En un consultorio ubicado en la ciudad se encontraba un azebache con unos papeles en las manos, como siempre preparando los antecedentes de sus pacientes para el siguiente día-
Termine. Dijo para sí mismo, soltando un suspiro de cansancio.
Salió de aquel gran consultorio dirigiéndose hacia la entrada de aquel grande y lujoso hospital ubicado en la ciudad de Konoha.
Se detuvo en la puerta principal y se quedó observando por un momento el cielo nublado, al parecer va a llover pensó, dio otro gran suspiro y prosiguió caminando, con un paraguas en la mano. Y tal y como lo pensó empezaron a caer centenares de pequeñas gotas de agua, corrió para salvaguardarse de estas, no es como si le fuera a pasar algo pero no quería atrapar un resfriado, se acercó a un pequeño local cerrado con una carpa para poder abrir su sombrilla y proseguir su camino hacia su hogar.
- Maldición y hoy precisamente que no traje el auto, maldijo el pelinegro sin percatarse de que una persona se encontraba a su lado, hasta que un pequeño estornudo de esa personita lo hizo darse cuenta de esta.
- Lo siento, no te preocupes por mí puedes seguir quejándote libremente. Mencionó el tipo de al lado.
El azebache no supo que responder, hasta que más palabras emanaron de la boca de aquella persona.
- No eres el único.
- ¿El único? Le contesto el Uchiha confundido volteando finalmente hacia él.
- Sí, yo tampoco llegare a la cita que tenía programada hoy, es muy importante. Le respondió el ojiazul dirigiendo su mirada hacia la persona de lado, emitiendo una pequeña sonrisa de medio lado.
En ese momento el azebache observo al sujeto que tenia de lado, vio su rostro y se topó con un par de encantadores ojos azules y esa pequeña pero encantadora sonrisa de este, no supo que hacer sintió como su corazón se aceleró y se limitó a dirigir su rostro a otra dirección, respondiendo con un simple ya veo.
Un silencio se adueñó de la situación hasta que el azebache por fin volvió hablar.
- Toma, le dijo estirando la mano y brindándole el objeto que llevaba en la mano.
El rubio miro que era lo que le estaba ofreciendo y respondió.
-No es necesario,
- Toma puedes usarla .Insistió el azebache sin voltear.
- Pero…
- No dijiste que tenías una cita muy importante, de igual manera yo puedo esperar un poco a que amaine la lluvia, no tengo ninguna preocupación. Que era lo que pasaba en ese momento desde cuando él era una buena persona, y con un desconocido que hace unos poco minutos acababa de conocer.
- Gracias, indico el rubio tomando el objeto que el ojinegro le brindaba.
- Sí .
- Me voy te lo agradezco mucho, fueran las últimas palabras que escucho, hasta que volteo y vio como una silueta la cual caminaba muy rápido desapareciendo en aquella calle, se recargo en la pared y espero a que la lluvia pasara.