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Otra historia más. por Gurimen

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Notas del fanfic:

 ¡Por fin! Despues de tanto tiempo he terminado esta historia. Estoy bastante satisfecha con el resultado aunque debo reconocer que me he dejado algunos acentos y hay cosas que se podrían mejorar pero no puedo esperar mas para subirlo. Prometo editarlo. Será de gran ayuda si me decís las partes que cuentan un poco de entender. Y como última información. "Sucrette", puede ser substituido por el nombre de vuestro personaje de corazón de melón si queréis.


 

Notas del capitulo:


Espero que os guste mucho y muchas gracias por leer.


Cualquier comentario estara bien recibido siempre que sea contructivo ^^

Todo cambio una noche. Estaba paseando a Diablo por las calles de la ciudad. El ambiente era algo húmedo y yo estaba algo cabreado, odiaba pasear al perro si no era con música a mi alrededor y ese día no tenia batería en mi discman pero, gracias a eso, si, parece mentira pero dije gracias. Pude escucharlo.




 




-¡Joder! ¡Hostia puta!




 




Siguió con fuerza a la vez que un intenso estruendo hizo asustar a mi perro. Las voces provenían de un callejón. De el salio rodando la tapadera de uno de los cubos de basura que había en el lugar.




 




-¡Maldición!-




 




Mientras me acercaba me preguntaba porque hacia aquello. Podría haber sido un borracho o drogadicto con síndrome de abstinencia y haberme matado por sacarme de los bolsillos las cuatro monedas que llevaba, pero igualmente lo hice y mire la tenue luz que atravesaba ese callejón  y que iba a parar encima de aquel sujeto. Temblaba, sollozaba y respiraba con dificultad. Estaba llorando.




 




-¿Qué haré?-Se preguntaba a si mismo creyendo que estaba solo.




 




No tarde mucho en darme cuenta de quien era. Sus ropas y aquel cabello rubio lo delataban. Era el perfecto y pulcro delegado que en esos momentos se encontraba golpeando cubos de basura y gritando como un loco en un basurero.




 




Nunca me hubiera imaginado que la voz del delegado sonara así cuando gritaba. La verdad es que NUNCA me hubiera imaginado al delegado gritando y menos diciendo tacos.




 




Me lo miraba en silencio. Era curioso y a la vez extraño. Estaba en shock. No entendía nada y a la vez el pecho dolía. Parecía que algo dentro de él se había roto. Era doloroso.




 




Me hubiera quedado mirándolo mas tiempo pero el gruñido que surgió de la angustia y inseguridad de mi perro me delato.




Nathaniel se giro totalmente asustado tenia los ojos y la cara rojos y sus mejillas mojadas de lagrimas y sudor.




 




Al verme se paro y giró por completo dejando escapar de sus dorados e hinchados ojos dos enormes lágrimas que fueron acompañadas de una triste sonría y varias carcajadas de frustración.




 




-Lo que me faltaba...-Jadeo entre risas.




 




-Venga...¿A qué esperas? ¡Ríete y búrlate de mi!-




 




Sus ojos parecían que tuvieran que salirse de sus órbitas. No era médico, ni ganas, pero podía llegar a la conclusión de que estaba sufriendo un ataque de ansiedad.




Mi cuerpo seguía completamente estático. No daba crédito a lo que estaba pasando. Incluso las manos me empezaron a temblar.




No sentía ganas de burlarme de él. Una cosa era burlarse de tonterías, pero aquello.. aquello no era para burlase de nadie. Algo terriblemente malo le había pasado para que se encontrase en ese estado.




 




-¿Qué te ha pasado?- Pregunté mirándole a los ojos, aquellos ojos que reflejaban desesperación, miedo y sobretodo tristeza.




 




Tal vez por eso me acerque. Sentí la tristeza en su voz.




 




-¡¿Y a ti que te importa?! ¡¿Desde cuando te preocupas por los demás?! ¡¡Joder!!-




 




Todo su cuerpo temblaba y parecía que tuviera que perder la conciencia en cualquier momento. Era como si quisiera sacar una enorme bola de su estómago y se estuviera aguantando con todas sus fuerzas. Negó con la cabeza y la bajo.




 




-No puedo mas...- Jadeo cayendo de rodillas y rompiendo en un intenso llanto.




 




-¡Estúpida Sucrette!-Llegue a entender.




 




¿Esa "tabla de planchar" tenia algo que ver?  Era una entrometida pero no era propio de ella dañar a los demás y menos hasta ese punto. Tragué duro y dejé el perro atado a una cañería para luego, a paso lento, acercarme a Nathaniel.




 




-Vamos...- No sabia que decir.- Te acompañare a tu casa...-




 




Era lo único que se me ocurrió. Llevarlo con su familia. Ellos sabrían que hacer, donde llevarlo y demás.




Entonces fue cuando me miro con una mirada aun más perdida y una sonrisa que hizo que se me helara la sangre.




 




-¿¡Qué casa?! ¡Me han echado!- Grito con desespero.




 




-¿Qué?-




 




No lo podía comprender.




