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Luces de Tanabata por Lady Cadiie

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Notas del capitulo:

Es mi primera historia de Kuroko no Basuke. Terminando de ver el anime quedé enganchada con la relación de Kagami y Kuroko ¡Ellos nacieron para estar juntos! Hahaha, aunque de vez en cuando shippeo a Tetsu con Mukkun, pero esa es otra historia... 

Cómo ésto era originalmente un One-shot, pero fue aumentando de tamaño a uno colosal, decidí subirlo dividido con actos. 

Espero que les guste este mini-fic que nació de una tarde loca, fusionado con mi obsesión con hacer algo alusivo a Tanabata.

Disclaimer: Los personajes de Kuroko no Basuke no me pertenecen, son de Tadatoshi-sensei y yo sólo los pido prestados para que recreen escenas que se encuentran en algún punto de mi mente.

Luces de Tanabata

:-:Acto I:-:

Ese verano especialmente hacía mucho calor. El ambiente era sofocante y en vacaciones no había entrenamientos para dejarlos descansar, bueno, hasta en los deportes existen los momentos de relajarse un poco. Sin embargo, Kagami estaba muy malhumorado; tenía días sin tener contacto con otro ser vivo más que su reflejo y eso lo estaba llevando a la locura. No podía salir pues nadie en su sano juicio saldría siquiera a comer un helado con el intenso sol que yacía desde temprano y perduraban sus secuelas incluso en la noche.

Además de que había algo que no lo dejaba dormir…

El pelirrojo se encontraba tirado en el sillón de su departamento viendo juegos amistosos de básquetbol en un canal extranjero de deportes. Comía a ratos un emparedado de jamón que se preparó con anterioridad y contaba la cantidad de vasos de agua que había consumido desde la mañana. Cuando acabó el partido que estaba viendo, se dedicó a cambiar lentamente los canales en busca de algo bueno por ver; al observar que realmente no encontraba nada interesante se estresó y aventó el control remoto al otro lado de la sala.

Suspiró. Necesitaba salir urgentemente.

¡Y lo requería ya!

‘Bip, bip. Bip, bip’

Escuchó que sonó su celular y lo tomó entre sus manos para revisar que había un e-mail en la pantalla y lo abrió; el mensaje era de su ex entrenadora Aida Riko.

“¡Hola Bakagami! Haz extrañado mis entrenamientos infernales ¿verdad? Espero que sigas entrenando a pesar de ya no estar todos los superiores ahí. Bien, estamos en la ciudad Junpei, Teppei y yo por vacaciones y mañana es el festival de Tanabata, así que vamos a ir todos los miembros –viejos y nuevos- del club de basquetbol para agradecer y convivir un rato, nos veremos en la escuela a las siete para irnos todos juntos. Te juro que si faltas, voy hasta tu departamento y te castro.

Nos vemos mañana~ ^.^”

Bien, ese mensaje era un tanto tétrico por la amenaza explícita en la última frase. Y tenía realmente miedo porque conocía a aquel demonio interno que tenía la mujer y sabía que era algo que ella se encargaría de cumplir.

—“Tanabata he…” — Taiga no sabía de qué se trataba tal día. Sólo había escuchado hablar de esa festividad en un par de ocasiones diciendo que es en honor a una princesa, un campesino y unos deseos. Sin embargo, como él tenía más interés en el deporte le daba poca importancia a tales eventos.

Bien, al menos ya no se podía quejar, tenía algo que hacer mañana con todo el club de básquetbol… y todo el club incluía a Kuroko.

Suspiró. Él era el algo que no lo dejaba dormir últimamente bien por las noches. Y es que tenía un par de meses que se percató que sentía un algo más por su compañero de duela. En un principio no le dio la mayor seriedad al asunto puesto creía que se trataba simplemente de una confusión de identidad por parte de él, ya que, además de su entrenadora y Alex, no había interactuado con muchas chicas, las pocas –y contadas- sólo habían pasado como aventuras de una noche, bueno, era entendible a sus ya diecisiete años; sin embargo con el pasar de los días, y al observar más detenidamente a su objeto de amor, se daba cuenta de pequeñas manías que le enternecían y le estrujaban el corazón.

O en dado caso, le aceleraban la entrepierna. Pues fantaseaba con aventarse cual animal salvaje y tomarlo con una bestialidad impresionante. Poseerlo se había convertido en un sueño diurno que lo llegaba molestar en ciertas ocasiones, ya que esas imágenes poco decorosas que tenía en mente sobre su colega, le excitaba y eso daba cuentas visibles sobre lo que pasaba por su mente en ese momento.

Y gracias a eso, últimamente rechazaba cualquier invitación que le hacia Kuroko para ir a algún lado o ir a su casa a jugar videojuegos. Claro que lo que Kagami menos necesitaba en ese momento era a un vulnerable celeste en su habitación con los pensamientos impuros que tenía sobre otro tipo de juegos que podía hacer con él.

