Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Miradas prohibidas por cyma30828

[Reviews - 8]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Hola a todos. Bueno, nunca había hecho una historia que fuera de incesto, asi que quise probar xD. Espero os guste. Un saludo.

Mordía sus labios con cierta dulzura mientras notaba sus suspiros sobre mi boca, sus manos se dedicaban atraerme hacia ella, deseosa de tenerme cerca, seguramente queriendo llegar más lejos de lo que yo quería en esos momentos. Por ese motivo la separé con suavidad de mí, habíamos tardado más de lo normal, y quedarme con las ganas no era una idea atractiva. Cuando lo hice, vi divertida su expresión, obviamente se sentía frustrada por no seguir, pero era lo mejor. Nos habíamos manoseado lo suficiente, encima tuve que controlarla para que no me quitase la ropa.
 
-Vale, está bien, ya se que te da mucho morbo hacerlo en el horario escolar, pero a mí no tanto- empecé a decir antes de que comenzase a quejarse. La conocía demasiado bien.
 
-Por favor, solo hoy, nadie se dará cuenta- reí mientras negaba y abría la puerta del baño, saliendo junto a ella. La cerré con llave y las dos nos medio escondimos en las escaleras.
 
Nos habíamos liado varias veces ahí. Nuestra escuela, había decidido cerrar los baños con llave para que nadie se escapase de clase y se quedara ahí. Ahora se tenía que bajar, pedir las llaves y entrar. A Mia le había surgido la idea de enviarnos un mensaje cuando nos apeteciera. Al estar en diferentes aulas, los profesores no se percataban de que salíamos al mismo tiempo. En esos precisos instantes las dos no habíamos despedido, cada una entrando a su respectiva clase.
 
Cuando entré vi a mi mejor amigo guiñándome el ojo, sabía de sobras a lo que me había dedicado, básicamente porque se lo había contado, sin embargo, le gustaba molestarme con el tema, diciendo lo pervertida que era, aun que quién iba a imaginar que era yo quien se resistía a llegar lejos con mi novia, al menos en aquel lugar. Sinceramente, no me parecía para nada higiénico, y la idea de hacerlo en el baño... me asqueaba más que nada.
 
-Has tardado más de lo normal... ¿Qué hacías?- le oí decir con picardia. Rodé los ojos mientras escribía en mi libreta lo que había en la pizarra, para después contestar a su pregunta.
 
-Intentar no ser violada en el baño- respondí.-Dios, los chicos me envidian, les encantaría cambiarme el sitio y hacerlo en ese baño con mi  novia, pero yo...
 
-Oye, es cierto que tu novia es una de las más guapas de aquí, pero he de decirlo, es una gata en celo- no pude evitar sonreír al oír a mi amigo. Antes lo hubiera negado, pero ahora empezaba a pensar lo mismo, era la última hora de clase, y ya me había pedido como cuatro veces vernos en el lugar de siempre.


Decidí dejar el tema, prefería estar atenta a la fórmula que nos estaban enseñando que hablar de mi novia en celo.
 
Finalmente la clase acabó, era la última del día y cuando salí no tardé mucho en encontrarme a Mia, la cual se lanzó a mis brazos mientras me plantaba un buen beso, al que yo correspondí sin muchas ganas. Cuando se separó de mi no tardó en proponerme de acabar lo de hoy en su casa, y eso que tampoco fue muy excitante lo de hacía unos minutos. Decidí negarme, hoy entrenaba, y ciertamente, me apetecía mucho más golpear un saco de arena que tener sexo con mi novia. No soy normal, lo sé, pero es que ya me tenía un poco harta.
 
La vi suspirar, pude notar su molestia en su voz cuando me habló, y acto seguido, después de una despedida bastante fría por su parte, se fue. De algún modo me sentí aliviada y no tardé mucho en llegar a mi casa.
 
Ahí comí lo que me había preparado, mi madre aún no había llegado, por eso cociné algo para ella también. Me dediqué a jugar un rato con mi play, hasta que finalmente fue la hora de irme. Cuando tuve las cosas preparadas cogí una hoja  y un boli. En él escribí lo que había preparado para ella y que me había ido a entrenar.
 
 
Abrí la puerta con cansancio, me habían dado bastante caña en el entrenamiento de hoy, pero no me importaba, más bien me gustaba aquel tipo de tardes. Me puse los auriculares, para oír música mientras me dirigía a mi hogar. En el camino me entretuve en una tienda de mangas. Cuando salí de ahí tenía en una de mis manos el nuevo tomo de mi manga preferido, y en la otra, una bolsa con un par de tomos más. El camino se me haría más corto y entretenido.
 
