Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Panda Hero por Bellyster Christien

[Reviews - 36]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Probablemente yo soy la única que podría pensar esto, pero para mí, "Panda Hero" siempre fue una canción sobre drogas. 

Es curioso, porque la letra habla sobre un chico que juega baseball y es el héroe de los chicos. Sin embargo, si analizamos la letra con cuidado, puede ser interpretado como que  Panda es el héroe porque provee a los chicos de drogas. 

Habla de una ciudad decadente y de

"Un héroe en blanco y negro de morales dudosas,
Un bate de metal en su mano izquierda."

Y este chico, Panda...

"La valoración es un tipo de opio
Más profundo, ellos se lo están tragando.
“Uno, por favor, esa es mi petición.”
Y presenta una manzana desecada."

Los chicos piden a Panda y el provee esta manzana desecada, esta manzana podrida. 

“! No lo confundas, ese es el Héroe Panda.
¡ el asesino de líneas de antaño!"

Esta frase en particular es muy inteligente. Asesino de líneas se llama a quien batea demasiado fuerte y lesiona otros jugadores, pero también a quienes consumen cocaína.  

Y en resumen Panda Hero me hiso pensar en todo esto, y quise escribir sobre este personaje, este "héroe" que es absolutamente un "antihéroe". 

Por Matryoshka, es de mis canciones favoritas y me encanta el ambiente que plantea. Matryoshka es una canción sobre tocar fondo. 

Y así, me entrego a las ideas nihilistas (culpa del club de la lucha y otras cosas) y construyo esta historia, para mí y para ustedes, Les presento: Panda Hero!

Notas del capitulo:

Bienvenidos al cap 1 de la historía.

 

        Si había uno de sus compañeros acerca del cual Kei sentía curiosidad, ese era Panda. Había algo en el chico de la sudadera con capucha de panda que le resultaba intrigante, casi hasta el punto de obsesionarlo. El caminaba entre los demás como un fantasma, evadiendo las miradas, a menudo mirando su móvil. Los ojos en sus cuencas se veían hundidos y bordeados por una oscura sombra y profundas ojeras. El cabello negro descuidado y largo necesitaba un buen corte, pero nadie se atrevía decírselo. Una cicatriz que solo se notaba bajo la luz del sol, se ubicaba en su mejilla derecha, pero a menudo llegaba lastimado a clases con marcas nuevas que se borraban en un par de días. Panda sonreía con facilidad, le gustaban las bromas, nunca parecía tomarse nada enserio, y sin embargo sus ojos absorbían todo con indiferencia y reflejaban un par de oscuros posos de nada, y Kei tenía la sospecha de que toda su alegría era una fachada para ocultar sus verdaderos sentimientos.

 

Pero en otras ocasiones, mientras Panda bateaba con experticia en las prácticas de baloncesto, retando a sus compañeros a hacerlo mejor, Kei se preguntaba si no sería tal vez todo lo contrario: Alguien que ha visto demasiado, pero aun así intenta permanecer fuerte y feliz.

 

Kei nunca había hablado con Panda. Y todos esos pensamientos acerca de él estaban ocultos en la parte más profunda de su cerebro, tan profunda que ni siquiera era consciente de ello. Y no fue consciente de cuanto sabía acerca de él hasta aquella primera vez.

 

Hay toda clase de primeras veces.

 

La primera vez de Kei y Panda fue cosa del destino. En retrospectiva: Inevitable.

 

Algunos chicos de la clase habían encerrado a Kei en el baño para “pasarse un buen rato”. Estos chicos adoraban hacer mofa de él cada vez que tenían la ocasión. Dos de ellos en particular. Inseparables. Uña y mugre. Repugnantes. Kei habría atravesado felizmente los cráneos de ambos con una caliente y humeante bala, para ayudarles a dormir mejor por las noches. Y por el resto de sus días.

 

En contraste con sus brillantes ideas de venganza, en la realidad se encontraba de rodillas sobre los azulejos del baño y la humedad del piso ya había empapado la tela de sus pantorrillas.

 

Uno de los chicos, Rick, se puso en cuclillas frente a él. Rick era fuerte, de cuerpo macizo y endurecido. Delantero en el equipo de futbol, con unos músculos tonificados a los que Kei no podría hacer frente en el mejor de los casos. Y este no era el mejor de los casos. Samuel le sostenía las manos firmemente detrás de la espalda y un hilo de sangre ya escapaba por la comisura de sus labios. 

