Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Bomba de tiempo. por Baal

[Reviews - 16]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

 ¡Me decidí a publicar otro fanfic! Su temática es un poco diferente al que estoy publicando actualmente. Éste es yuri y se sitúa en la actualidad. 

También quiero aclarar que me inspiré en Zankyou no Terror para el trabajo y la manera de actuar en éste de Nora. 

Espero ansiosa sus comentarios.

Sin nada más que agrega ¡Nos leemos luego! 

Llevo tantos días analizando el centro comercial que ya me sé de memoria todos los puntos ciegos que las centenares de cámaras no pueden captar, aunque esto no es nada más que una exagerada medida de seguridad pues el Señor West me ha dado un disfraz de guardia y tarjetas de acceso falsificadas que funcionan de maravillas.

Saco un cigarrillo y lo enciendo con el mechero. No quiero saborearlo todavía. Sigo moviéndome libremente por los pasillos siguiendo las instrucciones que me da Cole por el micrófono hasta llegar al piso de acceso restringido.

—¡Demonios, Cole! ¿Podrías ser más claro en tus putas explicaciones? — Mi voz chillona hace eco en el solitario pasillo. Suspiro, reprochándome a mí misma por ser tan descuidada, cualquiera me pudo haber oído. Le doy una calada al cigarrillo y retengo el humo en mi boca. Luego lo exhalo por la nariz.

—¡Mujer! ¿No puedes entender el puto código morse? — Oigo la voz de Cole bromista y despreocupada.

—Cambia el royo. Esto es muy importante así que trata de comportarte. Además, el codigo morse no se habla— Me burlo victoriosa.

—Vale, vale — Trata de calmarme mientras el sonido de las teclas del computador resuenan vibrantes por el auricular —Es la puerta a tu derecha. Dice acceso restringido debido a químicos.

—No es esta la puerta. Estamos buscando la sala de controles.

—Serás idiota — Cole suena divertido — Es obvio que con los recientes ataques no podrán un letrero con lucecitas de neón que diga “Sala de controles. Siéntase bienvenido de poner una bomba aquí”.

Suspiro cabreada mientras le doy otra probada al cigarrillo. —De todos modos no vamos a poner una bomba allí — Digo con ironía y entro en la sala.

La sala es oscura y sólo una tenue luz azulada ilumina todo torpemente. Hay filas de computadores y otros aparatos que no logro distinguir. Es difícil caminar por aquí. Todo está tan junto  y hay tantas esquinas que tropiezo constantemente. Escucho la voz de cole que me indica lo que debo hacer. Me acerco a uno de los computadores y comienzo a ingresar códigos que él me va dictando en la pantalla negra. Luego letras, números y signos aparecen en la pantalla a gran velocidad, haciéndome acuerdo de los créditos de las películas. Ahora, según Cole, debo salir corriendo porque los guardias no tardarán en llegar. Con torpeza salgo de la sala y corro por los pasillos hasta llegar a las escaleras de emergencia y bajo lo más rápido que puedo a medida que evito ser captada por las cámaras.

—No está nada mal para ser tú — Se burla Cole al otro lado del auricular. Ahora estoy  en el primer piso y me pierdo entre tanta gente. La música está terriblemente alta y apenas puedo ver por donde camino. —Ahora empieza la verdadera acción. Como eres una damita experta me iré al Mac Donal’s un ratito.

No le puedo responder puesto que se corta la transmisión. Maldito bastardo, no puedo creer como el señor West  lo tiene trabajando para él aún, Según yo, hay cosas que entiendo pero no comprendo. La lista la encabeza la relación entre Cole y el señor West.

Camino hasta los baños de mujeres y me meto en la tercera cabina. Levanto la tapa superior del retrete y saco la bolsa impermeable que tiene un antiguo celular en su interior. Guardo todo en uno de los bolsillos de mi pantalón y de otro saco dos bengalas que enciendo con el mechero. Salgo corriendo lo más rápido que puedo  y las bengalas explotan dentro del baño. Al parecer una señora está gravemente herida pues escuché un grito doloroso después de salir del baño. Bah, no tengo tiempo para reparar en señoras descuidadas.