Al llegar a casa anuncié mi llegada mientras iba al baño. Dentro saqué la ropa de deporte, y la metí en la lavadora, todo eso sin dejar de explicarle a mi madre, en voz alta, lo que había hecho hoy. Como no oía ni un solo comentario suyo me dirigí al salón, topandome con mi madre y con...
 
-¿Qué hace ella aquí?- pregunté con sequedad mientras me acercaba, sin dejar de mirar a la chica que había al lado de mi madre. Esa chica que compartía muchas cosas conmigo. Sus ojos azules marinos, ese mar tan cristalino, su mirada, sus labios finos... y ciertos aspectos de nuestra personalidad. Sin embargo, ella no era mi gemela ni por asomo. Ella tenía unas pequeñas pecas que iban de un extremo de su mejilla a la otra, pasando por su nariz. No era muy visibles, pero si te fijabas bien podías verlas. Su pelo era castaño, el mío era negro, ella era más baja que yo, y más cosas de nuestro carácter, pero tampoco quería hacerlo extenso.
 
-Chris... tu padre ha muerto, ella se ha quedado sola, y ha decidido volver- contestó mi madre con rapidez, antes de que pudiera hacerlo mi hermana, quien por cierto, no estaba en su mejor momento. Su mirada transmitía tristeza y dolor, por ello supuse que no tenía fuerzas como para contestar a mi pregunta.
 
He de decir que lo de mi padre me tomó por sorpresa, pero no tenía ningún cariño hacia él, en años no había querido saber nada de mi madre, tampoco de mí, y solo se quedó con ella, mi hermana, Judith. Ella sí que quería a nuestro padre, al fin y al cabo decidió irse con él, en vez de quedarse con nostras, ni siquiera ella había llamado para preguntar cómo estábamos.
 
-Siento lo de papa- fue lo único que dije. Sería lo poco que sacaría de mí. Ella simplemente asintió, seguramente le daba igual lo poco compresible que fuese.
 
-Gracias por dejarme volver, mamá- oí que decía mientras me dedicaba a subir las escaleras. Negué, si fuera por mí no lo hubiese permitido, pero al fin y al cabo la casa había sido pagada por mi madre, ella mandaba, no yo.
 
Cuando entré a mi habitación me dejé caer en mi cama, pensando en mi hermana. Hacía años que no la veía, y que volviera... negué. Le había guardado rencor, como a mi padre, quien al parecer había muerto, una noticia obviamente mala, pero no tanto para mí cómo para ella. Me preguntaba en qué momento se le había ocurrido estar aquí de nuevo, siempre pensé que nos había olvidado por completo, que nos había dejado de lado con tanta rapidez, como un recuerdo poco importante. De pequeña no me cabía en la cabeza, hasta que finalmente me di cuenta de que las cosas eran así.
 
Decidí dejar mis pensamientos, tenía cosas que hacer. Me había comprado dos volúmenes de dos mangas diferentes, e iba aprovechar lo poco de tarde que me quedaba para leerlos.
 
 
Los días fueron pasando poco a poco. Había decidido no cruzarme mucho con mi hermana, cosa difícil al vivir en la misma casa, pero de algún modo nos habíamos puesto de acuerdo. No nos diríamos nada, haríamos lo posible para evitarnos, y no tendríamos ninguna discusión. Hasta el momento las cosas habían sido así, no tuvimos problema alguno, mi madre incluso no se creía que todo fuese tan tranquilo, pero notaba la tensión que había entre nosotras.
 
Finalmente Judith entró al mismo instituto que yo, nuestra madre me había pedido que estuviera más tiempo con ella, al no conocer a nadie. Sin embargo, mi hermana me dejó bastante claro que no quería ninguna ayuda, ella misma encontraría sus amistades. Era la única vez que hablamos en toda aquella semana, y la verdad, si quería buscarse la vida por sí misma dejaría que lo hiciese.
 
Me dejé caer en uno de los bancos junto a mi mejor amigo Dany, quien se dedicaba hablarme de temas no muy importantes. Yo no le ponía mucha atención, ya que, para mi sorpresa, Judith ya había hecho amigos, y podía verla hablar alegremente con uno de ellos. Sentí cierta indiferencia al ver esa escena, así que miré de nuevo al chico que tenía al lado, quien me fulminaba con la mirada.
 
-Mira, tu hermana es preciosa, pero tienes novia- negué mientras le empujaba, haciéndole reír.
 
-Solo veía qué tal le iba todo- contesté.
 