 




-¿El gallito esta sordo o qué? ¡Que no me quieren en casa! ¡Que les he traicionado!-




 




Apreté los dientes al escuchar como hablaba. Tuve que contenerme para no darle un puñetazo. Empezaba a ponerme aun más nervioso. Tenia muy poca paciencia y ya se me estaba agotado. Ese cuento ya me cansaba.




 




-No tengo ni puta idea de lo que has hecho pero la solución no es comportarse como un maldito loco. ¡Nathaniel!-Le grite tomándolo de la camisa y sacudiéndolo un poco.




 




-No tienes ni puta idea de nada!-




 




Grito alzando su puño y dándome un derechazo en toda la mejilla. Me hizo caer de espaldas. Había dolido, y mucho, pues me había roto el labio. No dude en levantarme y abalanzarme contra él para darle la vuelta. Le provoqué un sangrado de nariz del cual se dio cuenta enseguida y con los ojos al rojo vivo en rabia e ira volvió a golpearme, esta vez tirándose encima de mi para empezar una serie de puñetazos en mi cara, los cuales, por un momento tuve miedo de no poder devolver. El perro se estaba volviendo tan loco como el rubio al ver como su amo estaba siendo golpeado de esa forma y eso aun me alteraba aun mas junto con que el capullo tenia mucha mas fuerza de la que esperaba.




 




-Joder...¡BASTA!-




 




Grite con el sabor de la sangre en mi boca. Doble mis piernas para luego empujar al rubio hasta hacerlo chocar contra una de las paredes del callejón. Me limpie la sangre de la nariz y la boca y me incorpore. No se movía. Mi respiración seguía agitada por la rabia, mis puños seguían apretados, deseando darle la paliza de su vida, pero su aspecto era lamentable. Escupí en el suelo, ya de pie, mirándolo. Iba a irme. Ya se las apañaría. Seguro que la verdad era que en vez de sacar un diez en el examen había sacado un nueve y su mami lo había regañado.




 




-Imbécil...-Murmure mientras desataba a Diablo e intentaba tranquilizarlo. Ya había sido suficiente por aquel día. Volvería a casa.




 




A la mañana siguiente todo el mundo me miraba raro. Seguramente se debían pensar que me había buscado pelea o alguna chorrada peor pero realmente no me importaba, aunque igualmente era una molestia, con lo que pase de ir a las primeras clases. Me quedaría en mi adorado banco y me relajaría escuchando música de mi discman recargado.




 




Termine quedándome dormido hasta la hora del recreo en la cual me desperté y empecé a buscar a Lysandro con el cual tenia que hablar de unos asuntos sobre nuestro grupo.




 




De camino hacia dentro de la escuela me encontré con Sucrette la cual se me quedo mirando.




 




-Ya se que te gusto, pero podrías disimularlo un poco.- Dije parándome y sonriendole de forma torcida. Me encantaba hacerla cabrear.




 




-Como si alguien no pudiera mirarte hoy...- Suspiro.- -¿Qué te ha pasado?-




 




Chasquee la lengua.




 




-Un oso me ha atacado.. ¿no te jode?-




 




Le conteste algo molesto por una pregunta tan obvia.




Entonces fue cuando las palabras de Nathaniel volvieron a mi mente. Había mencionado a Sucrette. Me la quede mirando unos segundos, perdido en mis pensamientos, cosa que pareció ponerla nerviosa porque sus mejillas se pusieron rojas.




 




-¿Qué pasa?- Pregunto, intentando hacerse la borde.




 




No sabia que hacer pero la curiosidad me mataba a parte de que si realmente le había hecho una putada a Nathaniel.. la quería saber. Siempre es bueno reír un poco.




 




-Vas de mosquita muerta pero...se que has hecho cosas malas.- Sonreí algo picaron. -¿Qué broma le has gastado al delegado?-




 




Me incline levemente, para intimidarla un poco más  pero no obtuve la reacción que quería. Se volvió algo pálida y retrocedió.




 




-No se de que hablas...-Dijo ladeando sus ojos, cosa que la delataba de que me estaba mintiendo. Arrugué mi entrecejo. Aquello me molestaba.




 




-¿Sabes porque hoy no ha venido?- Preguntó para desviar un poco la pregunta.




 




-¿Estás tonta? Como quieres que yo lo sepa...- Y la mente se me fue. ¿No había ido a clases? Un sudor frío recorrió mi espalda y después de aquello salí corriendo del instituto para volver a aquel callejón donde se me termino de helar la sangre. Justo como lo había dejado la noche anterior, estaba en esos momentos.




 




-Joder...- Murmure acercándome a él para luego tocarlo. Estaba helado. Enseguida mire si seguía respirando. Exhale al ver que así era pero no podía seguir quedándose así y menos lo podía ver nadie. Me quite la chaqueta de cuero y lo tape un poco con ella. Intente despertarlo.




 




-Venga...despierta.-




 




Golpee su ensangrentado rostro hasta hacerlo reaccionar y después de eso, a paso lento, fuimos hasta mi casa, que por suerte no estaba muy, muy lejos.




