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Todo el tiempo del mundo por golddie

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Notas del fanfic:

Disclaimer: B.A.P. no me pertence, ni a ninguna de sus fans, son almas libres hasta lo que TSEntertainment permita.

{!} Advertencia pertinente: porn, rimming (solo aviso), fuera de eso, nada anormal.

Este fic fue inspirado en esos mensajes de texto que son parecidos a los del resumen, huehue

Yongguk estaba prestando atención a su clase de Teoría musical cuando su celular vibró en su bolsillo. Esperó un par de segundos antes de pescarlo de su bolsillo para que el profesor no se diera cuenta de su pequeña distracción (no que le fuera a regañar, solo que sabía que era una falta de respeto hacer eso cuando alguien más hablaba) y notó que tenía un nuevo mensaje de texto. Lo abrió sin pensar más.

Hyung, ven a mi casa.

Era de Junhong, su (aún escolar) novio.

Yongguk frunció un poco el ceño. Junhong sabía mejor que nadie que estaba en clases (que seguirían hasta cerca de dos horas más), y no podía faltar. Vio la hora en su teléfono, notando que su novio ya debió haber salido de clases, así que lo más seguro es que estuviera esperando ansiosamente su respuesta.

Su profesor seguía hablando, sin haber notado que no estaba concentrado en su clase. Miró a su lado, Himchan le miraba con una expresión curiosa, ante lo que Yongguk le mandó una sonrisa tranquilizadora.

No puedo, estoy en clases :[

Respondió, pero antes de que pudiera guardar su teléfono, este vibró con un mensaje de respuesta. Yongguk suspiró, pensando en qué era lo que Junhong realmente quería lograr con llamar su atención de esa forma.

Entonces, lo entendió.

Mis padres no están en casa ;o

Yongguk pensó profundamente en qué hacer. Su relación con Junhong no era nada fuera lo común, más se podría decir que eran una pareja bastante dulce y en la que Yongguk le cuidaba como si fuera un bebé (pero Junhong era su bebé), además, el hecho de que Junhong aun viviera con sus padres y no le permitieran salir mucho reafirmaba el que como pareja no pudieran ser muy íntimos.

Junhong le había hablado al respecto, porque Yongguk no quería presionar la situación. Un día en la pensión del mayor, estaban recostados y relajados, y Junhong soltó la bomba.

Yongguk no recordaba exactamente las palabras que había usado debido a la impresión del momento, pero desde ese día Junhong le aseguró que quería dejar de ser virgen con él. Con él.

El mayor no había hecho más que explicarle que si no estaba listo, él no lo iba a forzar, pero el otro muchacho solo le sonrió y negó con la cabeza.

Le había asegurado que estaba listo, así que Yongguk no podía hacer más que ceder ante su novio.

Así que decidió:

Voy en camino. Respondió, tomando sus cosas y alistarse para salir.

El profesor pareció notar cómo Yongguk guardaba su libreta de notas en su mochila, pero no le dijo nada, puesto que él era de los alumnos que se sentaba en las primeras filas; era un buen alumno.

“¿Está todo bien?”, le susurró Himchan.

El aludido pensó oh, sí, todo está perfecto.

“Sí, pero tengo que ir a casa”, le mintió sin querer verle a la cara.

“¿Pasó algo…?”, inquirió su amigo, y Yongguk deseó que el muchacho no le hiciera muchas preguntas.

“Ehm, Yongnam está en el hospital”, soltó lo primero que se le vino a la mente. Su hermano lo iba a matar.

Himchan llevó una mano a su boca en sorpresa por las noticias.

“¿Y está bien? ¿voy contigo?”, le preguntó, como si quisiese ponerse de pie también.

Yongguk le sostuvo de un hombro para calmarlo, ya listo para salir.

“Descuida, puedo ir solo, toma notas por mí”, respondió ante lo que Himchan asintió con una sonrisa, como si quisiera darle fuerzas.

El muchacho se levantó de su asiento, atrayendo un par de miradas que lo hicieron cohibirse ligeramente, pero caminó con decisión hasta la salida. Junhong lo valía todo.

