Cap. 1: El precio de amar.
—Y dime ¿Que más era mentira?—preguntó en un intento de reprimir su enojo, a punto de perder los estribos, me sorprendía que aún no se me lanzara encima para matarme o golpearme y si, lo tengo todo merecido—¿la parte en la que dices en que me amas o en la que nunca fue tu intención lastimarme?
—Yo no pensé que las cosas llegarían a este punto—dije con tono bajo en un intento de disculpa, ni siquiera tenía el valor de alzar la mirada.
— ¿El qué? Que tú decideras jugar con mis sentimientos o que llegara a amar a un monstruo como el que eres tú—comentó con veneno en sus palabras, estaba herido por mi culpa.
Por un segundo alce mi mirada, viendo esos ojos de ensoñación que alguna vez me mostraron cariño, amor, ahora su mirada era de odio puro hacia mí.
— ¿Me amas?—pregunte dolida e incrédula.
¿Realmente había obtenido su amor?
—Yo ame a la hermosa chica que conocí una noche fría que me pidió mi teléfono, a la que con el tiempo nos hicimos amigos y quien creí que me entendía, me apoyaba, me hacía ver mis errores, a quien en verdad llegue amar, no a quien tengo ahora frente a mí, lo peor de todo es que esa persona nunca existió, solo era una ilusión ¡maldita sea! la realidad es que solo fingiste amarme para obtener lo que querías.
—No es lo que p…
— ¡Ya no quiero oírte hablar más, Suzaku! No quiero ni una palabra más— gritaste sacando tu enojo no dejándome continuar, por fin habías perdido todo tu autocontrol —No quiero volverte a ver, te doy 36 horas para que te alejes de mi vida, si te atreves a desafiarme o tan siquiera te veo por casualidad, conocerás en verdad quién es Naruto Namikase Uzumaki—me amenazó con un tono tan frio y tranquilo que hubiera preferido que me gritara, porque eso me decía que era el fin de todo lo nuestro.
Se levantó del asiento y se fue del establecimiento de una manera tan enfurecida que nunca creería que ese era Naruto, el chico más risueño, amable.
Quería llorar, sacar mi dolor a gritos, me daba igual que me vieran en ese estado o el llamar la atención, pero por alguna razón no podía, me encontraba ahí sin poderme mover, las ganas de llorar estaban muy presentes, quería gritar y seguir a Naruto, cosa que era muy mala idea, él había sido muy claro, no quería verme otra vez en esta vida, hice una mueca, podía oír las advertencias de mis amigos resonar una y otra vez en mi cabeza diciendo que esto era una mala idea… no sabían cuánta razón tenían cada una de sus palabras.
Pasar tanto tiempo reprimiendo mis pensamientos y sentimientos creo que me estaba pasando la factura, senir este dolor me estaba matando.
Alzo la mirada, al sentir que alguien se acercó, y así fue, era esa chica tan hermosa, tan impactante, tan única, el tipo de chica que siempre quise que Naruto viera en mí, por la que él siempre babeaba, la que siempre era la protagonista de sueños y fantasías, pero yo estaba lejos de tan siquiera llegarle a los zapatos de alguien tan perfecta como ella, saber que Naruto me amó por encima de ella solo me hacía sentir más miserable, las lágrimas aun no querían salir y arruinar mi rostro muy bien maquillado, ella agarró el vaso de agua de la mesa y con la mirada fulmínate me aventó el agua a mi cara.
—Me das asco—me comentó antes de retirarse.
De alguna forma eso ayudó a que saliera del tipo transe del que me encontraba, me retire del lugar no sin antes pagar la cuenta, en cuestión de segundos empezó a llover muy fuerte, toda la gente buscaba refugio y yo decidí seguir con rumbo a casa, llegue al departamento y tire la bolsa de mano, camine hasta el gran espejo que dejaba admirar mi cuerpo completo, me mire detenidamente, sin evitarlo las lágrimas que antes no salieron caían sin detenerse una tras otra.
¿Por qué no podía reconocerme ante el espejo?
La gran melena azul petróleo estaba en una coleta baja, aún seguía mojada, mis ojos se veían hinchados, el delineador seguía corriéndose por mis lágrimas, mi rostro parecía el de una mujer llorando por una ruptura amorosa*… y ¿No era eso lo que yo era? Ah pensar que ni a eso llegaba me hacía sentir peor.* La ropa aún estaba mojada, los zapatos que en la mañana se me hicieron perfectos ahora los veía desgastados tanto o más de lo que yo estaba.
¿Quién era esa persona?
¿Dónde me encontraba yo?
Tome un poco de algodón y desmaquillante y comencé a quitarme todo el maquillaje que aún quedaba en mi rostro, cuando termine regrese a verme en ese gran espejo, seguía sin reconocerme, de un tirón fuerte me quite esa gran larga peluca color azul, con la otra mano me quite la red que mantenía mi cabello real sujetado y agite varias veces para que mi cabello tomara la forma de siempre, tratando con desespero poder reconocerme ante el espejo, avente los zapatos de tacón rompiendo uno en el proceso, volví a verme y seguía sin reconocerme, arranque de mi cuello los collares de fantasía rompiéndolos junto con las pulseras, me quite la chaqueta de color rosa, tirándola al suelo, me saque la falda azul quedando en shorts, desgarre la blusa y quedó solo el sostén que de solo verlo por el espejo me lo quite de la forma más rápida, ahí estaba, solo en shorts, todo lo demás al descubierto.
Mis respiraciones se volvieron irregulares.
No me veía, no me reconocía.
¿¡Por qué?! ¿¡Por qué?!
“…Un monstruo como el que eres tú…”
— ¡NO ES CIERTO!— grite asustado golpeando el reflejo con mi puño izquierdo, rompiendo el espejo en muchos pedazos que cayeron al suelo, hasta que por fi me di cuenta que aún tenía lápiz labial en los labios, me lo quite de forma brusca con la palma de la mano.
Por fin podía reconocerme en esos fragmentos de espejo.
—Ya volví—habló esa persona tan conocida, lo único que hice fue dirigir la mirada de dónde provenía esa voz— no me vas a creer lo que hizo este…
Vi ese rostro masculino tan perfecto casi parecido al mío, un poco mayor y menos fino, sin marcas rojas en los ojos como yo.
— ¡¿Qué pasó?!— Gritó desconcertado acercándose a mí—estas frio —dijo cuando tomó mi mano.
—Naruto lo sabe—susurre y él lo entendió—No sé quién soy—las lágrimas seguían saliendo cuando creí que ya no podían salir más—ya no sé lo que soy—dije desesperado.
—Todo irá bien Sasuke, tranquilo yo estoy aquí—me repetía Itachi mientras me abrazaba.