Tal vez su hora nunca llegaría…
-Oi Rin, no olvides secarte bien
Soltó pasando una toalla por sus cabellos rojizos, secándolo y aprovechando para discretamente acariciar aquella zona.
Tomando desprevenido al joven tiburón y haciendo que éste soltase una que otra queja al respecto.
Y no llegaría por muchas razones…
-Rin, debes tener cuidado con tus dientes
Se acercó hasta su espalda, logrando repegar su torso desnudo a él, para alcanzar su mano y manejarla a su gusto, cuidadosamente cepillando con cautela aquellas armas mortales que a Rin molestaban. Siendo lo más detallista para que éstos quedasen limpios y admirándolos como si se tratasen de una parte importante de su amor.
No obtenía ninguna muestra, ninguna reacción que lo animara con tal ferviente amor por Rin.
La mayoría de respuestas hacia sus insinuaciones eran evadidas y poco remuneradas, si tenía que ser franco, todo era pérdida de tiempo.
Más por notar que su molesto rival siempre llevaría la delantera, irritándolo y carcomiendo su corazón. Verlo como sonríe a lado de esa criatura tan horrenda, como dedica esa mirada tan animada, que alguna vez…
Dedicaba a él.
Y aún así, odiaba la idea de darse por vencido, así tuviese que morir, volvería incluso a reencarnar para conocer a Rin y enamorarlo perdidamente, tan perdido como lo estaba él.
-Rin…
Porque estaba completamente seguro que él lo volvería amar… sin ninguna pizca de duda.
-No ates tu cabello
Habló sujetando uno de los mechones de cabello que al joven tiburón se le escapaban en su intento por atarlos. Acariciando aquella parte como si se tratasen lo más valioso, inhalando aquel aroma que lo hacía perder el control, deleitando su mirar con aquellos ojos zafiros que temblaban de nerviosismo y sus mejillas que encendía de vergüenza.
Haría que lo volviese a mirar solo a él…
Un suspiro de Rin lo advirtió para alejarse de su persona y retomar la compostura, debía ser paciente y perseverar a su meta…
Pues ciertamente el tiempo se le iba de las manos y su presa no era para nada sencilla…
Saldría de aquella habitación que lo embriagaba de la existencia de aquel ser tan cautivador para aclarar su mente, aterrizarla…
Así sería…
…De no ser por una fría mano que lo detuvo a secas, aquella que hasta en sueños creía sujetar mientras se fundía en su cuerpo, aquella que observaba con recelo al no poder alcanzarla y entrelazara con la suya…
Aquella por la que estaba esperando desde hace mucho.
Y no tardaría en girar su cuerpo y de inmediato robar distancia para tenerlo a escasos centímetros de su rostro
-he añorado esto por tanto tiempo
Y sacar una expresión de sorpresa por su parte, y aún así sin apartar su mano de la suya…
Obteniendo una sonrisa ladina y una ceja enarcada.
-es porque eres demasiado insistente
Entonces darse cuenta que el maldito tiempo es un jodido demonio que por fin ha caído a sus pies…
Lo revive por completo.
Junta sus labios con los suyos e impide cualquier otro molesto obstáculo…
Ansioso y devorándolo en un santiamén.
Probando su impaciente victoria.