El viaje hasta la casa de su novio por suerte no era tan largo, ya que no podría controlar sus nervios (sí, estaba un poco nervioso) si fuera más de una hora. Tomó el auto bus, que iba con pocas personas, y una vez arriba, intentó tranquilizarse mirando el paisaje de la ventana.

Pero no funcionó, su mente se llenó de pensamientos que involucraban a Junhong.

Yongguk no podía decir que nunca había pensado en Junhong de esa forma, es decir, él lo conoció desde que el chico iba en primaria: Himchan tenía un hermano, Jongup, y su mejor amigo era Junhong, y, como él también era muy cercano a Himchan, no era raro que los cuatro pasaran algún tiempo en conjunto en la casa de los hermanos. En ese entonces, Yongguk jamás le había prestado demasiada atención a ese chiquillo con el que llevaba casi seis años de diferencia y le parecía adorable como sus mejillas usaban el 60% de su rostro y el resto eran sus enorme ojos (la imaginación de Yongguk era algo retorcida).

Pero Junhong creció.

Se volvió más alto (actualmente medía un poco más que él, de hecho), sus brazos habían desarrollado algo de músculo al igual que sus piernas y, bueno, su trasero se había vuelto mucho más firme y redondo.

Cuando estaba jugando videojuegos con Himchan en la sala, su derrota era inminente cuando Jongup pasaba con Junhong y este le sonreía alegremente.

La adolescencia del menor fue lo que más le había costado superar a Yongguk, además de los cambios en su cuerpo, su voz había cambiado, sus movimientos eran menos torpes y su cabello parecía cambiar de color por cada mes.

La primera real conversación que tuvo con él a esa edad, fue sobre política. Cosa que dejó maravillado a Yongguk por lo inteligente que era el menor, quien aún algo tímido daba sus opiniones, pero que tenían unas fuertes razones detrás de ellas. 

(Yongguk pensaba que no cualquiera podía opinar de política sin parecer un idiota o que solo inventaba lo que decía.)

Y fue la primera vez que el corazón de Yongguk pareció tomar vida. Y, luego, cada vez que el joven le miraba.

Era vergonzoso recordar esos detalles. Esas veces en que iba a la escuela del menor y se lo encontraba casualmente, esas veces que se quedaron solos en la cocina porque Himchan había ido al baño y Jongup estaba hablando con su madre.

Era vergonzoso recordar el tímido primer beso, y en los que le siguieron.

Era vergonzoso (y molesto) recordar las burlas de Himchan hacía él cuando le contó que estaba saliendo con Junhong.

Vaya amigo que tenía.

El tiempo pasó más rápido de lo que pensó, y pronto se encontró afuera de la casa de su novio, sin decidirse a tocar la puerta.

Pasaron cerca de dos minutos hasta que finalmente lo hizo, diciéndose a sí mismo que no había vuelta a atrás.

Y ya estaba ansioso por estar con Junhong.

Sin sorpresas, el menor le abrió la puerta con una sonrisa, dejándolo entrar antes de que Yongguk pudiera besarle en saludo.

“¿Interrumpí algo muy importante?”, inquirió Junhong con ojos grandes, de esos que ponía cuando quería conseguir algo y que al mayor se le hacían completamente irresistibles.

“Nada es más importante que tú”, respondió. No era en serio, Junhong lo sabía porque compartía a Yongguk con su primera novia, la música, pero aun así le sonrió y pasó ambas manos por el hombro del mayor.

“Cursi”, musitó contra los labios del mayor, esta vez besándose con más pasión que el de saludo.

Yongguk pasó ambas manos a la cintura del menor, notando que el mismo estaba con una la simple camiseta y shorts. No hacía frío afuera, pero a Junhong le gustaba vestirse de las maneras que más curiosidad le provocaba al mayor.

El beso pronto se tornó en uno más profundo. Junhong podía sentir como su cuerpo subía un par de grados por tener a Yongguk contra él y que le besara con más lengua que labios como casi nunca lo hacía. La sensación era maravillosa y él, al ser menos experimentado, no podía evitar soltar pequeños quejidos en su garganta.

Cuando se separaron, Yongguk le miró a los ojos. Junhong llevó una mano a su cuello acariciándole.

“¿Seguro que estás listo?”, le preguntó, ante lo que el otro respondió asintiendo con la cabeza. Yongguk le sonrió suavemente, “¿Cuánto tiempo tenemos?”, cuestionó luego.

