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Lucas y Nelly por JiGoKu nO HaNa

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Notas del fanfic:

Sadaharu: ¡Holi! :3

Mika: Holas~ Que bueno que despertamos tu interés y entraste a leer :D Haremos corta la presentación para que no te vayas xDD

Sadaharu: Yes. Este es otro de nuestros bebés, tal vez alguna de ustedes haya leído algún otro que publicamos, sabrá que son largos, dramáticos y sexoxos nuestros adorados bebés, este es especialmente dramático

Mika: Aunque como siempre es una bolita cursi

Sadaharu: ¡Daremos nuestro mejor esfuerzo! Espero que puedan querer a nuestro bebé tanto como nosotros lo quisimos al hacerlo, y lo queremos cada vez que lo releemos xD

Mika: Bien, en cuanto a nosotras, somos dos personas, y este fic originalmente es un rol, se nota algo en la estructura aunque ambas tratamos de arreglarlo de modo que lo puedan leer fluidamente.

Sadaharu: Yes, dos personas, no una, y no es una enfermedad mental o una múltiple personalidad, sólo somos uno más de esos felices matrimoniopartner en internet

partners, matrimonio, rol, dos personas, dos

dos

Mika: jajajaja a veces es difícil que nos hablen en plural, por eso la insistencia

Sadaharu: sep

Mika: Y bueno, dejaré el link al perfil de sadaharu en las notas finales

Sadaharu: oh, no vayan ahí, no es un lugar feliz

Mika: Y para cubrir nuestra estupidez de la falta de descripción de los personajes, abajito dejaré una ficha para que los imaginen :)

Sadaharu: bueno, esto es todo, esperemos que les guste el rol-fic, ya nos leeremos más adelante, ciaus!!!!

Notas del capitulo:

Nelly: Pasa los dos metros de altura, tiene el cabello castaño obscuro, tiene 27 años, es paramédico, vive solo con un gato, naturalmente amable y no sabe muy bien cómo decir “no” a cualquier cosa.

Lucas: Mide un poco más de 1´70, complexión delgada, cabello color cobre algo opaco, ojos avellana, ya en sus 30. Exitoso heredero de la compañía de su padre, lamentable perdedor de la vida.

Nelly estaba cubriendo un turno que no le correspondía esa noche, como un favor especial a un compañero de trabajo. A sus veintisiete años, pese a su apariencia, no era de los que podían decir que no y menos si la cara era bonita; lleva tres años ejerciendo como paramédico en una ciudad a la que se mudó casi cuatro años atrás y esa noche él y sus dos compañeros en la ambulancia atendían a un llamado de emergencia junto con otras unidades.

En una zona de la ciudad que parece no dormir de noche, en un hotel de los mejores que cuenta con su propio casino, se ha iniciado un incendio que le informan tiene su origen entre el séptimo y octavo piso; no son los primeros en llegar, sus demás compañeros, los bomberos y la policía han atendido la parte más grave, pero temen que haya gente dentro, entonces comienza su trabajo desalojando los pisos. Sus compañeros y demás rescatistas suben al cuarto piso donde se reporta algún incidente, gente desaparecida, quizá por el pánico, han visto a alguien en una ventana. Todos entran y Nelly ve entonces una puerta cerrada que marca estar ocupada, intenta abrirla pero no lo consigue a la primera así que con ayuda de un bombero logra forzar la entrada.

No hay ruido adentro, todo el escándalo es afuera. Tropieza un poco con un par de zapatos, y entonces ve a alguien acostado en la cama, se acerca, aparenta estar inconsciente, el rescatista culpa al humo; Nelly mira al lado del hombre en la cama, no es el humo, es otra cosa. Le da un par de palmaditas en la cara, el tipo se mueve un poco pero está claro que hace rato está inconsciente, no lo piensa más y pide una camilla de inmediato. El tipo tiene una sobredosis que puede ser mortal, se van al hospital junto con otro herido de gravedad en la ambulancia, esa es la noche de trabajo de Nelly, que curiosamente no puede dejar de ver a ese hombre con sobredosis de una forma diferente mientras atiende y espera, le impresiona un poco por algo más que el hecho de que sea un suicida; tampoco sería el primero ni el ultimo que vea, él sabe que es algo más.

