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Un trabajo extra por Haruka Eastwood

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Notas del fanfic:

Los personajes de Kuroshitsuji son propiedad de Yana Toboso - sama pero la historia es completamente mia.

Notas del capitulo:

Hola, solo estoy resubiendo el fic, así que no piensen que es plagio ¿oki? n.n

Título:  Un trabajo extra

Resumen: Un problema que los lleva a un encuentro casual…
Categoría: Kuroshitsuji
Clasificación: Mayores de 16 años
Género: Romance.
Advertencia:  Lemon.

Autor: Haruka Eastwood

~ * o0O0o ♠ o0O0o * ~
Un trabajo extra

Capítulo único: ¿Papeleo?

El día parecía bastante tranquilo en el mundo de los shinigamis, pero no era así para un característico chico pelirrojo que refunfuñaba por lo bajo mientras limpiaba toda la biblioteca y acomodaba los libros en su lugar. Maldecía a su amado Will que le había mandado a hacer ese trabajo tan pesado y nada apto para una delicada dama como él, y todo porque dejo acumular un poquito su trabajo.

Dios… hasta recordarlo era tedioso…

Grell saltaba por los tejados con evidente gracia, recolectando las preciadas almas, llevaba horas haciendo lo mismo y sinceramente ya se estaba hartando, pronto anochecería y empezaba a llover. Por lo que perezosamente regresó a su mundo directo a su casa. En cuanto entró a su cuarto se arrojó sobre las cobijas de su cama, sin importarle el hecho de que no concluyó sus informes o el que no haya terminado de recolectar todas las almas.

Tenía sueño y sus parpados se sentían cada vez más pesados por lo que en cuestión de minutos, un profundo sueño lo inundo dejándose caer en los brazos de Morfeo.

A la mañana siguiente se levantó temprano, eran apenas las siete y el sol comenzaba a salir, pretendía terminar su trabajo del día y el anterior que dejo inconcluso. Comenzó a prepararse el desayuno, con su singular alegría mientras caminaba sensualmente por toda la cocina pensando en cierto azabache de mirada fría, cuando fue interrumpido por el fuerte golpeteo de la puerta y muy molesto se dirigió a abrirla. para su sorpresa se trataba del su sombrío amor platónico quien se acomodaba sus gafas.

—Will—chan ¿acaso me vienes a hacer compañía en esta hermosa mañana? —le susurró con sensualidad muy cerca del  oído, mientras movía sugerentemente sus caderas, intentando provocarlo.

—Señor Sutcliff, por haber abandonado sus deberes el día de ayer y no entregar su reporte queda temporalmente suspendido y se le ha rebajado a asistir en la biblioteca —dijo fríamente con ese característico tono, al tiempo que alejaba al pelirrojo para marcharse de ahí—. Y hay un trabajo extra que debe realizar hoy después de las 6, lo estaré esperando en mi habitación.

—Moo ese maldito de Will ya me las pagara —repetía una y otra vez, mientras ordenaba los libros, cuando un extraño pensamiento paso por su cabeza—. Me pregunto ¿Qué trabajo será el que quiere que haga Will—chan?

Sin darle mucha importancia, Grell prosiguió con sus labores y no dejaba de preguntarse qué es lo que le pondría a hacer Will, conociéndole de seguro le obligaría a hacer todo el papeleo del año, ante la idea una sensación paralizante recorrió su cuerpo y un deje de temor se apodero de su rostro.

Se entretuvo tanto que no se percató de la hora, y en cuando miró el reloj se dio cuenta que eran las 5:58 de la tarde, lo peor de todo es que le tomaría unos quince minutos llegar al departamento de Will.

Repentinamente en sus ojos se reflejó el pánico total al  pensar en las cientos de torturas hacia su hermosa persona o el simple hecho de  que su castigo aumentara por llegar tarde. Ni siquiera se quedó a meditarlo, solo se fue corriendo de la biblioteca; llendo lo más rápido que podía por los interminables pasillos hasta llegar a la habitación de Will, donde tímidamente tocó hasta escuchar su escalofriante voz darle paso.

—Will-chan~ —susurró temeroso tras la puerta, asomando solo una parte de su cabeza.