 




Allí lo senté en el sofá a la vez que hacia callar a Diablo.




 




Daba vueltas arriba y abajo de la sala de estar, pensaba que hacer. El tonto ese seguía medio inconsciente y no parecía querer reaccionar.




 




-Agua...- Pidió en un balbuceo. En unos segundos se la fue a buscar, intentando darle el baso pero sus brazos seguían inertes, temblando de vez en cuando.




 




-No me hagas hacer esto...- Replique cabreando. No tenia pajitas así que tuve que acercar el baso a sus labios. La mitad fue a fuera pero a medida que iba entrado cada vez los colocaba mejor hasta beber correctamente. Pero la temperatura seguía sin subirle y su cuerpo estaba realmente sucio de porquería y sangre.




 




-Me deberás una muy grande...- Seguí diciéndole, aunque parecía no escucharme.




 




Le llene la bañera de aguan caliente y lo guíe hacia ella, sentándolo en un taburete que había. Parecía que no iba a colaborar de ninguna de las maneras. No reaccionaba.




 




-Te odio tanto..- Murmure siguiendo con aquello.




 




Empecé a quitarle los zapatos y los calcetines y suspire. Aquello estaba siendo duro. Le mire. Su mirada estaba perdida y su cabeza algo baja. Le quite la corbata, la cual ya estaba para tirar y luego me propuse en quitarle la camisa cuando de una brazada me aparto al instante.




 




-¡No me toques!-




 




-¡Tranquilo! ¿Crees que tengo ganas de hacer esta mierda? Pero si no lo hago a saber que te pasara.. ¡Estas al borde de la hipotermia! Tienes que darte un maldito baño y limpiarte ¡que también apestas!-




 




Me acerque de nuevo y le obligue a quitarse la camisa. Por sueste sus movimientos eran limitados al igual que sus reflejos, con lo que, no me pudo golpear. Aunque al ver su pecho todo se volvió aun mas confuso. ¿Qué eran todos aquellos moretones? Yo no le había golpeado en esos lugares y parecían estar sobrepuestos, antiguos sobre nuevos. Era imposible que eso lo hubiera hecho Sucrette. O eso quería creer.




 




Y tampoco resolvía el porque lo habían echado de casa.




 




-Escondió mas su rostro y se quedo callado.-




 




De nuevo no sabia que decir, con lo que me acerque y sin mencionar nada termine de desnudarle para luego meterlo dentro del agua caliente. Aproveche para limpiarle las heridas.




 




Ese silencio era realmente extraño. Solo se escuchaba el sonido del agua y la respiración agitada del rubio.




 




Parecía que aun seguía aguantándose esa bola.




 




Fuera de la bañera se secó él mismo. Le preste algo de ropa vieja que tenia, la cual también se puso, le deje solo en el baño y le espere en la sala de estar. No podía dejar de pensar en que debía de haberle pasado.




 




Tardo bastante en salir, cosa que me ponía nervioso.




 




Casi estuve a punto de irlo a buscar cuando la puerta del baño se abrió. Mi miraba le siguió hasta que se paro al lado del sofá. La suya seguía igual de baja.




 




Un nuevo silencio incomodo se formo entre nosotros. Parecía que no iba a hablar si yo no lo hacia antes aunque de nuevo empezó a caminar. Se dirija hacia la puerta.




 




-No digas a nada a nadie...por favor..- Dijo en un hilo de voz mientras abría la puerta para irse.




 




-¿¡Pero que coño dices!?- Grite a la vez que le cerré de nuevo la puerta con la mano y le impedí que la volviera a abrir. -Si tampoco se nada. ¿Qué quieres que cuente?-




 




Le mire a su rostro del cual solo podía ver su flequillo. Jadeo molesto y tome sus mejillas para que me mirara. Descubriendo sus lágrimas.




 




-No digas nada... de nada no quiero molestar mas a mi....familia.- Murmuro mientras intentaba librarse de mi agarre y abrir la puerta.




 




-¡No entiendo nada!- Lo tome del brazo y lo empuje hacia dentro.




 




-Estoy harto de tu estúpido misterio. ¡Haz el favor de decirme que te ha pasado!- Hizo un leve espacio de tiempo, en el cual cruce los brazos y sonreí levemente. -Sino si que contare todo lo que sé hasta ahora por todo el colegio.-




 




Entonces Nathaniel alzo su vista y me miro con desespero, terminando por morderse el labio y darse por vencido.




 




-Todo...fue culpa de Sucrette...-Su voz se llenó de rabia.




 




-Ella denuncio a seguridad del menor contando que sufría agresiones en casa... y lo investigaron.-




 




Trago duro.




 




-¡Ahora mi padre esta a la cárcel y mi madrastra totalmente desesperada! La muy víbora sabe que ahora ya no podrá vivir tan bien como lo hacia antes y la fachada de familia perfecta a sido rota.. Pero...-rió frustradamente.- No le importó romperla un poco mas echándome... Nunca le caí bien...Le daba asco...-




 




De nuevo empezó a temblar.