“Como una hora, o un poco más”, contestó.

Yongguk acentuó su sonrisa.

“Perfecto”, musitó, apartándose de su novio para dejar su mochila en el suelo, cerca de la puerta, y con ambos brazos, levantó al menor como a una novia después de casarse.

Junhong rió divertido al ser alzado de esa forma, de pronto dándose cuenta en que le parecía excitante que Yongguk tuviera esos músculos para soportar su peso, así que cerró sus brazos por el cuello del mayor, quien ya caminaba por las escaleras hasta su habitación. Provechando la situación, Junhong le dio varios besos en su cuello.

Al llegar a la habitación, Yongguk sostuvo al otro muchacho cerca de la puerta, ante lo que el menor la cerró con un pie.

“Qué elegante”, musitó Yongguk ante eso, haciendo al menor reír.

De un momento a otro, Junhong estaba de espaldas en la cama, ambas manos sostenidas por el mayor a cada lado de su cabeza y siendo besado por el mismo.

Yongguk escuchaba los pequeños sonidos que el menor hacía; sabía que no podía controlarlos (después de todo, él iba a ser su primera vez) así que se encontró a sí mismo disfrutándolos y agradeciendo que su novio siguiera así de puro.

Algo en sí mismo, no podía esperar a quitarle su virginidad.

Se separó de sus labios y besó su cuello, aun sosteniendo sus manos contra la cama. Yongguk decidió que tenía que hacer que Junhong lo disfrutara mucho, inundarlo de placer y así no se sentiría mal por ser el primero en tomar su cuerpo.

“Hyung”, le llamó Junhong, pero Yongguk no se detuvo, besó y lamió toda la expansión de piel que tenía en frente de él, sin dejar de probar ni un solo momento, “ah, hyung”, soltó el menor.

Yongguk le sentía removerse bajo él, así que se separó un poco, observando qué tenía en bajo él.

Junhong tenía su rostro sonrojado y una mirada más abajo notó que ya estaba algo erecto bajo sus pantalones, cosa que le hizo sonreír con ternura.

El mayor bajó su rostro hacia un costado de la cabeza de Junhong, susurrándole al oído:

“No he hecho nada aún, bebé”, antes de darle suaves besos en la zona.

El aludido suspiró, el aliento de Yongguk contra su piel le daba cosquillas.

“No lo puedo evitar”, respondió con voz pequeña.

Yongguk no detuvo sus besos cuando una de sus manos soltó la del menor y he hizo el recorrido desde el cuello hasta su entrepierna, acariciándole sobre las ropas ligeramente.

“Ah, no…”, le escuchó soltar, volviendo a removerse. Yongguk dejó de mover su mano, solo para asombrarse con placer cómo su novio movía sus caderas buscando fricción.

Era demasiado precioso.

Yongguk se retiró hacia atrás, ahora ubicándose dentro de las piernas del menor. Sostuvo una en cada mano y las puso en sus caderas, notando lo largas que eran las piernas del menor y lo mucho que eso le gustaba.

Junhong le vio quitarse su camisa, haciéndole sonreír ligeramente cuando el enorme tatuaje en su pecho se hizo presente. Las manos del mayor tomaron también el inicio de su playera, removiéndola hacia arriba para dejarle su pecho desnudo. Las mismas manos, se entretuvieron en su pecho, presionando sus pequeños pezones y acariciando su estómago.

Cuando llegaron al inicio de sus shorts, Junhong ya tenía lágrimas en los ojos.

Yongguk quiso molestarlo un poco más: hacerlo esperar por eso un poco más. Junhong era un niño que disfrutaba con hacerle pequeñas bromas, y ahora que él tenía el control de su cuerpo, no podía evitar pensar que sería una pequeña venganza torturarlo un poco, por lo que sus manos se paseaban por el inicio de sus shorts, sin querer bajarlos, sus dedos se colaban dentro de él, y se salían, pasaban sobre su erección, pero no con la suficiente presión que necesitaba.

“Hyung”, le llamó Junhong. Yongguk sonrió, “Yonggukie-hyung, ya”, pidió, ambas manos en su estómago, peligrosamente cerca de su entrepierna.

