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This is our day, darling. por Han Rae Ri

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Notas del fanfic:

Bien, este es el primero con el que celebraré al JongKey. Ya lo había posteado en Tumblr, pero si no lo han leído, aquí (al igual que en Sweet Point) Se los dejo n__n

 

Happy JongKey day!

YYYY, postearé los demás aquí, para hacerlo como una especie de antología, dos one shots y dos drabbles JK.

Con cada actualización, cambiaré el resumen para que vean de que trata cada uno

Espero que lo ansíen(?) y les den mucho amor c:

Notas del capitulo:

Originalmente iba a servir para un concurso JK, pero ahora quiero compartirles algo que espero no me ignoren: NO DEJES PARA MAÑANA LO QUE PUEDES HACER HOY. Yo lo hice y decidiendo mandarlo a último minuto, cae una horrible lluvia, se va el servicio de internet y en la noche me estaba yendo de viaje ;^; fue horrible u___u pero en fin... 

 

Espero que les guste y así <3

Es AU y creo que no tiene mucho -naaada -que ver con el 23 de Julio, pero... sí con las ropas de pareja y eso c; 

 

Read & Enjoy! <3

 

 

"Remember"

 

-¿Y si alguno ya tiene a alguien?

-De acuerdo, entonces simplemente  dejaremos de lado a ese alguien por el otro.

Kibum miró con los ojos entorpecidos por el alcohol a aquel muchacho que sonreía sin necesidad alguna y algo dentro suyo se movió. Entrelazó su meñique con el ajeno, sellando esa promesa que había surgido una noche en el sillón de su mejor amigo, recordando que si a la edad de 25 años seguían solteros, la persona que estaba frente suyo sería su pareja y tendrían que casarse. Las copas volaban en sus manos y la nueva compañía reconfortaba a ambos, con la ilusión de no dejarse ir porque en ese momento parecían tan perfectos el uno para el otro. Y esperaban ansiosos que esa promesa, se hiciera realidad.

 

~**~

 

-¿Me estás botando a la calle? –Su maleta salió por la puerta principal y el pequeño Komde corrió asustado hasta acurrucarse entre sus piernas, pidiendo atención de su papi. -¡YAH!- Pero el peli negro no respondió. Terminó de sacar una bolsa negra y con las mismas cerró la puerta de su departamento, furioso. - ¡Estúpido! ¡Esto no puede terminar así! ¡Yo vivo aquí y exijo que me dejes entrar y me des un beso! –Tan pronto como comenzó a golpear la puerta, esta se abrió, mostrando un rostro de enojo puro. –Oye, déjame entrar de una vez, tonto.

-No Kibum, esto se acabó. Ya no te quiero –y juraba por sus prendas caras que no iba a llorar. No delante de ese idiota al que le dio 4 años de su juventud.

 

 

Tomó a Komde en sus brazos y furioso tomó el elevador para irse. El pobre perrito temblaba junto a su pecho y Kibum comenzó a tararear ese tono de anuncio de comida para perros, a ver si así podría calmarse.

Cuando el portero le miró con mala cara supo que ya no había vuelta atrás. Lo habían tirado como una bolsa de basura.

 

Bolsa…

 

 

-Disculpe, necesito… -pero el hombre uniformado de inmediato lo tomó del hombro impidiéndole el paso. – Oiga, en serio tengo que entrar.

-Lo siento, el joven dio órdenes de que en el momento en que estuviera afuera no podría pasar de nuevo.

-Pero, mi ropa, mis cosas se han quedado en el pasillo. ¿Podría al menos traerlos por mí? –la mejor cara que usaba para convencer a su ex, al parecer no funcionaba con el alto potero que mantenía la mirada seria.  –De acuerdo. Entendí. – cogiendo al perrito de nuevo, revisó su bolsillo trasero, encontrándose con un poco de dinero y la tarjeta de crédito negra. Repasando todo lo ocurrido, tendría que buscar un nuevo lugar donde quedarse, comprar ropa bonita y alimento para ambos.

-¿Cómo le hago? – Le habló a la bola de pelos marrones, que volteó su carita hasta verle con esos ojos que no tenían idea de lo que estaba pasando. –Bien, pensaremos en algo.

