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El tiempo a tu lado... por William Michaelis

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Notas del fanfic:

LEMON, INCESTO, DRAMA, ANGUSTIA, ROMANTICO Y MPREG.

 

SON MIS CATEGORÍAS, Y TAL VEZ OTRAS, EL TITULO DEL FANFIC A SIDO CAMBIADO PESE A LA TEMATICA

La verdad cambie el titulo por el gran cambio de idea que he hecho desde los primeros capitulos, pero si no os gusta.

Siempre puedo cambiarlo de vuelta. 

Notas del capitulo:

BIENVENIDAS SEAN

"El valor sentimental de una relación familiar, es más poderoso que lo que sentiremos a lo largo de nuestras vidas..." -AkumaSpears    

 

Sé que no puedo volar, pero hay alguien que me hace sentir que lo puedo hacer, y esa persona eres tú.

 

 

A la madrugada de noche buena, en las llanuras de la enigmática ciudad de Londres, existía una mansión, yacía en penumbras, únicamente la luz que provenía de una habitación del segundo piso podía ser observada en la oscuridad de la noche. Entre finas gotas de lluvia en el cristal de la ventana, podía ser observado un grupo de gente, apta para lo que ocurría, una cama, entre esta gente hállese el adinerado y afortunado hombre: Vincent Phantomhive, que sentado en la más fina silla de madera de caoba tallada estaba al lado de su amada esposa, Rachel Phantomhive, la razón y el motivo, el nacimiento de su querido hijo en vísperas de navidad. Fue inesperado, al rededor de estos, tres fervientes doctores, amaestrados en su profesión, mas aquellos dos sirvientes que ofrecían a estos tres el material necesario.

Las campanadas de un viejo reloj de caoba sonaron, anunciando el esperado veinticinco de diciembre, añorado por jóvenes y adultos, ancianos y niños. En la última campanada de esta feliz fiesta, el lloriqueo de un bebé fue presenciado.

"Es un niño" Pronunció uno de los doctores quitando el resto de sangre y placenta que tuviese el niño, envolviendo a este en una manta de fina seda. Entregándolo en brazos de los padres de este. Tan pronto la mujer le tomo en brazos este le sonrió denotando el poderoso vinculo madre e hijo, la mujer lentamente se desvaneció con su hijo en brazos, el amado de esta retuvo al niño que instantáneamente comenzó a llorar.

La mujer estaba en gemidos de dolor, los médicos no comprendían que pasaba, la mujer aplicaba la fuerza necesaria para pujar, los médicos inmediatamente reaccionaron, ayudando a la mujer, expulsando al padre de la habitación.

Era un embarazo doble, la mujer desarrollo dos fetos en su vientre, pero... el segundo viniese con el cordón umbilical enredado en su frágil cuello, haciendo que  este se asfixiase, desangrando a la madre, pese al arduo esfuerzo. Ambos en aquella noche, fallecieron, la madre sin poder expulsar el cuerpo de su difunto hijo.

El joven Phantomhive perdió dos cosas muy valiosas en esa misma noche, pero gano al pequeño, que mas tarde se convirtiese en el niño de su corazón. "Pequeño... te llamaras Ciel, Ciel Phantomhive..."  El hombre mayor miro al bebé dormir plácidamente en el moisés, que yacía en la habitación que con meses de antelación fue preparada amorosamente por su esposa y él.

 

Londres, Inglaterra

Cinco años después.

 

En las calles de la aglomerada Londres se podía observar a dos miembros de la familia Phantomhive, padre e hijo, deambulaban en una plaza, esperando a encontrarse con alguien. El hijo, Ciel Phantomhive, de tan solo cinco años, y el padre Vincent, de veinticinco.

-Papá...-Llamo el niño tirando de su mano, el hombre de cabellos azulinos (a la par de su hijo) le miro arrodillándose en el suelo. -¿A quién esperamos? -Dijo el infante con una tierna voz entonces el mayor le cargo, el niño podía ser muy irritante a veces.

-Ayúdame a buscarlo Ciel. -Menciono el mayor entonces buscando a un apuesto hombre de azabache cabello, con un par de rojizos ojos sus tonalidades tocando el borgoña. El hombre inmediatamente les visualizo, al noble y a su hijo. Sorprendió a ambos acercándose detrás de ellos. El hombre con un elegante ramo de rosas blancas.

El infante se abrazo del cuello del pelinegro.- ¿Usted...? -Dijo a manera de pregunta, a lo que Vincent lo retiro.

-Discúlpalo, no es muy sociable, los doctores le detectaron asma, cuando tenía cuatro años... y... no sale mucho a con otros niños.