El timbre de incendio comenzó a sonar por todo el centro comercial. Dentro de poco toda la gente corría despavorida hacia la salida mientras los guardias trataban inútilmente de calmar a las personas histéricas y  otros iban al lugar del supuesto incendio. Aproveché la conmoción y corrí  hasta la tienda de peluches que se encontraba al lado de la perfumería Chanel. Tomé el gran peluche de elefante que estaba en la entrada y saqué del bolsillo de la chaqueta una pequeña navaja. Hice un corte en el animal de felpa. Introduje mi mano nuevamente al bolsillo y la bolsa con el celular, de la bolsa saqué al celular y lo metí dentro del animal. De otro bolsillo saque hilo y aguja que enhebré rápidamente y comencé a coser  rápidamente el agujero que había hecho. El animal parecía no haber sido manipulado  Sonreí satisfecha. Ya todo después fue calmo a pesar de que en esos tres minutos la gente seguía vuelta loca. Oí la voz de Cole a través del auricular que hablaba con otra persona. Salí del local.

— ¿Salió todo bien, tigresita? — Preguntó Cole.

—Sí. Ahora estoy saliendo del centro comercial. Llamaré enseguida.

—Está bien —Saqué mi teléfono celular y marqué un número  — ¿Listo?

—Sí— Contesté.

—No sé por qué suenas calmada. ¡Mierda, apresúrate!

Solté una carcajada seca pero divertida y me monté en la motocicleta que rugía bajo mis piernas esperando a que mi celular dejase de marcar. Arranqué enseguida, y no llevaba más de cinco cuadras cuando todo el lugar explotó y se derrumbó en mil pedazos. ¿Cuántos muertos y heridos habrían? Mi corazón dolió por un momento. No era mi culpa que todos fueran tan jodidamente curiosos y que a la primera señal no hayan marchado derechito hasta sus casas obedientemente. Suspiré.

Todo el camino de regreso a casa conversé con Cole. Él era mi mejor amigo, más bien el único. Tenía veintidós años al igual que yo. Nosotros nos conocemos desde pequeños. Recuerdo que en el orfanato él era el que me protegía de las burlas de todos debido a mi carácter tímido y un poco singular. Es como mi hermano mayor, aunque él sabe de sobra que eso no me gusta. Hace más de tres años que he querido cruzar esa línea imaginaria pero aun así implacable de nuestra amistad. Le he hablado de cómo me siento y que en realidad mi amor por él va más allá de simples amigos o hermanos, pero siempre me frena diciendo que es homosexual y que se encuentra divinamente con su pareja, que por favor, me olvide de él y conozca a otras personas, que haga mi vida y que me olvide del tonto capricho del cual me he aferrado por tanto tiempo. Es un idiota y un bastardo.

Le odio y al mismo tiempo le quiero tanto.

A veces me gustaría dejar toda la vida que tengo e irme lejos, sin él. Para que me extrañe y hacerlo sufrir. Para sanar mis heridas también. El amor no correspondido es el peor de todos, el que pudre el corazón poco a poco y nos llena de un amargo sentimiento. Pero estoy segura de que si llego a hacer esto el no haría más que reírse de mí y llamarme niñita inmadura, como siempre. ¡Joder, yo no soy una niña! ¡Soy una de las mejores armas que tiene el Señor West ! Soy incluso mejor que Cole  en cualquier aspecto. Yo arriesgo mi vida y salgo victoriosa en cada una de mis misiones y él se lleva todo el crédito por sólo leerme las instrucciones que le da escritas en señor West en un puto papel.

Llegué hasta el block de departamentos donde vivo. Estacioné mi motocicleta en el garaje del edificio y subí en ascensor hasta mi piso. Fuera de su casa estaba mi vecina. Se veía igual que siempre. Increíblemente guapa. No sé cómo le hace que siempre que la veo, sea día, noche, mañana, o tarde, siempre está tan arreglada. Este día lleva una falda lisa increíblemente corta, pero no importa porque lleva unas pantis, tacones altos como es costumbres, una blusa de satín blanca casi transparentes, tanto así que puedo notar el encaje de su brasier, lleva un bléiser de tela liviana sobrepuesta sobre sus hombros, toda de negro a expresión de su lentes de medio marco rojos. Su cabello rubio casi blanco lo lleva recogido en una cola de caballo que se ve alta.

En éste punto me da vergüenza mirarla siquiera. Mis negros cabello están desordenados y caen enredados hasta mi cintura. Llevo apenas una camiseta negra exhibiendo los breteles blancos de mi sostén y unos pantalones negros ceñidos en la parte de las pantorrillas con zapatillas deportivas blanca. Además de todo llevo el disfraz de guardia en la bolsa. ¡No! ¿Podrá pensar que soy una de esas mujeres que les excita disfrazarse antes del acto sexual?  Mis mejillas rápidamente se tiñen de rojo. Además de todo y para variar estoy segurísima de que huelo a sudor.