 

Criado en un mundo de lujos, Kim Kibum no tenía la más mínima idea de por dónde comenzar. El ideal según las generaciones en su familia, era encontrar un buen marido/ esposa que se mantuviera en el estatus de su familia para así brindar las comodidades a los que los Kim estaban acostumbrados desde hace… su abuelo.

Y ahora, luego de perder “al chico de su vida” -como su hermana solía apodarlo- estaba varado en medio de la nada sin una pizca de información sobre qué hacer en estos casos.

 

Mirando la hora en su reloj se percató de que la hora de la comida había pasado hace 6 minutos. ¿Qué haría si no ingería alimento por el resto de su vida?

Movió la cabeza asustado, acurrucando al perro en su pecho  para darse un poco de apoyo y pensar en algo.

-Rayos, si tan sólo no hubiera gastado en esa costosa secadora de cabello, podría tener algo decente para almorzar –se reprendió mirando hacia el frente, temeroso de que alguien pudiera asaltarlo.

Pasando varios minutos caminando, cayó en la cuenta de que estaba perdido y no sabía cómo regresar. Observó a su alrededor y detectó un curioso parque lleno de gente y algunos puestos de comida callejera. Miró de su perro hacia el puesto, sabiendo que no hallaría respuesta alguna en el hocico del can. Pensó seriamente en darse una vuelta y ver si le alcanzaba para algo de comer –pues recordó el día en que su ex le retó a comer comida callejera y no murió al cumplirlo –. O, podría ir a casa de sus padres a pasar la noche y quizá su vida entera en su habitación. Aunque desistió al recordar que su casa quedaba del otro lado de la ciudad  y no iba a caminar porque no tenía para el taxi…

 

¡Pero qué rayos!

 

Nadie conocía que él era Kim Kibum y que su madre se iría de espaldas al saber que su bebé comía en un lugar infectado de gérmenes y gente sucia que agarraba los alimentos contaminados cada día y la cantidad de enfermedades y…

 

“Calma Kibum, no te pasará nada peor que estar en la calle.”

 

Martirizado se dirigió hacia el primer puesto que encontró, maravillado al ver ese pan en forma de pescado. Tan bonito, esponjoso y oloroso.

-Escucha hijo, si no vas a comprar, no lo manosees. –La abuelita le miró disgustada en vez de apenada, por lo que decidió poner su plan en marcha al contarle las tragedias poco –demasiadamente – exageradas que le habían sucedido. De cómo su padre murió y su hermana vive en la pobreza. Y el cruel maltrato que tuvo al ser botado a la calle.  Y no se contuvo de alegría cuando su plan había rendido fruto. Tenía tres panes en una bolsa más una gaseosa gratis.

-Y aun así me queda algo para gastar – Su sonrisa hermosa vislumbró el lugar (en su imaginación) y se aventuró a explorar en los diferentes puestos de ese improvisado mercado.

Cuando vio esas curiosas prendas, rogó a todo lo sagrado que no le descubrieran al momento de comprarlas.

La camiseta era bastante infantil para su edad, pero lo cierto es que tenía ese fanatismo por los súper héroes y sus músculos prominentes. Tomó el par de billetes de su bolsillo  y dejó a Komde a un lado, listo para agarrar la prenda.

 

-Disculpe… -

-Oh no, yo la vi primero, amigo… -La jaló de golpe antes que el fortachón de cabello platinado que había osado poner sus dedos largos sobre su nueva camiseta.  Se dio el gusto de observar al chico que mantenía la mirada seria. –Vamos, no tienes la edad para estar usando esta clase de ropa.

-¿Y tú sí? –Atacó.

-Caballeros, no hay problema. Tengo dos de esas. –El vendedor se apresuró a mostrarles la otra camiseta similar a la de Kibum, queriendo evitar problemas.  Cada quién pagó lo suyo y se disponía a irse por su lado.

-Vamos Komde… -habló al perrito.

-¿Komde? –El chico elevó su mirada, claramente recordando algo de lo que Kibum no estaba interesado.

-Sí, ¿También vas a criticar el nombre de mi perrito?  -El chico se inclinó hasta la bola de pelos marrón y sin miedo comenzó a acariciarle el lomo. Kibum se extrañó que éste no haya reaccionado de manera brava ante un extraño.  -¿Qué…?