 

-Hey, mírame. -Indicó Rick. Kei se centró en él, tan inexpresivamente como pudo. -Escucha rata de alcantarilla, ¿Por qué no te largas de aquí?, a vivir con las demás ratas, donde te corresponde. No perteneces aquí. -Rick alzó la mano derecha y le dio un puñetazo en la mejilla derecha. El dolor se disparó a través de su rostro y su cerebro se remeció en el cráneo dejándole desorientado. La imagen de Rick se volvió doble un momento antes de levantarse.

 

Cuando daba un golpe, las comisuras de los labios de Rick se contraían en una macabra mueca de sonrisa que duraba a penas una fracción de segundo. Probablemente nadie más lo había notado nunca, pero a menudo Kei soñaba con su sádica expresión, con esas sonrisas que ni siquiera él sabía que dibujaba.

 

Rick dio otro golpe, esta vez a su estómago. Kei lo vio venir y endureció su abdomen, pero aun así quedo sin aire. Mientras boqueaba intentando respirar Rick se levantó masajeando su mano derecha. Los golpes también le habían dolido a él. Por lo menos. Kei sentía dentro de su boca el familiar sabor metálico de la sangre y el cansancio, mortal y afilado en cada parte de su cuerpo.

 

-No voy a irme. -Respondió en cuanto pudo coger suficiente aire.

 

Una risa musical y suave llego hasta sus oídos. Era una voz tan ligera que provocaba casi en cualquiera el inmediato impulso de unirse a ella. Era la risa de Sam. El chico era muchísimo más débil que Rick, tenía un cabello rubio casi dorado, ojos verdes y una expresión tranquila y alegre. Soltó el agarre de sus manos y Kei se desplomó sobre el mugriento suelo de azulejos.

 

Dio la vuelta a su cuerpo y se acercó a Rick. 

 

-Eres tan amable Kei, quedarte aquí para divertirnos. Nos gusta mucho jugar contigo. -Afirmó el muchacho de buen humor. -Lo digo enserio, Kei... -Otra carcajada irrumpió entre sus labios.

 

La expresión de Rick se había suavizado un poco y sonreía también.  -Demonios, es tan gracioso. –Sam miró a Kei y suspiró. - Eres tan patético, cada persona en este lugar te trata como mierda y aun  intentas hacerte el fuerte... ¿Cómo conseguiste que cada persona en la escuela se sintiera tan asqueada de ti? Porque, amigo, no le importas una mierda a nadie. -Cuando acabó aquellas palabras le dio un puntapié.

 

-Quédate ahí. -Pidió fingiendo un tono amable. -Ese es tu lugar.

 

Sin poder evitarlo Kei alzó una ceja.

 

-Si claro. -Masculló. Volviendo a intentar incorporarse. 

 

En ese momento la puerta del baño se abrió. Era extraño porque probablemente Rick y Sam abrían dejado a Chuck cuidando la puerta. Alguien había desafiado las órdenes de los chicos.

 

Los tres voltearon a mirar hacía la puerta al mismo tiempo. Y Panda entró con naturalidad. Echó un vistazo a la escena ante sus ojos y una sonrisa bailoteó en sus labios mientras miraba directamente a Kei, sobre el piso.

 

-Qué demonios miras. -Gruño Kei antes de que nadie más tuviera tiempo de decir nada. Su voz era un roto y agrio ladrido.

 

Panda ni siquiera parpadeo. Sus ojos le recorrieron atentamente y Kei se sintió de alguna forma mucho más expuesto y humillado que un minuto antes, cuando solo Rick y Sam lo estaban observando.

 

Rick chasqueó la lengua disgustado, pero cuando Panda volteó y se dirigió a los lavabos sin una mísera palabra sus hombros parecieron relajarse.

 

Sam resopló.

 

-Da igual, solo es Panda. -Dijo, restando importancia al asunto.

 

Los dos chicos decidieron ignorarlo, pero Kei vio como las comisuras de los labios de Panda se tensaban con arrogancia por un momento. Sus ojos se encontraron a través del reflejó y le pareció que había un destello de interés en ellos. Kei nunca había tenido oportunidad de ver sus ojos con atención, nunca le había mirado de esa forma, fijamente, solo a él. Y su intensidad le hiso sentir abrumado.

 

Rick se interpuso en su línea de visión y el momento se esfumó tan rápidamente como había venido. No volvió a tener tiempo de preocuparse de la presencia de Panda.

 

-En el inodoro. -Dijo Sam de pronto, como si acabara de pensarlo. Indicó una cabina a Rick con un gesto ocioso y su adorable y pícara sonrisa. Sus ojos volvían a brillar con entusiasmo.