-No es de preocuparse Vincent, es tan lindo como tu...- Dio aquel hombre de rojizos ojos, el menor al igual que su padre se sonrojo. El hombre de azabaches cabellos tomo la mano del infante y la estrecho delicadamente. -Me llamo Sebastian Michaelis...-menciono este viendo al pequeño sonrojarse más. El mayor se burlo  un poco.

-Sebastian...-Llamo Vincent y entonces bajo a Ciel de sus brazos dejándole que caminase. - Necesito conversar contigo, en mi oficina...-Suspiro entonces miro al azabache asintiendo, embelesado con el infante.

En el transcurso a la mansión del noble, Sebastian no dejaba de mirar lo tierno que era Ciel, el pequeño emocionándose con una simple parvada que seguía el mismo camino que su transporte. Cuando llegaron a la mansión Sebastian cargo a Ciel en brazos, llevándole dentro de la mansión.

Ambos mayores intercambiaron una mirada muy extraña, a ojos del infante, que los observo subiendo los escalones al segundo piso. El pequeño no sabía nada acerca de los primeros años de su vida, solo que su padre le daba un amor tan incondicional.

-Tan... Tanaka...-Llamo Ciel a su mayordomo, pero con extremado cariño.- ¿Quien? El mayor entendía a la  perfección las pequeñas palabras del menor.

-El Señor Michaelis, es un amigo de su padre, señorito... el se queda aquí por unos días.- El menor pareció disgustado por eso. -Señorito, tal vez no debería hablar conmigo al respecto... hable con su padre...-Excepto el mayor sonriéndole cálidamente al infante, que sin darle más importancia al asunto jugaba animadamente.

Dentro de la oficina del afamado noble Phantomhive, ambas figuras masculinas apresaban una a la otra, el pelinegro besando profundamente al otro, siendo secundado sensualmente. Sebastian poseía el cuerpo de su amado conde encima del escritorio de este. Seguido ambos se separaron, Sebastian podía ser muy candente de vez en cuando, a veces pareciendo un simple animal en brama, con el deseo de poseer a Vincent.

-Sebastian...-Llamo el conde haciendo que Sebastian frunciera el seño, ambos jadeantes alisaron sus ropas y repentinamente se normalizaron  sus reacciones. Como si nada hubiese pasado.- No sé cómo hablar con Ciel. -rompió el silencio el conde.

-Dile... dile al Señor Tanaka que lo traiga aquí...-Dijo Sebastian convencido de aceptar aquello con el gran conde Phantomhive, le gustaba el pequeño, era dulce, pero también había... un sentimiento en este que lo atraía.

Después de unos minutos el conde paso saliva teniendo a su adorado hijo en la silla enfrente de él, y al lado suyo, Sebastian posando una mano en su silla.

-Hijo... tú sabes cuánto te ama tu padre... ¿verdad? -Pregunto Vincent sin saber por dónde comenzar a hablar con su retoño. Sebastian rodo los ojos y entonces se poso al lado del menor en cuclillas.

-Ciel, tu padre... te ama demasiado, pero él piensa que es buena idea... que tengas otra  figura familiar en tu vida... ¿qué piensas sobre eso? - EL mayor podía ser tan paciente con los niños, al fin y al cabo ambas compañías como la suya, como la de Vincent se basaban en ese negocio, uno dueño de una compañía de dulces, y el otro de juguetes.

El menor se abrazo de Sebastian, por algún motivo sentía que conocía a ese hombre hace mucho tiempo atrás y que su relación entre ellos era muy fuerte. -¡Papá! -Ciel sorprendió a ambos mayores, el menor llamaba a su padre que inmediatamente se levanto a atender a su pequeño, inesperadamente el menor se abrazo de ambos haciendo que sus rostros quedaran a centímetros, ruborizados.- ¡Sebastian! -Dijo este, sin saber que en un futuro próximo se sentenciaba así mismo a sufrir un amargo mal de amor.

Ambos mayores comprendieron así mismo besaron la frente del menor, quien sabría del trágico destino que estaba planeado para el joven Phantomhive.

Dos años después

Si algo había sucedido era que ambos empresarios hicieron conocida su noticia, no bien recibida por el público en general, se casarían opinase lo que el publico opinase, se perdieron pocas ventas en los meses presentes de esas noticias, pero, la mansión no podía estar más llena de alegría, el menor pasaba su tiempo con su padrastro, Sebastian y el se convirtieron inseparables desde que el conde Phantomhive y el Marques Michaelis decidieron vivir juntos. Sebastian adoraba al niño como propio, recompensándolo como el niño de sus ojos. Aunque a veces el menor se olvidaba del todo de este.