“¿Qué quieres, bebé?”, preguntó a Junhong, quien cerró los ojos y negó con la cabeza, “dime qué quieres.”

Le vio removerse, como pensando en qué decir.

“Hyung, si no te apuras, voy a terminar ya”, le dijo con un rostro algo preocupado: estaba terriblemente excitado solo por los toques de las manos de Yongguk y no sabía cuánto más iba a aguantar.

“¿Ah sí?”, inquirió Yongguk con una sonrisa, volviendo a tocar a su novio, esta vez con sus manos en sus muslos exteriores y haciendo un pequeño movimiento de caderas, haciendo que el otro abriera los ojos enormemente, “¿puedes venirte solo así, bebé? Muéstrame”, musitó.

Junhong cerró los ojos y gimió. El movimiento de caderas del mayor se le hacía insufrible, era como si le estuviera embistiendo y estaba avergonzado al saber que si seguía sí, de verdad iba a terminar.

“Hyung, de-detente”, pidió, tratando de sonar demandante, pero tal intención se atrofiaba por los gemidos de su garganta, “no hay tiempo para- ¡ah!, e-esto.”

Yongguk le sonrió desde arriba. Su idea era hacer que Junhong disfrutara, y una hora se daba para que se corriera al menos dos o tres veces, dependiendo de si le tocaba bien.

Notándolo al borde del placer, Yongguk decidió que quería ver cómo el menor terminaba, así que, sin detener el movimiento de sus caderas, con ambas manos bajó sus shorts y ropa interior solo hasta que su miembro que estuviera afuera, y con una mano volvió a presionar sus tetillas.

“Ah, ah, ¡Ah, hyung!”, gritó el menor, sacándole una sonrisa al otro muchacho, encantado al ver como el miembro del menor comenzaba a secretar semen ante sus propios ojos. Estaba maravillado: ni siquiera le había tocado ahí y ya había terminado.

Un fuerte espasmo recorrió la espalda de Junhong al darse cuenta que, en efecto, había acabado sin que Yongguk le tocara si quiera. El mero hecho de estar abierto de piernas con el cuerpo del mayor entre ellas y tocándole suavemente le había hecho acabar y manchar su estómago.

Estaba tan avergonzado de su cuerpo.

Yongguk, por otra parte, se encontró a si mismo moviéndose hacia adelante y besar los labios del menor suavemente, intentando calmar a Junhong después de su orgasmo. Aun así, con ambas manos, Yongguk retiró la ropa interior de las caderas del menor, fascinado, nuevamente, con lo largas que eran las piernas de su novio.

“Estuviste bien”, le dijo a Junhong porque el mismo seguía con los ojos cerrados y mejillas sonrojadas, “eres precioso, Junhong-ah”, musitó contra su piel del cuello.

Mientras se entretenía besando ese sector, Junhong frunció ligeramente el ceño.

“Hyung, apresúrate”, demandó, tratando de apartarlo de sí.

“No seas impaciente”, le respondió al otro con una sonrisa, pero Junhong seguía frunciendo el ceño.

“He esperado años por esto, hyung, apresúrate”, volvió a pedir con voz más autoritaria que antes.

Yongguk borró la sonrisa de su rostro al darse cuenta de que era cierto. Y él también quería estar dentro de Junhong sin esperar tanto, así que decidió que solo lo haría de una vez.

“Tienes razón”, afirmó Yongguk, moviéndose de nuevo hacia atrás y desabrochando sus pantalones. Junhong relamió sus labios ante la vista del mayor abriendo sus pantalones y bajándolos por sus caderas, pero dejando la ropa interior intacta, frustrándolo ligeramente.

“Deja de mirarme así y busca el lubricante”, le dijo divertido al menor, dándole una pequeña palmada en el trasero cuando este rió por haber sido descubierto y haberse dado la vuelta para buscar en sus cajones.

“No me pegues, hyung”, musitó con voz pequeña como de pataleta.

“Apresúrate, entonces”, respondió con una sonrisa.

Junhong frunció el ceño por la actitud demandante del mayor, pero ligeramente excitado por la misma.