 

Rick también pareció -extremadamente- interesado en la idea. No es que no lo hubieran hecho antes. Kei ya sabía lo que le esperaba, o eso creía. 

 

Rick se apartó de ellos para recorrer uno tras otro los cubículos. Abría la portezuela, echaba un vistazo al interior del cuenco de cerámica y luego pasaba a la siguiente. Se detuvo en la cuarta.

 

Eso era un avance, pensó Kei, su metodismo aumentaba cada día. Merecía unas cuantas palmaditas en su cabeza.

 

-Mira lo que hay aquí, un buen pedazo de mierda para untarte en esa boca sucia de puta. -Le informó sardónicamente a Kei. Sam pareció entusiasmado. Se inclinó para coger a Kei sosteniendo su cabello con el puño y dando un brutal tirón hacia adelante, haciéndole gatear hacía la puerta que Rick indicaba. Luego soltó su cabello y se acomodó a su espalda para darle una patada en el culo que le empujara en la misma dirección. Kei se desplomó justo en la entrada, a los pies de Rick. El escenario era perfecto.

 

Escuchó, como si perteneciera a un lugar distante como el grifo del agua se abría y quiso voltear para saber si Panda le estaba mirando. Quería saber si solo tenía una expresión de interés o si también lo estaba disfrutando. O si se masturbaba mientras él se retorcía de dolor. No importaba, quería saberlo, quería saber qué hacía el indeseado espectador de su tortura.

 

No tuvo oportunidad de volverse.

 

Rick le agarró del cuello y le hiso arrodillarse frente a la tasa del inodoro. De la misma forma que los feligreses se arrodillan devotamente en la iglesia, Kei se encontró observando el agua turbia del interior de la tasa del inodoro. Desprendía un fuerte olor a urea que se colaba por sus narices y podía ver el contorno de las manchas oscuras que flotaban expectantes bajo la superficie.

 

En ese momento Kei odio, realmente odió a quien fuera que hubiera utilizado el inodoro y olvidado jalar la cadena. 

 

El grifo de agua se cerró, pero a Kei no le pareció escuchar pasos. El silenció se prolongó durante un momento.

 

-¿A que luce delicioso? -Dijo Sam con su voz suave, adelantando una mano para enredarla en su cabello, acariciándole casi con ternura. Nunca dejaba de sorprender a Kei la sutil y dulce forma que el chico adoptaba cuando era hora de torturarle. Comprendía a brutalidad animal de Rick, la rabia y rencor ciegos de algunos de los otros chicos, pero no la amabilidad con que Sam le empujaba al borde del precipicio. De entre todos los chicos que le usaban de “pasatiempo” no había ninguno como Sam. Se preguntó por un momento que pensaría Rick cuando le veía actuar de esa forma. Rick era el único, además de Kei, que conocía esa parte suya. Pero de pronto lo supo: A Rick se le caía la baba por Sam.

 

-Delicioso no es la palabra que yo escogería... -Dijo Kei. Nunca conseguía cerrar la boca, aun si sabía que solo sería para peor.

 

-Es delicioso, es perfecto para ti. -Sam alzó la vista para mirar a Rick con una sonrisa y dio un paso atrás para dejarle lugar, pero manteniéndose lo bastante cerca para observar atentamente.

 

-Aquí vamos hijo de perra -Dijo Rick empujando su cabeza desde la nuca hacía el interior del inodoro. Las manos de Kei se aferraron a los bordes de la tasa intentando desesperadamente mantenerse fuera. Un gemido ronco escapó de su garganta mientras usaba toda su fuera en ello, su mente completamente en blanco excepto por el sonido de fondo de la ira y la humillación. Alguien tiró de sus manos y las arrancó de su lugar. Seguramente Sam, volvió a sujetarlas tras su espalda y Kei se vio propulsado hacía adelante por la fuerza de Rick, su cabeza chocó contra el costado de cerámica y un rayo de luz blanca estallo en su cabeza, el dolor se extendió intensamente en un segundo, pero apenas tuvo tiempo de procesarlo cuando se sumergió en el fluido y su mejilla y nariz chocaron contra el fondo.  Había sido idiota y no había cogido suficiente aire. El dolor y el olor repugnante estuvieron a punto de dejarlo fuera de combate; su estómago se contrajo en un espasmo violento que amenazaba con vaciar su estómago. El olor era lo más agobiante que hubiera percibido alguna vez, y una masa dura se presionaba contra su mejilla y su boca. De su garganta y su boca surgía un grito silencioso, y su cuerpo se remecía mientras luchaba, Luchaba por liberar sus manos, luchaba por levantar su cabeza. Un segundo se convirtió en dos y los segundos parecían prolongarse indefinidamente. Kei luchaba, pero pronto no pudo evitarlo y tomó una ligera inhalación que envió agua a través de sus narices. Comenzaba a ahogarse, espasmos de vómito, espasmos de tos, por un segundo estuvo seguro de que moriría. Y entonces acabo, la misma mano que le había sujetado contra el fondo tiró de él hacia arriba y Kei cogió aire como si no lo hubiera hecho nunca antes, jadeando desesperadamente, con gemidos lastimeros escapando inconteniblemente, haciéndole sentir aún más patético. Sus ojos ardieron como si deseara ponerse a llorar, aunque sabía que no pasaría.

