Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Lost innocence por Pookie

[Reviews - 16]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Death note no me pertenece, es obra de Tsugumi Ōba y Takeshi Obata.

Basado en el doujinshi "Lost innocence" propiedad de Akane.
"The scientist" es propiedad de Coldplay. 

Advertencia: Lime/lemon, creo.

Recomendación: escuchar "The scientist" de Coldplay.

Nos leemos abajito.

Vengo a acercarme a ti

—Ustedes dos son los sucesores de L…

No podía creer lo que escuchaba, mi  cerebro había dejado de funcionar por un instante. Los sonidos ya no entraban por mis oídos, estaban silenciados por la sorpresa. El shock, dirían algunos, yo no sabía qué decir. L estaba muerto después de todo.  Todo lo que yo admiraba, lo que anhelaba, roto para siempre. Perdido sin posibilidad de volver a ser encontrado, nunca jamás.

—¿Near y yo? —pregunté incrédulo. Los oídos me bombeaban, como si estuviese bajo el agua.

El anciano sólo asintió, intercambiando su mirada entre el albino y yo. No podía…simplemente no podía ser.

No.

Lo había decidido, aún en medio del shock y la sorpresa, lo sabía. Yo no podía trabajar con Near, ni ahora ni nunca.

—No, Roger—dije y volteé—. De ninguna manera puedo trabajar con él.

Lo miré y él seguía imperturbable, como siempre. Aún después de todo, la perfecta máscara de indiferencia que parecía portar cada minuto de cada día, no se rompería, incluso si L estaba muerto. Por eso lo odiaba y no podía estar cerca de él. Su mirada chocó con la mía, y dije mis siguientes palabras mirando los ojos del que era mi rival.

—Me voy de este lugar.

Salí del despacho del anciano, escuchando sus réplicas y sus intentos porque me quedara. Yo no podía y Roger probablemente también lo sabía pero aun así intentaba que lo hiciera. Que trabajara con Near, la idea sólo hizo que me enojara. No podía trabajar con él, rebajarme de esa manera, ser su igual. Yo no quería eso, quería superarlo, lograr ser el primero por primera vez y lo lograría. Y también sabía que dentro del orfanato, yo no podía lograr mi meta, tampoco como un sucesor de L, tendría que trabajar por mi cuenta. Entré a mi habitación y el peso de la muerte de L volvió a mis hombros.

Me senté en mi cama y me encogí lo más que pude, llevando mis rodillas a mi pecho. En ese momento, me sentía muy pequeño y frágil. Lágrimas salían de mis ojos y me sentí débil, me daba vergüenza el estar llorando pero no podía pararlas. Lloraría a L y luego lo vengaría como se lo merecía. Atraparía a ese imbécil de Kira, aunque la vida se me fuese en ello.

Sentí unos toques en la puerta y una cabella blanca se asomó por la rendija, no quería  que precisamente él me viese de esa manera. No después de todo el torbellino emocional que estaba sintiendo, no después de haber estado a punto de besarlo hace unas semanas atrás. No quería que él me viese ni que se acercara a mí.

Tú no sabes lo adorable que eres

 

—¿Mello…?

—¡Vete! —grité y volví a esconderme en mis brazos, más vergüenza sentía. ¿Por qué, de entre todas las personas, tenía que ser él la persona que me viese llorando? Era patético.

Una parte de mi cama se hundió bajo un peso extra y supe que Near estaba a mi lado, probablemente mirándome en silencio, riéndose tal vez de mi emocionalidad. No importaba ya, ya nada me importaba en ese orfanato, o al menos eso pensaba.


Tenía que encontrarte

 

—¿Podría…—comenzó—…quedarme aquí por un momento?

Eso me sorprendió, ¿por qué Near quería estar conmigo? La ira me llenó, era obvio cuál era su objetivo y yo me decidí a que no sería nunca más su juguete. No estaría más confundido por él.

—¡¿Por qué?! —Lo miré, no pareció sorprendido por mis lágrimas. Desvió su mirada de la mía—. ¡¿Vas a burlarte de mí porque estoy llorando?!