No, era una pésima combinación. Y eso le mataba, pues lo volvía loco el hecho de como su sombra se le ofrecía –sin saberlo- en bandeja de plata  y él le daba negativas inventando excusas evidentes. El rechazo hacia sus sentimientos era lo que menos le preocupaba; el simple hecho de llegar a imaginar cómo Tetsuya le miraba con esa frialdad estoica tan característica con un matiz de asco, eso era algo con lo que no podría lidiar.

Dentro de investigar en internet de lo que se trataba el festejo de Tanabata y salir a comprar cosas para hacetigar en internet de lo que se trataba el festejo de Tanabata y salir a compar ; el simple hecho de llegar a imagr algo rápido de comer se le fue la tarde y la noche al moreno y se dedicó a mirar el techo de su habitación, no tenía prendida la luz, así que lo único que veía era oscuridad.

Sin más, apareció en el colegio de Seirin y se encontraba trotando. No recordaba haber hecho el camino hacia su escuela ni mucho menos ponerse ropa deportiva para entrenar. Era ilógico puesto estaban de vacaciones y ese lugar debía estar cerrado y lo comprendió.

Estaba soñando, se había quedado dormido.

—Kagami-kun— Escuchó decir una vocecita leve detrás de él y lo espantó saltando de su lugar. Kuroko se encontraba como siempre con su cara estoica y eso lo hizo aliviarse. — Sh, no hables Kagami-kun, sólo disfruta…

Y pronto Kuroko comenzó a tocar su entrepierna con movimientos circulares, estrujando su miembro sobre las ropas y eso le arrebató al moreno un par de suspiros. Y sentía como el menor deslizaba su mano por debajo del short y sorprendentemente ahí no tenía puesto ropa interior.

—“Que convenientes son los sueños…”— Pensó felizmente el pelirrojo. Él se dejaba hacer por lo que el otro le hiciera, estaba consciente que eso no podía vivirlo allá afuera y solo le quedaba escapar a la fantasía del sueño nocturno. Sintió la destreza del pálido al masajear su parte más noble de una manera exquisita y eso lo encendió. — Tengo ganas de empotrarte contra esa pared y enterrartela lentamente Tetsuya…— susurró en el oído de su compañero sin ninguna vergüenza y sintió al otro estremecerse ante tal confesión.

—Hazlo Taiga…

Unos cuantos rayos de luz comenzaron a molestarle en su cara y se despertó ante tal interrupción. Frotó sus ojos y su nariz buscando quitar ese ardor matutino por el sol. Se molestó con la mañana y maldijo a cualquier dios que alabara al astro mayor. Era el mejor sueño que había tenido, el mejor y más caliente desde que soñaba con él y la llegada del alba lo había arruinado todo. Quizá ni en sueños podía permitirse el tocar a Kuroko de la manera que deseaba.

Quizá la vida le odiaba un poco.

—¿Y ahora qué hago contigo?— Exclamó Kagami entre dientes observando como su pene se encontraba magistralmente despierto debido al sueño.

.

.

:-:Acto II:-:

Nigou se encontraba restregándose contra sus piernas en busca de atención. Su cara se contrajo y comenzó a aullar como última instancia para llamar la atención del celeste. Kuroko miraba sin ninguna expresión su celular y recordaba el mensaje de su ex entrenadora. Le agradaba el reunirse con todos, recordar viejos tiempos, estrechar un par de manos y desearles lo mejor de lo que resta del año. Pero había un inconveniente…

—Ya van tres semanas…— Susurró más para sí mismo que para el canino que sostenía ahora en sus manos. Lo acariciaba con delicadeza, tocando suavemente detrás de sus orejas haciendo que poco a poco éste se durmiera; lo depositó con suavidad en su cama y bajo las escaleras despacio. — Buenos tardes…

—Ku-chan buenas tardes, dormiste mal ¿verdad? Son las doce del día...— Exclamó y regañó dulcemente su mamá mientras le dejaba la comida en la mesa. — voy saliendo al trabajo, llegaré tarde así que llévate las llaves cuando salgas. — Hablaba atropelladamente una dama con aire jovial mientras se ponía apresuradamente unas zapatillas en el Genkan. — Por cierto, te compré un Kimono nuevo para éste año— Señaló una caja azul que se encontraba en un sillón—, ¡Feliz día de Tanabata hijo!

Kuroko sólo observó salir a su mamá dando un portazo, sin duda era muy diferente a su progenitora. Se acercó lentamente hasta sentarse y poner sus palmas juntas. — Gracias por la comida.