 




-Y ahora..estoy jodida y completamente solo...-Soltó otra risita, tristemente.-Si me disculpas.. me iré...-




 




Al pasar golpeo sin querer mi hombro, cosa que aproveche para volver a embestirlo hasta el punto de sentarlo en el sofá. Estaba totalmente sorprendido y shockeado. Era verdad eso que decían de que uno no se puede fijar de las primeras apariencias.




 




-Iremos a pedir ayuda.- Le ordene.




 




-¡No! No quiero molestar a nadie. Ni a los profesores, ni los servicios sociales, ni los amigos y menos a ti!-




Sus ojos se conectaron unos segundos con los míos. -¡Suéltame!-




 




-¡No!- Le grite con respuesta. -¡No tengo problema en golpearte hasta la inconsciencia una vez mas si no te estas quieto!-




 




Le apreté un poco el cuello pero al mirarle no pude seguir con aquello. Sus ojos, su cuerpo, todo él.. me empezaban a parecer muy débiles.. delicados. O algo así.. Tal vez solo era pena.




 




-Estate quieto..encontraremos una solución.. Eres menor, aun pueden hacer algo por ti.-




 




Murmuré pero Nathaniel negó con la cabeza y suspiro.-




 




En 4 meses cumpliré los 18... Ya seré considerado oficialmente adulto. No hay nada que hacer. Buscare un trabajo.. y algún lugar donde vivir.




 




-Pero.. ¿A caso piensas dejarlo todo? Tus estudios, tus amigos..-




 




¿A mi?




 




-No me apetece ver a nadie...- Apretó sus puños y bajo nuevamente su rostro.




 




Probablemente se sentía avergonzado y tenia miedo de la reacción de los demás.




 




-Eso lo dices ahora pero luego... ¡te vas a arrepentir cabeza hueca!- Le empuje levemente.-¡No todo es lo que piensen los demás de ti ni la fachada!-




 




Volvió a mirarme cosa que me puso algo nervioso. Era extraño. Debía de ser pena. Sino no entendía ese extraño sentimiento que me rondaba por dentro.




 




-De verdad que no tienes ni idea…No sabes lo que es sentir que si no eres como quieren los demás no tienes sitio en el lugar donde vives. Sentir la presión, incluso cuando te metes comida en la boca…No tienes ni idea..-




 




Se limpio los ojos que de nuevo desbordantes en agua.




 




-Por eso.. no quiero saber ni que sepan nada mas de mi…-




 




Desde que su madre murió cambio radicalmente su manera de ser. Aun me acuerdo de sus trastadas y su comportamiento y como en más de una vez había sido yo el que tubo que consolar a los demás porque él los había hecho llorar, pero todo cambio cuando su padre se volvió a casar y aparecieron Amber y su madrastra.




 




De alguna manera empecé a atar cabos. Apreté los puños y suspire.




 




-Quédate aquí hasta que encontremos una solución. Y no es una opción, sino una orden.-




 




Me levante y camine hacia la cocina, ya pasaba de la hora de comer.




 




El delegado se quedo callado y quieto en ese sofá. Yo prepare un par de sánwiches de jamón y queso. Conmigo me lleve dos vasos y un refresco.




 




-Toma, si no te gusta te jodes…-




 




Me senté a su lado y empecé a comer. Tardo un poco en reaccionar pero termino por devorar todo lo del plato sin tampoco decir nada.




 




-Por cierto.. ¿pensaste en que si no vas al instituto la profesora llamara a tu madre?-




 




-Seguro que se inventaría alguna excusa…-




 




Le mire fastidiado.




 




-Creí que eras mas listo…¿De verdad crees que te puedes ocultar por siempre? Maldita sea Nathaniel. ¡Todo esta a tu favor!-




 




Me miro con odio.




 




-Deja de llamarme estúpido…Estoy harto de que me lo digan.- Dijo muy seriamente, aunque no pude evitar en volvérselo a decir, porque lo era.




 




-Lo dejare de hacer cuando no hagas estupideces…ESTÚPIDO.-




 




-¡Cállate!- Grito mientras se abalanzaba contra mi y me tumbaba en el sofá para taparme la boca con sus manos. Arrugue mi entrecejo y cogí sus muñecas para que me dejara ir.




 




-¡Cállate, cállate!- Siguió diciendo mientras empezaba a sentir como el aire escaseaba en mis pulmones.




 




Tenía mucha fuerza.




 




Al no poder soltarme abrí la boca y le mordí un dedo. Un par de lágrimas se escaparon de mis ojos,




Empecé a toser por la falta de aire.




 




Y Nathaniel al ver lo que había hecho se horrorizo de él mismo.




 




-Lo…lo siento…yo..yo..-




 




Se levanto del sofá con el horror en sus ojos se dirigió hacia la puerta saliendo corriendo de mi casa.




 




-¡Espera!- Intente gritar ya casi recuperado. Me levante y salí corriendo tras de él.




 




¿Por qué?