No me respondió, sólo llevó sus dedos a su cabello como siempre hacía cuando se sentía ansioso, yo lo sabía. Volví a acurrucarme, quería desaparecer. Quería que él se fuera, pero su compañía parecía de una manera tortuosamente reconfortante, siempre sentía esa dicotomía con él, lo odiaba…pero al mismo tiempo no. Quería que se fuera pero al mismo tiempo que no quería que me dejara solo. Estaba bastante jodido en muchas maneras, y él lo sabía.

—Eres el peor—susurré y yo sabía que él me estaba escuchando—. Pensé que admirabas a L tanto como yo…y aún así… ¡no has derramado ninguna lágrima por él!

Iba a volver a gritarle cuando me interrumpió y lo que me dijo, a pesar de los años, no pude olvidarlo.

—Es por eso que me gustaría quedarme aquí.

Lo miré y él seguía con su mirada perdida en algún punto de mi cama. Su dedo se movía rápidamente entre su cabello blanco.

—Porque yo no sé cómo llorar—continuó y yo no podía dejar de mirarlo. Sus ojos estaban más opacos de lo normal, como oscurecidos por un manto de un material impenetrable—. Pero creo que lo que siento en mi interior es tristeza.

Nos quedamos un momento en silencio, mis lágrimas continuaban corriendo libremente por mi rostro mientras miraba al chico que estaba a mi lado. Era mi rival, yo quería que lo fuera pero en ese momento no lo sentía de esa manera, tal vez era por la pena que sentía o por las ansias irremediables de sentirme acompañado, pero no volví a intentar que se fuera, ya no deseaba estar solo.

 

Decirte que te necesito, a decirte que eres muy especial

 

—Por lo menos…—habló y agachó su cabeza—…Mello podría llorar por mí.

Abrí mis ojos ante lo que me decía y lo entendí, por ese momento, le obedecería. Después de todo, ese era mi último día en el orfanato. Las lágrimas volvieron a acudir a mis ojos y pude sentir como Near se acercaba a mí, su hombro tocaba el mío y podía sentir el calor de su cuerpo a través de la ropa, más lágrimas salieron. Creo que ese día lloré como nunca, lloré por mí, por él y por L. Lloré porque sabía que ese sería el último día en el cual podría hacerlo. No más lágrimas después, ni por nada ni por nadie.


Cuéntame tus secretos y hazme tus preguntas

 

Podía sentir como Near había avanzado hasta estar a mi lado, sufriendo aunque no pudiera expresarlo. Sentía como yo podía expresar lo que él sentía, como si fuésemos uno. Como si el extraño rompecabezas que era nuestra vida estaba unido finalmente, después de tanto buscar las piezas. No quería sentir esa sensación de estar completo, menos por Near, menos por estar cerca de él. Pero lo hacía, era innegable. Por más que lo evitara, él era una parte de mí, como yo una de él, ambos éramos los sucesores, me gustase o no. En ese momento no lo entendía, no entendía por qué L nos había dejado a los dos pero me tomó años entender que todo era apropósito, ambos éramos la pieza del rompecabezas que acabaría con Kira.

No sé cuánto tiempo estuve llorando, pero Near estuvo a mi lado siempre, en silencio. Sin comentarios fríos ni innecesarios, no fue un silencio incómodo, era simplemente el silencio entre personas que se conocen de hace mucho y que no necesitan hablar para estar cómodos entre ellos. De alguna manera el calor que sentía de él me calmó lentamente, miré como su mano estaba cerca de la mía y en un arrebato impulsivo la tomé entre la mía, estaba cálida. Near era cálido.