El día de la boda, las masas de prensa se aglomeraron fuera de la mansión del Señor Michaelis, buscando respuesta alguna a tantas preguntas, sin embargo nadie cedía ninguna información de utilidad o de chismería para aquellos morbosos de la sociedad.

Sebastian caminaba por el jardín con Vincent, saludando a algunos conocidos, igual nobles, como ellos dos. Sebastian termino agitado por perseguir a su hijo que corría alrededor de las rosas blancas, que él y su padre tanto adoraban.

La celebración de la boda fue más que la simple fiesta planeada.

Ciel se quedaría con su tía Angelina, esa noche, por parte de su madre, pero Vincent no mencionaba ese dato.

Dada la media noche los dos mayores se hallaban despidiéndose del menor y de los demás invitados anunciando el irse rápidamente antes de la última campanada.

La mansión del joven pelinegro estaba en completo silencio, hasta que continuos galopes de la carroza se escucharon parando en seco en la puerta de esta. Seguidamente se enfrascaron en un demandante beso después de que la carroza se fuese. La intensidad del beso iba aumentando, la noche que Vincent perdería su abstinencia durante siete años. Y sería con su amado Sebastian.

Sin detener las caricias ni cualquier manoseo excesivo a las partes intimas del otro, Sebastian y Vincent avanzaban hacía las escalera, ambos con un bulto en los pantalones ahora, despojados de sus prendas superiores. Sebastian lamia con lasciva el cuello de Vincent, dejando remarcadas mordidas de que aquel hombre era suyo de nadie más. Vincent gemía a tal contacto húmedo en su piel, Sebastian bajaba delicadamente sus labios por la piel lechosa de su amado, este se aferraba a la camisa blanca de Sebastian, gimiendo y suspirando su nombre recostado en el pasillo de la mansión. Sebastian besa sin pudor alguno el pecho ahora desprotegido del joven Phantomhive, entonces, dirigiéndose a succionar el pezón de este, burlón al escuchar el gemido de placer de su ahora pareja. Vincent se aferro con más fuerza a la camisa de su contrario. Presionando y rozando el bulto de este con su zapato, haciéndole jadear del placer proporcionado.

Sebastian le levanto del suelo, apoyando al de cabello azul en una pared y entonces llevando sus caricias  al estomago de su pareja, mordiendo ferviente los costados de este, unas marcas ya se podían ver. Sebastian recorrió cada parte del cuerpo de su amado, hasta topar con aquella fina ropa inferior, protegiendo la virilidad de este. El se llevo la mano a la boca para evitar gemir con ver a Sebastian. La noción que este le producía, Sebastian arranco los pantalones de Vincent y entonces vio el bulto en la ropa interior de este, lamió con rapidez esta, dejándole húmeda y haciendo que el pedazo de carne dentro derramase liquido pre-seminal.

-Sebastian... Ah~- Gimió quedamente el aludido deseando que su miembro fuese atendido por el moreno. Sebastian entendió el mensaje, antes de atender el miembro de su pareja, beso a este con pasión entonces metiendo su lengua en la cavidad bucal de este, jugando con la otra lengua, enroscándose en una apasionada danza, Sebastian repentinamente mordió el labio de Vincent  y se arrodillo entonces rasgando la ropa interior de este, Vincent gimió al ver eso.

Dentro de pocos segundos el palpitante miembro de Vincent yacía dentro de la boca de Sebastian, donde lamido y succionado pro este era. Sacando sonoros gemidos de la garganta el conde.

Sebastian se masturbaba así mismo con su mano.

-¡Sebastian! -Gimió el azulino tirando de los azabaches cabellos dejando su semen en la boca de este. Súbitamente y tragando aquel blancuzco liquido el marqués se corrió también, en su mano entonces llevando esta a los labios carnosos de su amante, que degustaba de la esencia de este.

Ambos a mediados de una apasionante lucha de caricias terminaron en una habitación, el marqués arrojo con cierta delicadeza a Vincent a la cama, rostro a rostro. Sebastian se lamió los labios seductoramente, entonces sonrojando demasiado a su pareja.

Vincent se llevo una mano a la boca entonces miro aquel hombre, dueño de su corazón. Únicamente él y nadie más.

El azabache se acerco seductoramente arrastrándose por las sabanas invitándose asi mismo a probar la piel de su amado, tiro de sus caderas, haciéndole estar cerca de su vientre mismo. El azulino sonrojo entonces mirando con amor a Sebastian, intercambiando la misma mirada. Sebastian lo beso rápidamente entonces rozando su nariz contra la piel de Vincent consiguiendo jadeos de este.

