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Lo que no hace un Malfoy por Iracebeth

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Notas del fanfic:

Pues... este fic es un regalo de Cumpleaños para mi querida Gaby. ¡Te lo mereces linda! Gracias por todo... Su cumpleaños fue el tres de junio, y acabo de notar que no había subido esto aquí... Así que aquí está :3

 

Felicidades~

 

El fic será de varias viñetas, que se centrarán en momentos claves de la relación de estos dos... Verán a Sirius atacando como un degenerado y a Lucius tratando de huir B3

 

Disfrútenlo~

Notas del capitulo:

Disclaimer: Harry Potter y derivados no me pertenecen, son propiedades de JK Rowling y Warner… yo no puedo pagarlos, si pudiera, los compraría y la pansexualidad o al menos bisexualidad sería regla.

 

Hola :D

 

Pues… esta vez les traigo algo diferente, es un Sirius/Lucius que se me ocurrió el otro día divagando en casa de una amiga. Espero les guste. Y hablando de mi amiga eso me trae al punto 2 (que pueden saltarse los lectores si lo desean):

 

¡Feliz cumpleaños Gaby! ¡Te quiero criatura! ¡Te mereces esto y más!

 

Ahora vamos al punto 3: puede que me tome un tiempo acabarlo, pero ya el fic está más o menos planeado hasta el final, sólo necesito tiempo (que no tengo) para escribir… Lo haré por ti Gaby, que te lo mereces y sé que esperabas esto con ganas…

 

Feliz 3 de junio linda, feliz cumpleaños, te lo mereces. De todo corazón te deseo lo mejor… Este será tu primer regalo, es decir, eso espero, porque lo subiré el día antes. En fin, te quiero niña, eres muy especial, de verdad aprecio todo lo que haces y has hecho por mí (y por Tina) en el tiempo que llevamos siendo amigas. Te queremos un montón =)

 

Vuelvo al hilo general: Queridos amigos y amigas, no me queda más que decir que espero que lo disfruten.

 

Aclaraciones: Ahora mismo Sirius tiene 11 años, Lucius no lo sabe pero así es, él tiene alrededor de 15 o 16 (aún no me decido) y es prefecto de Hogwarts .w.

 

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Un Malfoy jamás se pone nervioso

 

-… espero que ni se les vuelva a ocurrir –dijo en voz baja y terrible, lanzando una mirada fría a los atemorizados Hufflepuff de primero-.

 

Primer año: temblorosos y rollizos saquitos de carne, inseguros y dudosos pequeños de manos sudorosas y piernas de gelatina, que lo miraban llenos de terror. Se contuvo de suspirar de satisfacción, nada mejor que atormentarles un rato para un viernes por la tarde: verles temblar realmente hacía que uno se sintiese joven, sí, nada mejor que eso. Al menos no para Lucius Malfoy: le hacía sentirse realizado. Respiró hondo, su pecho hinchándose con satisfacción.

 

Era el mejor de los viernes por la tarde, se dijo mientras caminaba sonriente por los pasillos. Se sentía simplemente extasiado: primera semana y ya había sacado dos Extraordinarios en sus clases y aterrorizado suficientes novatos como para llenar de lágrimas y sudor el Lago Negro. Si a Lucius le agradase la Adivinación y se dejase guiar por los pronósticos los suyos apuntarían a que su año sería una maravilla.

 

Bajó las escaleras con una sonrisa adornando su siempre bello rostro.

 

Meditó sobre la ruta que seguiría ahora: tal vez debería darse una vuelta por el despacho de Slughorn. No tenía ganas de ir a las cocinas y de seguro ese brillante adulador que sabía lo que le convenía tendría algo con lo que él pudiera tomar el té…

 

Un objeto desconocido estrellándose contra su pecho le hizo frenar.

 

Por un segundo se quedó pasmado por la sorpresa, acto seguido bajó la vista. Lo que podía ver era una brillante mata de pelo negro.

 

Bien, tal vez debía de ceder en algo: estaba tan concentrado en su perfecto itinerario que no había visto por donde iba, y había chocado con algo, o alguien mejor dicho. No sintió culpa, pues no era propio de su rango, pero tampoco culpó al niño. Retrocedió ligeramente para fijarse en su piel pálida: por su estatura debía estar en segundo o tercero máximo, no más… Pero no lo reconocía. Debía ser otro primerizo nervioso que acababa de tropezar al prefecto más temido de Hogwarts.

 

Aprovechó el instante en blanco, tratando de que no se le saliese una carcajada. Una sonrisa amable se pintó en su rostro, se inclinó para estudiarlo y sonreirle, después de todo: ¿quién sabía quién podría ser ese niño?

 

Se llenó de un ligero desencanto: el niño iba sin túnica, vestido sólo con los pantalones y camisa, un chaleco arrugado y una corbata colgada precariamente del cuello, sin asomo de siquiera un intento de nudo. Una corbata roja y dorada que colgaba de su cuello sin asomo de orden o propiedad.

 

Hizo una mueca, enarcó una ceja ¿qué hacía un Gryffindor en sus dominios? ¿Y semejante Gryffindor? ¿Un pequeño vagabundo que apenas sabía ponerse su túnica y que no tenía idea de cómo anudar una corbata?

