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Tú, Mail Jeevas, eres gay por KazumiYagami

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Notas del fanfic:

Death Note ni sus personajes me pertenecen, son propiedad de Tsugumi Obha y Takeshi Obata, sin embargo, la presente historia es de mi mera autoría.

I

—¡Haaah!

El bostezo matutino del chiquillo que caminaba a paso lento, daba a entender que cansado se hallaba, eso y unas ojeras que marcaban pesadamente el borde inferior de sus hermosos ojos verdes contrastaban perfectamente el semblante de su juvenil rostro totalmente fatigado. A duras penas sostenía la mochila que llevaba a cuestas y el pequeño juego portátil –con el que trataba de mantenerse despierto- amenazaba con caer de sus manos si no se despabilaba de una buena vez.

—Claramente se ve que tu noche no fue nada buena, Matt— Afirmó con una sonrisilla divertida marcada en el rostro su mejor amigo, un muchacho rubio que trataba de seguirle el paso, justo a su lado.

—Por dios, no me hagas ni recordarlo— Se dignó a decir el mencionado, masajeándose con la punta de sus dedos por encima de las sienes y tratando así de concentrarse en la pequeña conversación que se había iniciado, con cierto desgano extra por ser día lunes— Apenas y pude conciliar el sueño Mello.

—Oh, supongo que por felicidad, ¿No?

—¿Disculpa?— Cuestionó Matt con una ceja encarnada, algo confundido.

—Vamos, no puedes ocultármelo— La sonrisa que se hizo en Mihael fue descarada, de oreja a oreja se dejó ver— Supe por ahí que quedaste con Misa.

El cuerpo del pelirrojo se erizó por completo al escuchar aquel nombre, y más, al sentir con pesadez la mirada insistente de su amigo pidiendo todo tipo de información… Y es que el rubio, con suerte había soportado la intriga todo aquel fin de semana cuando supo a través de un mensaje de texto de su primo que la mismísima Amane Misa, la chica más deseada de toda la universidad a la cual asistían –y por ende extremadamente presumida–, le había pedido salir a Jeevas.

Sí, a ese chico carente de cualquier atractivo para el sexo femenino según él.

—¿Quién demonios te lo dijo?

—Elle.

Sus cansados ojos verdes se abrieron sin más, sintiendo que con el simple hecho de ser descubierto se había despertado completamente, porque sí, Keehl tenía toda la maldita razón…

Como muchos del campus Matt babeaba por la linda, pero tontorrona Amane y ni siquiera sabía que ella supiera de su miserable existencia, pues le resultaba demasiado inalcanzable tal tipo de muchacha para él, pero aun así ocurrió lo que menos había pensado, quedó con la chica de sus sueños sin saber exactamente gracias a qué o quién. Por horas se sintió el ser más afortunado de toda la Tierra por haber llamado la atención de la gotic lolita, a tal punto que sus ansias para que llegara la hora en que quedaron lo carcomieron, teniendo como consecuencia que casi no probara bocado.

Aunque claro, no todo podía ser color de rosas.

Aquel día sábado en que se concretó tal cita, Mail no supo bien cómo, pero en un parpadeo se vio acorralado por la guapa rubia en una habitación de algún ostentoso ‘Hotel de Amor’. Así es, Amane Misa deseosa le había ofrecido su cuerpo, pero él, tímido y todo, ni un centímetro de piel logró tocarle. Quizás fueron sus nervios los que le jugaron una mala pasada, pero todo impidió que perdiera su virginidad con la bella Misa-Misa, quien aquel día notoriamente molesta e insatisfecha lo dejó marcharse dando por terminado el, de seguro, peor encuentro sexual que había tenido en toda su vida. Y obviamente, Jeevas se sintió morir, tanto que apenas y había logrado dormir el resto del fin de semana.

Aquella cita había resultado ser un total y completo fiasco.

—N-No pudimos juntarnos, sabes, Misa… tenía otras cosas que hacer— Mintió, dándole una rebuscada respuesta a su amigo, cosa que no dejó a éste muy convencido. Lo supo por la expresión que puse en cuanto lo escuchó.

—¿Estás seguro?— El rubio insistió, dando una brusca mordida a una tableta de chocolate que de su bolsillo fue a parar a su boca.

—¡Qué sí!

Sin más, trató de terminar el tema. Lo que menos quería era quedar en ridículo frente a Mihael, así que simplemente decidió callar, queriendo olvidar tan horrenda experiencia, la que ojalá no le complicara nunca jamás su existencia. Oh, pero si algo nos ha enseñado la vida es que nunca digas nunca.