-Me llamo Jonghyun, por si lo has olvidado. Hola pequeñín, has crecido bastante –El rubio se quedó perplejo. ¿Quién diablos era ese sujeto y por qué manoseaba a su mascota con confianza?

-Escucha, esto es raro… -Jonghyun elevó la mirada, gesto que se parecía mucho a unos ojitos de perro enternecedor -                 Que un extraño acaricie a tu perro y no tengas idea de quién es…

-Vaya,  es cierto que el alcohol crea lagunas muy fuertes en las personas… Te daré una pista: “Si a los 25 años seguíamos solteros…”

 

Oh-

 

Por-

 

 

 

OOOh…

 

-¡El chico que rescató  mi perro! –Chilló recordando de pronto. Jonghyun volvió a su postura normal y apartó el dedo apuntando su mentón.  -¡Tú! ¡Tú! ¡TÚ!

-Sí, lo sé. Tenerme en frente es causa de impactos. Bien, arregladas las cosas, supongo que es mejor que me vaya. –Depositó el dinero en la mano del vendedor quién miraba intrigado a ambos y su estúpido reencuentro. –Gracias.

 

Y dando media vuelta, procedió a irse.

 

-¡Espera! –Gritó cuando ambos se encontraban en medio de la calle. Jonghyun volteó y casi se atragantó cuando un auto venía en dirección a ellos.

Por suerte, el conductor solo quiso dedicarles un par de frases coloridas. Ya estando en la acera, Jonghyun cruzó los brazos y el ceño fruncido no se iba de su rostro.

-No puedes irte así como así. Dime que tramas –El platinado enarcó una ceja y trató de no reírse.

-No busco nada de ti. –cortó.

-Mentira. Si no fuera así, no me hubieras acordado ese estúpido juramento… ¿O me equivoco?

-Claro, porque desde hace 4 años que vengo siguiéndote para al fin hacer una vida a tu lado. ¿Estás loco? No eres tan importante. – miró la hora en su reloj y de nueva cuenta al muchacho con el puchero en la boquita corazón. –Es tarde, será mejor que te vayas a casa…

-Lo haría… -si tuviera una casa, susurró.

-¿Qué? –Y no iba a llorar. Si con su ex no lo hizo, no lo haría con ese completo…

 

 

 

-¡Y me botó! Así como desechas a la basura… -moqueó de nuevo, tratando de no comenzar un cuadro de desesperación.

Jonghyun se arrepentía a cada segundo de aceptar quedarse con él un rato más. Palmeaba el hombro del chico con falso apoyo, esperando que terminara su jolgorio de quejas y sollozos.

Pero Kibum no se iba a detener, porque la ira le estaba inundando a cada momento que pasaba y no podía evitar moderar sus palabras cuando hablaba mal de ese hijo de su… ex suegra.

-Vamos bonito, no puede ser tan malo… -Jonghyun cerró los ojos, esperando que las palabras llegaran a su fin y para su sorpresa, lo hicieron.

-¿Qué…? –tenía planeado el pararle en ese momento, porque ningún extraño tenía el derecho de llamarle bonito. Y si lo era, pero… el problema es que se trataba de Jonghyun, ese chico que creía que podía calmarlo con una tonta palabra y… lo logró.

-¿Ves? Así está mucho mejor. Ahora, sugiero que vayas a hablar con… ¿Cómo dijiste que se llamaba? –Kibum negó.

-Es mejor no decir su nombre. Es una calamidad.

-Oh, entonces le diremos el señor tenebroso… -Kibum le miró desconcertado y a punto de echarse a reír de puro nerviosismo porque no entendía a que venía ese sobrenombre  tan raro. -¿Nunca has visto…?

-¡Ah! Sí, sí… la del anillo, ¿Cierto? –Jonghyun prefirió no contradecirle porque estaba muy seguro de que volvería a los sollozos. Entonces, decidió dejarlo en su pequeña burbuja ignorante, asintiendo con la cabeza a cada cosa sobre la película y el apodo, obviamente confundiendo sagas de películas.

Tampoco se inmutó en el momento en que Kibum concebía la idea de quedarse en su casa por unos días como buena. No dijo nada a sabiendas de que el chico era de posición buena y se alarmaría al ver su departamento. Qué bueno que ese día le dio mucha flojera limpiar su habitación y su cocina.

