El clima era muy confortable aquellos días en Seúl: no era muy caliente ni muy frió, típico día de verano. En las concurridas y exclusivas calles de Gangnam se localizaba la cafetería Galaxy que contaba con 5 estrellas debido a su atención al cliente, ambiente y calidad de producto. Aquella cafetería se encontraba cerca de varios edificios, apartamentos y centros comerciales de lujo, exclusivo para quienes se daban la buena vida y era una buena opción a cualquier hora del día.
Do KyungSoo no era exactamente millonario, pero al trabajar en “Galaxy” estaba rodeado de gente que si lo era. Algunos clientes eran amables y otros prepotentes, se enfrentaba a ambos diariamente. Era un joven de 19 años y poca altura, cabellos oscuros, ojos “ligeramente” saltones y unos lindos labios acorazonados. Asistía aún a la universidad siendo el mejor en su clase, y al parecer, de su generación.
-Bienvenidos- Saludó amablemente con una ligera sonrisa a 2 clientes masculinos, de avanzada edad y con trajes costosos como vestimenta.
-A ti, cariño-KyungSoo rodó los ojos internamente y pudo sentir una venita en su cien, palpitar—Pero como tengo mucha sed, preferiría que trajeras 2 té helados- El hombre le sonrió descaradamente y su compañero no dejaba de mirarlo de arriba abajo.
-En seguida se los traigo- Hizo una rápida reverencia y se retiró a la cocina.
Apoyó sus manos en una de las mesas metálicas y se agachó un poco, para hacer un berrinche en silencio seguido de una respiración contada del 1 al 10. Una mano le daba ligeras palmaditas de consuelo.
-Los maldigo Luhan-hyung, los maldigo-Volvió a respirar.
-Lo sé dodito.
Xiao Luan era amigo y compañero de KyungSoo en Galaxy, salvo que él era mayor y era extranjero, exactamente de China. Era rubio y piel lechosa con unos ojos parecidos a un ciervo y un poco más alto que su pequeño amigo pelinegro. El comenzó a trabajar en aquella cafetería mucho antes que KyungSoo, para que, igual que él, costear sus estudios.
-Toma la orden, Soo- Le indicó Luhan quien al entregarle la bandeja, vió omo salía de la cocina con un poco de pesadez.
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Cerca de ese agradable local, en unos de los edificios de las empresas Kim, se encontraba el presidente, un hombre de piel morena, cabellos rubiios y ojos marrones, bebiendo una copa de vodka en el 10° piso de su lujosa oficina, bajo la mirada de su amigo y socio, Oh Sehun.
-No estarás todo el mes así, o si Kai?- Le cuestionó el alto. Era rubio y piel clara, y con cara de bebé que no aparentaba sus 23 años, de aproximadamente 1.85.
-No me llames por apodo, Sehunnie- Le miró feo- No es como si me fuera a morir por encontrar a Baekhyun revolcarse con Chanyeol,¿ O sí?- Terminó su trago y dejó el vasito de cristal en la mesa del mini bar que tenía ahí- Obviamente le arranqué el anillo de compromiso.
Sehun se acomodó en su silla y recordó lo sucedido. JongIn estaba comprometido apenas hace un mes con el hijo de un socio, Byun Baekhyun. JongIn no lo amaba pero si sentía un cariño especial por el menor, que se encargó de destruir la vez que llegó de visita sorpresa con un costoso regalo, como le encantaban a Baekhyun, lo encontró en pleno acto con un chico cuyo nombre no conocía. JongIn nunca sintió celos, lo que provocó su rencor fue que haber encontrado a ese par en SU cama. Lo único divertido fue ver al tipo más alto buscar su ropa por toda la habitación y salir medio desnudo de su apartamento. Recordaba ver a el chico Park muy preocupado por Baekhyun y viceversa, se veía que se amaban y bueno, él no les impediría nada, así que cuando el más alto cerró la puerta, se acercó a Baekhyun y le arrancó la costosa sortija sin tacto alguno. En el transcurso de aquella agotadora semana anunciaron su rompimiento, el menor se mudó del apartamento de JongIn y el moreno mandó cambiar su cama.
-Deja eso y vamos por un café, yo invito-JongIn aceptó gustoso. Ambos tomaron sus costosos sacos negro y gris respectivamente y salieron luego de cerrar la oficina del moreno con llave, las secretarias podían llegar a ser algo chismosas.
-Llegamos- Anunció el alto. JongIn quería traer su auto, pero Sehun le dijo que no sería necesario pues estaba realmente cerca.
-Uh…Se vé bien-Oh rodó los ojos.
-Entraron junto con el sonido de la campanita que estaba en la puerta y fueron recibidos por Luhan, quien se sonrojó al ver de quien se trataba el cliente que había ingresado y a pesar del retorcijón que se le formó en el estómago al ver que había llegado muy bien acompañado, le recibió gustoso.
-¡Sehun-ssi!, bienvenidos- Le sonrió tiernamente. Ambos se gustaron desde la 1° vez que Sehun visitó el café y fue atendido por un chico hermoso, a su parecer, con un pobre coreano- Veo que hoy viene acompañado. Pasen, le asignaré la mesa de siempre.
Sehun pudo ver la mirada dolida del bajito, quién se dio rápidamente vuelta y pidió que lo siguieran aun que no fuera necesario porque Sehun sabía cuál era la mesa de siempre. El más alto entendió que estaba malinterpretando las cosas y miró a JongIn quien le veía con una ceja alzada. Tomaron asiento y Luhan les entregó la carta de menú.
-En un momento alguien más vendrá a tomar su orden y los atenderá, compermiso.
Luhan hizo una reverencia y se retiró. Por su parte, el rubio alto soltó un suspiro y pasó su mano derecha por sus cabellos, buscando una solución. JongIn se incomodó pues la escena estaba más que clara: Su amigo frezzer se había enamorado y ahora él, era la “manzana de las discordia”
Sehun pilló al moreno mirándolo socarronamente, lo que hizo que sus mejillas se sonrosaran levemente. Terminó contándole todo: el día que conoció a Luhan y lo que había desarrollando por él. JongIn soltó una carcajada, para luego limpiar una lagrimilla traicionera.
-Y ahora cree que estamos saliendo…-Finalizó JongIn.
-Joder, si –Sehun chistó los dientes molesto.
El sonido de la puerta de servicio siendo abierta, atrajo la atención del moreno aún con una amplia sonrisa en el rostro. Por ella, en cámara lenta, salía un joven simplemente perfecto, con una sonrisa encantadora y delicados pasos acercarse a ellos. Se sintió jodidamente extraño, con una corriente eléctrica cruzarle por la nuca y una dosis de adrenalina de dudosa procedencia, haciendo latir su corazón a mil por hora. Si hubiese estado en un campo, su boca se habría infestado de moscas. El Oh giró a ver qué era lo que había dejado a Kai de tal manera y sonrió con superioridad al ver al culpable y pensar en 1000 y 1 formas de burlarse de su amigo.
-Mierda JongIn, cierra la boca- Habló despacio pues KyungSoo estaba cerca.
-Buenos días- saludó el bajito- Es un gusto volverle a ver, Señor Oh.
-Igualmente KyungSoo-Le sonrió- Él es mi mejor amigo JongIn, Jongin, él es KyungSoo.