 




¿Por qué corría? Había intentando matarme pero…no podía dejarlo.




 




-¡Espera!- Grite viéndolo de lejos. Intente acelerar mis pasos hasta por fin llegar donde él. Habían llegado al parque donde siempre paseaba a Diablo. La humedad del lugar hacia que la hierba estuviera mojada y al ir corriendo termine por resbalar y llevarme por delante al rubio.




 




-Pégame…-Jadeo tapándose los ojos con un brazo. -Pégame..- Sollozo. –Me lo merezco…- Siguió mientras tragaba duro. Su rostro estaba rojo, se notaba que estaba llorando.




 




Me lo quede mirando.




 




-En serio que lo haría…-Dije un poco entre dientes. -Eres patético…-Murmure mientras lo alzaba agarrándolo de la camiseta.




 




–Mírame…¡Mírame! –Termine por gritar. –Estoy bien. –Le dije seriamente.




 




Y para mi sorpresa el rubio el cual prácticamente se mantenía sujetado por mi brazo se abalanzo en mi pecho y me abrazo como nunca antes me habían abrazado.




 




-Lo siento…lo siento..no..no se que me ha pasado…- Agarraba con fuerza mi camiseta y hundía su cara en mi cuello.




 




Sentía calor. Nathaniel ahora era muy cálido. Lentamente fui devolviendo le ese abrazo.




 




-Hagamos como si no hubiera pasado…pero debes de prometerme que mañana iras al instituto e intentaremos hablar las cosas…-




 




Nathaniel asintió sin mas. No sabia si me entendía pero por el momento estaba bien.




 




 




A la mañana siguiente fuimos los dos juntos al colegio aunque Nathaniel intento alejarse de mi en sus pasos para que no pareciera que íbamos juntos. No era como si me importara pero igualmente me molestaba. Aunque tampoco no tenia muy claro lo que quería. Habían pasado muchas cosas.




 




La primera a la que vimos fue a Sucrette la cual no dudo en acercarse a Nathaniel para preguntarle que le había pasado y como estaba. No pude evitar disminuir mis pasos para ver que pasaría entre esos dos.




 




-Nathaniel..¿qué te ha pasado? No será que...-




 




Sucrette lo miraba con preocupación, sin entender nada.




 




-No te importa, no debería de haberte importado nada de mi vida. Pero tranquila, mi padre ya nunca mas que va a poner la mano encima, esta en la cárcel gracias a ti.




 




Se quedó muda. Se podía ver que no sabia que contestarle. Solo le miraba con sorpresa y angustia.




 




-¿Qué? ¿No tienes nada que decir ahora?- Le pregunto, dando un paso al frente y haciendo retroceder a Sucrette, la cual parecía que ese estaba asustando un poco.




 




-Yo..solo..- Murmuro con los ojos llenos de lágrimas.




 




-Gracias por arruinarme la vida, no me vuelvas a hablar nunca mas.-




 




Y dichas esas palabras Nathaniel paso de largo, dejando a Sucrette llorando.




 




Podía entender a Sucrette pero también a Nathaniel. Lo mas probable es que yo hubiera reaccionado como él. Odio que se metan en mi vida pero gracias a ella ahora Nathaniel ya no sufriría más palizas y la mía no contaba...




 




Termine por acercarme a ella. No sabia que decirle con lo que simplemente me quede quieto, esperando a que hablara ella como siempre solía hacer, aunque no fue así. Al verme se abalanzo contra mi pecho y me abrazo. Pude sentir su calor y su pequeño cuerpo buscando mi protección pero mi corazón no latió con fuerza, ni sentí lo que sentí cuando me abrazo Nathaniel.




 




¿Por qué?




 




La mire y le acaricie un poco el pelo.




 




-Nathaniel..me odia…- Sollozó.-Yo solo..quería ayudarle…estaba muy preocupada…- Siguió aun  pegada a mi. Quería apartarla pero no sabia como.




 




-Tranquila, llorando no solucionaras nada. Tu.. sueles arreglarlo todo, seguro que esto no sera una excepción…-




 




Tome sus mejillas para que me mirara y así apartarla.




 




-Al menos no pierdas esa reputación..para algo bueno que tienes…-




 




Quedo unos segundos parada antes de sonrojarse y dejar de llorar. Se secó las lágrimas y asintió con una pequeña sonrisa.




 




-Le ayudare…gracias Castiel.-Sonrió una vez mas y se fue.




 




Yo…también quería ayudarlo, no quería que ella fuera la única.




Con un extraño sentimiento en mi interior volví a emprender mis pasos hacia el instituto. Prácticamente ya era hora de entrar pero para mi sorpresa Nathaniel no estaba en la clase cuando esta empezó.




 




¿Por qué? ¿A caso dio la vuelta? No, no podía ser. Lo habría visto ebtrar. Me mordí el labio inmerso en mis pensamientos y en donde habría podido ir.




 




Lo que el señor Farrés estaba contando era un murmullo irreconocible para mi cerebro, cosa de la cual pareció darse cuenta.