 

Oh, volvamos al comienzo

 

Su mano se cerró entorno a la mía y eso bastó para calmarme por completo, como si hubiese ejercido un poder sobre mí. Como si su sólo toque hubiese sido suficiente para calar dentro de mí y poder apaciguar el torbellino que estaba en mi interior, nadie ha tenido esa misma fuerza sobre mí como él. Como si pudiese controlarme sin quererlo, sin planearlo, era tan injusto que él tuviese ese poder en mí. Me desconcerté por un momento y me giré. Su expresión era la misma de siempre, no había atisbo alguno en rostro de alguna emoción y eso me molestó, porque yo sabía que al contrario de lo que todos pensaban; Near sí podía sentir y yo me encargaría de probarlo.

Lo tomé de los hombros y él aterrizó sobre mi cama, no parecía ni asustado ni sorprendido, al menos no por el momento. Me posicioné sobre él, como tantas había hecho cuando quería intimidarlo, era ya una costumbre entre nosotros. Se me había casi natural estar tan cerca de él, se me había hecho necesario sentirlo.

Lo miré y él continuaba imperturbable, lo tomé de sus muñecas aunque sabía que él no intentaría escapar, nunca lo hacía. Siempre permanecía así, aunque lo amenazara, él jamás corría, jamás huía.

 

Corriendo en círculos sin encontrarnos

 

—Near—llamé—, no voy a dejar este lugar sin ver alguna emoción en ti.

Quería, lo deseaba, anhelaba ver algo en esos ojos, lo que fuese. No quería irme sin sentir que había logrado algo en Near, no me importaba qué fuera. Pero quería ser yo y sólo yo el que lo viera cuando pasara.

—Quiero…—susurré, molesto—…verte llorar frente a mí.

—Entonces tendrás que hacerme llorar, Mello.

El tono con que lo dijo, era de reto. Estaba retándome a hacerlo llorar, y yo no sabía si podría. No se me ocurría ninguna manera, si la muerte de L no lo había hecho llorar, ¿entonces qué podría? Sin pensar llevé mis manos a su cuello, sintiendo sus tranquilos latidos debajo de mis palmas.

—¿De verdad quieres que te haga llorar? —pregunté y comencé a cerrar mis manos entorno a su delgado cuello. Lentamente y casi con delicadeza, tal vez porque estaba asustado—. ¿Tienes idea de lo mucho que te odio? ¡¿Lo sabes, Near?!

 

Perdidos en una ciencia distante

 

Él sólo me miró, sin cambios en su rostro. Sus grandes ojos me miraban y me sentí culpable, no podía controlarme cuando estaba cerca de él. Siempre perdía mi cabeza cuando Near estaba cerca, era como una droga, como un velo de imprudencia que me atacaba en los peores momentos, cegándome a mis instintos. Siempre perdía mi cabeza por Near.

Solté su cuello, la presión había sido tan leve que sólo había dejado una pequeña marca roja en la piel tan blanca, tan pura. Todo lo contrario a lo que él era. Volví a mirarlo y él me la regresó, sus ojos me miraban con curiosidad, al pendiente de mi próxima movida. Recordé que hace unas semanas, en la misma posición, casi lo había besado y él jamás me apartó. Me acerqué, y pude sentir su ligero aroma, mi sanidad volvía a irse nuevamente.

Cerré mis ojos y volví a acercarme, hasta poder sentir su aliento mezclarse con el mío, no me alejó y yo tampoco me aparté. Lo besé.

Sus muñecas se movieron y las retuve con mis manos, suavemente. Tal vez se había exaltado, era primera vez que me atrevía a estar tan cerca de él, compartiendo algo tan íntimo. Sentía mi cabeza dar vueltas, como si el mundo hubiese comenzado a girar demasiado rápido, y yo no me quería bajar.

Near me respondía, tímidamente movía sus labios al compás de los míos, eran suaves y como él; cálidos. Todo él era cálido, como jamás pensé que sería. No estaba hecho de hielo, después de todo.

Mis mejillas estaban rojas, las sentía calientes y mi estómago era el nicho de muchas mariposas. Hasta ese momento no creí que lo que decían sobre sentir alas en tu estómago era verdad. Pero luego de eso, puedo dar fe de que no son sólo mariposas, eran más que eso. Es como si todo dentro de mí vibrara al contacto, como si mi cuerpo fuera sacudido con cada caricia que recibía de los labios de Near, se sentía tan bien.