-Vincent...-Menciono el nombre del aludido y embelesado conde, Sebastian lo hizo que le diera la espalda colocándolo en sus cuatro extremidades, entonces aspirando el aroma de Vincent. Atrayéndolo hacía el.

Sebastian llego al trasero del conde entonces entrometiendo su lengua en la cavidad este, no queriendo provocar un desgarre dentro de él. Se retiro después de haberle dilatado. En una profunda estocada el conde quedo empalado por el marqués, cerrando sus puños mordiendo la almohada de finas plumas.

-Mas, Sebastian, Más...-Pidió con lujuria, el miembro de su marido era inmenso, lo podía sentir golpear sus entrañas cada que este embestía con ferocidad. Sentir que su próstata era estimulada le hacía gemir más alto, y más allá de lo que la almohada podía acallar.

Sebastian era eficiente (Mas que eficiente) a la hora de complacer sexualmente a su conde, tomo el miembro de este y le masturbo con debida rapidez y gimiendo a la par de este. Vincent podía ser muy estrecho a cierto punto. Sebastian jadeo con sensualidad, mordiendo la oreja del conde.

Después de unos minutos, Sebastian yacía recostado en la cama, entonces Vincent encima de él yendo arriba y abajo sobre el miembro de su marido. Sebastian aún seguía con el vaivén de su mano sobre el miembro contrario a él.

El pelinegro atrajo al otro hacía el embistiéndole mas rápido y más profundo golpeando repetidas veces su próstata haciendo que ambos gimieran más alto.

Con un sonoro jadeo y el ruido presente del golpeteo de cintura y trasero, ambos terminaron saciando sus expectativas acerca del otro. Vincent mancho de semen el fornido pecho de aquel infernal amante, y Sebastian las entrañas de su conde.

Sin salir de este Sebastian busco los labios de su contrario, apresándolos con los de él. Y seguido recitando a su oído dos palabras que significasen el todo para ellos dos. -Lo amo... - Dijo para besarle de nueva cuenta.

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A la mañana siguiente recibieron al menor en su mansión, que por el momento vacacional era.

La tarde era pacifica, la ex-cuñada de Vincent decidió quedarse un tiempo, solo para hablar sobre asuntos de importancia médica con él.

Sebastian y Ciel salieron al jardín, siendo veces más extenso que el de mansión Phantomhive.

-Sebastian...-Le llamo por su nombre, por alguna razón le gustaba llamarle más por su nombre que decirle papá o padre.

El mayor se detuvo entonces miro al menor aspirar una flor lila tratando de olerla. El mayor rápidamente acudió a él. El polen que esta contenía era peligroso en demasía para el menor, por el asma.

Sebastian lo sostuvo firmemente en sus brazos, entonces con poco conocimiento del asma del pequeño, le beso, recostándole en el suelo, haciéndole respirar artificialmente, el menor se tranquilizo sobre su ataque, pero seguía tosiendo. Aparto a Sebastian débilmente, ese minúsculo beso para salvar su vida... había sido la gloría para él. Sebastian miraba preocupado al menor. Sin saber, que clase de sentimientos había despertado en el corazón del menor. Y que así seguirían.

El mayor suspiro al verle mejor.- Lo siento Ciel... no tuve...- El mayor fue tirado de su corbata entonces arrastrado con poca fuerza  tras el invernadero... Ni si quiera el esperaba eso de su hijo, ni de el niño de siete años... El menor lo beso, inexpertamente, teniendo siete años, dio su primer beso, al amor que jamás le correspondería. Y que jamás estaría a su alcance.

Sebastian se sorprendió, pero supuso que el menor no lo veía como un acto malo. El mayor sintió la delicia dulce de aquellos labios sobre los suyos, sin poderlo apartar, el estaba paralizado, su propio hijo le estaba besando, pero debía admitir, que era lo mejor que había experimentado en su vida.

El marqués no tardo en corresponder aquel dulce beso, dejándose lleva por lo que su corazón le dictaba.

Quizás había escogido a Vincent... porque él y su...

Sebastian cayó al suelo con el niño encima de él, sin romper aquel beso, incluso si era dañino para la salud de este. Lo besaba con dulzura y ternura, no queriendo lastimar a su más preciado ser. Lo aparto y seguido abrazo, pensando en cuanto mal había hecho a aquella criatura.

Notas finales:

TITULO PRVISIONAL


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