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Notas del capitulo:

Hola.


Ya estoy de nuevo por acá con algo pequeño. Había olvidado que tenía esto y hoy lo encontré de casualidad. Es corto, como siempre.


¡Nos leemos pronto!

Kibum sabe que Minho no necesita ninguna explicación. Sabe que Minho lo tomara en sus brazos cuando entre al departamento. Las manos de Minho encontraran el camino hacia su cintura y una caerá un poco más abajo, hacia el hueso de su cadera.

 

Sucede así.

 

Cuando sus pasos se escuchan en el departamento, Minho está ahí. Kibum no necesita que las palabras abandonen su boca para que Minho se dé cuenta del mal día que ha tenido. Han pasado demasiado tiempo juntos para que las palabras no sean necesarias algunas veces.

 

Y llega el abrazo, Minho lo envuelve y sus labios, esos labios esponjosos, besan su frente y su boca y Kibum cree que los besos de Minho son los mejores. Siente el amor en esos labios, siente las sonrisas y los te amo.

 

—¿Mal día, bebé?—Es una pregunta que ha escuchado cientos de veces en los últimos meses, pero no le importa. Él siente la preocupación, la lee, en las palabras de Minho, lo ve en su mirada.

 

Ama la manera en que Minho se preocupa por él, ama la forma en que aún lo hace, después de meses de la misma manera.

 

—El peor de todos.

 

Minho asiente, comprendiéndolo. Él también tiene malos días, Kibum lo sabe. Minho también llega cansado y con ganas de sólo recostarse, pero si Kibum lo necesita, él está ahí, siempre. Es una de las tantas cosas por las que Kibum lo ama.

 

No se necesitan más palabras tampoco. Sus pies se dirigen a la cocina, y Minho no necesita escucharlo para saber que necesita un té. Kibum lo observa y sus labios forman una sonrisa.

 

Minho es alto y fuerte, sus hombros son anchos y se ve tan gracioso moviéndose en su pequeña cocina. Kibum lo mira y cree que su novio es el hombre más atractivo. Minho no necesita esmerarse para verse atractivo, los simples pantalones deportivos negros que lleva, abrazan sus piernas de la manera correcta y la camisa de mangas largas blanca no puede quedarle mejor a su torso.

 

Minho debió ser modelo, piensa. Él sería el perfecto modelo de mirada penetrante y boca seductora. De cuerpo fuerte y delgado y que posa con ropa interior haciendo que todas las mujeres quieran tenerlo.

 

Se da cuenta de lo afortunado que es y deshecha la idea. No quiere que nadie vea a Minho de esa manera y decide que solo él debe disfrutar de esa vista.

 

—Cuéntame todo.

 

Minho lo mira con una sonrisa bailando en su boca, y Kibum hace lo que él dice. Le cuenta todo.

 

—Ha sido terrible, Minho.—Kibum dice, sintiendo ya el mar de palabras que quieren escapar. —Un niño llegó con un corte en el brazo, ¿Qué hacía con esas tijeras de todas maneras? Y su madre, Dios, la hubieras visto, no parecía importarle nada.

 

Kibum sabe que Minho ha escuchado esa historia al menos tres veces ya. Kibum le cuenta historias similares todas las noches. Pero a Minho no le importa, también lo sabe. Minho lo escucha y asiente, como si comprendiera todo y entonces le sonríe de nuevo, esa sonrisa de ‘todo estará bien, no te preocupes’.

 

—¿Lo atendiste tú?

 

Asiente a la pregunta y continúa hablándole a Minho de su día. No sólo ese niño ha hecho el día de Kibum pesado, él habla sobre el abuelo que llegó con dolor en el estómago y sobre la mujer a la que descubrieron tenían que operar. Kibum lo dice todo, Minho lo escucha y asiente. Kibum ama que lo escuche.

 

—Gracias. —Sonríe cuando Minho le entrega una taza y respira el aroma que desprende antes de probarlo. Es su té favorito y le encanta que Minho lo haga sin ningún esfuerzo.

 

Es su rutina, piensa. Si él tiene un mal día Minho preparará su té favorito y le sonreirá como si ninguna preocupación estuviera rondándolo. Él está agradecido por eso, porque sabe que no es así. Minho y él tienen muchas preocupaciones y Kibum a veces tiene miedo.

 

Tiene miedo de despertar un día y no encontrar a Minho. Le causa terror en pensar en no tenerlo en su vida. Tiene miedo de que Minho algún día despierte y se dé cuenta que lo que tiene con Kibum sea poca cosa, que se dé cuenta que lo que tenía antes era mucho mejor.

 

Kibum sonríe cuando Minho le sonríe, escondiendo sus preocupaciones. Mira entonces la pequeña cocina, el pequeño departamento en donde ellos viven. No es nada comparado a lo que Minho tuvo algún día. No hay casas enormes, ni vehículos lujosos, Minho no puede permitirse derrochar dinero como antes, ni tiene personas a su servicio.

 

Pero Kibum le sonríe siempre y oculta sus preocupaciones. Tiene miedo y en días como ese, lo tiene aún más. Pero cuando ve su pequeño departamento, cuando ve sus tazas favoritas alineadas en el estante, cuando ve el sofá que ellos escogieron y donde se acurrucan los días de invierno, cuando ve su dormitorio y su cama con almohadas suaves y sabanas frías, cuando en su mente pasan cada momento juntos, él confía en Minho y ese amor que sabe que se tienen.

 

—¿Mejor?—La sonrisa de Minho sigue ahí, en su boca perfecta, contrastando con sus ojos cansados, pero brillantes. El corazón de Kibum late rápido, muy rápido, cuando lo ve así, con la sonrisa curvándose en sus labios y con sus ojos grandes que sólo tienen amor para él.