 




-Castiel, ¿es tan amable de decirme porque no presta atención a mi clase? –




 




No lo escuche.




 




- ¿Castiel?-




 




Le mire de reojo y sin mas me levante para irme de la clase.




 




- Me aburro.- Murmure mientras cerraba la puerta tras de mi. Una vez fuera acelere mi paso y empecé a buscarlo.




 




Los pasillos estaban vacíos y únicamente se escuchaba la voz de los profesores dando las lecciones o eso me pareció, hasta que pase por delante de los lavabos.




 




¿Un jadeo?




 




El corazón se me aceleró desmesuradamente y con los nervios a flor de piel me adentre en la cabina de los de hombres. No sabía si preguntar. Entre en silencio y escuche. No tardo mucho en resonar por esas blancas paredes otro sollozo proviniente de la tercera cabina. Tenía que ser el delegado.




 




Empuje la puerta pero esta estaba cerrada con pestillo. Suspire.




 




-Eh..¿cuanto rato piensas quedarte allí dentro?- Intente sonar como siempre.




 




No obtuve respuesta. Apreté mis labios y con la punta de mi bota golpee la puerta.




 




-Sal.-Ordene.




 




-No...- Se escucho débilmente.




 




-No seas idiota,¡sal de una vez!-




 




Golpeé de nuevo, esta vez un poco más fuerte, cosa que, al parecer, asusto al rubio, pues se escucho un sollozo diferente.




 




-¡Para!- Gritó algo aterrado.




 




Parecía que estaba a punto de sufrir otro ataque de nervios y yo solo estaba empeorando su estado de ánimo.




 




-Maldición..Realmente me tendrás que pagar todo esto..- Murmure mientras tomaba la poca carrerilla que podía coger y me colgaba de la parte de arriba de la cabina  ayudándome con el picaporte. Salte a dentro y me pare en frente de él viendo como se escondía para que no lo viese. Negué con la cabeza al verlo aun más lamentable de lo que le había visto hasta ahora.




 




-Levantarte, estoy cansado de esta mierda, Nathaniel.-




 




Al no obtener de nuevo respuesta me agache y lo cogí de la camiseta que le había prestado para que me mirara, quería que me mostrara esa minada que nunca había visto en nadie. Esa mirada con odio y algo que aun no había podido descifrar.




 




-Mirarme.- Ordene mientras lo acercaba a mi rostro casi chocando nuestras narices, cosa que por un momento me asusto y enseguida arregle apartándolo en una sacudida. Pero en esa mirada solo había tristeza y agua. Sus ojos dorados habían quedado manchados y diluidos en tantas lágrimas derramadas, parecían translúcidos.




 




-Tu.. ¡realmente no entiendes nada!-




 




Con sus manos temblorosas me agarró también de la camisa, viendo como en unos segundos la rabia subía por su rostro y hacía brillar un poco mas sus ojos.




 




-Estoy..solo...Sucrette..ya no me hablará mas...mi familia..ya no me quiere.. los otros.. tampoco van a quererme por haberme comportado así con Sucrette y tu... tu..- Me miro a los ojos y pude ver con total claridad como derramaban dos enormes lágrimas que resbalaron rápidas por sus mejillas.- me odias...¡me odias! - Rugió realmente dolido a la vez que se libraba de mi agarre.




 




-¡Sal de aquí!- Golpeó la puerta mientras respiraba como una bestia atrapada.




 




¿Lo odiaba? Me pregunte mientras miraba aquellos ojos que gritaban ayuda con desespero y que parecía ser que por cada segundo que me quedaba en esa pequeña estancia se enrojecían mas.




 




Tal vez si que llegue a odiarle aunque  ese odio solo fue una fachada la cual se convirtió en lo normal, pues creía que él si que me odiaba de verdad. No iba a ser el que sufriera.




 




-¿A caso tu no me odias? ¿Qué te importa si yo lo hago o no?- Lo empuje cansado de sus golpes y sacudidas.




 




Entonces fue cuando Nathaniel se quedo quieto, mirándome aun con esas brillantes lágrimas salientes de sus ojos. Su cara se volvió doblemente roja, al igual que sus pequeñas orejas y empezó a temblar.




 




-Nunca...Nunca te he odiado.-




 




Bajó su mirada y vi como apretaba los puños y sonrió de esa forma triste.




 




-Ya me da igual todo así que te lo diré...- Me miro de nuevo con esa sonrisa en sus labios. -Siempre me has gustado...-




 




Trague duro ante sus palabras. Su mirada se desvió de nuevo, dejando ese color rojo en sus mejillas y un temblor en sus labios. Se los mordió y sin mas salio de esa cabina al ver que yo me había quedado sin palabras pero...¡joder! No sabia que decir, que pensar. Tanta información de golpe y tan sorprendente... Solo podía sentir como mi corazón se aceleraba y mis mejillas se volvían igual de rojas que las de él, aunque eso no llego a verlo. Y también como luego un intenso dolor en el pecho me hacia sentir realmente mal.




