Capitulo 1: El reencuentro – Parte 1.
En un local de comida rápida había un hombre de cabellos rubios los cuales asemejaban una llama, estaba sentado frente a una chica de cabellos castaños los cuales terminaban en una melena, el chico poseía un flequillo que caía sobre sus azules ojos, estos reflejaban total desesperación.
-Ajam, con que vendrá tu hermano menor a vivir contigo para poder ir a la universidad ¿Verdad?- dijo la chica a lo cual el varón asintió instantáneamente- pero sigo sin ver el problema.
-Es que no lo puedo tener cerca Mary, me afecta demasiado- dijo mientras que movía sus manos de arriba hacia abajo dando anotar su nerviosismo.
-Sí, si lose Kakaroto, me lo has dicho muchas veces, pero me has dicho que te afecta, pero no el porqué- apuntó hacia su compañero- explícate de una vez.
-¡Agh!- gruño, bajo su cabeza mientras que movía sus dientes desesperadamente, ¿Cuánto tiempo llevaba esa desesperación?, quizás una hora, él había tratado de ser lo más superficial posible, pero era imposible, en algún momento tendría que decirlo y quien más perfecta para oírlo que su amiga desde hace 10 años, al fin podría sacar aquello que siempre lo carcomía.
-Vamos dime, no puede ser tan terrible.
-…
-Se hombre, ya tienes 28.
-Es que, no puedo estar cerca de él.
-¡¿Pero porqué?!- preguntó exasperada.
-Es que estoy enamorado de él- susurro cabizbajo.
-¿Qué?, repítelo que no te escuche- dijo mientras que se acercaba al otro.
-Que estoy enamorado de él- dijo elevando un poco más su voz.
-¿Qué?, vamos dilo más fuerte que aun no te escucho- al hombre se le marco una vena en la frente por la rabia.
-¡Que él me gusta maldita sorda!- Todos los presentes voltearon al escuchar los gritos.
-Ay no tenías porque gritar tanto- dijo sobándose los oídos.
-¿Qué no te da asco?
-Me perturba un poco, pero eres mi amigo, además he escuchado de cosas peores.
-Bueno ya te lo dije, ¿contenta?
-Si- sonrió satisfactoriamente- ¿Y qué vas a hacer? ¿Te confesaras y lo harás tuyo o qué?
-¿Pero qué dices?- se sonrojo a más no poder- es mi hermanito.
-Pero van a estar los dos solos, no veo el problema.
-¿Cómo puedes decir eso de lo más normal?
-No lo has visto como por 10 años, demás que cambio, ahora que es un adolecente de seguro querrá experimentar sexualmente, aprovecha eso.
-…- se quedo pensativo.
-¿Oye a qué hora llegaba el autobús en el que venía tu hermanito?
-¿Eh? Pues como a las 5- de repente miro su reloj y sus ojos saltaron de sorpresa- ¡diablos ya son más de las cinco!
-Entonces vayamos.
-Sí.
Los dos jóvenes se levantaron, pagaron su cuenta y marcharon aceleradamente a la estación de buses, Kakaroto estaba completamente nervioso, sus manso sudaban y temblaban, su corazón saltaba como si en cualquier momento fuera a escapar de su pecho, su cuerpo entero estaba estremecido por la llegada de su amado, ¿qué haría?, ¿seguiría el consejo de su amiga?, entonces llegaron y empezaron a buscar.
-Tu ve por allá- indico el hombre, estuvieron varios minutos buscando, pero nada, ni rastro de un chico algo regordete con cabellos alborotados- ah, me rindo- admitió frente de su amiga para luego sentarse en un banco.
-De seguro se fue de la estación.
-Sí, demonios tengo sed, Mary ve a comprar algún jugo.
-Está bien- la chica se marcho.
El joven rubio, jugaba con sus manos, el estaba tan esperanzado y asustado a la vez, ¿Dónde se habrá metido su hermanito?, el aun lo recordaba a la perfección, a pesar de que habían pasado como 10 años de la última vez que lo vio, era un ser tan pequeño, de 8 años, de cabellos alborotados, de ojos negros y grandes, de mirada inocente, cuerpo pequeño y algo regordete, daba la sensación de que no crecería nada, era tan risueño aquel niño, que llegaba a alegrar hasta a las almas muertas, como lo había extrañado, su corazón siempre galopaba cada vez su niño volvía a sus memorias. Fueron segundos en los que estuvo pensando hasta que, en unos metros más adelantes se presento un joven que le robo su respiración, estaba de espaldas, tenía el cabellos negro y alborotados, los hombros anchos, pero no tanto como Kakaroto, era alto, pero no tanto como el rubio, tenía las piernas largas y un trasero que haría disfrutar hasta a los dioses, Llevaba puestos unos jeans azules ajustados, unas zapatillas blanca y una chamarra blanca, cargaba consigo un bolso azul marino, el rubio se distrajo viendo aquellas nalgas que lo embobaron e hipnotizaron inmediatamente, se notaba a leguas que era un joven dedicado a alguna actividad física, pero de repente volteó.
-¿Nii-san?- el joven que hace unos momentos miraba tan descaradamente su trasero había volteado y le había hablado.
-¿qué?
-No puede ser, pero si eres tu nii-san, tanto tiempo- se abalanzó contra el mayor abrazándolo con total alegría.
-¿Go…Goku?- dijo totalmente sorprendido y sonrojado.
Continuara…