 

 

 

-Aquí es –se dio un espacio para dejarlo pasar. Con una sonrisa ancha se detuvo a esperar las alarmadas acciones de su invitado. Pero no pasó como él quería que pasara, ya que el chico prefirió mantenerse callado y aguantarse la pésima suerte que le había tocado.

Fue en ese momento cuando Jonghyun supo que traer extraños a su casa era una muy muy mala idea.

Y más cuando Kibum rogó –ordenó – el dormir en la habitación del platinado, sin dejarle otra opción más que positiva. El perrito se acostó sobre sus pies una vez estuvo sentado en su cómodo sillón crema, cerrando los ojos y repasando todo lo que había vivido en este día.

 

Ciertamente Kibum no era alguien al que le negara una cosa y no porque fuera muy hermoso; eso era aparte. Era el hecho que de la nada volvieron los recuerdos de esa noche hace 4 años y no pudo evitar sonreír porque aunque hubiera sido por los efectos del alcohol, encontró un refugio aquel día que había empezado como mierda. Y entonces, le debía aunque fuera poco, ese cuidado  y esas caricias a su cabello mojado que lograron tranquilizarlo y llenar su corazón de calidez.

-Voy a ducharme  -anunció el rubio mientras tomaba su playera nueva y un par de cosas que Jonghyun le había comprado.  El mayor le miró y asintió. Creyó que igual era momento de tomar una ducha y entró a su cuarto por las cosas necesarias. Abrió la puerta del baño y se encontró con un Kibum sentado en la bañera, con la ropa todavía puesta y un par de lágrimas en las mejillas.

-¿Estás bien? – Kibum negó -¿Te has lastimado? – asintió. -¿En dónde?

El rubio apuntó su pecho y Jonghyun no entendió por dónde estaba el golpe.

-Me duele mucho Jjong –rápido agarraba la confianza. – no dejo de pensar que fui un idiota. –Jonghyun entendió que era a lo que se refería. Y no es que no quisiera que Kibum siguiera llorando, porque el ver llorar a una persona lo ponía demasiado incómodo y con una culpa en el pecho a pesar de no ser la causa de las lágrimas.

-Ya. El idiota es él. No entiendo cómo alguien tuvo la necesidad de abandonarte. Siendo tan bonito y alegre. Es muy estúpido. –

 

Tintineo…

 

Tintineo.

 

Kibum siempre fue de esos chicos que escuchaban cascabeles cuando su corazón se emocionaba. Se ruborizaba cuando algún chico guapo le decía ese tipo de cosas e incluso era capaz de llegar a enamorarse de quién le dijera palabras dulces.

 

Así como Jonghyun lo había hecho.

 

Le pidió unos segundos a solas para calmarse y terminar su baño. El mayor entendió y se retiró en silencio, no sin antes echarle un vistazo para asegurarse de que iba  a estar bien. El perrito le recibió moviendo el rabo pequeño mientras sus patitas se acomodaban a la suavidad del sillón. Lo hizo apenas a un lado para volver a recostarse. No quería alarmarse pero sentía esa opresión en el pecho.

Después de todo era el chico que no pudo sacarse de la mente durante todo un mes luego de lo ocurrido. Ese que le había besado de la mejor forma y que acunaba sus mejillas de una manera perfecta.

 

Esperó unos cinco minutos y se dirigió al baño junto a la cocina, para bañarse porque necesitaba pensar en otra cosa que no fuera esa noche de hace 4 años.  Pero las cálidas gotas de agua no le sirvieron de mucho pues su mente comenzó a amontarse de pensamientos sobre el chico delgado de labios corazón, cabello castaño y suave… y esos ojos centellantes de color marrón que le miraban con ilusión mientras alguien se ponía  a cantar mal la letra de una canción con varias copas encima. El ruido, sus pensamientos, su ropa mojada. Todo se fue al caño cuando se besaron por primera vez.

 

Salieron ambos de la ducha y se encontraron en el pasillo que llevaba a la sala. El perrito  ladró sintiendo la presencia de los dos. Y ellos no encontraron nada que decir al verse con la misma playera puesta.

-¿Era necesario que te la pusieras justamente ahorita? –Kibum formó un mohín en su boca y se cruzó de brazos.

-Por si no lo recuerdas, no tengo otra opción. No tengo más camisetas. – Lo único que le quedaba era resignarse e invitarlo a dar una vuelta como compensación.