 

 

De un tiempo a esa fecha Lucas había perdido por completo su suerte y felicidad, muestra clara era que despertara en el hospital siendo el mismo endeudado y patético Lucas en vez de quién sabe qué; ir al infierno, o reencarnar en una ardilla, o simplemente nada. Cualquiera era mejor que seguir ahí. Estando en sus radiantes 31, casi 32, Lucas había despertado una mañana, no hace mucho, encontrando a su hermosa novia a su lado, viviendo en un enorme y precioso departamento, con un trabajo excelente y bien remunerado y con la espantosa sensación de todos los días; aquella que dictaba que aunque fingiera, nada de lo lindo y maravilloso que lo rodeaba le llegaba a importar, lo llegaba a hacer feliz.

Recordando eso chasqueaba la lengua y viendo que nadie entraba al cuarto se quitaba un par de tubos que tenía puesto y a paso lento, su cuerpo no estaba a su favor, salía del lugar yendo con seguridad a la azotea. El mundo lo aburría, su vida lo aburría, por ello había caído en aquella tentadora trampa emocionante de apostar.

No era el ganar dinero lo que lo había empujado de su tranquila y responsable vida de oficinista acaudalado a la vida nocturna del casino. El premio importaba poco y nada. El simple hecho de ponerse en riesgo era lo excitante, el ganar sólo por ganar, el monto daba igual. Pero no sólo ganaba, como todos era mucho más lo que perdía. No era difícil suponer el resto. Se había quedado, esa misma noche del incendio, con lo puesto y nada más. Era un enfermo y lo sabía, pero no le había importado ni cuando su novia lo dejó un mes atrás. Sólo se dio asco cuando se vio sin casa, sin auto; sin dignidad. Él siempre tan orgulloso, había descubierto algo que hacía emocionante su vida, pero que también se la destruía. No tenía sentido nada entonces, le daba por reír una vez más amargamente mientras se apoyaba en la reja de la azotea. La vez pasada fueron más de veinte pastillas con whisky, ahora serían más de veinte pisos, algo que un incendio no arruinaría.

 

 

 

Nelly solía tomar su descanso en la azotea, solo, justo a esa hora y ya fuera fortuna o no, ese día no era la excepción. Subía con algo de flojera y no se imaginaba lo que vería al llegar al lugar. Iba lo más rápido que podía y detenía del brazo a ese hombre, que era el mismo del otro día.

—    ¡Oí! ¡Alto ahí!... ¡Está prohibido aventarse de la azotea del hospital! —decía su tontería un poco nerviosa mientras le sostenía fuerte. Era nerviosa, porque lo veía, ese tipo simplemente se iba a matar, la mayoría de los suicidas avisan para ser salvados, esperan, dicen que se quieren morir porque realmente quieren ser salvados; quien quiere morir de verdad sólo muere, tal como ese tipo en ese lugar pretendía.

 

Que su segundo intento fuera frustrado lo ponía de peor ánimo, más si era salvado por alguien con una frase tan estelar como esa. Forcejeaba con él y lo miraba con rencor, era un bastante más alto que él y sentía que lo había visto antes, de manera borrosa. Éste no cedía y lo retenía para evitar lo que Lucas creía inevitable, debía hablar entonces:

—    Tu esfuerzo es en vano, hay muchas azoteas en esta ciudad.

 

—    Y apuesto que a nadie le gustaría que te tiraras de una, ¿qué pasaría si le caes a alguien encima y lo matas? Sé más responsable —lo detenía bien, no era muy difícil tomando en cuenta las condiciones en las que se encontraba y la diferencia de tamaños.

 

—    ¿En serio crees que me importaría eso? —no era difícil para el mayor acomodar mentalmente a ese tipo entre la gente más estúpida que conocía.

 

—    Tal vez no, pero no dejaré quede eso pase, es mi trabajo después de todo... además... ¿No tuviste suficiente de esto el otro día? Es decir, se supone que deberías estar reflexionando y planeando mejorar tu vida a partir de ahora, es decir, no todos tienen una oportunidad como la tuya... —lo había reconocido, al tipo suicida del hotel del otro día, que verdaderamente había tenido suerte; se había salvado de la muerte por muy poco, a pesar de que en el incendio habían muerto tres despreocupados turistas, que seguramente no lo planeaban.

 

—    ¿Quién dice eso? Que me haya salvado no mejoro mi vida, ¿sabes? Sigue exactamente igual —lo que ese tipo podía percibir como un milagro, para él no era más que un contratiempo— ¿oportunidad? Si quieres te la regalo, no la necesito, lo único que necesito es morir.