 

-Vaya, me salpicó. -Dijo Sam -Que asco. -Su voz era ligeramente ausente, luego miró a Rick y rio -Tu tendrás que cambiarte también.

 

-Definitivamente. -Asintió Rick. -¿Vamos de nuevo?

 

-Adelante, voy a grabar, los chicos amaran ver esto.

 

Rick rio.

 

-Podríamos cobrar por ello.

 

Y Kei fue empujado de nuevo al interior del agua.

 

Se aburrieron después de un par de veces. Kei se encogió en una esquina del cubículo del baño y les observo desde el piso. Su rostro manchado y su cabello completamente mojado. La mierda escurría sobre el pecho de su camisa, irremediablemente sucia. Pudo ver una protuberancia en la entrepierna de los pantalones de Rick y se sintió terriblemente asqueado. Una alarma de pánico disparada en su interior con más intensidad que hace bastante tiempo, porque si a los chicos les excitaba esto… si los chicos querían podrían hacer cualquier cosa con él y no se sentía preparado para soportar aquello.

 

No sería la primera vez, pero si era posible, Kei deseaba nunca volver a pasar por ello.

 

Sam estaba trasteando desinteresadamente en su teléfono móvil.

 

-Ya es tarde, tenemos clase de algebra. -Informó a Rick.

 

-Vale. - Volteó a mirar a Kei con su sonrisa mordaz. -Lárgate de aquí perra. Lárgate de la escuela.

 

Kei abrió la boca para decir “No” como siempre lo hacía, pero nada salió de ella. El mundo giró vertiginosamente y todo se volvió de color negro, lo último que pudo  ver fue la expresión sorprendida de Sam halando la manga de Rick, y la boca de este último torcida en una mueca amarga. Era la primera vez que perdía el conocimiento así. 

 

Su desmayo no duro demasiado. Dos minutos, como máximo. Cuando abrió los ojos Sam y Rick ya se habían marchado sin dejar rastro. Solo se encontraba ahí Panda, recargado contra el bordillo de la puerta, observándolo sin ninguna expresión.

 

Kei sentía sus narices y su pecho arder, todo adentro de sus vías respiratorias, estaba seguro de que había aspirado algo de agua. Eso podía ser grave. Intento respirar profundamente, pero solo consiguió un ataque de tos.

 

Panda no decía nada, solo le observaba con su maldita inexpresividad.

 

-¿Qué demonios quieres? -Escupió Kei con una rabia mordaz quemando en su voz. Panda no respondió. Kei se levantó tambaleante. -¿Te divertiste? ¿Querías sumarte a la fiesta? ¿Estabas... - Un ataque de tos interrumpió sus palabras, Kei se sujetó de la pared con ambas manos para no volver a caer. -Estabas esperando... Tu turno? -Terminó con voz rota. Ahh, las malditas lagrimas otra vez, pujando por salir, esta vez también se habían cerrado alrededor de su garganta y Kei se preguntó si no se precipitaría de un momento a otro en un auténtico ataque de llanto.

 

-Tu nombre es Kei, ¿Verdad? -Preguntó Panda.

 

-Ah... Sí, eso es. Mi nombre es Kei. -Masculló. La cabeza le daba vueltas. -Sé que no estoy en posición de pedir esto, pero podrías... ¿Podrías golpearme otro día? Siento que... No... No puedo tomar más de esta mierda ahora mismo... -Se inclinó sobre el inodoro sintiendo que vomitaría de un momento a otro y las inevitables lagrimas por fin escaparon de sus cuencas, nublando su vista. -Mañana. Estaré bien mañana, así que por favor... 

 

-Ven aquí, cierra la boca y ven aquí. -Un firme brazo le asió, tirando de él. No era brusco precisamente.   