Le insulte, le golpee, me reí de él y sobretodo lo deje de lado cuando paso aquello con Debrah, sin saber nada de lo que estaba pasando en su casa. Lo trate realmente mal. ¿Cómo había podido aguantar durante todo aquel tiempo sin romperse de verdad?




 




-Yo no se...-




 




No me salia la voz. No sabia como reaccionar ni sentirme. Frote mis ojos al sentir como un intenso dolor de cabeza apuñalaba mis sienes de forma brusca y repentina. ¿Por qué todo tan de golpe? Chasquee la lengua.




 




Me sentía confundido, cabreado y asqueado..




 




Y con eso la cague. Hice sentir más mal al rubio y salió corriendo del baño. Exhale pesadamente.No tenia ánimos de nada. Estaba confundido y no sabia que sentir, solo frustración por no haber ayudado a Nathaniel desde un principio, y si, me refiero a pesar de todo porque yo en el fondo.. nunca estuve enfadado con él..al contrario.. me sentía bien cuando estábamos juntos. Eramos buenos amigos o eso creía...




 




Salí del baño. Ya habían acabado las clases y era hora del recreo. Suspire pesadamente, dispuesto a salir de aquel colegio, despejarme y poder pensar. ¡No tenia ganas de sentirme de esa forma, joder! Pero igualmente, por mucho que me quejase y refunfuñara los sentimientos seguían allí y la preocupación de haber dejado a Nathaniel solo también.




 




-Mierda...- Murmuré mientras caminaba completamente encorvado y con el ceño fruncido hacia la salida.




 




-¡Castiel!- Escuche una voz de fondo. Era Sucrette. -¿Que te ha pasado antes? Estabas raro. Decía mientras se acercaba  a mi a paso rápido para alcanzarme lo antes posible porque yo no me detenía.




 




-...- No sabia si decírselo pero había dicho que lo quería ayudar y yo solo no podría con todo aquello. -Sucrette- Murmure mientras la miraba, tal vez algo avergonzado por tener que pedir ayuda.




 




Ella me miro enseguida.




 




-Sobre Nathaniel.. tengo que hablar contigo...-




 




Su cara cambio enseguida. Asintió. Le conté sobre todo lo que sabia y que quería ayudarlo respecto a su falta de hogar. Estaba seguro que los profesores podían hacer alguna cosa y también de que sus amigos, todos los que formábamos parte de Sweet Amoris, no lo dejaríamos de lado por su pasado ni por su forma de ser porque no tenia la culpa de nada y eso era algo que tenia que saber.




 




-Deberíamos de contárselo a todos...- Sugirió la chica la cual parecía estar algo ansiosa para empezar con aquella operación.




La mire arqueando una ceja. No sabia porque se emocionaba tanto sobre algo tan serio como era aquello pero no le di mucha importancia. En mi cabeza solo estaba Nathaniel y lo poco que había hecho por él, a pesar de todo.




 




-No creo que le gustase saber que todo el instituto sabe de su estado y condición....-Conteste enseguida. Entonces fue cuando ella se sonrojo y encogió los hombros, como si no supiera que contestar.




 




-Pero..entonces ¿cómo sabrá que todos estamos con él?-




 




-... Yo creo que si sabe que nosotros estamos con él sera suficiente.- Conteste sin pensar mucho. Nathaniel era de ese tipo de personas que con un hilo de araña podían escapar de los pozos más profundos y obscuros. Lo estaba descubriendo con todo aquello, incluso si con ello debía de cortarse las manos para poder escalar hasta la superficie.




 




Apreté los puños.




 




-Vamos...- Dijo retomando los pasos hacia la salida del instituto aunque Sucrette parecía algo dudosa.




 




-Yo...creo que me he olvidado algo en clase. -Murmuro.-




 




Chasquee la lengua algo cabreado y chuté una piedra.




 




-Date prisa.- Murmuré algo ansioso.




 




-Si quieres ve pasando, ya te alcanzare. ¿Por dónde vas a ir?-




 




-Pues.. no iré muy lejos. Al parque y por las calles de aquí alrededor. Igualmente tienes mi numero, ¿no? Cualquier cosa me envías un mensaje y nos reunimos.-




 




-Vale, esta bien.-




 




 Sonrió y sin mas dio la vuelta y regreso dentro del instituto. Me pareció un poco raro pero en esos momentos de verdad que no me importaba nada mas que no fuese ver el idiota de ese rubio y verificar de que estaba bien. Empecé a caminar mirando hacia todos lados.




 




Pensaba en que decirle, como convencerlo de que todo iba a ponerse bien si venia conmigo y confiaba en mi, o en Sucrette, me daba igual. Y sobretodo que nadie le odiaba ni le culpar,




El corazón me latía con rapidez pero no corría  aunque mis pies morían por acelerar el paso.




 




-Nathaniel..- Jadee jodidamente preocupado. Mire todos los rincones que conocía del parque, remiré ese callejón y todos los que rodeaban el instituto y el centro comercial. No estaba en ningún lado.