—Señor Sutcliff, creí haberle dicho que llegara a las seis en punto —arqueó una ceja en espera del pelirrojo, quien seguía oculto tras la puerta.

—W-Will-chan s-siento llegar tarde —tartamudeo entrando a la habitación, cerrando la puerta tras de sí.

Y por un momento, dejó pasar el hecho de que William viera su desalineada y nada femenina apariencia. Traía el chaleco a medio abotonar y una ligera capa de sudor cubría su frente, haciendo que sus mechones de cabello se pegaran ligeramente a ella, con la respiración  entrecortada y las mejillas teñidas de un erótico tono rosáceo, producto de la gran carrera que emprendió con afán de llegar puntual.

—Señor Sutcliff —carraspeó incomodo—. debido a su incompetencia en cuanto al cumplimiento de sus labores, me he visto afectado directamente, todo este trabajo que ve aquí —señaló su escritorio en donde se apilaban torres de papel— son antiguos reportes que tengo que clasificar, y como usted es el principal causante de todo esto, me va a tener que ayudar.

Extrañamente deprimido, Grell solo pudo contemplar con incredulidad las enormes montañas de papeles que tendría que ayudar a clasificar, etiquetar, archivar… y pensando en Will, lo más seguro era que lo obligaría a trabajar hasta el amanecer para terminar todo en tiempo y forma, por lo que suspiro profundamente y se quitó la gabardina roja y su chaleco, sabía que debería estar cómodo para todo el trabajo que le esperaba, así que prosiguió a desfajarse la camisa y sentarse frente al escritorio.

William tan solo lo miró detenidamente antes de regresar a la cocina, ignorando la expresión perdida de Grell, quien se quedó contemplando la silla de cuero rojo donde aquel sexy hombre se sentaría a trabajar. Y es que había que admitirlo, William no solo era parte de sus fantasías eróticas, él las provocaba, las protagonizaba y lo hacia llegar al más exquisito orgasmo incluso en su imaginación.

Sin proponérselo, jadeó ante el repentino cosquilleo en su vientre, y un pequeño sonrojo surco sus mejillas con la sola idea de tener a aquel perfecto hombre frente a él, compartiendo el amplio escritorio de caoba en un baile lascivo, excitante y demasiado placentero, pero así como la idea surgió, se fue. Había mucho por hacer y sinceramente, primero se volvía fea antes de que algo así pasará.

Deprimido, tomó unos archivos y comenzó a leer un poco para ver como los tendría que ordenar, estaba tan entretenido, que apenas y notó a Will acercarse por detrás y dejar un poco de té y galletas a un lado.

—Gracias —susurró con un tono serio y triste a lo cual no obtuvo respuesta alguna, por lo que decidió voltear y preguntarle algo… pero cuando lo hizo sus ojos se abrieron del asombro. ¡William T. Spears tenía un ligero sonrojo! Y eso no era todo, su mano derecha cubría su boca—. ¿Will? —cuestionó confundido, no sabía si sorprenderse o asustarse por el hecho de que justamente él mostrara esa expresión.

—Vuelva a trabajar señor Sutcliff —intentó hablar de la manera más natural posible, pero la mirada fija del menor se clavó en la suya con intensidad… estaba ¿nervioso? Probablemente y por más que lo intentara, no lo podía ocultarlo, al menos no por completo.

—Pero Will, no pareces estar bien deberías recostarte —volteó hacia el escritorio poniendo los papeles en orden, dispuesto a levantarse y obligar al azabache ir a descansar un rato….

—Le he dicho que vuelva a trabajar señor Grell —susurró en su oído con voz ronca, apoyando las manos en la espalda del menor, quien dé un momento a otro fue invadido por un sonrojo que llegó hasta sus orejas, sobre todo al sentir el cálido aliento mentolado de William chocar contra su oído.

En solo cuestión de minutos la respiración de ambos se tornó agitada aun sin moverse ni un ápice de donde estaban, sobre todo la del Grell quien se encontraba perplejo por la situación tan comprometedora con su jefe. William presionaba su cuerpo contra el escritorio acercando su cara a su nuca e inhaló fuertemente la dulce esencia que emanaba, similar a las cerezas, si bien a él no le gustaban los aromas dulces, el de su pelirroja se le hacía demasiado exquisito y tan sensual como él.