 

Kei pensó en intentar pedir por favor una vez más, pero no estaba dispuesto a humillarse de esa forma. Apretó los labios guardándose todas las palabras y su llanto se convirtió en un gemido de angustia, aunque intento controlarlo. Solo unos segundos y se dominaría, solo unos segundos...  Respiró profundamente, contuvo el aliento dentro de sí mientras obligaba su cuerpo a dejar de temblar, sus piernas a sostenerle, su rostro a erguirse. Alzó ambos brazos y limpio un poco su rostro con las mangas.

 

-De acuerdo. -Dijo. -Estoy listo. -Su voz fue fría y desprovista de toda la desesperación que le había inundado un momento antes. Kei estaba listo para soportar lo que fuera que viniera.

 

Pero lo que vino fue una sonrisa de orgullo, como la que un padre dedica a su hijo cuando gana el primer lugar en el torneo de futbol. Una sonrisa tan extraña que Kei no supo cómo interpretarla, más que con desconcierto.

 

-Eres tan valiente. -Dijo Panda con asombro. -valiente y fuerte, niño.

 

Kei frunció el ceño intentado entender que quería decir Panda, realmente intentándolo.

 

-Antes no parecías asustado, tus ojos parecían estar ardiendo de ira, como si de un momento a otro fueras a prenderles fuego solo con tu mirada. Tanta rabia...

 

Kei resoplo.

 

-No sé a qué te refieres. -Admitió, confuso.

 

-Los odias. -Dijo Panda simplemente.

 

-¿Es eso? -Preguntó Kei frunciendo el ceño con un gesto huraño. -¡Por supuesto que los odio! Cada día, cada maldito día me tratan  de esta forma sin ninguna razón, ¡Ninguna maldita razón! Como podría NO odiarlos... Yo solo quisiera... -Se interrumpió, las palabras bullendo con claridad bajo la superficie.

 

-Matarlos. -Termino Panda.

 

-Así es. -Admitió Kei en un susurro, apenas un hilo de voz. Su cuerpo volvió a tambalearse pero no se vino abajo, se limitó a alzar su mano y posarla sobre la pared. Sosteniéndose a penas. La mano de Panda aun sostenía su brazo. -No puedo mantenerme en pie... -Musitó con asombro.

 

Ahora comenzaba a asustarse, comenzaba a asustarse de veras.

 

-Se les paso la mano a esos dos idiotas. -Escuchó la voz de Panda desde lejos.

 

-No puedo... -Kei llevó una mano a su frente, dolía, su cabeza dolía tanto, aún deseaba vomitar. Parecía que Panda no iba a golpearle, no aún al menos. Kei se sentía indefenso y cansado y mortalmente asustado de que le hubiera sucedido algo grave. Los espasmos de dolor en su cabeza eran más y más fuertes, uno tras otro. -No entiendo que pasa, yo... -Por fin las náuseas le ganaron. Se dobló sobre su cintura y el vómito salió disparado a través de sus labios, salpicando en el piso y manchando los pies de ambos.  

 

Una contusión. Comprendió Kei de pronto. El golpe que le habían dado en la frente al meter su cabeza en el inodoro. El golpe entonces había parecido extraño pero no pensó que fuera realmente grave.

 

-Llévame a la enfermería. -Pidió. -Me golpeé la cabeza, puede ser grave, creo que es grave... por favor, por favor Panda, llévame a la enfermería. 

 

Panda pareció pensativo un momento y luego asintió con la cabeza. Paso su brazo por debajo de los suyos y le ayudo a caminar hasta los lavabos.

 

-Lávate. -Le indicó, dejándole apoyarse  y girando la llave. -Llamare una ambulancia. -sacó su móvil y marcó rápidamente.

 

Kei rio con burla mientras intentaba lavar su cara, agradeciendo el tacto del agua fresca. 

 

-No tengo previsión de salud, la enfermería es suficiente...

 

-Cierra la boca y lávate. -Gruño Panda.

 

-No entiendes. -Dijo Kei apretando los dientes. -No tengo dinero.

 

-Yo sí. -Dijo Panda. Al parecer habían atendido al otro lado de la línea. Panda dio eficientemente las instrucciones para que la ambulancia llegara al lugar y luego corto la llamada. -Así que deja de discutir. El dinero no es problema para mí.

 

“El dinero no es problema “Panda dijo las palabras a la ligera, sin siquiera un toque de arrogancia, como si fuera un hecho más de la vida, tan obvio y trivial como la luz del día. Kei se preguntó si algún día él podría decir algo como aquello de esa forma.

 

Lo dudaba.

Notas finales:

Espero que les haya gustado! Siento si se aburrieron demasiado. :c


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).