Sólo bastó que Mail pusiera un pie en la entrada de la universidad y como abejas atraídas por la miel, cada estudiante de tan prestigiosa institución posó su mirada sobre el confuso muchacho, los murmullos y algunas risitas jocosas no se hicieron esperar, menos la interrogante que comenzó a calar profundo en la rubia cabeza de su mejor amigo.

—¿Y qué demonios les pasa a éstos?— Preguntó Mello al aire, obsequiando miradas de desagrado a cada joven que osaba mirarlos de reojo y que parecían cuchichear algo inaudible para él con cada paso que daban— ¿Sabes qué sucede aquí, Matt?

Se volteó para ver al mencionado, pero éste mudo se hallaba y ningún músculo se movió para quitarle la desencajada expresión de asombro que dibujaba su cara, pues justamente, cuando pasaron cerca de un grupito de chicas que obviamente parecían estar encabezadas por Misa-Misa, Matt lo entendió todo, absolutamente todo.

—¡Qué perdedor, jajaja!

Tales palabras dichas por una de las –igual de huecas– amiguitas de Amane, rápidamente se clavaron como puñales en los oídos del pobre chico de cabellos rojos, el que abrió los ojos como platos cuando se toparon con los de la despampanante rubia. Sólo eso le hizo entender qué pasaba allí y el motivo de que ahora fuera seguramente el blanco de todas las risas y miradas cargadas de burla; la vanidosa joven esa se había atrevido a contarlo todo y al parecer no se guardó ni el más mínimo detalle.

TUN, TUN, TUN, latió sin sosiego su corazón, tiñéndose su rostro igual de rápido de un vergonzoso tono rosa que lo cubrió de oreja a oreja y la chica simplemente rió a carcajada limpia, sin dejar de mirarlo con una mueca de lástima en su perfecta y engreída cara de niña bonita. Sí, Mail Jeevas se quiso morir ahí mismo, pero en vez de eso, sus pies fueron más rápidos y echó carrera sin rumbo alguno, dándoles motivos a todos para que se echaran a reír con más ganas aún.

¡Trágame tierra…!

Pedía a todos los dioses posibles, conforme corría con la mayor de sus fuerzas a algún lugar en el campus que resultara como refugio de tanta palabrería, mientras el generalizado ruido de risas opacaron el fuerte alarido de Mello gritando su nombre.

Debió haberlo sospechado, era obvio que si la chica más popular lo invitaba a salir todo terminaría mal, malditamente mal. Quería desaparecer, definitivamente.

.

¡Excelente! Detestaba sobresalir en cualquier aspecto de su vida y ahora resultaba estar en boca de cada estudiante y seguramente docente de todo el jodido distrito, seguía sin poder creérselo.

—¡Maldita Amane Misa!—Rugió con desgarro cuando su puño cerrado fue a dar al gran mural blanco de aquel poco concurrido pasillo, justo sobre el barandal de la escalera a donde fue a parar su rabia, tratando así de librarse un poco de ella. Las lágrimas luchaban por salir, pero Matt las reprimió por mero orgullo, se sentía increíblemente patético— ¡Soy un completo imbécil!

Se declaró, a punto de dar otro puñetazo contra el concreto.

—La pared no tiene culpa de tus problemas.

Sin embargo, una voz jovial y masculina lo detuvo, con tanta pesadez que Matt se estremeció de pies a cabeza ante la sorpresa, asustándolo. Observó de lado a lado, intentando dar con quien había dicho eso, logrando sólo toparse con el borde de unas zapatillas mal cuidadas que sobresalían de la esquina de las escaleras superiores, como si alguien estuviese sentado allí.

Rápidamente entonces, la figura del misterioso muchacho se dejó ver al fin. Mail con dificultad lo reconoció, Beyond Birthday era su nombre si mal no recordaba, quizás uno de los chicos más extraños que pisaban aquella facultad; callado, a ratos desprendido de todo lo que sucediera a su alrededor, de aspecto sereno, pero increíblemente terrorífico, lo que de seguro provocaba que nadie se le acercara, o más bien, difícilmente. En sus manos reposaba un grueso libro de Medicina, cosa que a Matt le dio a entender que se había aislado de toda la muchedumbre de estudiantes para poder leer a gusto, pues por aquellos pasillos casi nadie transitaba. Allí cayó en cuenta que había interrumpido su labor al parecer.

—Lo siento…— Se disculpó en lo que refregaba con la manga de su camisa a rayas una rebelde casi lágrima que se le escapó— No quise molestarte.