Comió disfrutando de los alimentos. Su mamá se empeñaba en cocinarle como si él ingiriera una cantidad similar al de un batallón o en dado caso, el equivalente al de Kagami Taiga…

Suspiró resignado. Él era ese inconveniente que tenía; desde hace tres semanas el pelirrojo lo evitaba descaradamente con mentiras absurdas que hasta el más despistado podría ver claramente. Y tenía miedo, pues creía que le estaba sacando la vuelta por repulsión…

Una normal repulsión a su parecer. Tenía pavor que su amigo se haya enterado que él en realidad es homosexual. Y peor aún, que le gustaba. Que le gustaba ver su cuerpo atlético y varonil corriendo por la cancha en un partido, o su fiera mirada al dirigirse a un oponente, o esa sonrisa llena de determinación cuando se le presentaba un desafío.

Le gustaba… le gustaba demasiado. Tenía miedo de aquella mirada acusadora, de aquel rostro desencajado, de palabras hirientes y de negarle su compañía de por vida.

 Se levantó de la mesa quitándose esos pensamientos pesimistas, lavó su plato y se dirigió a ver el Kimono que le había comprado su mamá. Tras mirarlo y aceptar que estaba bien, lo puso en una silla y fue a perder un poco el tiempo dentro de la casa jugando videojuegos, por lo regular saldría, pero observó por la ventana de su cuarto como el sol estaba en su máximo apogeo y decidió dejar el basquetbol para después.

Al percatarse que ya pasaban de las cinco de la tarde, se metió a bañar para quitarse la sensación pegajosa que dejaba el sudor por su paso del cuerpo. El agua fría ayudaba a calmar sus pensamientos y sentía una gran ayuda al dejar ir sus preocupaciones con las gotas por el caño. Sus ojos permanecían cerrados relajándose; por momentos, recordaba las grandes manos de Kagami y se imaginaba como estas surcaban por su cuerpo. Se encendió y excitó tanto que ni la ayuda de la temperatura del agua le ayue imaginaba como estas surcaban por su cuerpo. Se encendigando videojuedaba y comenzó a masturbarse pensando en su luz. Duró un rato, concentrándose en la cara de su compañero y con su mano rítmica se imaginaba que era esa la que tanto quería tocar, terminó por venirse minutos después y se acabó de duchar.

Al salir, se tiró un rato en su cama y duró acostado un rato. Nigou estaba dormido y él aprovechó ese tiempo para pensar en su deseo de Tanabata, por lo regular no prestaba atención a esa tradición, pero decidió brindarle una oportunidad a esa mágica fecha.

Tras meditar un poco, se levantó y se puso su Kimono. Se dio un par de palmadas en sus mejillas con ambas manos y trató de convencerse que ese día conviviría con todos, no tenía nada que temer, mientras fingiera demencia todo saldría bien. Tomó su celular y llaves mientras observaba el cielo ya casi completamente oscuro y como un par de nubes grises comenzaban a opacar las estrellas.

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:-:Acto III:-:

—Demonios… ya es un poco tarde. — Remilgó Taiga mientras corría desesperadamente por las solitarias calles de su vecindario. La escuela estaba un tanto lejos y tendría que hacer uso de su energía descomunal y apretar el paso para preservar la integridad de sus testículos. Al trotar veinte minutos, divisó a lo lejos la entrada de su escuela y con ello a su ex entrenadora. — Lamento la demora…

—¡Llegas tarde, Bakagami! — Vociferó la chica a los cuatro vientos. Con su fuerza descomunal, logró hacerle un chichón en la coronilla de la cabeza del moreno. Reparó un poco al ver de pies a cabeza al susodicho y volvió a rugirle mientras le halaba una oreja. —¡¿Y qué demonios haces vestido así?!

—¡Ha-ay duele, duele! — Susurró regañado el pelirrojo. Sobaba con disimulo su oreja recién estirada, la entrenadora podía ser mujer, pero tenía la fuerza de Hércules. Al terminar su dolor, observó su vestimenta con mayor cuidado, llevaba puesto unos pantalones negros, una camisa roja a cuadros con líneas negras y sus inseparables tenis Nike. —¿Qué tiene de malo? ¿Acaso no me vestí normal?

—Precisamente es eso, idiota. Estás demasiado normal. — Dijo más tranquila Riko. — ¡Es Tanabata!

—Ya, ya Riko. — Habló por primera vez un joven muy alto. Una mirada comprensiva se situó al mirar a Taiga y sonrió más para ella que para él. — Kagami vivió en América muchos años, es normal que él no sepa lo tradicional de las fiestas japonesas.

La trigueña exhaló con resignación, se le había olvidado decirle en el mensaje que consiguiera un Kimono o que en su caso, le dijera a ella para pedirle prestado uno a su papá. Se le erizó la piel cuando sintió como una gran mano tomaba la suya con ternura y se sonrojó rápidamente, al intruso en sus pensamientos le dio un leve golpe en las costillas y se quedó callada en lo que se reponía.

