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SOMBRAS EN LA LAGUNA BROGLIE por Haschariel

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Notas del fanfic:

Holas:

Bueno que corte. Despues de tantisimos años perdida del mundillo, me ha salido la vena de la añoranza y con el ella el querer volver a escribir. La verdad es que no hay excusa, salvo que los crios creces y te dejan tiempo para lo que te gusta. Pero en fin. Aquí estoy, otra vez con la esperanza de continuar aquellos proyectos que habia dejado de lado. Algunos se perderan para siempre, otros veran la luz por primera vez y otros pocos continuaran creciendo. Espero que me tengai paciencia ya que estoy tan pero tan oxidada que no se cuanto me tome realmente alctualizar una historia, lo que si, es que las que empiece las terminare. Aparte porque me ha picado el bichillo del mpreg (he visto tantos por aquí, tomados muy seriamente) y yo tambien quiero escribir algo sobre el genero. Pero bueno, ya me direis que tal lo voy haciendo porque espero muchos de vuestros comentarios para saber si he empeorado en todos estos años en los que no he escrito ni un parrafo o lo estoy haciendo aceptable. (Recuerdo que tenia muchisimo horrores ortograficos).

Me lanzo con una historia que ya habia escrito y le hice pequeñisimas correcciones para que se entienda mejor. Esto para que me de tiempo de continuar y tratar otros proyectos,( que necesito mucho tiempoooo para retomarlas). Sombras…. Es una de mis niñas predilectas y quiero subirla completa junto a su hermana menor The River….

 

Notas del capitulo:

Espero que disfrutéis de esta historia. Os ubicare mejor en la época para que podáis imaginaros el ambiente y la vestimenta de los personajes: el año que transcurre es el 1895. Una época de muchos cambios. Ya sabéis, a finales del siglo xix. El primer coche a gasolina en el mercado solo de los de clase rica, la luz eléctrica, las primeras experiencias del hombre en el cielo, el auge de la industria y todo eso. ^^. Enviadme comentarios, vale?.

Anice Bradly fijo la plomiza mirada en el camino y respiro varias veces tratando de reprimir en sus inalaciones, el conocido sentimiento de inquietud y la apremiante sensacion de peligro que invadían sus sentidos. Sus músculos estaban tensos, encerrados en la mortaja que encuadraba el corset y la basquiña; a pesar de que por dentro su estomago se revolvía incipientemente al compás del corcoveo del Ford T

A sabiendas de que una carroza, kilómetros atrás les seguía cargada de equipajes, Anice recordó que había estado de acuerdo en hacer el viaje a bordo de aquella ostentación móvil con motor a gasolina llamada coche. Al principio resultaba magnifico acumular puntos a su favor frente a la familia. Sin embargo ahora, sacudida por los espasmos titilantes de auto preservación confundidos con el propio bamboleo del aparato sobre el camino, aquello ya no parecía tan buena idea. Tal vez el abuelo no lo vería con buenos ojos. Tal vez tomaría la iniciativa como un despliegue competitivo. Tal vez no gustara de tal modernidad rodante. Tal vez… A su lado, desde el asiento del piloto, escucho la voz extrañamente tranquila de Eliot Cladnel…

-Tranquila mi amor. Ya veras como todo sale bien

Pero la ingenuina tranquilidad de Eliot no era el suficiente aliciente que Anice necesitaba para convencerse que todo marcharía sobre ruedas, como ellos mismos ahora por ese colorido camino

 

Trato de imaginarse a si misma, sentada frente al jardín de su abuela, envuelta en una inquebrantable paz. Sorbiendo la dulzura de una buena tacita de manzanilla y expedita del mal de la dupla Broglie. Aquello solo era una ilusión y por supuesto tenía el don de la fugacidad. Anice soltó una risa aun mas forzada que la exquisita tolerancia de su novio a su familia

-… si  -murmuro para si misma, mientras sus dedos se encaprichaban con un rizo almendrado que pendía de su complejo peinado, bajo un aun mas complejo tocado de festones sobre su cabeza

-estas nerviosa?!. Vamos, que tan malos pueden ser? … -desde los asientos traseros, William Hardy dejo oír en aquel tono, todo el encanto y magnetismo de su voz. Su llana sonrisa dibujada en sus labios dulces era parte inherente de su personalidad; así como lo eran, la jovialidad de sus ojos añiles y la aristocracia de su porte largo y atlético. Que era una verdadera exageración si se comparaba con la humilde caballerosidad de Eliot; mas sobrio y prudente y con menos dotes Tenorios que su amigo