Pronto encontró el bote de lubricante que buscaba y gateó hasta estar en frente del mayor, dejando el envase en frente de ellos. Junhong se inclinó para besar al mayor y este le respondió de inmediato, rozando su lengua con la otra en segundos.

Junhong gimió por las sensaciones, y sintiéndose más confiado después de su orgasmo, atrevió una de sus manos por dentro de la ropa interior de Yongguk.

“Owh”, soltó el mayor, realmente no esperando ese movimiento. Con ambas manos sostuvo los hombros del menor, que le tomaba en su mano. Junhong le miraba con una expresión seria, como si esperara a que le diera permiso para moverse, así que el otro muchacho asintió con la cabeza suavemente, ahora afirmando su frente con la otra.

La mano de Junhong se movía de arriba a abajo, buscando un ritmo que fuera del agrado del mayor. Observaba el rostro del otro, fijándose en como cerraba los ojos y soltaba aire de sus labios, y cómo sus mejillas comenzaban a sonrojarse.

Junhong gimió sonoramente. La sola imagen de Yongguk así estaba haciendo que su miembro despertara de a poco.

Yongguk abrió los ojos, notando que se había dejado llevar por un momento. Besó los labios del menor y retiró su mano de su ropa interior, con ambas manos en sus hombros, le indicó que se diera la vuelta.

Junhong quedó en manos y rodillas, exponiendo su trasero hacia su novio, quien de inmediato le acarició y apretó lo que pudo de él.

“Hyung”, le llamó el menor, “ahora no”, le recordó.

Yongguk deseaba poder tener más tiempo. Más tiempo para recorrer de veras el cuerpo del menor, sostenerlo como él quisiera, tocarlo como él quisiera y en la posición que él quisiera.

Pero el tiempo estaba pasando, y esa hora que tenían, ya estaba quedando en meros treinta minutos.

Debía apresurarse, porque tenía que preparar bien al menor.

Yongguk abrió el bote de lubricante y cubrió su dedo del medio completamente, dándose cuenta que había sido buena idea cortarse las uñas hace unos días. Pero cuando estaba a punto de penetrar a su novio con un dedo, pensó que quizás sería demasiado: mejor empezaba con algo más pequeño, entonces, ambas manos separaron el trasero del menor, y su lengua lamió el borde de su entrada.

Junhong gritó.

“¡Hyung!”, exclamó intentando relajar sus músculos, “hyung, no ha-hay tiempo pa-para, ¡ahh!”, intentó decirle, pero las corrientes de placer en su columna era más fuertes, todas las palabras que Junhong quería decir se transformaban en lastimeros gemidos.

Yongguk se preocupó de lubricar bien más que por tratar de que el menor sintiera placer, pero al parecer no podía hacer una sin la otra. Después de un buen rato, decidió que era suficiente como para introducir el primer dedo.

No quiso hacerlo lento, pero tampoco fue rudo, la saliva de antes y el lubricante le aseguraban que Junhong no sentiría dolor al menos por ahora.

Junhong seguía gimiendo, aparentemente avergonzado por los sonidos que no podía controlar, pero sus caderas se movían hacia atrás, intentando que la penetración fuera más profunda.

“Hyung”, le llamó de pronto, “hyung, más”, pidió.

Yongguk removió su dedo, observando cómo el trasero de Junhong se contraía por la perdida, lo que fue directamente a su creciente erección. Lubricó bien otro dedo, el índice y lo introdujo con el del medio.

“Relájate”, le susurró a Junhong, quien gimió por las palabras y obedeció de inmediato, permitiendo que su novio pudiera meter dos dedos dentro suyo.

Junhong dejó de afirmarse en sus manos y cayó a la cama, con su rostro contra las sábanas, su trasero siendo levantado solo por sus rodillas. Se sentía muy bien, ese placer era inigualable: Yongguk, su novio, mayor que él y al que amaba mucho, estaba penetrándolo con dos de sus dedos por primera vez, con cuidado de no dañarlo y repartiendo besos en su espalda. Junhong sentía que era perfecto, a pesar de que estuviera comenzando a impacientarse.

“Yonggukkie-hyung”, le llamó desde abajo. Yongguk le miró desde arriba, notando como los ojos del menor estaban brillando, “hyung, te necesito”, musitó en tono bajo, sensual.