Me separé de él, estaba agitado y me faltaba el aire. Miré a Near y el sonrojo en sus mejillas y el hecho de que le costaba respirar, despertó algo en mí. Nunca supe qué fue, pero era como si algo dentro de mí se hubiera liberado, yo había logrado resquebrajar la máscara de Near, y  no sólo quería eso, quería romperla por completo.

Quería más que su respiración hubiese cambiado. Quería ver brillo en sus ojos, escucharlo como nadie más lo había hecho, verlo como sólo yo podía hacerlo.

 

Nadie dijo que era fácil, como tampoco nadie dijo que sería tan difícil.

 

Mis manos temblaban, estaba nervioso. Me guiaba solamente por mi instinto, jamás había pensado que terminaría de esa manera con Near. Sobre él y desabotonando su camisa, pero así estaba y yo sabía —y probablemente él también— de que ya no había vuelta atrás. No me alejó cuando solté sus muñecas, no me apartó ni se alejó, Near jamás se alejaba, siempre era yo el que terminaba apartándome de él. Pero ahora sería diferente, porque yo no me iría hasta verlo y hacerlo sentir de la misma manera en que yo me sentía.

Me acerqué lentamente y besé con delicadeza su cuello, donde hace unos minutos mis manos habían intentado ahogarlo. Él jamás se asustó, porque sabía que yo no era capaz de hacerle daño, ambos lo sabíamos, aunque creo que él lo sabía mucho más que yo mismo, siempre era así. Lo miré y su sonrojo había aumentado, se veía adorable de esa manera, se veía tan…real. Besé cada parte de su cuello y de su pecho, él sólo me miraba y emitía ligeros sonidos, tímidos y suaves. No podía explicar cómo me sentía en ese momento, como si yo fuese capaz de cualquier cosa.

Estaba perdiendo todo mi autocontrol, pero no podía evitarlo. La piel de Near era como el lienzo perfecto para marcar todo lo que yo deseara, quería grabarme en cada parte de él. Quería ser el primero para él, el único. Lo acariciaba y sentía su piel arder bajo la mía, era increíble que no nos quemáramos.

 

Sólo estaba adivinando números y figuras, desmontando el rompecabezas.

 

En ese momento estaba más que claro que la sensación de estar completo sólo Near podía dármela. Sólo él podía hacerme sentir como sí estaba en el lugar correcto, completando el rompecabezas. Éramos él y yo. Continué besándolo y la voz de él estaba cada vez más quebrada, cada vez menos indiferente.

—Tienes un cuerpo muy sensible, ¿verdad, Near?

—No estoy acostumbrado a ser tocado…—dijo entre suspiros—. Y la fijación oral de Mello por el chocolate…sólo lo hace peor.

Me sonrojé profundamente, lo miré y él me sonrió levemente. Me acerqué a su boca y lo besé de nuevo. No me cansaba de besarlo, sus labios parecían estar hechos de un chocolate que yo jamás había probado pero al cual ya me había hecho adicto.

—Tomaré eso como un cumplido—susurré cerca de su oído.

Mi mano viajó hasta su pecho, recorriendo con lentitud su piel. Miraba cada cambio de su rostro, cada aumento de color carmín en sus mejillas. Se veía tan…extraño. Tan no él, tan diferente…era nuevo y me gustaba verlo de esa manera. Llegué al bordé de sus blancos pantalones y lo miré. Sus ojos se encontraron con los míos, se acercó a mí y me besó al momento que yo introducía mi mano debajo de esa tela blanca. Se acercó más a mí y yo lo abracé suavemente mientras comenzaba a tocarlo. Ligeros gemidos salían de él y no podía creer que yo lo estuviese escuchando, era algo totalmente irreal.

 

Preguntas de ciencia, ciencia y progreso, no hablan tan fuerte como mi corazón

 

—¿Quién lo diría…?—dije, intentando que mi voz saliera lo más tranquila que podía—. Near es humano después de todo…

Él suspiró agitadamente y me miró. En sus ojos había un brillo distinto, me gustaba.