El moreno no entendía muy bien lo que sucedía, sin embargo, se le iluminó la cabeza al observar a los que estaban ahí y los que iban llegando venir con Yukatas tradicionales de la temporada. Ahora él era el que se veía estúpido al ir con ropa simple a un festival. Quizá si debió de investigar un poco más sobre el asunto…

—Ahí viene Kuroko ¡Amigo, por aquí! — Gritó alegremente el chico con cara de gato mientras brincaba y agitaba la mano.

Kuroko venía caminando tranquilamente con su cara inexpresiva de siempre… o eso era lo que veían todos, ya que él estaba nervioso hasta los huesos y lo único que observaba fijamente era lo asombrosamente ardiente que se veía Kagami con su ropa de siempre: la camisa entre abierta del pecho dejaba ver sus trabajados músculos y la manga corta dejaba apreciar sus dotados brazos. Un imperceptible calor dio a parar en sus orejas y siguió su andar hasta llegar a todos.

—Buenas noches. — Susurró el celeste. Realizó una perfecta reverencia y se paró casi enseguida. — Lamento la demora, el tren se detuvo unos cuantos minutos.

—No hay problema Kuroko…— Contestó rápidamente Aida y lo abrazó tiernamente. — ¡Te vez maravilloso! Sabía que a ti estas ropas te quedan a la perfección.

—“A mí me golpea y a él lo abraza aunque ambos hayamos llegado tarde.” — Gruñó a sus adentros el de mirada roja. Sin embargo debía de admitir que el criterio de la chica era realmente acertado, Kuroko se veía bien…

Muy bien, seductor debería de describirlo mejor. Cuando se dobló para disculparse, dejó ver a través de toda esa tela un pequeño botón rosa que le pedía a gritos a él –y no a otro- ser lamido sin recato. Tuvo que hacer uso de su auto control para no lanzarse sobre él como animal en celo; aunque algo apretaba en sus pantalones…

—Buenas noches, Kagami-kun.

—B-buenas noches Kuroko.

El ambiente se tornó un poco pesado para los demás al sentir el saludo tan distante entre ellos dos. No obstante, nadie sabía de la batalla mental que cada uno vivía en su interior en ese momento, los dos pensando en lo mucho que extrañaban al otro.

Después de todo, la luz y la sombra no pueden estar separadas. Ambas se necesitan para poder existir.

—Entonces el único que desentona aquí es Kagami… ¿desentona? Quitar su presencia con acetona*…— Murmuró entre dientes Izuki, pero al sentir la mirada matadora de Junpei se quedó callado.

—Bien, vamos chicos, no tenemos todo el día y hay dos cosas que debemos de hacer todos juntos. Ir al templo a agradecer lo bueno de éste año y colgar nuestros deseos en los bambúes.

—¿Deseo? — Inquirió el pelirrojo al aire para ver quien le contestaba. Veía a todos caminar lentamente y de lejos, yendo junto a Riko, iba Kuroko.

—Así es, un deseo… ¿Conoces la leyenda de Tanabata? — Preguntó Teppei a Kagami, al obtener una negativa por respuesta continuó su relato. — Brevemente, cuenta la historia que Orihime y Hikoboshi eran unos amantes que fueron separados por el padre de ella y estaban separados por un rio. Sin embargo, al padre le conmovieron las lágrimas de su hija tanto que le permitió que se vieran una vez al año… se dice que te encomiendes a ellos ese día colgando tu deseo en un papel y poniéndolo en un bambú, pero como siempre hay un inconveniente…— Abrazó por los hombros al moreno y se pegó hasta su oreja para susurrar lo más bajo posible. — a ellos los ayudaban las urracas a cruzar el rio formando ellas un puente, pero si llueve el día de Tanabata, ellas no podrán venir y tendrán que esperar un año. Dime ¿Cuál es tu deseo de Tanabata?

El castaño se separó de él hasta correr con su novia y tomarla de la mano. Kagami sólo se quedó hasta atrás pensando en un deseo que pudiera intentar pedir… aunque fuera un poco egoísta.

.

.

"Microproblema: Si le sumo mi soledad a la tuya

¿Qué es lo que obtengo a cambio?

¿Dos soledades o ninguna?"

Ajo

.

.

Notas finales:

¿Cómo ven al par de tontos pensando en el otro torturandose así? Jajaja me quedó un poco meloso, espero no haberme alejado tanto de las personalidades de ellos.

¿Comentaarios, dudas chocolates, jitomatazos? Todo lo recibo sin pena, adelante y con confianza.

¿Los veré después? Espero que si, esperen la continuación muy pronto. Les mando muchas mordidas. 

Lady Cadiie.


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