La motocicleta estaba en el taller, llamar a un taxi era costoso y su bicicleta había sido robada. Kibum le advirtió sobre no ir en autobús así que se encontraban caminando ya 7 calles de su departamento.

Normalmente le llevaría a un club a relajarse y olvidarse de todo, pero al no tener vehículo, optaron por caminar a la nevería más cercana y disfrutar de un delicioso helado de menta con chispas.

Kibum no habló por un largo rato y Jonghyun lo agradeció un poco. Apenas movía la cucharita colorida cuando subió la mirada y se encontró con la mirada del mayor atento a la suya.

 

-¿Qué?

-Nada, es que no recordaba que tenías un lunar en tu cuello.

-Bueno, es difícil ya que nos vimos hace 4 años y tú estabas  ebrio en ese entonces. –Kibum le dio un pequeño manotazo y de inmediato pidió disculpas por ser tan atrevido, cosa que enterneció al mayor ya que a pesar de tener cerca de 25 años seguía actuando como un pequeñín.

Decidieron dar una vuelta por el barrio, ya que el rubio jamás se había detenido a observar las casas iluminadas y la manera en que los parques quedaban tranquilos a esa hora tan temprana. Le gustaba la calma que podía sentir en ese lugar, por lo que se aventuró a mirar más de cerca las farolas que apenas iluminaban los caminos entre árbol y árbol. Quiso apartarse poco a poco, mientras Jonghyun checaba su móvil, así que aprovechó que estaba desprevenido y se fue de su lado para conocer ese lado de la ciudad que no había conocido.

Encontró calma al caminar por los senderos, pisando las hojas de los árboles caídos por el viento. Cerró los ojos y dejó que su mente se tranquilizara, pero lo primero que visualizó fue a Jonghyun.

 

Jonghyun y su sonrisa encantadora.

 

Jonghyun besándole como aquella noche.

 

Se abrazó a sí mismo en busca de esa sensación que hasta ahora se había dado cuenta, no sentía cuando el chico con el que compartió 2 años le abrazaba.

Entonces por primera vez en el día se alegró verdaderamente que le hayan botado, porque ahora estaba seguro que quería volver a vivir esa sensación en los brazos del moreno. Y podría sonar tonto el decir que ya estaba enamorado de Jonghyun, pero así funcionaba su corazón y no tenía miedo de intentarlo. Tomó asiento en una banca del parque y comenzó a disfrutar ese sentimiento de felicidad.

 

Pero Jonghyun no se la estaba pasando de la misma manera al notar que Kibum ya no estaba a su lado. Desesperado comenzó a preguntar si alguien había visto a un chico con una playera similar y de sonrisa encantadora, pero todos lo tiraban a loco.

Hasta que dio con él. Lo encontró medio dormido en una banca del parque y de repente todo el enojo se le fue del cuerpo. Lo llevó en su espalda todo el camino, procurando que no se resbalara y que siguiera dormido.

Una vez que lo dejó en su cama, le miró tierno y trató de besarlo más de una vez. Pero era tan raro que solamente le besó la frente repetidas veces, queriendo borrar cada recuerdo malo  con sus labios.

 

 

Los días pasaban y Jonghyun no quiso echarlo, porque esa opresión en su pecho crecía cada vez que Kibum le sonreía en el desayuno. El rubio buscó un trabajo y habló con su padre cuatro días después. Tenía algo de dinero como para conseguirse algo mejor, pero la sola idea de abandonar a Jonghyun no le dejaba dormir, por lo que cada mañana se olvidaba de esa ocurrencia.

Ambos morían de ganas de un beso, pero no se lo decían porque no encontraban un motivo mejor. Por lo que cada noche cada quién se quedaba en el sillón o en la cama y volvían a imaginar esa noche donde llovía y el alcohol caía de sus copas.

 

 

~**~

 

Kibum recuerda que su mejor amigo había organizado una reunión improvisada y esa era su primera vez tomando. Su pequeña mascota apenas tenía 3 meses y se encontraba en la sala de su casa, rascando la puerta. Pasaban de las 11 de la noche y el castaño ya se había bebido 4 copas y 2 botellas de cerveza. Uno de sus amigos abrió la puerta para tomar aire y el perrito salió huyendo.