William Hardy ostentaba una inmaculada galanura en todos los aspectos de su persona, los cuales por supuesto iban acorde con una impresionante apariencia y una piel blanquecina bastante sugerente para muchos ojos que habían llegado a posarse sobre él 

Eliot en cambio bruñía una belleza mucho más conservadora; llena de practicidad. Engominaba siempre los saltones mechones de su cabellera tan almendrada como los rizos de Anice. Escondía la suave picardía de sus ojos verdes tras unos espejuelos de cristal cortado. Y había comenzado a dejarse picar por un cobrizo bigote sobre los labios, con el cual decía buscar una apariencia que inspirara respeto y confianza, pero William sospechaba que Eliot más bien buscaba disimular sus infantiles rasgos

Un suspiro a volumen que escapo del pecho de Anice, llamo su atención. La chica estaba hecha un manojo de nervios

-sois familia, verdad?. Cual es el problema? -pregunto risueño encogiéndose de hombros

Fue Eliot quien respondió asaltado por uno de los escasos arranques de descompostura que a veces solían sobresaltarle

-son un hígado

Anice le miro al instante con sus enormes y abiertos ojos, tremulosos. En su gris más que reproche, se leía la sorpresa. Había confirmado con esa pequeña frase, la terrible sospecha que hacia unos instantes su propio prometido trataba de aplacar

-estoy perdida  -Murmuro como si fuera la confirmación de un terrible augurio

William dejo escapar una rimbombante risotada. Sus cabellos negros briosos como cascada de petróleo, se agitaron violentamente sobre sus hombros…

Era cierto y bien sabido que el compromiso de Eliot y Anice no había sido bien aceptado por la familia de esta ultima. Los Broglie no consideraban al apasionado literato lo suficiente para pertenecer a una de las familias mas adineradas y reconocidas de la sociedad. Como era cierto también que desde que les supieran juntos, se complotara un sin numero de artilugios para escindir su noviazgo, solo defendido por los padres de los novios. Sin embargo William consideraba como una exageración la reticencia de la pareja hacia la familia de Anice. Especialmente después de que habían sido amablemente invitados a pasar el verano en la casa de campo Rivan, antes de la boda…

-Habláis de ellos como si del mismísimo sequito de satanás se tratase

Anice pareció pensarlo  -aquellos dos…

-ridículo

-no, no, no. Ella tiene razón  -Se apresuro en recalcar Eliot como si tratase de defender una contundente verdad… -solo el sequito de satanás seria capaz de hacer todas las maldades que esos dos han hecho

-oh vamos  -William se enderezo y se coló al resquicio que quedaba entre los asientos delanteros  -Como que cosas han hecho, eh?. -ironizo con voz penumbrosa

Anice dejo de lisar su pelo. Su mirada estaba ausente 

Mas que sorprendido William clavo la mirada en ella intrigado, antes de confirmar la respuesta en la impersonal expresión de Eliot

-Anice tenia un Friendsh enano  -Empezó el castaño a modo de cuentista mientras se concentraba en el camino que tenia frente al volante

-Monique … -Continuo su prometida  -Era mestizo y había tenido la desgracia de nacer con la cabeza ovoide. Tenía una cicatriz sin pelos en la espina. Un día desapareció de mi habitación. La abuela me dijo que había cruzado la valla y escapado, así que lo busque durante toda una tarde  -callo repentinamente

-y? … lo encontraste? -la apremio William con visible curiosidad

Nuevamente Eliot fue quien respondió

-Nunca

 -Ellos dijeron que era demasiado horrendo.

William trago saliva. Dudo un poco para preguntar  -cuantos años teníais?

-ocurrió hace tres años

A los cinco años William había envenenado a su poney favorito con alquitrán porque quería que fuese de color negro. A los 7 años termino enviando a su padre al hospital, después de dejar trompones al pie de las escalinatas. A los nueve mataba pajaritos con una onda desde la ventana de su habitación. Con todo William aun creía que Anice y Eliot, exageraban

-erais unos críos de tetas -dijo no muy convencido

-si…bueno –balbuceo Anice todavía algo ausente. Una vez más Eliot hablo

-William, recuerdas esa noche en el teatro?