-Bueno, tengo que decirte que medio instituto masculino se pregunta lo mismo- alcé la ceja sorprendida por ese dato. Ciertamente, no me había fijado en algo así.
 
-Espera, espera... ¿Mi hermana está buena?- el pelirrojo rio de nuevo, esta vez me empujó a mí, mientras sus ojos marrones se dirigían hacia cierto punto. Yo hice lo mismo y segundos después habló.
 
-Sí, mucho. En realidad, cuando te vi por primera vez pensé lo mismo de ti.. ¡Au!- había recibido uno de mis golpes en el brazo, y ahora se dedicaba a mirarme con una pequeña mueca de dolor.-Es cierto, no eres fea. Y tu hermana no es menos, pero claro, sois hermanas y no la ves con ojos perversos cómo yo podría estar haciendo ahora mismo


He de decir que, ante esa insinuación no sabía qué hacer. ¿Volver a pegar a mi amigo y dejarle uno de mis famosos moretones? ¿Eso hacían las hermanas? ¿Proteger a la pequeña de tipos como el que tenía al lado? ¿Sentir la necesidad de decirle que se controlara? Negué, no era mi problema, nadie me había impuesto el trabajo de canguro.
 
Justo en ese momento vi a mi novia, quien se dirigía a mí con su grupito de populares, haciéndose paso como si fuera la reina del mundo. Empezaba a preguntarme qué le había visto. Cuando estuvo delante de mí no dudó en besarme, y seguidamente se sentó en mis piernas. De reojo pude ver como el pelirrojo se hacía a un lado. Gracias por la ayuda, Dany.
 
-¿Has visto a la nueva? ¡Se hace la importante con sus sonrisas, me está quitando la atención de todos!- sentí los ojos de sus amigos encima de mí, cosa que me hizo preguntar, si debía sentirme mal, algo que no notaba en absoluto.
 
-Sí, mi hermana siempre ha tenido ese don- Mia por poco y se rompía el cuello para mirarme, hasta su cara tenía cierto aire a la niña del exorcista.
 
-¡¿Es tu hermana, cuando pensabas decírmelo?!- la verdad, cuando me acordase, no me sentía muy obligada a contarle mi vida a mi encantadora novia, pero claro, Mia haría una de sus típicas escenas dramáticas, y no tenía muchas de verlo, por ese motivo decidí mentir.
 
-Cuando te viera. Oye tengo que irme a comprar un momento al bar, Dany ven, por favor- el chicio asintió y se levantó de inmediato como yo. Huimos lo más rápido que pudimos, obviamente, disimulando, sería una gran falta de respeto por nuestra parte correr sin motivo aparente.
 
 
Pues bien, mis intentos de evitar a mi novia y a mi hermana habían fallado por completo. La optativa que cogí la habían elegido las dos, y yo estaba sola, sin apoyo alguno del pelirrojo, quien había escogido otro diferente al mío. Menuda suerte, y eso que me había propuesto que fuese con él, pero la fotografía me gustaba y eso me ganó. Todo eso lo pensaba mientras oía a lo lejos a mi profesora hablar, sintiendo cierta presión del pecho de mi novia en el brazo. Obviamente tenía la intención de tentarme, queriendo que le metiera mano ahí mismo, pero ya había perdido el encanto por completo, y si ahora se fuera con otro para saciar sus necesidades, hasta le daría ánimos como una animadora con pompones, pero no era así, al menos no conmigo, y eso que tenía fama de serle infiel a todo el mundo. Suspiré, tuvo que hacer la excepción conmigo, todo un detalle. 
 
Pero bueno, dejando eso a un lado, como aún la profesora se dedicaba a contarnos lo maravilloso que era atrapar los momentos perfectos y más cosas que no escuché, decidí echar un vistazo a mis compañeros de diferentes clases.
 
Paseé mis ojos a nuestro alrededor. Muchos se dedicaban hablar entre ellos en voz baja, y pocos a prestar atención aquel discurso que nos estaban dando. Seguí mirando de uno en uno, hasta que de repente me topé con una mirada marina idéntica a la mía. Me sorprendió descubrir a mi hermana observarme, y ella parecía que tampoco se había esperado eso. Sin embargo, nuestras expresiones cambiaron, transmitiendo el odio mutuo que nos teníamos.
 