Lo que el otro decía era de verdad, lo sentía en su sombría mirada y su voz que no dudaba para nada, esa persona iba en serio, pero Nelly también lo hacía.

—    ¡Entonces dámela! Tu oportunidad, dámela... Escucha, no niego que la vida pueda ser una mierda bien grande, pero yo creo, que aun así, es demasiado cara como para tirarla del techo de esta forma. Por más patética que sea, una vida es una vida... si ya no la quieres, dámela... ¿Qué puede ser tan malo después de todo?

 

Lucas lo miraba con incredulidad, no terminando de entender a qué se refería, ¿quería su oportunidad, su vida? Era un tipo raro sin duda.

—    Pues adelante, te la regalo —hacía un ademan con la mano y encogía los hombros, planeaba matarse, nada importaba ya—, no me interesa lo que quieras hacer con ella, es tuya.

 

—    ¿Eh? ¿Es en serio? —Eso que había dicho era una táctica, se suponía que después de eso podría nacer una plática donde le explicara por qué no podía morir, pero ahora, así de fácil, una persona, cuyo nombre no conocía y mucho menos sus motivos para terminar así, le acababa de dar su vida.

—     Está bien, entonces haré lo que quiera con ella... primero... —lo jalaba un poco de la mano para alejarlo de ese lugar tan peligroso— vamos abajo, deberías descansar un poco.

Lo seguía sin decir más, imaginaba que quizá el otro se retractaría pero no, tenía curiosidad de ver que tan lejos llegaba. Aceptaría eso por un tiempo, si lograba entretenerlo, luego haría lo que debía, dicen que la tercera es la vencida.

 

s62;

Después de lograr que bajara de la azotea lo acompañaba a su cuarto donde ya lo buscaban las enfermeras; en lo que le sobraba de su descanso, se quedaba con él y le preguntaba, además de su nombre y esas cosas, la razón por la que había decidido terminar con todo. Esa era una pregunta que normalmente no haría pero ese hombre, que ahora sabía, se llamaba Lucas, no parecía del tipo que se fuera poner a llorar con eso.

—    Porque es aburrido —decía con seriedad y simpleza mientras se acomodaba contra las almohadas para quedar sentado—, todo es un sin sentido...Y además tengo deudas espantosas, pero ya se las deben haber cobrado entre mi casa y mi auto. Las enfermeras de aquí no serían tan amables si supieran que no tengo para pagar.

 

—    Ah, ya veo... —se rascaba la cabeza sentado en la silla de al lado— Bueno, lo último se puede arreglar ¿no?, después de todo, me acabas de dar tu vida ¿no?, yo me encargaré de eso, sólo, debes reponerte y no pensar más en eso.

 

Lo miraba una vez más no sabiendo si hablaba en serio o qué, pero este no le daba ninguna pista, debía asumir que estaba loco.

—    Como quieras.

 Se recostaba y cerraba los ojos, inevitablemente, como no había llegado la muerte, llegaba la hora de pensar; no quería estar ahí, no había razón para seguir con tal tontería. Pero aun así persistía, entre toda la maraña de absurdas y depresivas cosas en su mente, aquella curiosidad por ese tipo. Por ahora era lo único que lo mantenía lejos de la ventana del cuarto.

 

 

Así se pasaban un par de días, en los que Nelly pasaba todo su tiempo libre preguntándole cosas, o simplemente estando, en silencio, por las noches. Pedía el favor especial a las enfermeras que lo conocían y querían, que cuidaran bien de él y no lo dejaran solo un momento, ellas le sonreían y cumplían con su palabra. Eso sólo duraba tres días más, y Lucas estaba listo para ir a casa, la cual en efecto no tenía.

No había nada suyo, más que la ropa que llevaba el día que lo habían encontrado. Nelly se había encargado de rescatar y limpiar esta última, un traje fino y se lo llevaba el día que lo daban de alta, entonces lo invitaba a su casa, que comparado a lo que Lucas tenía antes, era muy poco. Sólo dos cuartos, uno que era su recámara y otro más grande que era comedor cocina y sala.

 

 

No comentaba nada al entrar al pequeño departamento —Lucas se negaba a llamar a eso casa—, no hacía falta mirar mucho al rededor para dar cuenta de todo el lugar y que este vivía solo. Bueno, solo a lo que compañía humana refería pues, al entrar Nelly tras suyo y hablar, venía de inmediato a recibirlo con algo de escándalo un grande y gordo gato peludo que lo ignoraba olímpicamente.

