Mi nueva herencia.
Aquellas manos comenzaron a masturbarle, enviándole descargas de placer a todo su cuerpo, sus jadeos se hacían cada vez más fuertes, temía el ser escuchado. Extendió sus manos para atraer a su compañero y devorar esos carnosos labios, necesitaba una manera de callarse y no encontró más que esa para hacerlo, ahogando esos sonidos tan vergonzosos en la boca del otro. Sintió los afilados dientes rasgar su boca, el sabor de la sangre mezclándose con su saliva, eso solo le excitaba aún más. Un leve pinchazo de dolor lo devolvió a la realidad cuando sintió el miembro de su pareja abriéndose paso a su interior, el dolor pronto se volvió placer y se encontró moviendo frenéticamente sus caderas para sentir más de aquello. Sus garras arañando la blanca espalda, sus colmillos clavándose en el hombro de aquel que le hacía lo mismo, estaba desgarrando su carne pero extrañamente eso solo le ponía más. Sus gemidos se convirtieron en gritos y las embestidas fueron cada vez más fuertes y profundas, trayendo consigo el orgasmo propio y minutos más tarde se sintió lleno con la simiente de su pareja.
Pareja, esa palabra se le hacía rara en el pensamiento, quiso pronunciarla pero no encontró su voz. Quería ver el rostro de aquel que le había dado tanto placer, pero la oscuridad de la habitación se lo impedía. Quería comprender porque se sentía así de esa manera, como si aquel fuese parte de él, como si solo teniéndolo estuviera completo. Levanto las manos para llevarlas al rostro ajeno, quería saber pero de pronto un ruido le alejo de esa escena, mostrándole una ventana y una lechuza parada en su marco.
Había sido un sueño, solo una ilusión. Un escalofrío le recorrió el cuerpo y de repente su corazón se estrujo sintiéndose repentinamente solo y sin protección. Una lágrima rodó por su mejilla y nuevamente el ulular del ave le sacó de sus pensamientos. Era la lechuza de Ron y traía algo, con cuidado se levantó para ir a abrir la ventana y notó el temblor de sus piernas y la sensación pegajosa entre ellas. Un ardor invadió su rostro y se sintió avergonzado de ser observado por la lechuza en esa situación. Abrió y tomó la carta con cuidado, dejando libre al ave de su carga, la cual hecho a volar de inmediato.
Era un pequeño paquete con una nota, no muy larga.
"Quería ser el primero y espero haberlo logrado.
FELIZ CUMPLEAÑOS HARRY"
PD: Este no es tu regalo verdadero, te veré en la fiesta de la tarde.
PD2: Lamento el haberte despertado, ya puedes seguir durmiendo :)
PD3: Espera, no duermas aún. Si llegué antes que Sirius no le digas o me matará D:
Ahogó una carcajada y observó lo que traía el paquete, era una foto. Eran ellos tres - Hermione incluida - sonriendo y siendo bañados por una lluvia de bolas de nieve en pleno verano. La broma que los gemelos les habían hecho hace algunos meses. Sonrió ante el gesto y guardo la foto nuevamente, el sonido de unos pasos le obligaron a regresar a la cama y fingir que nada de eso había pasado. Puso su primer regalo bajo su almohada y fingió estar dormido. A los pocos minutos un gran perro negro se tiraba sobre el sacándole todo el aire de los pulmones y poco después tomaba la forma de un hombre, su querido padrino: Sirius Black.
- ¡Feliz cumpleaños Harry, ya eres oficialmente un adulto!
Y con esas palabras y un abrazo, su mundo se volvió rojo. El dolor llenó cada parte de su ser y no pudo evitar el gritar, el miedo lo invadió y lo ultimó que vio antes de caer en la inconciencia fue el rostro perplejo de Sirius, la incredulidad plasmada en sus facciones. La oscuridad lo envolvió y la silueta de quien en sueños llamó pareja llegó a él, tranquilizándolo poco a poco.
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Estaba seguro que ya había sucedido o que estaba pasando. El reloj ya marcaba las 12 y eso indicaba que su pareja ya tenía los 17 cumplidos, su herencia ya se estaba manifestando y dentro de poco podrían reunirse. Estaba desesperado por estar al lado de Harry y no podía dejar de dar vueltas en su habitación, su madre le veía divertida. Una punzada en el pecho le indicó que estaba sucediendo, su pareja estaba sufriendo su transformación y a pesar de las reglas ante-impuestas quería salir corriendo para poder estar a su lado, tomarlo entre sus brazos y compartir ese dolor que él mismo había experimentado meses antes y que estaba seguro no era nada suave.
Su tía al verlo desesperado y dudando se le acercó y con unas leves palabras intentó tranquilizarle.
- Estará bien, él debe pasar por esto sólo. Al igual que tú. No quiero que tu pareja termine mimada, ¿entendido?
Lanzándole una sonrisa fugaz, ella volvió a su lugar y siguió observándole. Era verdad, ya sabía que cada uno de ellos debía pasar su transformación solo, al menos no con su pareja o alguno más de su especie. Esperaba que hubiese alguien con Harry, alguien que lo apoyase en esos momentos de desesperación y dolor. Esperaba que el señor Black no haya ignorado la carta que le había enviado. Miró nuevamente la chimenea y los polvos fluu que tenía en la mano. Estaba listo, cuando todo pasara él se transportaría a Grimmauld Place y también esperaba que las protecciones no le impidieran entrar.
Eternos minutos pasaban y su mano temblaba desesperadamente por lanzar los polvos al fuego. Un carraspeo de su tía le indico que no lo hiciera. Después de casi 15 minutos lo sintió, ese tironeo en el corazón y todo su cuerpo que le indicaba que ya era hora, que su sumiso lo necesitaba a su lado y que necesitaría todas las explicaciones que él pudiera darle.
Sin pensarlo un segundo más se encontró gritando el nombre de su destino, observando en última instancia a su tía que ya se preparaba para ir tras él.
Unos segundos más y podría estrechar ese cálido cuerpo con el que había estado soñando estos últimos meses. Sólo unos peldaños más y podría reclamar a su pareja.
Al abrir la puerta, un par de miradas estupefactas le observaron, pero no le importaron más que aquellos orbes esmeralda que brillaban con aún más intensidad que la primera vez que le conoció. Esos ojos le miraban atentamente y por fin después de unos eternos segundos, el reconocimiento se hizo presente en ellos. Extendió sus brazos al mismo tiempo que sus alas y con ellos recibió el pálido cuerpo que se estrechó fuertemente con el suyo. Al fin podía tenerlo entre sus brazos, a su Harry, su pareja, su amado, su familia.