero eso no significa que sea una mujer.
 
- Noo… pero también dijiste que usaba cremas con aromas frutales…
 
-  ¿Acaso no lo hueles desde aquí?
 
- Y ahora me dirás que eso tampoco significa que sea mujer, ¿verdad? -  El rubio asistió. - Dijiste que poseía un cuerpo modelado y exquisito… - Saboreó la última palabra.
 
 -  ¡Vaya! Veo que si me prestabas atención…
 
- Pues si… fíjate. -  Dijo cargado de sarcasmo.
 
- Hace ejercicios todas las mañanas, Derek. Sale a trotar.-  Se defendió.-
 
 - ¡Que tenía muchos ADMIRADORES! -  Lo gritó y bajó el tono al llamar la atención de algunas personas a su alrededor. Les miró mal y prosiguió con Isaac.
 
-  ¿Acaso no lo ves? - Aún en contra de su sentido de autoprotección tomó el rostro de Derek y lo hizo rotar por el lugar. Derek captó las miradas de algunos tíos sobre el menor. Apretó los dientes. - Casi todos en este pueblo están tras sus huesos. Tanto tías como tíos.
 
- Bien por ellos. - Quitó las manos de Isaac con bestialidad - Yo aún tengo sentido común.
 
-  Sabes que es tu compañero y que no puedes hacer nada contra eso.-  Sostuvo. - Si no te hubiese emborrachado con el tónico que preparó Cora no te hubieses dejado traer hasta aquí. Tenías que verlo con tus propios ojos y, además, tu lobo interior tiene derecho a saber quién es su compañero.
 
- Al diablo con toda esta mierda. Le compraré un hueso a mi lobo interior y me dejara en paz. Te recomiendo hacer lo mismo. -  Resopló. - ¿Mi madre lo sabe?
 
- Está contenta con la idea…
 
-  ¡¿Es que acaso no quiere nietos?!
 
- Tiene a Cora aún… Ella le llenara la casa de cachorros. A menos que se vuelva lesbiana como mi querida esposa. - Respondió mordaz.
 
- No me lo recuerdes…-  Apretó sus puños. - No puedo creer aún que Paige sea su compañera. ¡Mi prometida me ha dejado por mi hermana!
 
- Touché. - Soltó - Para ti y para mí.-  -Se giró hacia la barra y chasqueó los dedos. Se alegró al  notar que el moreno que le atendía minutos antes le prestaba atención. « ¡Oye, chico! Tráenos unas cervezas.-  Le gritó a Scott, sonrío y volvió la cara hacia Derek, que le miraba agradecido. - Un gran Touché.
 
Scott algo torpe se paseó con la bandeja con los dos vasos y las botellas de cerveza en un intento de no tirar nada al cruzar el tramo que lo separaba del bombón rubio y el grandullón -como les había apodado mentalmente-.
 
Cuando iba casi llegando otros dos tíos le quitaron la bebida y bufando tuvo que regresar de nuevo a por otras cervezas pero esta vez no dejó que nadie se las quitara. - Aquí tienen.
 
- Tarde.-  Gruñó el gigante. Scott trago en seco. El rubio sonrió divertido. - No seas cruel con el chico. -  Tomó un trago del vaso que un segundo antes le había servido el moreno, que ahora le servía a Derek.
 
- Él no tiene la culpa de por lo que estás pasando…
 
- Perdón, no quise incomodar a tu noviecita…-  El rubio rodó los ojos. Scott se marcho avergonzado, con la cara roja y con el rabo entre las piernas. Derek mira hacia la barra donde minutos antes había estado el parlanchín que le había tocado como compañero, al  que ahora mismo no veía aunque captaba su olor.
 
 
 
AC/DC “If you want blood (you got it)” empezó a sonar en cuanto Stiles se deslizó detrás del mostrador con un uniforme negro y su nombre en letras blancas en él. Mientras toma la coctelera para preparar una para un cliente feliz de la vida por tener a Stiles atendiéndole. Y, como si hubiera sido magia o quizás alguien mando un Twitter avisando que el castaño estaba de vuelta en el bar, un gran grupo de clientes entraron, yendo directo a pedir bebidas a la barra y llenando el ambiente de sonrisas coquetas, conversaciones altas, bromas y gritos. Ahora esto SÍ era un club.
 
El club Destiny; donde Derek había hallado a su compañero asignado, según él, por una mala broma del destino.
 
- Stiles... - Recuerda el nombre unisex que su amigo le había dado días atrás. - Un momento… Ahora lo recuerdo, grandísimo hijo de puta, la razón por la que estaba seguro que era una tía fue porque TÚ me diste una fotografía-  Isaac desvió la mirada. Derek sacó la foto del bolsillo de su camisa azul. - Y aunque estaba un poco decepcionado de que la chica no fuese virgen me había ilusionado pensando que al menos sería  una experta en la cama… pero si no es la chica de la fotografía…- Le temblaron los huesos.
 
 - Oh, vamos, Derek… es obvio que el que está debajo de ella es Stiles.-  Sonrío con maldad. - Y como verás sí es un experto en la cama y de cierta forma todavía es virgen puesto jamás se ha acostado con un hombre según mis fuentes… Es totalmente heterosexual. ¡Y ten cuidado con esa foto! Me costó mucho conseguirla, joder…
 
Derek apretó los dientes conteniendo las ganas de derramar la sangre de su casi hermano en aquel lugar lleno de testigos. - Yo también lo soy…
 
- Bueno… Al parecer tu lobito interno no - Dijo en broma.
 
- Esto te costara caro. - Amenazó.
 
- Dormiste como un bebe dentro del Camaro - Cambió de tema, entregándole las llaves a Derek.
 
- Esos idiotas se pasaron con los golpes.
 
- Solo querían ayudar… ¿O acaso la edad ya te está haciendo tan blandito que no puedes aguantar unos cuantos golpes?- 
 
- Yo sí que voy a darte unos cuantos golpes - Amenazó. - ¿Y ahora que voy a hacer con todo esto?
 
- ¡No sé! Yo solo cumplí con encontrarlo y ponerlo frente a ti… Lo demás es cosa tuya, hermano.
 
- Creo que tendré que hacer las cosas a mi manera -  Dijo observando al castaño a lo lejos sirviendo copas.
 
 -  ¿No decías que no te importaba? -  Farfulló Isaac.
 
- Isaac, cierra el pico.- Lo calló Derek.
 

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