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Unreality por Omore

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Notas del fanfic:

Katekyo Hitman Reborn! ©Amano Akira

Notas del capitulo:

       Con todo mi amor para quienes gustan de leer sobre D18 dándose mandanga. Título pendejo. NO REGRETS.

       Hay noches en que Hibari despierta a medias y al reacomodarse, descubre el cuerpo desnudo de Dino junto al suyo, y quiere tocarlo porque aún duda que todo eso sea real. Lo hace suave. Roces de espuma que recorren el muslo del italiano, su cadera, el abdomen que se contrae ligeramente y Dino entreabre los ojos, porque le da cosquillas.
       A veces sonríe, le abraza y los vuelve a cerrar. Se quedan así, Hibari acariciándole el costado hasta que vuelve a dormir arropado por su calor, que ya no le quema.
       Otras veces, no. Otras veces, el beso de madrugada que Dino posa donde pilla, cae por inercia en cierto punto de su cuello e Hibari ronronea. O se pone tan cachondo él solo que se desliza sobre el cuerpo ajeno, encadena beso ávidos a lo largo de su mandíbula, y las caderas se le mueven por cuenta propia. Terminan hechos un lío, apretándose como si fueran a desaparecer, en medio de un coro de jadeos y murmullos ahogados y en una duermevela de la que raras veces llegan a salir, y que los deja deshechos.

       A la mañana siguiente, Dino se estira en medio del caos que son las sábanas y pregunta con sincera perplejidad si han estado follando. Kyouya se encoge de hombros, porque lo borroso del recuerdo hace que tome un cariz irreal. Tras girarse, le sugiere secamente que vaya a ducharse y le deje un rato en paz.
       Dino se ríe, porque sabe que Kyouya se molestaría si obedeciese y se fuera sin besarle antes la sien.

 

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       Hay noches en que Hibari despierta a medias y al reacomodarse, descubre el cuerpo desnudo de Dino junto al suyo, y quiere tocarlo porque aún duda que todo eso sea real. Lo hace suave. Roces de espuma que recorren el muslo del italiano, su cadera, el abdomen que se contrae ligeramente y Dino entreabre los ojos, porque le da cosquillas.
       A veces sonríe, le abraza y los vuelve a cerrar. Se quedan así, Hibari acariciándole el costado hasta que vuelve a dormir arropado por su calor, que ya no le quema.
       Otras veces, no. Otras veces, el beso de madrugada que Dino posa donde pilla, cae por inercia en cierto punto de su cuello e Hibari ronronea. O se pone tan cachondo él solo que se desliza sobre el cuerpo ajeno, encadena beso ávidos a lo largo de su mandíbula, y las caderas se le mueven por cuenta propia. Terminan hechos un lío, apretándose como si fueran a desaparecer, en medio de un coro de jadeos y murmullos ahogados y en una duermevela de la que raras veces llegan a salir, y que los deja deshechos.

       A la mañana siguiente, Dino se estira en medio del caos que son las sábanas y pregunta con sincera perplejidad si han estado follando. Kyouya se encoge de hombros, porque lo borroso del recuerdo hace que tome un cariz irreal. Tras girarse, le sugiere secamente que vaya a ducharse y le deje un rato en paz.
       Dino se ríe, porque sabe que Kyouya se molestaría si obedeciese y se fuera sin besarle antes la sien.


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