Sonrió y muevo la cabeza en señal de saludo, abriendo la puerta de mi departamento que está junto a ella. Estoy tan avergonzada que apenas puedo calmar mis manos tiritonas que intentan penosamente introducir la llave en la cerradura. Cuando al fin lo logro y abro la puerta. Entro a toda prisa y cuando voy a cerrar la puerta la mano de mi vecina me detiene. Sus ojos grises se posan sobre mi figura algo inclinada.

—¡Winry! — Exclamo sorprendida. Ella sonríe amable. Estoy segura que ahora mismo está tratando de ignorar el hedor que mi cuerpo hermana.

—Lo siento, Nora. ¿Sabes? Acabo de romper mis llaves de casualidad y se quedó toda menos el mango dentro de la cerradura — Sonrió con nerviosismo. Sonreí de vuelta sin mirarla—, y acabo de llamar a alguien para que cambie la cerradura, pero dijeron que demoraría hora y pico en llegar.

Antes de que siguiera la interrumpí levantando mi vista hacia ella —¿Quieres esperar dentro de mi casa? — Ella asintió.

Entramos ambas y yo agradecía internamente haber ordenado el chiquero que tenía ayer. Ella se acomodó en el sillón de cuero. Tenía una postura súper correcta y femenina. La espalda recta, ambas piernas juntas e inclinadas y sus manos descansaban en su regazo.

—Me daré una ducha— Anuncié y ella fijó su vista en mi— Si quieres puedes comer algo, no hay problema. Tengo unos postres, o si prefieres fruta hay arriba de la mesa— Indiqué la mesa a unos metros del sillón. — También puedes ver la televisión o lo que quieras— Ella me sonrió y asintió a todo lo que le decía.

Corrí a mi habitación y saqué mi toalla junto con mi albornoz y fui directamente al baño. Me miré en el espejo. Realmente lucía mal. Incluso tenía el rostro manchado. Ahogué un grito de frustración y entre el la ducha.  Usualmente las gotas de agua cayendo sobre mi cuerpo me suelen relajar, llevarse todo pensamiento que me perturba, incluso después de una misión, donde el cargo de conciencia es tremendo a causa de los muertos y heridos que pude dejar. Esta vez no es así. No estoy siquiera pensando en la misión de hoy. Pienso en Winry y En Cole. En que quizá si yo fuera lo mitad de linda y femenina el repararía en mí, estoy segura. De hecho, cuando Cole viene a visitarme y nos encontramos con Winry noto su mirada lasciva sobre ella. ¡Maldita zorra! Toda su actitud de niña bien no es más que un teatro que monta para llamar la atención de los hombres. ¡Será muy puta!  Cuando termine de bañarme la echaré de mi casa y le diré unas cuantas verdades. Que no es más que una zorra y que nunca estará con Cole porque él me ama a mí aunque trate de ocultarlo. Apenas pude terminar de enjabonarme el cuerpo y terminar el baño con todos los pensamientos de odio que tenía. Salí de la ducha, me coloqué el albornoz y envolví mis cabellos en  la toalla. Salí del cuarto de baño a paso firme y decidido a echar a esa cualquiera de mi hogar.

En el ambiente se sentía un olor terriblemente agradable que hizo mi estómago rugir. Era verdad. Desde ayer no como ni un solo bocado, y para variar Cole no me preguntó si yo me encontraba bien anémicamente sabiendo eso. Un dolor traspasó mi pecho. Seguí caminando cada vez más lento hasta llegar a la cocina. Allí estaba Winry con un delantal, parada frente a una olla y revolviendo su contenido con un cucharón. ¡Mierda! ¿Cómo iba a echarle de mi casa ahora? Suspiré. En verdad todas mis acusaciones respecto a Winry eran equívocas y sin fundamento. Ella sólo era una mujer estupenda y yo una niñata celosa.

—Espero que no te moleste, pero he preparado un estofado de carne para ambas — Sonrió mostrando su  perfecta dentadura.

—No… no hay problema — Musité con algo de timidez. Ella río.

—Ve a cambiarte, Nora. Esto está listo ya.

Obediente fui a mi habitación a ponerme algo de ropa. Demoré más de tres minutos decidiendo qué ponerme. No podía ir por allí vistiendo como lo hago normalmente cuando Winry está conmigo. Al final opté por unos jeans  ajustados y una remera blanca. Salí del cuarto con el cabello húmedo y pude notar que la mesa ya estaba servida. Winry me esperaba para comer. Me senté frente a ella y  di gracias por la comida.

— ¡Esto está estupendo! — Exclamé al probar el primer bocado.

—No es nada— Parecía contenta.

—No digas eso. Con suerte yo puedo cocinar arroz y un trozo de carne — Me reí.