Inocente y perverso, simplemente incomparable, por lo que se deleitó ante su estremecimiento, , el cual se erizo por completo ante tales acciones.

—¡Ah~!... W-Will… espera…

—Eres muy escandaloso… —ronroneó apartando el largo cabello de Grell.

Tomándose su tiempo para entrelazar sus dedos en el, jugando traviesamente con las finas hebras rojas y volvía a inhalar aquel embriagador aroma tan similar a la cereza y exóticas especias, solo que esta vez directamente de la piel de su nuca donde deposito un casto beso que estremeció en sobremanera a Grell que dejo escapar un pequeño gemido de sorpresa, mismo que intento acallar cubriendo su boca con ambas manos.

Sin embargo, Will sonrío con malicia al escuchar a su candente pelirroja gemir solo para él y por él, no podía negar que se estaba excitando, desde hace mucho tiempo ansiaba poder poseerle, someterlo, abrirlo de piernas y enterrarse en su dulce interior hasta llenarlo por completo mientras le hacía gemir su nombre.

—Nhg.. Will… detente… —susurraba a modo de súplica.

Pero la realidad es que su cuerpo ansiaba aquel cálido contacto que le erizaba la piel, logrando que su torpe corazón latiese más rápido de lo normal. La erótica y provocativa cercanía de William provocaba una deliciosa corriente eléctrica que surcaba su espina dorsal, haciéndole desear al más y sumergirse en aquel placer oscuro y pecaminoso que le provocaba un ansioso Will, quien comenzó a lamer el lóbulo de su oreja, delineándola con la punta de la lengua.

—Tienes un sabor exquisito —ronroneó seductor con esa voz ronca y aterciopelada, dejando entrever su acuciante necesidad sexual en medio de ese dulce timbre masculino y elegante, el cual lo deleitó con un simple susurro— Grell —musitó contra su oído, apoyando al shinigami en el respaldo de la silla mientras gustosamente apreciaba el ligero tono carmín de sus mejillas.

Una sonrisa ladina se dibujó en los sensuales labios de aquel ser con un rostro verdaderamente guapo, y un atractivo tan salvaje como el interés al desnudo que brillaba en sus ojos verdes. William era deliciosamente sexy, pero no por ello menos letal, con un aire de superioridad que lo hacían irresistible, pero sobre todo, cautivante al dejarle saber a Grell sus deseos por poseer su exquisito cuerpo una y otra… y otra vez.

Lo necesitaba, pero no por ello sería un salvaje, así que lo dejo darse vuelta de forma suave, teniendo de frente aquel encantador rostro sonrojado, el cual se intensifico al situar su pierna derecha entre las de Grell, complacido con el dulce y provocativo gemido que le regaló al frotar su miembro, el cual comenzaba a despertar exigiendo una atención que le brindaría gustoso.

El pelirrojo abrió levemente los labios para dar paso al oxigeno mientras intentaba estabilizar su respiración, momento que aprovecho Will para presionar sus belfos contra los de Grell en un demandante beso, demoledor y tan lleno de lujuria que a cada segundo se volvía más posesivo y necesitado, pero era correspondido con gusto y deseo, mientras su lengua pidió permiso para profundizar aún más aquel beso, pero ante la torpe respuesta de su “acompañante” tomó bruscamente su barbilla dándole un tirón, obligándolo a abrir aquellos finos labios de un ligero tono rojo.

La lengua de Will, experta y peligrosa,  recorría hábilmente aquella húmeda cavidad, gravándose el sutil sabor dulce mientras invitaba a danzar a la aun tímida lengua de Grell, entrelazándose en una armónica y perfecta danza, sin prisa y con un ritmo lento que de vez en cuando adquiría velocidad, pasión y un salvajismo puro y único que lograba debilitarlo, teniendo que aferrarse a William, atrayéndolo aún más hacía su necesitado cuerpo.

En medio de aquella batalla candente, el labio inferior de Grell fue apresado con los dientes del azabache quien le dio una mordida hasta hacerlo sangrar, degustando aquel liquido carmesí, con la clara intención de incitar a su sensual y erótica pelirroja a unirse en ese delicioso contacto que ambos anhelaban sentir… disfrutar de ese acto carnal y obsceno, en donde a ninguno le importaría continuar de manera sucia y depravada.

