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La Entrevista por Laia16

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Notas del capitulo:

El manga/anime pertenece a Shungiku Nakamura ©

La historia me pertence a mi.

 

Misaki revisó por última vez su computadora, copió los datos en su bloc de notas del móvil, cerró sesión y se puso en pie. Ese día había concertado una entrevista con una persona muy especial. Los nervios traicionaban al joven de veinticuatro años. Se sentía como un colegial ante la primera cita con su primera novia. Sentía una mezcla de emociones: Miedo, emoción, alegría, ansiedad. Con tantos sentimientos hirviendo en su pecho, estaba seguro de que terminaría olvidándose de alguna que otra cosa.
Tenía un gran nudo en el estomago, era muy importante para su tesis aquella entrevista, necesitaba sacar la mejor nota posible, no quería suspender ni reprobar de nuevo, no tenía tanto dinero para costearse el mismo curso dos veces. Por eso necesitaba esforzarse, quería ser un buen abogado.

El joven estudiante de Derecho, se dirigió a la puerta de su casa, respiró hondo y expulso el aire por su boca de manera pausada, lenta, para poder tranquilizarse.
Cuando salió de casa, sintió el frío aire matinal del mes de noviembre, en parte lo animó y en parte lo desanimó. El clima se había encargado de congelar todos sus miedos, todos sus temores. Caminó despacio, casi saboreando el frío clima invernal.
Misaki recordó la llamada del día anterior de su hermano, era tan graciosa, comprendía la preocupación de su hermano mayor, pero también se daba cuenta de que había momentos en los que exageraba su preocupación. Lo seguía tratando como cuando era un niño, un niño que no podía valerse por sí mismo, pero ahora era distinto. Pronto terminaría su carrera y llegaría a casa glorioso y triunfador.
Soltó una pequeña carcajada, pues era cierto que seguía pensando como un niño. ¿Acaso no habían infinidad de abogados en paro? ¿Acaso no habían infinidad de abogados mejores que él? ¿Entonces por qué pensaba que por tener los estudios completados sería alguien triunfador? Era cierto, no se estaba enfrentando a ningún monstruo, a ningún dragón, por lo tanto, sería solamente otro abogado más en el país. Aunque solo por eso, ya se sentía alguien especial, era el único de su familia que tenía una casi-carrera echa. Su hermano había tenido que elegir entre trabajar o estudiar cuando tenía 18 años, después de perder a sus padres y quedaran huérfanos de ambos padres. Decidió trabajar y olvidar sus estudios, necesitaba hacer entrar dinero a casa para mantener a Misaki, poder seguir viviendo ambos.

Su mente divagaba en esos pensamientos que entristecían al joven, las penurias que habían tenido que vivir cuando eran jóvenes, los malos tragos por la escasez de dinero, el esfuerzo sobrehumano de su hermano Takahiro de mantenerlo a ambos con un único salario de clase trabajadora. Su hermano sí era todo un triunfador ¿Y acaso había necesitado de una carrera o unos estudios para demostrarlo? En comparación, se sentía solo un niño afortunado de poder estudiar sin mayores preocupaciones.
Misaki miró al cielo, perdido en sus pensamientos y justo al momento de alzar la mirada chocó contra un semáforo. No fue un gran golpe, pero fue lo suficiente para hacerle olvidar viejos tiempos. Se sobó la frente y la punta de su nariz, le dolía, pero se lo tenía bien merecido por no mirar por donde iba. No necesitaba preocuparse por el pasado, necesitaba preocuparse por su maldita entrevista.
Se regaño a si mismo por no haber apuntado las preguntas con antelación, ahora debería apuntar y preguntar sobre la marcha, algo que odiaba, pues podrían pillarlo con la guardia baja.

Por fin llego a la boca de la entrada del metro, compró el ticket y camino hasta el anden. Se alegraba de la magnifica puntualidad de los metros. Lo que menos necesitaba ahora era llegar tarde.
Le costó mucho esfuerzo poder subir en el metro, estaba abarrotado de gente, la multitud lo apretaba y empujaba contra las puertas. Era paradójico: El metro había sido un gran invento pero también un aparato cruel de tortura. El ambiente estaba cargado, la gente se empujaba mutuamente, casi apenas se podía respirar.
Con un suspiro intentó calmar su nerviosismo. No podía culpar al metro de sus temores internos. Un hombre lo empujó aún más contra la puerta, haciendo que pegara la piel de su rostro en el cristal. Estar encerrado allí era sofocante y un martirio.
Intentó llenar sus pulmones de oxigeno, se estaba mareando y eso que solo había pasado una estación, aún le faltaban otras ocho. Una gotita de sudor y resignación, bajó por su sien.
La tortura duró media hora más, cuando por fin pudo salir de la lata de anchoas se sintió aliviado y libre. Respiro hondo varias veces para compensar el mal trago que había pasado. Camino un buen rato más, hasta que por fin llego a la cárcel de Tokio, bueno, no entendía demasiado bien por qué le decían de Tokio si en realidad estaba a las afueras de la metrópolis, pero tampoco le importaba demasiado.
Al llegar a las puertas de la cárcel sintió unas repentinas ganas de girarse, dar media vuelta e irse, pero eso ya no era una posibilidad, debía olvidar el miedo. Por fin había llegado hasta allí, era una persona adulta, no entendía por qué ese lugar le inspiraba tanto respeto y a al mismo tiempo tanto repelús.

Cerro los ojos unos escasos segundos y se decidió a entrar...

Notas finales:

Aclaraciones: Me inspiré en varias webs de contacto con prisioneros reales (presos reales), las cuales, por lógica y respeto a los usuarios, no publicaré puesto que no es apta para menores y tampoco es que quiera hacer publicidad de dichas webs...


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