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Café: su sabor, ella; el mío por Eisoptrofobica

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Notas del capitulo: Os dije que volvería, y aquí vuelvo. Esta vez os traigo un one-shot romanticón para vosotros. Volveré cada cierto tiempo trayendo más one-shots, porque tengo un proyecto principal que todavía debo terminar. Espero que os guste.
"¿Cuánto tiempo hace que no la veo? Para mí, mucho. Para ella poco, seguramente. Pero no importa, le dije que volvería, y eso estoy haciendo.

No sé en qué parte de esta historia perdí el argumento primario, pero... es nuestra historia. Yo no quise que acabase así de mal. No quise que lo bueno se convirtiese en malo. Y no quiero que acabe. Por eso, recordando aquél día... ella sabe que volveré, eso no me extraña; se acuerda completamente de cada detalle. Y por eso no creo que haya olvidado lo que sintió por mí, ni lo que sentí por ella. Por eso vuelvo. Para perpetuar el 'nosotras'.

Era un día tal que hoy. La diferencia es que ella estaba a mi lado. No sabía que esto pasaría. Yo solamente me movía por la universidad. Yo solamente quería un café porque no dormí nada la noche anterior por culpa de un examen que ese día tuve. No esperaba encontrarme a una chica delante de la máquina de café lamentándose por haberse olvidado la cartera. Tampoco esperaba haberle pagado su café. Y mucho menos esperé que al ver esos ojos, del mismo color que el capuccino que sujetaba ella, me enamorase.

Aunque no exactamente me enamoré tan rápido. Solo sentí cómo mi corazón se tambaleaba. Como si estuviese en el filo de un acantilado, con el pensamiento de caer abajo y dejar al destino hacer lo que eligiese. ¿Eso es amor? La verdad es que tengo un problema con los sentimientos. No sé ni cómo van, ni cómo vienen. Me llevo a patadas con la primavera.
Por eso, día hoy, volveré allí. Sé dónde se esconde. Dónde huye para escapar del mundo. Dónde es engullida por sus pensamientos. La verdad es que soy la única que conoce tanto de ella. Es tan... tímida. Aunque con el café es todo lo contrario. Es como una droga. Su droga. Y ella la mía.

Prometí cuidarla. Antes no lo hice, pero esta... esta vez la cuidaré como mi vida. Aunque sea desde la distancia, como este último año. Yo solo deseo estar a su lado, incluso en sueños me alegraría. Aunque... ya no puedo soñar. Desde aquella vez dejé de soñar. Dejé de comer. Dejé de dormir. Dejé de ser quien era para volver a ser quien fui. Fui la persona más fría y cerrada de todo el universo. Era imposible hablar conmigo. Pero ella... supo abrirme con cariño y sutileza. Supo verme más allá del "ella". Le debo mucho. Muchísimo, pero después de lo que pasó... volví a ser como siempre. Pero ahora en mis silencios helados solo existe ella. Es difícil vivir en el recuerdo. Muy difícil. Y más todavía si vives en el estúpido "y si...".

Vuelvo. Por el ti y por el mí."

Bajé del autobús en el que me encontraba. Todavía tenía unos cinco minutos hasta llegar a la universidad. Tenía tiempo de observar cada detalle por el camino. Nada había cambiado. Todo estaba como fue hacer un año. Todo. Ey, bueno, todo no. Aquí han puesto un nuevo buzón. Pero eso es lo de menos. Todo lo demás seguía ahí: los jazmines de la señora Parks, la señora Parks sacando de paseo a su perro en el parque de en frente de su casa... ahora que lo pienso... nunca me había fijado mucho en el paisaje antes de llegar a clase. Solo me fijaba en ella.
Solía venir con ella por este camino hasta la universidad. Antes iba por otro camino sola. Antes de conocerla.
La echo de menos. ¿Habrá crecido? No creo, seguirá igual de bajita que siempre. Y si... ¿y si se ha cambiado el peinado y no puedo reconocerla? Tampoco lo creo. Además de que le da pánico de que le toquen el pelo, podré reconocer esa mirada a kilómetros. No sé, no sé. Yo solo voy a buscarla y a encontrarla. Ya veré cómo está el ambiente al llegar. No voy a preocuparme por nada.

Oh, vaya, tengo un caramelo en el bolsillo. Lo comeré antes de que caduque, que vete tú a saber cuánto tiempo lleva ahí metido. Ni yo lo sé. ¿Y si muero por comerlo? Ya me estoy viendo yo en los periódicos con el título de: "Muerte por caramelo caducado".

Lo comí. Ni siquiera sabía de que sabor era, hasta que lo probé. Café.
Una lágrima no pudo evitar bailar por mi mejilla.
De todos los sabores que existen, fue ese. Aunque también fue mi culpa por no observar su envoltorio, pero yo no estaba muy presente a lo que pasaba en el mundo, yo solo estaba presente en mi mundo. Ella. Y no me cansaré de repetir lo mucho que siento por ella. Es demasiado. Mi primer amor, mi primer sentimiento así, mi primer beso, incluso. Mi primera visita al mundo común.

