Muchas veces me he arrepentido de haberme acercado a él en primaria.
Tenía 11 años cuando le vi entrar, era el chico nuevo, y lo más llamativo que tenía eran esos ojos tan rasgados, muchas veces creí que no tendría, también era muy solitario, así que me dio un poco de miedo acercarme. Yo siempre fui muy carismático y sociable, me llevaba bien con todos los del salón así que no podía no hablarle. Fue la tercera semana cuando en el receso deje a mis amigos y lo seguí. Terminé sentado a su lado, bajo un árbol. En silencio.
Planeé hablar con él el segundo día. Terminamos bajo el árbol. Sentados.
–Hola.
–Mh.
No era la mejor comunicación, pero trataba de que fuera fluyente. Él no era comunicativo.
El tercer día no me respondió el saludo. El cuarto día, tampoco. Me irritaba un poco el que hiciera eso, pero no me importaba mucho, siempre me quedaba ahí hasta que volvíamos al salón, además pude descubrir muchas cosas de él todos esos días, semanas, meses, ¡Sí tenía ojos! Le gustaba leer y a veces comía goma de mascar. Nunca me ofrecía. Así que comencé a comprar la misma que él, y cuando él comía, yo también.
En realidad me costó tres meses lograr que me dijera –Hola. Ah. Ese día me sentí maravilloso, sentí mi cuerpo llenarse de una emoción que en ese entonces no comprendía, y que solamente sentía cuando estaba a su lado.
Se convirtió en mi mejor amigos, los que tenía en el salón se había molestado conmigo por dejarlos a un lado cuando seguía a SungGyu, así que mi amistad con él se hizo más fuerte. Me iba a quedar a su casa los fines de semana porque decía que no le gustaba salir y a mi madre no le molestaba aquello porque en las reuniones de la escuela conoció a la suya y ella le explicó que su hijo siempre había sido así, y que estaba feliz de que tuviera un amigo como yo.
Siempre me gustó que me halagaran.
–SungGyu-Ah, deja de leer y ven acostarte. Mañana te toca la lección de cómo dominar el balón. –El castaño golpeo el lugar vacío en la cama a su lado, puesto que su amigo aún seguía sobre el escritorio leyendo. Era una costumbre. Lo sabía.
–Sí, sí. Ya voy. –Comentó con su tono calmado mientras se acercaba. En esos momentos Nam sentía cómo su corazón se aceleraba al verlo acostarse a su lado, cómo se quedaba mirando el techo y él mismo se giraba en su lugar pasando su brazo por encima de él. Su escusa barata de que tenía frío.
–Me estaba congelando…
–Ya estoy aquí, Namu. –Le miró hacia abajo con una suave sonrisa. En minutos se hallaban los dos durmiendo, y a WooHyun le encantaba haber llegado a tener esa confianza con él en eso meses, y más, que este dejara que lo tratara de esa manera.
Nam no lo sabía, pero su afecto por SungGyu, era mucho más grande. Bueno, teniendo 11 años no se podía pedir mucho y realmente no sé dio cuenta después de mucho tiempo…
La primera novia de Kim, trajo consigo a la primera de Nam. Y este sabía que era por despecho, más no sabía que era amor.
La segunda novia, trajo también la segunda de Nam. Y se volvía a preguntar el porqué la había aceptado si no le gustaba.
La tercera novia, trajo una tercera a Nam y también, su primera infidelidad, nada más ni nada menos que con el apuesto Kim MyungSoo.
La quinta novia, sexta, séptima… Trajeron solamente más aventuras para Nam, y ya lo sabía, a los 17 años; entendió su despecho, su rabia, su envidia, sus borracheras con DongWoo, las veces que despertó al lado de alguien que ni siquiera sabía el nombre. Entendió todo aquello y más.
Pero no lo aceptó.
No lo haría. Joder.
–¡Namu! –Conocía perfectamente ese tono de voz, y aunque no la conociera, su corazón lo haría porque siempre se ponía a palpitar más rápido en aquel momento.
–Dime… –Se giró con una sonrisa, aunque fue hasta la mitad, el castaño oscuro en ese momento, le rodeaba con sus brazos y besaba su mejilla.
–Joder, SungGyu-Ah… Eres asqueroso… –Rió con diversión, llevando su mano a limpiarse aquella zona, sólo provoco más risas de su compañero y un abrazo más fuerte.
–Vamos, no eras tú el que siempre andaba besándome antes…
Y en ese momento su mente viajo a muchos años atrás, ¿9?
–SungGyu-ah, SungGyu-ah… –Repitió con un tono chillón, corriendo hacía su espalda. Por suerte su fiel amigo se hallaba sentado y al momento que alzo el rostro, este se tiro encima, se revolcó un momento gracias a que cayeron de espalda y entre risas y movimientos bruscos, besaba su mejilla aun cuando su ajeno se negara y gritara que era asqueroso, este con más alevosía lo hacía, con más gracia. –Eres Asqueroso ¡Namu! Namu… ya… –Su risa era su felicidad.
–No te quejes, eh. Luego te enojas cuando soy así con SungJong. –Se detuvo de golpe le miraba a esos finos ojos y quizá su tono sonó muy serio, no lo sabía, porque en ese momento los dos estaban en silencio.
Ese silencio que es su momento le incomodo tanto.
Ese silencio.
Se iba acercando, sabía que no debía hacerlo, pero sólo seguía acercándose, su respiración tibia, sus ojos quietos. Él siempre tenía un rostro tranquilo y esta no era la excepción. Más bien, para los nervios Nam, SungGyu se veía relajado. Era cómo si también quisiera… ¿Quiere? Cómo si lo estuviera esperando…
–Nam… –Fue su murmuró –Mh…
–No me vas a poder besar bien si sólo te pegas a mi boca… –Claro, claro, estaba ahí solamente, sus labios sobre los suyos, sintiendo cómo estos se movían ante sus palabras. Joder.
Pero fue más rápido Kim, si Nam quería saber cómo se besaba, le enseñaría… Fue cuando le tomo del rostro y de mejor manera, aprisiono sus labios… Ah. Y lento fue separando los propios entre los suyos para comenzar un perfecto movimiento…
Nunca más hablaron de eso.
Pero Nam siempre lo tenía presente.
–Nam ¿Estás bien?
–Eh… Sí, –Sonrió, cómo siempre.