Terminamos de comer hablando de cosas sin relevancia. El cima, la moda, incluso política. Ambas levantamos la mesa. Yo lavé la loza y ella la secó. Al terminar nos tumbamos en el sofá y yo encendí la tele. Estaban pasando el noticiero de la tarde y apareció la noticia de la bomba, seguido del video que había filmado yo.

—¡Hola, hola! — Mi voz está distorsionada por un sintetizador vocal y estoy cubriendo mi rostro con una máscara asiática — Mi nombre es Rize, buenos días, tardes, noches para todos. Especialmente al personal de la policía. ¡Mis más grandes amigos!  A estas horas ya deben saber que el centro comercial de la quinta hizo k-boom, ¿no? — Se oye mi risa infantil— Pues esté no será el primero ni el último atentado  — Sólo se ve desde mi cabeza hasta mis caderas. En el video parezco una niña de trece, no sólo por mi apariencia, sino también por mis gestos—  Quiero decirles que una segunda bomba seguirá cobrando más vidas dentro de tres semanas—Llevo mis manos hasta mi nuca de forma despreocupada— ¡Pero no se preocupen! Pueden detener la bomba, sólo si saben dónde está colocada. No se preocupen. Le a daré a  su especial número uno mi ingeniosa adivinanza para descubrir la localización exacta— Mi semblante se torna serio y mi voz grave — Surte, uno.

El video se terminó y por segundos la pantalla se tornó negra. Volvió a escucharse la voz del reportero del noticiero pasando a otras noticias carentes de importancia. Winry mira fijo al televisor y chasquea la lengua. No puedo evitar sentir culpa. Seguramente ella está dolida por el número de muertos y heridos que hubo y yo allí en el vídeo pareciendo divertida con toda la situación. Tampoco es mi culpa, el video fue mandado ayer y yo no sabía del número de víctimas. Cambié el canal y lo fijé en una comedia romántica. El teléfono de Winry sonó y ella contestó caminando hasta el ventanal que daba una panorámica de la cuidad.

— ¡Mierda! — Le oí gritar. Perpleja la miré. Era la primera vez que Winry decía una grosería delante de mía. Se dio vuelta a mirarme con vergüenza. Le sonreí con condescendencia. Terminó de hablar y se sentó a mi lado. La noté inquieta.

—Nora, has sido muy amable en dejar que me quede aquí, pero…

—¿Pasó algo con el hombre que tenía que cambiar tu cerradura? — Adiviné.

—Sí. Dice que no podrá venir sino hasta mañana a primera hora.

—No hay problema. Puedes quedarte aquí.

—¡Muchas gracias, Nora!

Pasamos el resto de  la tarde y  noche viendo las películas que encontrábamos. Hice palomitas incluso. Me pareció sorprendente que disfrutara la compañía de alguien después de tanto tiempo de cerrarme a la gente, más si era persona resultaba ser la intimidantemente linda Winrly.

—Tu puedes dormir en mi cuarto— Anuncié cuando vi que ambas estábamos a punto de quedarnos dormidas—Yo dormiré aquí.

La acompañé hasta el cuarto y tomé una de las remeras de Cole y se la entregué. Le dije que la podía ocupar de pijama si gustaba. Ella fue al baño y salió de él con la remera. Se notaba que era dolorosamente delgada y de medidas perfectas a través de la ancha remera de Cole que le llegaba con suerte hasta los muslos. Yo me puse mi camisón en el baño y cuando salí de él.  Winry ya se había instalado en mi cama.

—Buenas noches— Le dije apagando la luz del cuarto.

—¡Nora! — Me detuvo antes de salir del cuarto — Por mí no hay problema de que duermas aquí.

—No me perdonaría si mi invitada duerme en el sofá — Le sonreí aunque no pudo verme.

—No me refería a eso…—Murmuró a penas— Lo que quería decir es que no me molestaría si decides dormir conmigo. No me perdonaría sacar de su lugar a la dueña de casa — Yo no respondí, estaba demasiado sorprendida — Por favor.

¡¿Qué?! No podía entender por qué Winry me invitaba a la cama junto a ella. Sacudí mi cabeza. A  lo mejor le asustaba dormir en una casa ajena sola. Un sentimiento de ternura me invadió. Dirigí la mirada hacia ella. Estaba echa un ovillo y tapada con las mantas hasta la cabeza. Me metí en la cama accediendo a su petición y enseguida me abrazó por la espalda.             

—Me gusta pasar tiempo de calidad contigo— Le oí decir.

Así fue como ambas dormimos plácidamente durante toda la noche.

 

 

 

 

 

 

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).