Jonghyun recuerda que ese día había reprobado dos materias de las grandes y en casa le había insultado hasta el punto de no reconocerlo como hijo, y como su familia lo era todo para él, se sintió tan horrible que lo único que pensó fue en tomar una sudadera y salirse de su casa aun con la lluvia cayendo.  Cuando corría por una colonia bonita, notó a un cachorrito correr en su dirección; lo primero que hizo fue atraparlo entre sus brazos, tratando de consolar su agitado pechito y cubrirlo con la sudadera que llevaba puesta.

A lo lejos distinguió a un chico castaño mirando a todos lados con un paraguas en la mano. Dedujo que podría ser el dueño así que apresuró el camino hasta meterse bajo el plástico de lunares que los cubría.

-¿Es tuyo? – preguntó penoso al encontrarse con el chico de mejillas sonrojadas.

-¡Komde! – chilló feliz abrazando la bola de pelos marrón mojada. Le dedicó un bonito gesto con su boca y le invitó a pasar a la tertulia llena de incoherencias y un amigo cantando junto al estéreo de su sala a todo pulmón.

Una copa llevó a otra y de pronto los dos se encontraban sentados sobre su sofá, riendo y besándose las mejillas y las manos. Kibum le había contado que había terminado con su recién novio y que estaba molesto porque había sido un maldito abusivo de mierda. Jonghyun, él solo habló de lo mal que estaba con su padre. Ambos estaban solos según sus palabras y necesitaban a alguien que les consuele.

Entonces Kibum lo atrajo hacia su pecho cálido y comenzó a acariciarle el cabello tan despacio que Jonghyun creyó que se había dormido. Las sensaciones se transmitían de su cabeza hacia su pecho y viceversa. Era su corazón quien prolongaba los latidos. Alzó la cabeza y encontró esos orbes marrones y bonitos, perfectamente delineados.

 

No pudo.

 

Jonghyun no aguantó las ganas y lo besó. Torpe, sencillo, avergonzado. Y cuando Kibum acunó sus mejillas con sus manos, el contacto se hizo mucho mejor.

 

-Háblame de esa noche –pidió Kibum con la cabeza reposada en su hombro. Llevar la playera de súper héroes se había convertido en su hábito personalizado y les gustaba usarlas para las mismas ocasiones.

-Sólo puedo decir que fue perfecto –susurró contra su nariz.

~**~

Un mes de vivir con él y necesitaba confesarse.

Una semana de planeación y ya estaba lista.

 

-¿Recuerdas aquella promesa que hicimos? –Habló de la nada, moviendo la cuchara sobre el yogurt de su desayuno. Kibum cruzó las piernas en forma de meditación y asintió con la taza entre sus manos.

-Claro.

-Lo he pensado Kibum, para ti, el señor tenebroso es historia y digamos que yo no he podido buscar a alguien adecuado. – el rubio le miró ilusionado, pidiendo a gritos que por favor lo dijera porque no se aguantaba el acepto que estaba en la punta de su lengua.  – creo que deberíamos hacer caso y… casarnos.

-Yo…

-Bueno, nos llevamos bien y ambos tenemos 25. Puede que yo no tenga mucho que ofrecerte pero… -Y de inmediato sintió un peso sobre sus piernas, y un abrazo que estaba asfixiándolo.  -¿Eso es un sí?

-Eso es un ¡Rayos, si quiero! –

Hizo un lado al chico y de su bolsillo sacó un par de anillos iguales.

-Lo he comprado en  el mismo puesto que las camisetas. No es la gran cosa pero…

-¡Dame, dame, dame! – y él mismo se lo puso, sonriente de que su promesa estuviera haciéndose realidad. –Jjong… - el platinado le miró ansioso -¿Podrías…?

-Claro. –y juntando sus labios, volvieron a sentir esa cosa bonita en su pecho. Kibum hizo lo mismo que hace cuatro años y Jonghyun sintió que todo volvía a ser perfecto.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

Bien, no es el mejor, pero lo hice con mucho amorcito n___n <3 

Creo que subiré el otro en un par de horas y dos drabbles, porque tengo mucho JK que dar. (Sí, los drabbles son de tumblr) Más el otro one shot inédito c: 

Así que esperen las actualizaciones y... dejen amorcito (No para mí, sino para esa parejita especial de la que estamos irremediablemente enamoradas) <3 


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