—¡Aah~! Will-chan… e-es… espera —gimió al sentir como esas fuertes y traviesas manos acariciaban sus pezones con saña, deslizándose hasta sus caderas entre pequeños movimientos circulares de su pulgares que le erizaron la piel por completo.

—No pienso esperar —sus palabras terminaron en un jadeo, con la cabeza inclinada sobre la curva de su cuello, y manteniéndose en esa posición se dedicó a probar su piel y ahogarse en el sentido de conexión, sintiéndolo real aunque solo fuera por un par de horas.

Su olor, su piel… Grell era único, atractivo y adictivo con su piel suave y cálida, tentándolo a cada segundo junto a las curvas elegantes de su cuerpo. Mientras su cabello, una cascada rebelde en la cual disfrutó meter una mano tirando de su cabeza hacía atrás, arqueando el cuello de Grell en su boca, donde tiernamente depositaba fugaces besos, formando un ligero rastro de saliva tras depositar cada uno. Mordiendo débilmente aquella pálida piel, hasta dejar visibles marcas que pronto tomarían un tinte rojizo.

Un temblor estremeció su cuerpo por completó en medio de un calor abrasador, que le instó a aferrarse aún más fuerte a los hombros de William, quien se detuvo en su clavícula y sensualmente deslizó su lengua por la zona, deleitándose del dulce sabor de su pequeño shinigami, deteniéndose en sus pezones que disfrutaría lamer en círculos, mientras levantaba su mano libre de la cadera de Grell, para cerrarla firmemente sobre el borde de sus nalgas, acariciando de forma ruda.

—Will… déjame hacerlo… —suspiró.

Volvió a posar débilmente sus labios en los del mayor, pero esta vez en un contacto corto y demasiado fugas. Sus manos traviesas comenzaron a temblar mientras iba despojándolo de toda prenda en la parte de arriba, entonces llenó de besos el pecho de Will hasta bajar a su vientre y rápidamente desabrochó el cinturón y en un inesperado acto de valentía, se atrevió a bajar con los dientes el cierre del pantalón, acariciando aquel palpitante miembro, dedicándole miradas obscenas a Will, cargadas de lujuria hambre perversa, anhelando ser llenado con ese imponente miembro que aclamaba atención.

Pese a todo, tímidamente bajó los bóxer negros topándose la masculinidad del azabache, cubierto por una ligera capa de líquido pre seminal, el cual degustó antes de engullir de golpe todo su miembro, atragantándose mientras sus ojos se tornaron vidriosos, cerrándolos fuertemente para iniciar una felación rápida y enérgica que hacía delirar de placer William, quien sujetaba fuertemente aquellos cabellos rojizos imponiéndole un delicioso ritmo.

Grell lamia hábilmente aquel miembro de base a punta, deteniéndose en esta y deslizando su lengua en círculos, disfrutando de torturar sensualmente a su amante que le dedicaba una mirada de reproche. Y es que le satisfacía y excitaba ver esa mirada suplicante por lo que empezó a masajear suavemente sus testículos mientras chupaba aquel enorme falo, para volverlo a engullir, siguiendo con una rápida felación, acompañada de sonoros gemidos placenteros.

—Ngh Grell —gimió cuando se vino en su boca, sonriendo al ver que gustosamente trago su semilla, saboreándola y pasando su lengua por sus finos labios, provocándolo con esa encantadora sensualidad cuando sus miradas se cruzaron al tiempo que Grell volvía a tomar el pene de William masturbándolo con fuerza y provocando una segunda erección. Mientras que la mirada del mayor denotaba desespero por poseer aquel frágil cuerpo—. Espero que estes preparado para lo que acabas de ocasionar… Grell~ —musitó de forma ronca.

Sin embargo, Sutcliff estaba perdido, ruborizado y con el corazón latiendo a mil por hora al haber escuchado su nombre entre ronroneos de éxtasis, logrando que se viniera en su ropa sin siquiera haberse tocado. Dios, era patético. Aunque volvió a la realidad tras soltar un gemido de dolor cuando Will lo obligó a recargarse sobre el escritorio dándole la espalda, y sin ningún tipo de delicadeza, le despojo de toda prenda que aún le quedaba y agachándose coloco ambas manos en las redondas nalgas del Grell, separándolas levente.