Yongguk gruñó. Sacó sus dedos y volvió a meterlos, esta vez en un poco más rudo porque quería simular las penetraciones que luego él haría con su pene, así que tenía que acostumbrar el músculo de Junhong.

“Mhh”, soltaba Junhong, “mhh, hyung, no más dedos… ah…”

Yongguk retiró sus dedos, haciendo caso de lo que Junhong le decía. El mayor quitó su ropa interior, notando que el miembro de Junhong ya estaba completamente erecto de nuevo, orgullosamente erecto y pesado entre sus piernas separadas donde él se había estado ubicando. Y él no estaba en mejores condiciones, tampoco.

Acercó su cadera hacia la del menor, haciendo que sintiera su miembro.

“¿Esto es lo que quieres, bebé?”, le preguntó Yongguk, poniendo la punta de sí mismo en la entrada de Junhong, sin querer penetrarla, solo haciéndolo sentir.

“¡Si, hyung, sí!”, exclamó el menor moviendo sus caderas hacia atrás con necesidad, pero Yongguk le tenía sostenido de las caderas para evitar que se moviera como él quisiera.

Yongguk le separó de él, y rápidamente se recostó en la cama, tomando las caderas de Junhong para que se pusiera encima de él.

“Así es más fácil”, musitó, cuando el menor quedó sentado sobre su estómago.

“¿Qué lo es?”, le preguntó, afirmando ambas manos en el pecho del mayor, admirando un rato su tatuaje.

Yongguk le sonrió, mientras que con una mano sostenía su virilidad.

“Tú controla el ritmo”, le dijo.

Junhong decidió que no quería seguir hablando: tenía su novio erecto y preparado para entrar en él, así que las palabras sobraban en un momento así.

Se levantó en sus rodillas y se posicionó, para que solo al bajar sus caderas, Yongguk pudiese entrar en su cuerpo.

“Oh”, soltó, al sentir la punta sobre sí, entrando de a poco en su interior, “oh, hyung”, le llamó, agachando la mirada y cerrando los ojos.

Yongguk gruñó y suspiró, sintiendo como poco a poco el calor del cuerpo de Junhong rodeaba su miembro. La sensación era maravillosa, y el exceso de lubricante hacía la penetración más sencilla.

Una vez que estuvo completamente dentro, Junhong soltó aire, y una sonrisa adornó sus labios: estaba orgulloso de sí mismo. Usando solo sus rodillas y con las manos del mayor en sus caderas, el vaivén comenzó lentamente, netamente controlado por Junhong.

Junhong era ridículamente hermoso, aún más cuando gemía por cómo su miembro le rozaba en su interior. Yongguk le miraba desde abajo, sin poder hacer nada más que ayudarle un poco con su equilibrio. El chico lo tomaba muy bien, ni una pisca de dolor había cruzado por su rostro hasta ahora seguramente porque el ritmo era aún lento y delicado.

“Owh, Yonggukie”, gemía, teniendo ambas manos en el pecho del mayor. Se relamía los labios, cerraba los ojos, los volvía a abrir, le miraba, le sonreía y seguía gimiendo para él.

Ahora Yongguk sentía que él tenía un problema.

“Junhoggie”, le llamó, el menor le prestó atención, sin detener el ritmo que había impuesto, “más rápido, bebé, por favor”, pidió, y aunque Junhong en otro momento se hubiera divertido porque ahora era el mayor rogando, no hizo más que asentir con le cabeza y moverse más rápidamente.

“¡Oh, Dios!”, gritó hacia el cielo, cuando sintió al mayor aún más dentro de él, tocándole deliciosamente, “oh, Dios, oh, e-esto es…”, musitó sin terminar la frase.

Yongguk podía decir lo mismo, él casi podía sentir cómo la cabeza de su miembro comenzaba a hacer contacto con algo y se sentía demasiado bien para él.

“Junhonggie”, gimió.

El aludido no paraba de quejarse o soltar grititos por las sensaciones, tal vez demasiado perdido en placer para darse cuenta que su ritmo había decaído, teniendo a Yongguk transpirando por la necesidad de que se moviera más rápido.

Tendría que tomar él el control.

