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La oscuridad de tus ojos... por Riniita

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Notas del fanfic:

Está ambientada en un instituto. 

Reita x Ruki/ Reituki. 

Notas del capitulo:

Este capítulo es mayormente narrativo puesto que en él se describe el motivo del sufrimiento de Ruki debido al cual se desencadenará una serie de sucesos que cambiará la vida de Ruki. 

Disfrutadlo. ~ 

-No me dejes…

   En el cuarto de baño en la tercera planta del instituto se encontraba un chico joven, el cual estaba sentado en el suelo, con su espalda apoyada en la gélida pared. Hacia frío en aquel sitio apartado de la gente, y no porque fuera el otoño más frío que había experimentado el joven en años, también porque su vida solo desprendía un aura gélida alrededor de él y de quien a su lado se encontrase. Lágrimas se hacían paso a través de la suave piel de aquel joven, en ocasiones cuando llevas mucho tiempo llorando notas cómo esas lágrimas ya no son húmedas en tu piel, sólo son cálidas gotas de agua que ruedan por tus mejillas. Llevaba puesto unos cascos en sus oídos para no escuchar el ruido de personas que estaban en el recreo, ¿nunca habéis deseado desaparecer y no ser nada? 

   Su piel era pálida como la nieve, su pelo era rubio, claro está no de nacimiento pues su color natural era el castaño, pero el rubio le hacia sentirse mejor, un cambio de vista. El flequillo largo le tapaba el ojo derecho al completo dejando poco que ver de la parte derecha de su bello rostro; sus mofletes eran gorditos al igual que sus carnosos labios, lo que hacia que su rostro fuera más bello si es que eso podía ser posible, con un toque infantil por la carita tierna que tenía, aún estando así de triste. El chico en cuestión tenía unos 16 años de edad, aunque realmente aparentaba menos edad debida a su corta estatura y su cuerpecito de ángel, pues tenia una complexión delgada y poco atlética.

   Era un chico bellísimo, todas las chicas tenían fantasía por poder salir con él y, para qué mentir, muchos chicos se fijaban en él y no precisamente para mostrar su amistad hacia él. Pero había algo que alejaba a toda la gente de aquel chico y era la extraña personalidad que tenía. A él no se le veía con nadie, no soportaba estar en contacto con la gente, era serio por eso cuando la gente veía a aquel chico sonreír se sorprendían porque era una sonrisa hermosa, incomparable a cualquier otra. Pero a muchas personas nos pasa eso de que para que de verdad sepamos cómo somos tienen que interesarse por nosotros y entrar en nuestras vidas para, de esa forma, conocernos de verdad y sin prejuicios. Le gustaba tocar la guitarra, pero sobretodo siempre andaba por aquel instituto con su cuaderno, en él escribía sus pensamientos más profundos en forma de dulces y perfectos versos. Le encantaba el anime y, por supuesto, también dibujar, en el libro nombrado anteriormente pues por él había dibujos por todas partes. Pero todo esto y más irán conociendo conforme progrese la historia.

   Su nombre era Takanori Matsumoto, aunque siempre se hacia llamar “Ruki”. Pero su apodo pocas personas lo conocen y con esto nos acercamos al motivo por el cual el pequeño Takanori estaba llorando solo en aquel sitio. “Luchia” ella es el motivo de su llanto, de su dolor, de todo el sufrimiento que estaba teniendo en esos momentos. Rina era su mejor amiga, se podría decir que su hermana, la había conocido hace dos años, porque justo hoy cumplirían dos años desde la primera vez que se vieron.

 

            --------------------FLASHBACK--------------------

 

   Takanori ese día, el cinco de octubre, iba a visitar a su abuelo al cementerio, sí, hacía ya tres años desde su muerte pero todavía le gustaba visitarle, siempre, todos los jueves pues cuando su abuelo aún estaba con vida los jueves tenían por costumbre sentarse en su jardín y contar largas historias fantásticas que se inventaban juntos mirando a los peces del estanque que tenían en aquel jardín. Pero para sorpresa del pequeño ese día no solo había viudas y personas llorando, no, había una chica que estaba sentada al lado de una tumba.

   Aquella chica llevaba una camiseta negra en la cual llevaba una de sus mangas cortas y la otra larga, en el pecho llevaba puesto en letras blancas “metallica”. Le había resultado curioso pues normalmente no veía a gente así por allí; los pantalones eran largos y con pequeñas cadenas al igual que sus botas. Ella estaba llorando pero había algo extraño pues el brillo de sus ojos era diferente al de las demás personas.

-¿Qué es lo que miras, chiquitín? –eso fue lo que la chica le preguntó al pequeño que no dejaba de mirarla con ojos curiosos, pero al no encontrar respuesta, la pequeña Luchia se secó las lágrimas y se levantó acercándose a Takanori.- ¿Qué? ¿Quieres burlarte de mí por cómo visto? Si es eso mejor búscate a otra para burlarte.

   El pequeño simplemente se quedó de piedra antes las palabras de aquella chica. No quería burlarse de ella, si él era igual a ella solo que no era tan valiente de mostrarse ante todos tal y cómo era.

-Me gustan tus ojos -dijo en un tono sincero, porque él no solía mentir nunca, parte de su inocencia.- y no me llames chiquitín. -dijo asintiendo con aspecto de fuerza, como si esa chica se fuera a burlar de él. Porque sí, vale, era bajito, pero ella lo era más que él.

-¿Qué? -Luchia no podía creerse lo que acababa de escuchar, ese chico era curioso y por supuesto era muy guapo.- Vale, carita de ángel, ¿mejor? –rió y esa risa al pequeño le pareció infantil y tierna.