—    Hola Gregy... —Se agachaba entonces para cargar al gordo gato y le presentaba a Lucas propiamente, aunque el animal sólo quería comida y un poco de mimos— Este pequeño se llama Gregy... Es bastante cariñoso y comelón, te gustará... ah, puedes poner tus cosas donde quieras.

¿Pequeño?, era el gato más grande y gordo que conocía, aunque no conocía muchos, no creía que ese término le quedara.

—    ¿Qué cosas? —era un chiste de mal gusto que le dijera eso, lo bueno es que, como todo, no le interesaba.

Nelly se rascaba la cabeza dándose cuenta de lo que había dicho.

—    Ah... lo siento —sonreía tontamente— Entonces, la habitación esta por ahí y el baño por allá... Siéntete libre de usar mis cosas —le decía mientras su estómago comenzaba a hacer ruido— ¿tienes hambre jeje? Ayer prepare pizza casera, apuesto a que te gustará después de probar sólo la comida del hospital.

 

—    No tengo hambre —respondía sin interés e iba a la puerta que el otro indicaba era su habitación.

 

—    Está bien, pero tarde o temprano tendrás que comer, o no te recuperaras por completo.

 

—    Me tiene muy preocupado eso —comentaba con sarcasmo a bajo volumen sin importarle que sólo él se escuchara. Morir de hambre no le parecía tentador pero no tenía ganas de comer y por —mala para él— suerte respirar es involuntario.

 

Nelly lo dejaba irse y se ponía a comer, pero sólo lo hacía porque entendía que el otro necesitaba descansar; se había propuesto cuidar de él, cómo quien recoge a un animalito de la calle y además de eso, estaba esa otra cosa, que sólo él sabía, otra razón para tenerlo ahí.

 

Lucas inspeccionaba que la habitación tenía una cama no muy grande, como todo en ese lugar, se quitaba el saco y la corbata y lo tiraba sobre la cama sin cuidado; se quitaba los zapatos y se acostaba sobre las cobijas. Quería dormir y seguir durmiendo, nada más. Le asaltaba la duda de repente de si tendrían que compartir la cama o lo tiraría al sofá.

 

Nelly dedicaba el resto de la tarde a hacer algunos quehaceres, siempre seguido por Gregy, también buscaba algo de su ropa que no le fuera a quedar tan grande a Lucas, aunque era imposible, pero para poder comprar algo tendría que esperar hasta el día de paga que aún estaba lejano, pues era cada quince días. Justo ese día había cobrado, pero había cubierto parte de los gastos del hospital.

 

Lucas tampoco cenaba con él, pero cuando oscurecía le acercaba ropa y le decía que estaría más cómodo con ella, aunque fuera un poco grande, también le decía que podía tomar un baño si quería. Y acercándose la hora de dormir, no preparaba ningún otro lugar para acostarse, desde donde él lo veía los dos cabían perfectamente bien en la cama y además, hacía bastante frío en esas épocas y él no contaba con calefacción.

 

 

Al recibir la ropa Lucas se quitaba la camisa y el pantalón de oscura y fina tela tirándolos tan descuidadamente como al saco y corbata. La ropa del otro le quedaba grande, en otra ocasión se hubiese molestado porque él era el mayor ahí y sin embargo el más pequeño; ahora no contaba con el entusiasmo para eso. Tampoco para bañarse, sólo se metía bajo las cobijas esta vez y cerraba los ojos. Nunca estaba muy seguro si estaba dormido o no, pero esta vez aunque no quisiera estaba atento a lo que el otro hacía y sentía como Gregy trepaba a la cama y se le paseaba por encima reclamando a viva voz. Seguro exigiendo una explicación a por qué estaba ahí. Era un gato muy ruidoso además de gordo.

 

Nelly se daba una ducha, se ponía su pijama, acariciaba a Gregy y pretendía la tv de su cuarto en sonido bajo, entonces apagaba las luces y se tiraba a un lado de Lucas, tal vez a este le pareciera pequeña, pero en realidad era lo suficientemente grande como para tenerlos a los dos y a Gregy. No tardaba mucho más en dormirse, la mañana había sido fatigosa y por la tarde no había podido descansar; por suerte el siguiente era su día libre.

 

Notas finales:

¡Muchas gracias por leernos!

Ojala les haya gustado, nos leemos la proxima semana.

Aquí les dejo el link del perfil de sadaharu <3

 


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