Yongguk se inclinó hacia adelante, sorprendiendo al menor por estar tan cerca, pero se adaptó rápidamente cerrando los brazos en su cuello. Sintió las manos del mayor en su trasero, separándolo y a pura fuerza de brazos, comenzó a levantarlo y volver a enterrarse en él.

“Oh, Junhong”, gimió el mayor, moviendo al otro en esa posición al ritmo que deseaba, “oh, bebé, eres mío”, gruñó sin darse cuenta de lo que decía.

El aludido seguía gimiendo contra su oído, lo que lo tenía al borde del clímax.

Decidió recostar a Junhong en la cama, ahora. El menor separando sus largas y hermosas piernas para él y acomodándolas alrededor de sus caderas. Sus codos sobre el colchón para ayudar con las rápidas embestidas que habían comenzado a gobernar.

Yongguk ya no podía dejar de gemir, pero intentaba contenerse porque prefería escuchar los gritos que soltaba el menor cada vez que arremetía contra su punto de nervios en su interior. Cerró los ojos, sabiendo que no dudaría mucho, así que aceleró aún más el ritmo, queriendo hacer que Junhong terminara primero.

“¡Ah!, ¡Hyung, ya voy-!”, intentaba decir, pero era interrumpido por más quejidos y sonidos de placer.

Cuando Junhong acabó, de nuevo manchando su estómago con su propio semen, su trasero se cerró alrededor de Yongguk de tal forma que el mayor embistió contra tal con la última energía que le quedaba y sin haberlo planeado, se corrió dentro del trasero de su novio, quien al sentirlo hacer eso, le sonrió lascivamente.

Yongguk se inclinó y le besó los labios por un largo rato, y así se calmaron hasta que Yongguk salió del interior del menor.

“Increíble, Junhong”, dijo el mayor con una sonrisa.

“Lo sé”, musitó el otro, correspondiéndole la sonrisa, “tú lo eres.”

Yongguk le abrazó por la cintura y lo atrajo hacia sí cuando se recostó a su lado. Junhong afirmó su cabeza en su pecho y se acomodó. El silencio gobernó durante un largo rato, cada uno perdido en sus propios pensamientos. Junhong se removía buscando posiciones cada vez más cómodas, pero cuando dejó de moverse, Yongguk miró a su lado, descubriendo que su novio estaba dormitando.

Frunció un poco el ceño ante eso, pues seguía desnudo y tenía que bañarse antes de que sus padres llegaran a casa; pero sabía que no lo podría despertar.

Se movió de su lado, y cubrió al menor con las sabanas, depositando un beso en su frente. Por su parte, él buscó sus ropas y fue a refrescarse al baño. Estuvo ahí un buen rato, así que cuando volvió no se sorprendió al ver a Junhong hecho una bolita con su celular en la mano.

“Hyung, Himchan-hyung acaba de llamar”, le informó, Yongguk se acercó hasta la cama y se sentó al lado del menor, acurrucándolo en su regazo, “sonaba molesto”, explicó, estirándose un poco.

Entonces Yongguk recordó lo que le había dicho a Himchan. Una sonrisa similar a la de un niño que ha hecho una travesura y fue descubierto afloró en sus labios, dándose cuenta que tendría que llamar a su amigo, quien de seguro ya se enteró que le mintió y sabía que había ido con Junhong.

“Mis padres llamaron también”, habló el menor, mirando hacia arriba en su cómoda posición, “se encontraron con una tía en el centro comercial, así que llegarán a la hora de la cena”, le dijo con una sonrisa divertida.

Yongguk le miró de vuelta.

“¿Eso significa…?”, le preguntó, ante lo que Junhong  se incorporó, poniéndose de rodillas en frente de él, sus rostros muy juntos y sin dejar de mirarse a los ojos. La sabana que cubría la desnudez de Junhong cayó al colchón.

“Significa, que ahora tenemos todo el tiempo del mundo”, le informó, sus ojos brillaban por la idea.

Yongguk sonrió, ya comenzando a añorar el cuerpo del menor.

 

 

Notas finales:

 

 

 

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es un pequeño regalo(?), ojalá les haya gustado yyy aprovecho de dejar el ask de autora por si quieren pedirme un fic o dejarme amor: ask.fm/golddness <3, es todo, amor a todos los que leen hasta aquí abajito<3


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