 

Se agrió, e iba a amenazarlo, aterrorizarlo: divertirse. Sin embargo el chico le dejó sin palabras: los ojos grises lo miraron sin miedo, casi con desafío. Lucius enarcó las cejas. Su irritación crecía, pero estaba muy impresionado, a decir verdad.

 

-No deberías estar aquí… -susurró, arrastrando las palabras, hombros cuadrados, superioridad marcada-.

 

A la que el niño respondió con una mueca displicente, acompañada de un ligero encogimiento de hombros.

 

-El castillo es para todos –dijo, ligeramente divertido-.

 

Ingenioso” pensó, dividido entre su irritación y su diversión ¿es que ese niño pretendía estar a la par con él? Y siguió hablando, el atrevido.

 

-Aunque de hecho vine a buscarte, Malfoy –y algo en su tono hizo sonar su apellido como un insulto-.

 

Una de las perfectas cejas rubias de Lucius se enarcó ¿quién se creía ese mocoso? Estos primerizos… Se dijo que, seguramente, provendría de una familia de sangre limpia, tal vez eso explicaba su arrogancia. Pero Lucius no podía dejarse sobrepasar. La voz de su padre resonaba en su cabeza “Un Malfoy jamás retrocede”.

 

-Tienes agallas niño, para tratar así a alguien que apenas conoces… ¿Cómo supiste quién era?

 

-Eres el prefecto de Slytherin –responde simplemente, mirando hacia su corbata y su insignia, como evaluando, sin ninguna clase de respeto o consideración, mirando su uniforme como si mirase una escoba de carreras- no hay dos, y además: yo te conozco, a ti. El hijo de los Malfoy.

 

Este mald…”. No, Lucius Malfoy no iba a pensar palabrotas, no ese día, ese día Lucius Malfoy iba a estar de un humor dulce y suave hasta acostarse, porque el día era perfecto y seguiría siendo así. Ese niño era sólo…

 

-¿Ah, sí?

 

… Una molesta interrupción.

 

-Sí –le responde después de un rato, aun mirándolo, con las manos metidas detrás de la espalda -.

 

-¿Y de dónde, si se puede saber? -Pregunta, con una irritación marcada-.

 

Pero el niño lo ignora olímpicamente. Ya estaba comenzando a irritarle en demasía… Lucius lo ve observar su capa, como si viese un objeto brillante y desagradable. El niño estira la mano derecha. Está a punto de tocar su capa, a punto de tomarla. Está a punto de tocarlo.

 

Tocarlo con sus dedos sucios.

 

Lucius retrocede un paso, imposible dejar que esa mano lo toque. No, no, no y no. ¿Quién se creía que…?

 

El niño sonríe, mostrando unos impresionantes dientes blancos. Sonríe. Y entonces Lucius entiende. Acaban de marcar una pauta, el chico avanzó y él retrocedió. Ese niño le hizo retroceder. Seguramente le parece divertidísimo: un niñato sin hogar con suerte ha hecho retroceder a un Malfoy, a Lucius Malfoy, uno de los miembros más ilustres de su casa y el heredero de su familia.

 

Se esfuerza en recuperar la compostura. Esa sonrisa lo altera, lo saca de sus casillas, y no hacia la ira. Más bien le hace sentirse… Vulnerable. Es la sonrisa que tendría un perro a punto de cazar un conejo.

 

-Escucha, mocoso…

 

-Odio el verde –murmura, frunciendo la boca, Lucius quiere chasquear la lengua, quiere fingir que olvidó la pregunta- lo he odiado toda la vida, pero a ti –y lo miró de arriba a abajo de una manera descaradamente sexual- te luce.

 

Si la quijada de Lucius no tocó el suelo fue porque Merlín (grande y poderoso) no lo permitió. Pero casi, estuvo cerca, muy cerca. El niño volvió a mirarlo (de arriba a abajo, fijándose especialmente en el área de la cadera y las piernas) y se lamió los labios. Delante de él.

 

Lucius estaba estupefacto. Súbitamente sintió deseos de cubrirse el cuerpo con las manos. Eso era simplemente asqueroso, repulsivo, fuera de toda proporción. No sabía por qué, pero la mirada de ese niño era algo verdaderamente… desagradable.

 

Pero él no estaba nervioso.

 

No lo estaba. Ni siquiera cuando el niño se alejaba por el pasillo corriendo. Ni siquiera cuando se dio cuenta de que habría podido y no le había dado un castigo, ni nada. Sólo se quedó ahí: lo vio desaparecer al final del pasillo antes de poder recuperar el control de sus manos, que en algún punto habían comenzado a temblar.

 

Algo en esa mirada se había sentido terriblemente sucio. Como el fondo de una cloaca.

 

Pero aun así él no estaba nervioso. No lo estaba. Y las palabras de su padre resonaban en sus oídos como un eco, mientras veía temblar sus manos casi compulsivamente.

 

Un Malfoy jamás se pone nervioso.

 

-Fin

Notas finales:

./|_/|

(OwO)

(u    u)

 

Notas finales

 

Sólo puedo decir que espero terminar esto rápido y fácil.

Reitero: Feliz Cumpleaños Gaby, si lo desean, quienes disfruten esto deséenle un feliz cumpleaños también, porque gracias a ella verá la luz esta historia.

 

Comenten :3

Por favor.

Por cada comentario Sirius le quita una prenda de ropa a Lucius… me pregunto cuántos capítulos me tomará desnudarlo...

Hasta la próxima :3

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