—Es Mello…—respondió y se acercó a mí—. Eres tú quien me hace ser humano, Mello.

Dime que me amas, regresa y búscame

 

Sentí que el aire se me escapaba de los pulmones al escuchar eso, jamás pude olvidarlo. Sentí mi corazón latir tan rápido que pensé que Near podía escucharlo, con sólo esa frase él me había desarmado por completo. Todo lo que había construido alrededor de él, esas murallas de odio se había destruido por unos instantes. ¿Por qué…? ¿Por qué tenía que decir eso? ¿Por qué cuando me iba…? Saqué mi mano de sus pantalones y él volvió a mirarme, expectante. Me alejé por un momento del abrazo y lo desvestí. El ver sus piernas desnudas hizo que el calor en mi vientre se expandiera, quemándome.

Sentí que había perdido por completo el control de la situación, que era él quien me controlaba a mí y no al revés. Ese sentimiento de querer superarlo volvió a mí, yo no me dejaría controlar por él, no ahora, no esta vez.

—Voy a romperte…—susurré mientras me posiciona entre sus piernas—…Near.

Me sentía nervioso, no quería hacerle daño, nunca he querido hacerle real daño, nunca he sido capaz de lastimarlo de verdad.

—Está bien—respondió y me sonrió—. Pero debes saber…que yo también voy a romperte, Mello.

Él no lo sabía…pero me había roto hace muchísimo tiempo. Su presencia dentro de mi vida…era todo lo que necesitaba para romperme. De una vez me uní a él, viendo como su rostro se desfiguraba por el dolor. No quería estar preocupado por él, no quería estar sintiéndome así de bien junto a él, unido a él. Pero ya no podía evitarlo, era muy tarde.

—¿Duele?

—Sí, duele —Su respiración era agitada y ya no sólo su rostro estaba teñido de un poderoso color rojo, sino su pecho también comenzaba a ser coloreado de rosa. Mis huellas estaban marcadas en su piel, mi presencia estaba grabada en él. Se estaba mostrando vulnerable, como jamás lo había visto y quise mantener por siempre ese recuerdo en mi cabeza.

 

Corriendo en círculos, persiguiéndonos sin poder encontrarnos

 

Sus brazos se cerraron en torno a mi cuello y me llevó con él a recostarme sobre su cuerpo. Sus dedos acariciaban lentamente mis cabellos, bajaban a mi nuca y hacían figuras inentendibles en mi piel.

—Sigue, Mello…—susurró y fue todo lo que necesite para comenzar a moverme. Su mirada no se desconectada de la mía, sus ojos jamás me habían parecido tan bonitos como en ese momento. Descubrí que no eran negros…eran grises.

Me movía lentamente, sacando suaves sonidos de su garganta, él decía mi nombre y yo el suyo. Sabía que desde ese momento, su nombre resonaría por siempre en mi cabeza, nunca podría olvidarlo. Y yo sé que él lo sabía, sabía el efecto que tenía en mí, sabía lo poderosa que era su presencia para mí. Sabía que había enloquecido por él.

Esa noche, esa noche cuando nos enteramos de la muerte de L, fue la noche donde ambos nos sentimos más vivos que nunca. Compartiendo no sólo nuestra tristeza, sino también cada parte de nosotros. Desde ese momento sabía que Near me pertenecía, y que yo era de él. Que ambos éramos y seríamos siempre las dos piezas del rompecabezas que jamás podrían ser cambiadas ni reemplazadas.

 

Volviendo a donde nos encontrábamos

 

Cuando el clímax llegó él me abrazó fuertemente y yo lo besé. Sabía que extrañaría sus besos una vez que me fuese del orfanato, por eso tenía que grabar con precisión sus cálidos labios dentro de cada neurona que tenía en mi cabeza. Probablemente él también memorizaba mi calor, Near me conocía pero yo también lo conocía a él.