Después de la charla nos pidió que cogiéramos nuestras cámaras y que saliéramos. Nos dedicaríamos hacer fotos fuera, de algo que tuviera significado para nosotros, no debíamos hacer una foto porque sí, debía tener un motivo. Así que aquí estábamos, observando nuestro patio como si fuéramos turistas, descubriendo algo nuevo en algo tan conocido para nosotros, observándolo todo con nuevos ojos, y cuando descubríamos un detalle, no dudábamos en atraparlo con nuestra cámara.
 
Y como la mayoría, yo buscaba algo que me transmitiera cualquier cosa, pero me era imposible cuando tenía a Mia pegada como un chicle, hablándome sin parar de cosas sin interés para mí, además, ella se dedicaba hacer fotos, diciendo que ya se inventaría cualquier cosa para que nuestra profesora no le echase bronca. Por mi parte yo me dedicaba asentir, preguntándome porqué me pasaba eso a mí, cuando entonces vi algo que captó mi atención.
 
Un pequeño pájaro se había posado en una de las mesas, y con gran cuidado y sigilo me fui acercando, hasta que estuve a una distancia considerable. Así que acerqué el zoom con cuidado. Faltaba poco para que estuviera perfecto, cuando entonces sentí un gran peso encima de mí, provocando que desviase mi objetivo a otro lado y encima hiciese una foto al apretar el botón por inercia.
 
-No... ¡Joder, ya lo tenía!- dije cuando vi al pájaro volar, alejándose mientras batía sus alas. Suspiré, al menos si le hacía una foto ahora no saldría tan mal. Esta vez fui más rápida y la hice. Por otra parte, el peso que se me había tirado encima ya no lo tenía, por eso me di la vuelta, de un no muy buen humor.-Mia, por tu culpa no he podido hacer la foto, vete con alguna de tus amigas y déjame en paz, quiero hacer bien esto y contigo no puedo
 
Mi novia me miró con expresión ofendida, y acto seguido se dio la vuelta con cierto dramatismo y se alejó de mí  a pasos rápidos. Suspiré mientras negaba, mirando mi cámara. Debía eliminar la imagen que había captado sin querer, seguro sería algo sin sentido.
 
La primera fotografía que vi era la del pájaro alejándose, y la segunda... Abrí los ojos sorprendida, viendo a mi hermana en la pantalla de mi cámara. Había inmortalizado el momento en el que ella estaba haciendo una foto. Parecía tan concentrada, como una profesional haciendo su trabajo, algo que le gustaba de verdad. Logré divisar una pequeña sonrisa en sus labios, había detenido el tiempo justamente cuando su castaña cabellera se movía por una suave caricia del viento, haciendo la imagen más fresca. Tragué saliva, sintiendo un leve vuelco en mi pecho. Hacía unos segundos sabía lo que tenia que hacer, y ahora mismo dudaba de mi idea principal. No solo eso, recordaba las palabras de Dany, diciéndome que Judith era preciosa y todo lo demás. De algún modo mis ojos quisieron verla de otra manera, y me vi a mí misma, embobada, observando aquella imagen como si hubiera visto lo más bonito que hay en el mundo. ¿Su belleza me había metido en aquel trance?
 
-¡Chris, ya hemos acabado!- alcé la vista, sintiéndome de vuelta en la realidad. Vi a Mia lejos de mí, haciéndome señas de que debíamos irnos a clase. Asentí y volví a mirar por última vez la foto. Acto seguido la eliminé y empecé andar.
 
 
Desde aquel día empecé a sentir cierta incomodidad al ver a mi hermana. No me gustaba cambiar mi visión hacia Judith, yo la odiaba y ella a mí, no tenía que verla preciosa y perfecta... ¡¿Desde cuando pensaba algo así de mi hermana?! Decidí dejar el tema a un lado, quería llegar a casa y descansar. Había entrenado mucho, necesitaba dormir.
 
Finalmente llegué a mi dulce hogar, de nuevo metía la ropa de deporte en la lavadora y estaba dispuesta a dirigirme a mi cuarto, cuando entonces mi madre me llamó desde la cocina. No tardé mucho en verla preparando la cena.
 
-Chris, pregúntale a tu hermana si su amigo se va a quedar, no quiero hacer comida de más
 
-Eh... claro, ahora vuelvo- sinceramente, no pensé que ya hubiera cogido tanta confianza en alguien, pero tampoco era de mi interés, o eso quería creer.
 
Así que fui a la habitación de mi hermana, y cuando estuve cerca pude ver la puerta entreabierta. Bueno, suponía que no se había dado cuenta, y sin pensarlo mucho la abrí del todo, quedándome atónita ante la escena que había frente a mis narices. ¿¡Qué demonios hacía Dany encima de mi hermana y sin camiseta?!
 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).