 




No sabia cuando tiempo había pasado. Estaba agotado. Había vuelto al parque y me senté en uno de los bancos. Mire en frente, encontrándome con ese pequeño castillo formado por una escalera,un tobogán y poco mas. Era el de nuestra infancia. Sonreí algo triste al recordar todo aquello. Esas tardes de juegos, de cuando consolaba a Amber cuando Nathaniel le robaba las muñecas, les arrancaba la cabeza y tiraba del pelo. Me pregunto si ese Nathaniel era el de verdad u otra cara. En esas sus padres actuales hacia poco que se habían juntado y Nathaniel estaba muy celoso de Amber y por eso, tal vez, se comportaba de esa forma pero no tardó mucho en volverse en el chico más respetuoso, pulcro y estudioso del instituto y ahora entiendo el porque.




 




Una vez mas chute una piedra la cual revoto en el castillo y cayo por detrás.




 




-Ah..! ¡Joder!-Gritó una voz muy conocida. Me levante de golpe y fui allí detrás, encontrándome frotándose la cabeza y mirandosela como en esta había sangre.




 




-Joder..- Murmuré.




 




Le había hecho una herida. Pero su mirada al ver la sangre era indiferente. Solo exalto al verme a mi. También se incorporo e intento irse empezando a correr pero no le deje, le tome del brazo, sintiendo lo frío que estaba.




 




-¡Nathaniel!-




 




Pudo sentir su estremecimiento al escuchar mi voz. Tembló. ¿Cómo podía parecerme un chico tan...indefenso y delicado?




 




-¡Déjame!-




 




-¡No! Tenemos que ir al ambulatorio a que te miren esta herida.-




 




-¡¿Estas loco?! No quiero que nadie me toque ni mire! ¿No lo comprendes?-




 




Me miro con sus ojos ahora tan rojos y húmedos por las lágrimas.




 




-¡Me estas jodiendo mucho ya! Lo acerque a mi y lo tomé de los hombros!-




 




-No puedes huir del mundo. ¿No lo entiendes? Y si huyes el vendrá  a ti porque no estas solo..joder.¡No lo estas!-




 




Entonces pensé en Sucrette ¿Dónde demonios estaba?




 




-Sucrette también te esta buscando, no esta enfadada contigo ni resentida, solo quiere ser tu amiga y que estés bien. ¿no lo entiendes? ¡Maldición Nathaniel creía que eras mas listo!- Le repetí.




 




El rubio se quedo callado con la cara girada.




 




-Cuando te repiten una y otra vez que no sirves para nada, que te miren y traten como una mierda...al final te lo terminas creyendo...¿Y quién quiere estar con alguien que es una mierda? Como dijiste incluso huelo a mierda...- Rió amargamente.




 




Sentía tanta rabia. No hacia él. Sino hacia todas esas personas tan débiles que solo sabían sacar los defectos de los demás, o peor, de las que creaban defectos inexistentes reforzándose en el cariño y delicadeza de los otros. Ese hombre con el titulo de padre, se merecía estar donde estaba.




 




-Nathaniel...-Tomé su mentón e hice que me mirara, justo igual como lo hice con Sucrette.- ¿Crees que te miro como si mirase a una mierda?-




 




Le miraba como me hubiera gustado que me miraran a mi. Mentira,  como suelo mirar a las personas que quiero o...en verdad a la persona que quiero.




 




-No dejare que te quedes en la calle ni que pienses que eres una mierda, porque no es verdad. La única mierda aquí somos nosotros. Todos los que no nos hemos dado cuenta de tu estado y el comportamiento de tu padre. Él es la mayor mierda de todas, joder Nathaniel..¿que debo hacer para que me creas?-




 




Sin darme cuenta había empezado a acariciar su mejilla con mis dedos. Nathaniel había quedado parado, mirándome. Lentamente sus mejillas se iban calentado.




 




Negó con la cabeza.




 




-La única mierda aquí soy yo... por mas que lo digas....sé que lo soy. Por una cosa o la otra. Siempre haré algo mal...-




 




Apreté mis labios.




 




-Nadie es perfecto, ¡ni incluso tu padre!-




 




-Pero...-




 




-¡Ya basta Nathaniel!-




 




Lo apreté contra mi en un fuerte abrazo. ¿Cómo podía tenerte tan poco en cuenta? ¿Qué debía hacer para que pensara de otra manera?




 




Sentí como lentamente ponía sus manos alrededor de mi cintura pero en el último momento se soltaba. Se deslizó por mi cuerpo, inclinándose y quedándose arrodillado. No pude evitar en sonrojarme a los primeros segundos pues su rostro rozo mi entrepierna por unos segundos pero paso de largo hasta llegar al suelo. Allí me di cuenta de que las cosas no iban bien.




 




-¿Na...Nathaniel? ¡Nathaniel!-


 


Continuará

Notas finales:

La continuación ya esta hecha, asi que no os preocupeis. Dependiendo de los comentarios lo subire antes o despues (?) Na, provablemente el viernes que viene, no tendo ni idea.

 

Gracias por llegar hasta aquí.

 

:*


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