Nos alejamos e intentamos recuperar nuestras respiraciones normales. Mi sonrojo aún seguía muy presente en mi rostro y probablemente no se borraría en un tiempo, al igual que la sensación de hormigueo en todo mi cuerpo. Lo miré y él tenía su brazo sobre sus ojos pero pude ver que sus labios estaban rojos e hinchados y no pude evitar sonreír ante eso, yo había logrado eso.

—¿Estás satisfecho…?—me preguntó sonriendo levemente. Me sonrojé aún más y no le respondí, pero era evidente mi respuesta. No había que ser un genio para saberla.

Nos quedamos un momento juntos, lo miré y él me miraba a mí.

—Te odio—le dije y él volvió a sonreír. Esa palabra ya no tenía ningún significado, ni para él ni para mí. Todo había cambiado entre nosotros, y ya nada iba a volver a ser como era. Podíamos fingir rivalidad, fingir odio o lo que fuese, pero ambos sabíamos que era mentira.

Pasado un tiempo él se quedó dormido, como pude lo cubrí y me levanté de su lado.

 

Nadie dijo que era fácil, es tan triste para nosotros separarnos

 

Comencé a recoger las cosas que me llevaría, no era mucho y en poco tiempo ya estaba listo. La lluvia se había dejado caer y tomé una chaqueta, sería mi única protección contra el agua que caía del cielo. Me volteé y miré por última vez a Near, estaba hecho un ovillo en mi cama, y su respiración era lenta y pausada.

Me acerqué y acaricié suavemente su mejilla, no quería despertarlo. Sería más fácil si me iba cuando él no pudiese verme, para ambos. Lo besé nuevamente, más una caricia ligera, un revoloteo en su piel y me alejé.

Desde ese día sabría que pasarían años hasta que pudiese verlo de nuevo, hasta que pudiese estar así con él. Tal vez nunca más podría besarlo o abrazarlo, pero ese era mi precio a pagar por atrapar al asesino de L. Tomé el pomo de la puerta y salí sin mirar atrás, llevando conmigo todos los recuerdos que Near me había regalado.

Salí, camuflándome con la noche, sin que nadie se diera cuenta de mi fuga. La lluvia me golpeteaba sin misericordia y me calaba hasta los huesos, pero ya no había vuelta atrás. En ese momento le dije adiós a Near, y adiós también al niño que había dentro de mí, desde ese momento me convertiría en un adulto, en un nuevo yo que esperaría con ansias el momento en el que el camino nuevamente nos juntara a Near y a mí.

 

Nadie dijo era fácil, como tampoco nadie dijo que sería tan difícil

 

Dicen que cuando mueres toda tu vida pasa ante tus ojos. Los recuerdos de cosas tristes o felices, todos los momentos de tu existencia proyectados como si fueses un espectador más dentro de tu propia vida. No es tan así. Ahora, en mis últimos momentos, cuando sé con certeza que mi nombre fue escrito en la libreta, todo lo que pude recordar fue ese momento de mi vida con Near. Ese momento donde pude verlo tan humano ante mis ojos, y sólo para mí. Mis sentidos se duermen y en todo lo que puedo pensar, es que mi sacrificio y el de Matt no hayan sido en vano. Que Kira sea atrapado y que, por sobretodo, Near esté a salvo.

Lo último que puedo ver, son sus ojos grises y sentí un cálido toque en mi frente. Luego oscuridad.

Estoy volviendo al comienzo.

Notas finales:

Este ha sido el único fic con el cual lloré mientras lo releía. Lo sé, soy toda una sentimental, es la edad.

Creo haber dicho que iba a subir éste después de terminar Mutualismo relacional, pero me inspiré y lo terminé antes. Increíblemente me inspiré viendo Tokyo Ghoul... no me pregunten cómo diablos pasó eso, cosas extrañas me pasan cuando me emociono con un anime. Y Tokyo Ghoul es bueno... muy bueno. 

Espero que la misma inspiración se me transfiera al resto de mis historias, la necesito desesperadamente. 

¡Nos leemos y cuídense mucho!


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).