—Eres alguien muy sucio… Sutcliff… mira que haberte venido así sin más… por lo que veo no aprendes y tendré que castigarte —ronroneó, y para sorpresa del menor, su cuerpo se contrajo en un espasmo involuntario, arqueando la espalda de forma violenta, aferrándose a la lisa superficie justo cuando algo húmedo y caliente se deslizo sobre su entrada de forma obscena y deliciosa.

—Ngh… ¡Aah~¡… No… Wi-Will… no… no hagas eso —articuló entre gemidos y jadeos al sentir completamente aquella experta lengua lubricar su ansiosa entrada, brindándole una sensación exquisita y llena de morbo. Follándolo por prolongados minutos que lo hicieron ver estrellas, planetas y preciosas galaxias, y solo hasta que él estuvo satisfecho, se separó de Grell relamiéndose los labios.

—Ábrete para mí, Sutcliff…

Hipnotizado por su voz, Grell recargo completamente su pecho sobre la fría superficie de madera, llevando ambas manos a sus nalgas, para abrirlas de manera sugerente hacía William, quien le miró complacido y ansioso, acariciando con la punta de sus dedos su palpitante falo.

—Métemelo —gimoteó impaciente.

Su voz necesitada no impidió que dejara un camino de besos por su espalda, posicionándose tras él, dejando que sintiera el peso de su cuerpo presionándolo contra el escritorio, mientras que de una sola y potente estocada lo penetró llegando hasta el fondo, comenzando a embestirlo de forma salvaje, sin darle tiempo a acostumbrarse, escuchando el grito de sorpresa, dolor y placer, consciente que todo Grell era calor, lujuria y pensamientos perversos y libertinos.

—Tan apretado.

—Más… muévete más rápido —suplicó.

Y aquel vaivén pronto se convirtió en algo desenfrenado, dando en el punto exacto de placer con cada estocada. Con una mano, Will sujetó su cadera con firmeza, la otra agarró su cabello, notando la sonrisa perversa en Grell, por lo que se inclinó para besarlo sin restricciones, jadeando cuando su cuerpo se apretó aún más alrededor de él, consciente del calor que se arremolinaba alrededor de ambos. Su aliento se precipito fuera. El cabello cayendo sinuoso enmarcando su rostro de femeninas facciones y sus ojos brillantes le regalaron una imagen de belleza primitiva y tan sensual como sexual.

Grell no pensó, simplemente levantó la cabeza y capturó aquellos turgentes labios con los suyos. Will lo empujó aun más hacía abajo con su cuerpo eróticamente pesado y su lengua azotando la suya, la cual tomó entre sus dientes en un acto de valentía pasajero, gimiendo cuando William le regreso la mordida de forma ruda, arqueando la espalda cuando una oleada de sensaciones crudas y placenteras lo consumieron, haciéndolo desear sentir más de aquello.

Finalmente, gritó indiferente a quien pudiera oírlo, William mantenía una mano entre sus piernas, penetrándolo al ritmo de su masturbación: fuerte, constante, obsceno y delicioso.

—Me… me vengo… —gimió sin fuerzas y con los ojos cerrados, arqueando su espalda entre espasmos de éxtasis, consciente de que estaba a nada de terminar.

—Ngh… yo igual…—gruñó—. Córrete para mí, hermosa.

—¡Will!

Gimieron al mismo tiempo cuando ambos sintieron el orgasmo recorrer cada fibra de su cuerpo de forma dulce y deliciosa. Grell terminó sobre el escritorio y parte de los documentos, mientras William dentro de este; cayendo exhaustos en la mullida y amplia silla tras ellos mientras tiernamente se abrazaban dándose un dulce beso.

—Creo que este tipo de horas extras no me desagrada tanto, señor Sutcliff… ¿tú que dices? —ronroneó con picardía mientras volvía a besar a Grell. 

~ * o0O0o ♠ o0O0o * ~
FIN

Notas finales:

Espero que les haya gustado y me regalen un rw n.n yo me despido y les deseo un excelente día/tarde/noche. 

Haruka Eastwood


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