Suspiré amargamente. Había llegado. Yo, en la puerta de mi antigua universidad. Qué de recuerdos me daba este escenario. Demasiados... pero no. Aquí no voy a llorar. No quiero que me vea ningún mortal llorar, aunque ella ya me vio antes. Pero eso no importa. He vuelto. He vuelto de la misma manera a la que llegué, pero no de la misma manera de la que me fui. Demos página a todo eso. Hoy empiezo la segunda parte de la historia. Aunque... puede que solo se convierta en una secuela. O no. Eso vengo a comprobar hoy.

Si no me equivoco...
Caminé. Esquivé todas las miradas, que no fueron pocas, la verdad. Alguno que otro susurraba mi nombre. Sí, he vuelto, pero no para quedarme.
Y llegué allí.
El campus está rodeado de arboleda. Era imposible ver el final del campus. Incluso te podías perder por allí, hasta que encontrases la verja y más o menos pudieses saber cómo volver.
Me gustaba ir por allí, nadie podía encontrarme, podría sentarme a pie de un árbol y escuchar música ignorando todo. Aunque... la chica a la que ese mismo día "conocí" llegó hasta mí sin darse cuenta. El destino decían. A partir de ahí, ese lugar fue nuestro. Ella iba durante sus ratos libres y yo también. Y nos mirábamos, nos sonreíamos y a veces ni hablábamos, pero ahí estábamos. Tan juntas y tan alejadas. Pero luego fue diferente. Nos volvimos más cercanas, aunque eso... prefiero dejarlo en resúmenes.

Entré entre la arboleda. Diez pasos hacia la izquierda, cuatro hacia delante, cinco otra vez a la izquierda, uno hacia atrás y ya podía observarse aquél árbol. El árbol en el que juramos volvernos a encontrar. El árbol en el que seguía nuestros nombres.
Me acerqué. Allí no había nadie, pero no creo que ella hubiese olvidado nuestra desconocida cita. Volverá.
Miré nuestros nombres. Pasé frágilmente la mano sobre ellos, y otra lágrima saludó. Era imposible resistirme, pero lo dejé en una simple lágrima. Miré al suelo. No sabía qué pasaría si ella no se presen--
De pronto sentí alguien detrás de mí. Su temperatura era alta. Muy alta comparada con la mía. Me abrazaba, y pude observar sus manos agarradas a mi cintura. Esas manos tan claras y pequeñas. Era ella. A la vez, sentí cómo lloraba. Y cómo pequeñas lágrimas caían por mis mejillas.
—¿Has... vuelto? —Preguntó ella ahogada en lágrimas.
—No del todo, pequeña. No del todo. —Respondí con angustia.
—¿Me volverás a abandonar? —Volvió a preguntar llorando aún más fuerte.
—Siempre estaré contigo, tonta.
—Eso dijiste que harías, y no lo hiciste. Me... me engañaste. —Dijo volviendo a llorar sin frenos.

Suspiré. No sabía cómo meterme en todo esto. De todas formas sabía que esto saldría así. Debo arreglarlo todo, por esto vine aquí.
—Lo siento —solté sus brazos de mi cintura y la miré de frente—, siento muchísimo haberte dejado sola. No era mi intención. No era mi intención abandonar a la persona a la que amo. ¡Ni siquiera es mi intención dejarte de amar! Tú eres la única intención por la que vuelvo. Tú... eres todo lo que necesito.

Ella se acercó más a mí. Me agarró de los antebrazos, se puso de puntillas, tiró de mí hacia abajo y me besó. Era lo que estaba esperando desde hace ya un año. Como siempre. Su mismo aroma.
Realmente necesitaba ese beso, aunque lo que más necesitaba era volver a escuchar su tibia y sublime voz, y mirar a esos ojos color capuccino. Como aquél capuccino.
La gente suele decir que les unió algo: la música, una situación, una mirada... a nosotras nos unió un capuccino. Seremos las únicas personas del mundo que puedan decir esto. Quizá sí, quizá no. Pero nuestra historia... es irrepetible. Aunque siento muchísimo haberla abandonado sin decir cuándo, cómo, ni por qué. Mi padre murió el día que tuve que abandonarla, y sin decirle mucho, me fui. Ahora vivo con mi madre, ya que estaban separados. Aunque los kilómetros nos separen, el corazón siempre nos unía. Y también el café. Cada vez que lo olía o lo saboreaba, podía recordarla a la perfección. Ella, la única chica a la que desearía besar, y con la que ahora mismo estoy besando.

El besó terminó. Parecía infinito, pero no. Ojalá fuese así.
Nos abrazamos. A ella todavía le caían algunas lágrimas, pero sé que pronto parará.
—¿Sabes? Ahora no podrás irte.
—¿Por qué? —Pregunté sonriendo.
—Porque sabes a café, y todo el café existente es para mí.
—Nunca me iré. El único sabor que tengo en mí es el tuyo, y todo tú es para mí.
Nos separamos del abrazo y nos sonreímos.

Tal vez esto era el inicio de la segunda parte de nuestra historia. Por ahora solo dejemos tiempo para que pueda asimilar la situación y para que todo pueda ir vía libre. Solo espero que el 'nosotras' no acabe, que si vuelve a pasar, volveré para seguir la tercera parte de nuestra historia. Y la cuarta si hace falta. Pero ahora... solo quiero estar a su lado, y que su sabor quede en mí. Mi sabor favorito: ella.
Notas finales: Nos leeremos en breves. La próxima vez más y mejor. Hasta dentro de poco, queridos lectores.

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