 

Kibum entonces deja la taza sobre la mesa y camina el espacio que lo separa de Minho y entonces lo besa. Es como el cielo en sus labios y Kibum lo besa como si tuviera todo el tiempo del mundo. Es así. Lo siente así.

 

Acaricia los labios de Minho suavemente y descansa sus manos en la espalda fuerte de Minho. Sus dedos se abren como abanico y acaricia suavemente la espalda. Ama la forma en que el cuerpo de Minho se siente bajo sus dedos.  

 

—¿Podemos ir a la cama ahora?—Pregunta, susurrando contra los labios de Minho. Lo siente sonreír y asentir.

 

Los dedos de Minho se entrelazan de forma rápido contra los de él, natural y cómodamente. Ese simple gesto hace que se sienta la persona más protegida del mundo. Le encanta la forma en que la mano de Minho envuelva la suya y como a veces, siente un dedo acariciar suavemente el dorso de su mano.

 

Y entonces Kibum necesita confírmalo una vez más. Mientras camina el corto pasillo hacia su habitación, Kibum necesita escuchar a Minho decirle que lo ama y que estará con él por el resto de su vida.

 

Pero no lo pide, no pregunta y deja que Minho lo lleve hasta la habitación. Y comienza otra rutina, una que tal vez ama más que las otras. Minho lo ayudará a desvestirse, como si de un niño pequeño se tratara.

 

Sucede así. Y pronto Minho y él se encuentran en la cama, con las sabanas debajo de ellos y un edredón por encima. Se siente bien, decide, tener a alguien con quien acurrucarse por las noches.

 

Se siente bien la mano de Minho en su cintura, acariciando delicadamente.  Se siente bien tener el pecho de Minho como almohada. Se siente bien porque es Minho.

 

—¿Te arrepientes?—Pregunta, esperando la respuesta. Alza sólo un poco la mirada y ve a Minho fruncir el ceño. Espera que la pregunta no le moleste, pero necesita escucharlo.

 

—¿Arrepentirme? —Escucha a Minho preguntar, la palabra sonando tan extraña en él. —¿Arrepentirme de qué?

 

—De esto—Señala la habitación con sus manos, frunciendo el ceño. —Minho, ni siquiera tu habitación era del tamaño de esto. Y las casas, nuestro departamento es tan pequeño. ¿No te arrepientes de haberlo dejado todo?

 

—No.

 

Es tan simple la respuesta, y hace que su corazón se sienta cálido y amoroso, pero aun así, siente que necesita más, mucho más que el simple ‘no’.

 

—¿En verdad?—Tiene que preguntar de nuevo y se aleja un poco de Minho para verlo mejor. —¿No lo haces cuando tienes un mal día en el trabajo? ¿Cuándo no hay nadie que tenga listo el almuerzo para ti?

 

—No. —Minho niega con la cabeza, sus ojos brillando con preocupación. —¿A qué viene todo esto, Kibum?

 

Kibum se sienta en la cama y abraza sus piernas, evita su mirada, se siente incapaz de verlo a los ojos. Tiene miedo de la respuesta de Minho.

 

—Tengo miedo que un día despiertes y te des cuenta que no es suficiente. Tengo miedo que te arrepientas de haberlo dejado todo por mí.

 

Kibum no lo mira, pero lo escucha reír. Es entonces cuando decide mirarlo, Minho está sonriendo, una enorme sonrisa dibujada en sus labios. Minho no dice nada y pronto se ve recostado en la cama de nuevo. Minho sobre él sonríe antes de besar su nariz suavemente.

 

—No lo hago, Kibum. —Minho besa sus mejillas esta vez. —No me arrepiento ni un solo día.

 

Kibum puede ver la verdad, brilla en sus ojos favoritos. Extiende su sonrisa y ríe suavemente, antes de besar la barbilla de Minho.

 

—Tú querías hijos. —Frunce el ceño cuando Minho encuentra su mirada. —Yo no puedo darte hijos.

 

—Podemos adoptar.

 

—Y no sé cocinar. No lo he hecho desde que nos mudamos juntos.

 

—Puedo cocinar para los dos. Pero si quieres hacerlo, te enseñaré a hacerlo.

 

—Y siempre llegaré de mal humor después de un turno en el hospital.

 

—Y yo tendré un té listo para ti cada noche.

 

—Y tal vez tardemos en tener una casa más grande.

 

—Esperaremos todo el tiempo necesario.

 

—Y…

 

—Basta. —Minho coloca una mano en sus labios y le sonríe juguetonamente.—No hay otro lugar en donde quisiera estar, Bummie. Eres todo lo que necesito.

 

—¿Te he dicho que te amo?

 

—No me importaría escucharlo de nuevo.

 

—Disfrútalo. —Kibum dice, sus labios rozando los de Minho delicadamente. —Te amo, Choi Minho.

 

—También yo. —Un beso es dejado en su frente, antes de ser abrazado por los brazos de Minho. —Te amo.

 

Es mejor ahora, Kibum siente como si pudiera flotar y su corazón está llevando a cabo un maratón en su interior. Se siete como si el mundo hubiera desaparecido de sus hombros y como si todo para ellos pudiera lograrse.

 

Y Kibum agradece la respuesta de Minho besando su rostro. Su cuerpo cae encima de Minho y la sensación de sus cuerpos juntos, es la mejor sensación del mundo. Besa la nariz de Minho, como muchas veces lo ha hecho él y cada parte de su rostro atractivo.

 

—Entonces. —Pregunta, con sus manos en el cabello de Minho, jugando, enredándose. —¿Ningún otro lugar?

 

—Ningún otro.

 

—Bien. Porque yo tampoco.

 


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