Birthday, con el desinterés que lo caracterizaba, pretendía seguir su camino sin prestarle atención a quien fuese con el que se topara, no obstante, no pudo evitar analizar de pies a cabeza al chico con toda la frialdad de su mirada roja y con una media sonrisa surcando la comisura de sus labios. Recorrió sin preocuparse por lo que pensara el otro, el delgado cuerpo a su frente, perdiéndose sin demora en la expresión dolida que coartaba éste.

Enseguida, de forma perezosa, su mano libre se fue a uno de sus bolsillos y comenzó a bajar los escalones uno a uno, realmente lento, sin dejar de mirarlo. El pelirrojo en tanto, tembló completamente nervioso por aquella inspección a su persona, los ojos contrarios parecían puñales afilados, tanto que prácticamente sentía cómo le atravesaban el alma.

¿…Por qué me mira tanto?

—Tú, debes ser del que todos hablan— No dijo más ni Jeevas tuvo que dar respuesta, bastó con el brinco que dio involuntariamente para confirmar las palabras del azabache.

—¿Te quieres burlar de mí acaso?— Se puso a la defensiva de inmediato, casi seguro de que aquel también sabía de su vergonzosa cita con la idol del campus, pero no, al contrario. Beyond sonrió en su totalidad, de manera macabra a gusto del desdichado chico.

El de ojos rojos terminó por bajar toda la escalera y así quedó frente a frente con Mail, el que por inercia más que por querer retrocedió. Miedo, eso y nada más se produjo en él cuando la esquelética mano del de cabellos negros dejó caer pesadamente el texto que hace rato leía, justo a sus pies, acto que pudo saber al instante, fue previamente planeado. Matt se estremeció como cachorro bajo la lluvia y más cuando vio elevar el brazo del otro, el que se dirigía claramente a su rostro. Cerró los ojos con todas sus fuerzas, como quien espera un golpe.

Pero… ¡Psk!

No fue un puño ni mucho menos un puñetazo lo que dio contra su cara, en cambio, su olfato fue veloz al detectar un delicioso aroma dulce y en la piel de su nariz un tibio aliento chocó. Allí recién se dignó a abrir los ojos. Sorpresa, dos orbes rojas estaban necios en él y el rostro de Beyond a centímetros del suyo, quedando así preso entre la pared y el extraño estudiante de camiseta negra y jeans –al igual que su calzado– bastante degastados.

Matt lo observó confuso, espantado, totalmente indefenso, con gran deseo de largarse de allí cuanto antes, ni siquiera imaginando lo que el otro se dispuso a decirle entonces;

—Tú, Mail Jeevas, eres gay— Sentenció Birthday, sin un ápice de duda.

Tales palabras salieron tan seguras como afiladas de los labios a su frente y Matt no hizo más que callado horrorizarse, haciendo sus nervios vibrar cada partícula de su maldito cuerpo virgen.

Para el pelinegro… Uff, qué maravillosa reacción.

—¿…Qué?

Su impresión se hizo palpable en el hermoso sonrojo del que se adueñaron sus mejillas, resultando para sorpresa del muchacho de aspecto tétrico, tal vez una verdad que hasta el mismo Matt desconocía.

Vaya, qué divertido.

Y en cuestión de segundos, ahora eran los ojos del de camiseta negra los cerrados, pero esta vez con total calma. Su lengua, pegajosa y húmeda, delineaba sin vergüenza alguna el níveo cuello de un más que atónito Matt, dando a parar desde la manzana de adán hasta el borde del mentón del estupefacto chiquillo, quién se sintió caer en cualquier momento.

—¡¿Pero qué caraj…?!— Alegó, queriendo empujar lejos a su atrevido par adolescente que quería jugar así con su razón, pero éste se lo impidió apretujándose mucho más contra su cuerpo.

—Aquello sólo fue una demostración— Beyond sonrió con alevosía, aferrándose con sus flacuchas manos a la pequeña cintura del menor, todo para terminar atrayéndolo más hacia su pecho y susurrarle así, con total malicia al alcance de uno de sus oídos; —Todo tu cuerpo tiembla… con sólo una lamida que te ha dado un hombre.

—N… No es verdad, ¡No lo es!

—Por favor, Misa se ha encargado de decirles a todos que ni con habértela chupado se te levantó. 

¡Qué cruel!

Birthday sonrió. Matt… simplemente palideció.

Notas finales:

Espero les haya gustado. Pronto nuevos capítulos.
Saludos ;')


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