 

Eliot Clandel era el quinto hijo de Prescott Clandel, un reconocido pero humilde maestro de literatura. Con él precisamente solían asistir de vez en cuando a las reuniones ecológicas que bullían en los salones de Sierra Club en San Francisco. Heredero del amor a la naturaleza de su progenitor. Y también de un marcado parecido. Fue precisamente en una de esas amodorradas concentraciones mientras se discutía la obra de Ralph Emerson, que Eliot viera y hablara por primera vez con la criatura más candorosa del mundo entero, Majorie Anice Branly Broglie de Rivan

Fue amor a primera vista. Mutuo e incondicional… El mismo amor que en dos años había sido objeto de caprichosas calamidades

William estaba al tanto de algunos de esos trágicos acontecimientos. Aunque desconocía totalmente los porques, comos y quienes. No hacia tanto por ejemplo, tal vez unos varios meses atrás, que se había visto involuntariamente involucrado en una de esas parodias cirqueras de las que sus amigos eran participes con relativa asiduidad. Lo recordaba si…

 

 

Era una de las ultimas noches que la Compañía de Teatro Folklórico del Sur de España presentaría sus funciones en Nueva York luego de un rotundo éxito entre la comunidad americana. No se hablaba de otra cosa en las reuniones sociales. William había invitado a sus amigos y a la encantadora sobrina del Conde De Lourette, a la última función de la noche. Movido más bien por los impropios tapujos que la joven francesa se reservaba tras haber rechazado su invitación a una cita a solas. La velada se sucedió tranquila y agradable en el tercer palco del teatro y cuando la función finalizo, se barajo entre las dos parejas, la posibilidad de dar un paseo romántico por el Bulevar cerca al muelle. Fuera del teatro les esperaba un carruaje cabestreado por dos pencos pardos. Luego de los comentarios de rigor sobre la obra, William se adelanto hacia el carruaje para darle instrucciones a su cochero que dormitaba sobre el frontil con la cabeza colgando a un lado. A solo unos pasos, algo cerrándose abruptamente sobre su brazo le sobresalto. Totalmente perplejo vio delante suyo, el rostro pedroso de un guarda azul que tenia el ceño hoscamente fruncido. Y junto a este, a tres guardas más del mismo aspecto

-lo siento señor pero tendrá que acompañarnos a la comisaría…

Le escucho decir

-perdón?

-los cuatro tendréis que venir conmigo a la comisaría… -Repitió el guarda de manera automática

-es una broma? -dijo William pasando su mirada por cada uno de los hombres

A su lado se materializo Eliot expeliendo su típico aire serio y cortes –Disculpe oficial, cual es problema?

Las dos chicas del grupo se arrimaron entre si espetando la respuesta del guarda con cierto temor. Entonces el oficial dijo algo que sonó aplastantemente fugaz a sus oídos

-habéis sido acusados de inmoralidad publica

La delgada rubia De Lourette se llevo las manos a la boca y ahogo una exclamación…

-Mon Dieu

-Y quien nos acusa? –Pregunto Eliot que parecía ser el único en mantener la impasibilidad de su rostro

-Un testigo os ha visto en pleno acto de indecencia durante la función

-ridículo! … -grito finalmente William exacerbado –quien es?!. Que lo afirme delante de mí si tiene valor

-señor! –altísono la voz de otro de los guardas –la credibilidad del testigo es intachable y usted esta alterando el orden publico

William exploto –que se joda el testigo!. Le voy a partir la cara yo mismo. Haber si su credibilidad sigue tan intachable!

-debe haber algún error oficial. Si nos permite hablar con la persona que nos acusa, podríamos arreglar este penoso mal entendido… -argumento Eliot

-lo siento mucho, pero la testigo ha pedido privacidad. Esta muy apenada… -el guarda sacudió la cabeza dramáticamente

-apenada?. Mas apenada va ha quedar si no se retracta aquí y ahora!

-lo siento!. Pero debéis que acompañarnos!