  Y así fue cómo empezaron a hablar y poner en común gustos y demás. Así Luchia y Takanori se hicieron grandes amigos, casi se podían llamar hermanos. Compartían gustos, estaban en los malos y el los buenos momentos juntos, siempre juntos.

 

         --------------------FINFLASHBACK--------------------

 

   Pero ahora todo había acabado, Luchia había fallecido en un accidente causado por un atropello de un borracho. No pudo hacer nada, vio cómo su mejor amiga moría en sus brazos. La persona que le había enseñado a quererse, a vestir como él quisiera, a no tener miedo de ser él delante de las personas y sobre todo a no rendirse, a querer vivir por ella, simplemente por estar con ella porque ella le había demostrado que la vida puede pegarte tan fuerte como quiera pero tú vas a seguir recuperándote y no rindiéndote nunca. Ahora ya estaba solo, ya no tendría a nadie que entendiera su silencioso sufrimiento por el aislamiento de ser, como siempre, “el diferente”.

   Pero, ahora todo se había acabado, todo había terminado y de la peor manera posible, aún recordaba las últimas palabras de su hermana: “Ruu-chan… Lo siento… Tienes que ser fuerte sin mí… Sé feliz… Por favor… Te quiero hermanito...”.

   Luchia no se había dado cuenta de que esas palabras le habían dolido demasiado, aquel día ella  murió, pero ella se llevó una parte de su corazón y es que perder a la única persona que te apoya en esta vida es deprimente. Desde ese día Ruki no había vuelto a sonreír, se había quedado bloqueado. No pensaba que la vida fuera tan cruel para arrancarle de sus brazos a la única persona que se había dignado a decirle algo. No, dolía demasiado para poder soportarlo. Una semana, hoy hacía una semana de su fallecimiento, su segundo aniversario y dolía mucho, ¿qué seria de su pequeña hermanita?, ¿Por qué la vida se tiene que llevar a las mejores personas? Muchos creerán que el pequeño quería con otras intenciones a la pequeña Luchia, pero no, simplemente fue la única persona con la que había compartido gustos y era similares en todo, ¿qué pasaría se ellos perdieran a sus hermanos? Les dolería mucho y eso es por lo que estaba pasando aquel pequeño.

   Las silenciosas lágrimas habían dado paso a sollozos que poco a poco se hacían más sonoros entre esas cuatro paredes, sollozos que con sólo escucharlos se te erizaba el vello pues eran desgarradores y dolorosos. Pasaban los minutos y el pequeño seguía igual hasta que alguien tocó la puerta del cuarto de baño insistentemente. El pequeño se quita los cascos de los oídos y mira a la puerta frunciendo el ceño.

-Oye llorica, tengo que entrar al aseo, ¿entiendes? -aquella voz era grave, bastante a decir verdad. Pero al pequeño no le había gustado nada el tono que había utilizado aquel desconocido, para empezar él no sabía nada de su vida y mucho menos tenía derecho a juzgarle de aquella manera y es que encima le había interrumpido en su tiempo de desahogarse tranquilamente.

   Se levanta del suelo, se lava la cara para despejarse y parecer que no había llorado, aunque sus sollozos se habían escuchado desde fuera. Se arregla la ropa y guarda el móvil junto a sus cascos en el bolsillo de detrás de la mochila. Abre la puerta y ve al chico que quería entrar con insistencia en el aseo, sorprendiéndose al verle con una tela en la cara, algo parecido a una bandita, que le tapaba la nariz. Era, cómo no decirlo, muy guapo. Alto, rubio como él y con una cresta. Él conocía muy bien a aquellas personas que se creían dioses, que eran mejor que el resto del mundo… O eso creían ellos, aunque más tarde el pequeño se daría cuenta de que aquel chico entraría fácilmente en su vida para quedarse en ella.

-¿Qué me miras, enano? -dice el mayor lanzándole una mirada que asustaría a cualquier niño, puesto que él pensaba que aquel chico era años menor que él.

   El pequeño alza una ceja mirando de arriba abajo al chico que tenía delante de él. Lo que le faltaba, otro más en el instituto para que se metiera con él. Menos mal que en aquel instituto se llevaba uniforme porque se le viera de verdad se burlaría. Pero al llegar a sus ojos se queda sorprendido, esos ojos eran tan oscuros como la misma oscuridad, daba la sensación de que si te quedabas mirándolos largo tiempo te adsorberían. Como un pozo sin fondo, la hermosa oscuridad del fondo marino… Todo junto en unos ojos.

-¿Qué pasa, chiquitín? ¿Es que estás sordo? -le grita indignado al pequeño pero se da cuenta de que aquello le había dolido pues los ojitos de aquel chico se había llenado de lagrimillas que amenazaban con salir. Iba a disculparse pero el más pequeño le miró con ojos de odio, una furia escondida tras esos ojos marrones que eran hermosos, como el color de la miel, era perfecto. Sale corriendo de aquel lugar sin darle oportunidad al más mayor a disculparse. Lo que él no sabia es que lo que le había dolido a parte de que le había gritado era el que le llamase “chiquitín”, eso fue cómo lo llamó por primera vez Luchia y no había podido aguantar más el llanto por eso salió corriendo lo más lejos que pudo de aquel chico nuevo. Por su parte ese “chico nuevo” se quedó pensando en la belleza de los ojos de aquel chico, en esa carita que tenía de ángel, definitivamente debía disculparse con él y lo haría.  

Notas finales:

Espero que os haya gustado, es mi primer fanfic y espero no recibir muchas críticas negativas... Sed buenos (?) 

El próximo capítulo no tardaré en subirlo.

 


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