Di la verdad por Jeffy

Y ahí estaban ambos hombres en el jardín de la mansión Trancy, mirándose con un profundo odio.

-Tenemos que hablar seriamente- dijo al fin Michaelis.

-De acuerdo...- contestó Faustus desconfiado.

Entonces fueron a una zona poblada por una espesa vegetación imposible de ocupar para el ser humano, que, obviamente estaba vacía.
Al encontrar el punto más complidado de encontrar, procedieron con la incómoda charla.

-¿De qué quieres hablar?- preguntó Claude pensando en que tendría algo que ver con el alma del joven conde.

-¿Sabes? Te vi completamente sonrojado cuando Bocchan te dió una patada en la cara- Sebastian comenzó a reír con énfasis.

-C-cállate...- dijo Claude casi gritando mientras un potente rubor se apoderaba de sus mejillas.

-Eres un idi...- iba a seguir hablando, pero el ojirrojo comenzó a aprisionar sus muñecas fuertemente sobre su cabeza.

-¡¿Se puede saber qué haces?!- Claude se estaba poniendo ya de los nervios.

-¿Que no es obvio?- dijo Sebastian, y acto seguido comenzó a deborar sus labios de forma hambrienta.

Claude intentaba zafarse de su agarre, pero el mayordomo negro respondió sujetando sus manos con más fuerza.

-Vamos, di la verdad, esto te gusta- dijo el ojirrojo mientras mordía su cuello progresivamente más fuerte.

- ¡Pues claro que no! ¡¡¡Déjame ir bastardo!!!- Trataba de mantenerse firme pero en verdad le estaban gustando los tratos del otro demonio.

Y entonces Michaelis mordió con fuerza la cadavérica piel, haciendo salir un poco del líquido carmesí de la vida, que bebió con gusto relamiéndose aún con una burlona sonrisa en su rostro.
En ese momento Claude no pudo ocultar un pequeño gemido.

-Tal y como pensaba- Sebastian se lo estaba pasando en grande con el de ojos color oro.

-Imbécil- antes de que pudiera seguir maldiciéndolo, el mayordomo se apoderó de sus labios de nuevo.

-Jum... Creo que empezaré a divertirme ya- dijo cambiando su expresión a una sádica y pervertida.

-¿Qu-qué piensas ha...?- entonces sonó un gemido de sorpresa por parte de Claude al notar una mano intrusa moviéndose en su entrepierna.

-¡¡¡Suelta eso!!!- dijo casi con lágrimas en los ojos.(más por la vergÜenza que otra cosa)

-¿Y si no quiero qué?- definitivamente el ojirrojo no iba a dar vuelta atrás ni mucho menos a detenerse ahí de modo que comenzó a despojar al de ojos dorados de su ropa, dejando marcas a su paso.
Pronto este solo disponía de sus bóxer, de los que le arrebató Sebastian con una sonrisa triunfal.

-Sabes lo que viene ahora, ¿no?- preguntó algo arrogante.

-¡¡¡Ni se te ocurra!!!- Claude no estaba dispuesto a que "eso" pasara en absoluto.

-Vamos, di la verdad, tienes ganas, ¿cierto?- dijo el mayordomo en su oído, haciendo al contrario estremecerse.

-E-en absoluto...- contestó el de ojos dorados.

-Algo aquí abajo me dice que estás mintiendo- contestó el ojirrojo con una sonrisa burlona.

-C-cállate- gritó más rojo que el pelo de cierto shinigami.

Sebatian, ignorándolo completamtente se sacó un guante y le ordenó que lamiera tres de sus dedos.

-¡No pienso hacer eso!- dijo ofendido ante lo que trataba de hacer.

-¡Hazlo!- el ojirrojo estaba perdiendo el control de la situación, o eso habría pasado de no ser porque Claude obedeció tragándose su orgullo.

-Bien, entonces empecemos- añadió Sebastian satisfecho introduciendo el primero en su entrada.

-Arg, duele, joder!- dijo pensando que la palabra dolor no llegada a describir lo que sentía en su parte trasera en ese preciso instante.

Michaelis continuó mientras lo besaba para evitar que nombrara a toda su familia.

Al estar los tres dentro y hacer varias repeticiones de movimientos circulares comenzó a notar a Faustus como más calmado, de modo que decidió sacarlos y sustituírlos por "otra cosa" que estaba suplicando por atención.

Cuando el de ojos color oro notó la punta rozando su entrada reaccionó rápidamente.

-¡Ni se te...AAAARG!- ese potente grito fue causado por la única estocada con la que dió pie a su intrusión el mayordomo negro.

Como notó el dolor del de gafas Sebastian comenzó a besarlo con lujuria ,mientras empezaba con las enbestidas.

Pocos segundos más tarde comenzaba el vaivén de ambos, que a cada momento se tornaba más intenso, había pequeños jadeos y gemidos en el aire, que eran callados por Michaelis.
Entonces aumentó la intensidad, produciendo en ambos cuerpos una respuesta inmediata.
El de ojos dorados estaba notando una sensación muy intensa sintiendo al contrario en su interior, al mismo tiempo el mayordomo lo sentía estrecho y húmedo.
Notando ya que el final se acercaba el ojirrojo profundizó aún más las embestidas mientras atendía la virilidad del otro y mordía cu cuello con entusiasmo.
Poco después ambos terminaron al unísono dando fin al encuentro carnal.


- Claude- llamó algo agitado el mayordomo.

-¿S-sí?- pregunto este.

-Di la verdad,¿quieres el alma de Bocchan?- preguntó el ojirrojo con determinación.

-Te quiero a ti- respondió mirando al suelo ruborizado y dejando perplejo al otro demonio, quien contestó con un tierno beso en los labios.