-si me ponéis un solo dedo encima, juro que os pesara… -Mascullo William decantando a un lado de su rostro, una de las pocas sonrisas que Eliot temía

La discusión había terminado de la manera más inverosímil que podían haberse imaginado. En un verdadero acto cirquense. Mientras dos de los guardas se cernían sobre William y le halaban a tiento ciego con excesiva brusquedad hasta una carroza patrullera de cascos viejos, otro de los guardas se apañaba decorosamente con Eliot para guiarle al mismo, ignorando sus peticiones de que le soltara. Pero lo verdaderamente trágico había sido escuchar la voz aguada y torcida en francés de Mademoiselle Lourette chillando con indignación monosílabos que levantaban el nombre de todos lo santos europeos mientras era delicadamente conducida por uno de los oficiales hasta el patrullero

-no tenéis idea de quien soy!!. Juro que mañana amaneceréis sin empleos!. Os lo juro!! -había amenazado William aun tras las rejas de la lóbrega celda donde habían tenido que pasar la noche…

William todavía llevaba la demanda contra la Jefatura Comisaríal de Nueva York…

-el teatro. Si. Lo recuerdo

La voz de Eliot cambio hasta hacerse tangiblemente seria –no te lo he dicho antes para no causarte más disgustos

-decirme el que?

Fue Anice la que respondió –Michelle estaba allí. Nos enteramos esa misma tarde por la abuela. Ellas habían llegado a Nueva York exclusivamente para ver la obra esa noche antes que terminaran las funciones

-espera, espera. No estarás insinuando que tu prima nos acuso de inmorales y dejo que pasásemos la noche entera encerrados en una mazmorra, sabiendo que era mentira?

-bueno, tu mismo escuchaste que una testigo de intachable credibilidad aseguraba habernos visto en pleno acto indecente -declaro Eliot –Quien mas de credibilidad intachable que un Broglie

-…

-y el guarda ni si quiera se tomo la molestia de preguntar por tu nombre

-si. Bueno pues ahora saben quien es William Tercero Hardy Warnoville de Britania –afirmo con la misma sonrisa de aquella noche  -Me encargo de recordárselos todos los días

 

 

Pride Black Lagoon, era el nombre de aquellas tierras donde la casa de campo Broglie, una antigua finca tabaquera, se erigía en tres plantas, a las afueras de Nueva York. Blanca y atractiva en medio de una verde explanada. Rodeada de altos y macizos arces y flanqueada en la entrada por una singular fuente de agua donde descansaba el vientre de un formidable pez gigante. La entrada y el atrio estaban tapiados con baldosas de piedra blanca y separadas en segmentos por estrechos rellanos de hierbilla. El pórtico estaba vigilado por cuatro columnas dóricas que dejaban ver una marquetería de hermoso pulimento tallada en la puerta principal de doble hoja de cedro. Los alfeizares y las cornisas quedaban en su color natural madera resaltando todavía mas la magnificencia de la casa

 

Cuando el Ford T con su carrocería negra y reluciente, se detuvo en la entrada de la ostentosa mansión Broglie de Rivan, Anice sintió que su cuerpo se hundía en el asiento del copiloto. Sus dedos se engarfiaron a la tela y su mirada se enclavo al frente

-venga. Respira hondo y baja del coche –La animo Eliot. Sin embargo él aun sujetaba con fuerza el semicírculo del volante

William puso en blanco los ojos. Iba a decir que exageraban otra vez, pero antes de formular la primera palabra, las puertas de doble hoja de la casa se abrieron dando paso a la silueta de una mujer mayor vestida de negro

-es quien creo que es?… -Pregunto William sin dejar de mirar el fastuoso andar de la mujer

Anice la miro de soslayo y se tenso aun más. Ese mismo segundo su mirada volvió al frente…

-Hay –Gimió –No hemos debido traer esta cosa

-os lo dije. Debimos haber venido en mi coche

-William… -Dijo Eliot… -Tu Ford es idéntico a este. Todos lo son

-pero el mío brilla mas

-tranquila Anice. Todo va-ha-salir-bien

-si

-no quiero interrumpir vuestro mantra psicológico pero la dama ya esta aquí -William giro la manivela de la puertezuela y salio al mismo tiempo que la mujer llegaba hasta el coche

Anice tomo una buena cantidad de aire y también bajo. Inmediatamente la siguió Eliot 

-Anice? … -Llamo aquella mujer más bien descreída de verles

-a-abuela … -Sonrió –yo_

La cabeza de Anice se volvió como por instinto aprensivo hacia las puertas de la casa todavía abiertas. En la entrada se había materializado la figura de un niño pálido y delgado, de cabellera rubia y magníficamente vestido con un redingote azul. Cuando Anice le vio, toda palabra se congelo en su boca

Pero cuando William Hardy le vio, no pudo evitar sobrecogerse

**que… hermoso**

 

 

Contnuara ….

Notas finales:

Y asi empezamos


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