Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

The end. por Lizama24

[Reviews - 19]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Hola. Seguro estarán pensando ¿qué haces publicando este fic cuando no puedes ni sacar otro? Pues bueno, mi inspiración me lo pedía.

Este fic tiene por banda principal a the GazettE. Pero puse personajes secundarios de SuG, Alice Nine y Mejibray, bueno, de este último sólo a Tsuzuku.

Quiero aclarar que puede que este fic no sea del gusto de todos porque, bueno, mi manera de escribirlo no creo que a todos agrade.
No busco ofender a ninguna persona (lo digo porque en medio del fic escribí cosas ofensivas a ciertas cosas, pero lo puse porque es desde la perspectiva del protagonista)

Quiero dedicar cada una de estas palabras y letras a: Jekyll. Porque de alguna forma involuntaria tú me ayudaste a crearlo y también de forma voluntaria ¿Me explico? Pues cada una de estas palabras, letras, silabas, son dedicadas a ti. Gracias por todo, de verdad. Y quítate ese genio que te hace llamar "puto" al día, es impar pero bueno.

Les agradezco que se encuentren aquí leyendo.

El fic es completamente mío y el título se debe a la canción de tG. tG no me pertenece.

Notas del capitulo: Este cap. Me da mucha pena subirlo jajaja porque cuando lo cree no había pensado en el resto de la historia, sólo quería una forma de escribir lemon hasta hartarme jaja pero luego me di cuenta que no puedo escribir algo como eso.

Si este cap te parece muy bobo, te pido leas el segundo luego. Porque el ambiente cambia, no por nada puse ese resumen.

Las embestidas eran erráticas, el olor a sexo y sudor albergaba toda la habitación del hotel.

Mientras que el de cabellos claros embestía con ferocidad, al moreno no le quedaba más que hacerse el sumiso y permitir que aquel trozo de carne recorriera sus entrañas como quisiera. Claro que lo disfrutaba, Akira era, entre muchos, su cliente favorito con el que disfrutaba el hacer su trabajo.

Mantenía sus manos sujetas a los lados de la cama mientras emitía sonoros gemidos, varias penetraciones más fueron suficientes para que él dominante se viniera en el condón que tenía puesto, segundos después lo hizo el mayor entre ambos abdómenes.

 

Salió rápidamente de él y comenzó a buscar su ropa que debía estar tirada por todo el suelo de la habitación mientras que el otro se acomodaba entre las sabanas recuperándose del orgasmo y girándose a un costado.

 

 

 

— ¿Te vas ya? —cuestionó mientras se reincorporaba en la cama y le miraba mientras terminaba de abrocharse los botones de su camisa.

 

 

—Debo llegar antes que mi esposa. —dijo con una sonrisa mientras buscaba ahora sus zapatos.

 

 

— ¿Mi dinero? —al decir aquello el rubio buscó entre sus bolsillos del pantalón y le entregó varios billetes—. Ya puedes irte. —se tiró nuevamente a la cama cubriéndose de nuevo.

 

Akira se le acercó mientras recorría con sus manos su cabeza y luego su espalda, de inmediato dio un respingo y le gruño.

 

— ¡Déjame dormir un rato! —el rubio rió divertido ante su reacción.

 

 

—Nos vemos la próxima semana, como siempre. —terminó de vestirse y abrió la puerta de la habitación para atravesarla.

 

 

—Te esperaré con las piernas abiertas, Akira. —gritó y de respuesta vino otra risa más estruendosa. Sólo le quedó hacerse bolita en la cama mientras recuperaba sus energías.

 

 

***

 

 

Después de visualizar al moreno sentado enfrente de la barra se sentó a su lado mientras le cedía una sonrisa la  cual le fue regresada por el anterior mencionado, acompañada por una copa que le extendió y la cual no dudó en llevarse a la boca.

 

 

—Creí que ya no regresabas esta noche. —le dijo el de cabellos rubios y castaños a lo cual el mayor colocó su mano en su oreja en señal de que no escuchaba. La música en el bar era un gran obstáculo para quien quisiera comunicarse en ese lugar y tener una plática fluida— ¿Por qué estás aquí? —volvió a hablarle mientras estiraba su cabeza a su oído y hablaba en un tono más fuerte.

 

 

—Necesito dinero, ya sabes la razón del por qué estoy aquí. —se hizo el desentendido.

 

 

— ¡No, imbécil! Creí que después de Reita ya te irías a tu casa. —volvió a dar un trago a la copa sin dejar de verle.

 

 

—Es temprano, Uruha. —argumentó mientras él tomaba de su whisky.

 

 

—Eso creí. Pero por tu culpa ya nadie nos contrata al resto. —le dijo con fingida molestia mientras cruzaba sus bellas piernas sobre el banquillo donde estaba sentado.

 

 

 —Que mala suerte por ustedes, queridos. —dejó salir una risita mientras seguía bebiendo y este le daba un golpe en el hombro.

 

Mantuvieron una conversación de lo más normal entre ellos como de qué tamaño la había tenido el último sujeto con el que se acostó Uruha.

En medio de esa conversación tan natural un hombre de cabellos castaños y gafas enormes se les acercó.

 

 

—Mmm ¿Aquí es donde se contratan prostitutas? —preguntó con su voz grave a lo que el más alto le miró indignado: la palabra “prostituta” le molestaba aunque sabía que lo era pero en masculino.

 

 

—Sí, ha llegado al lugar indicado señor riquillo. —le dijo el moreno con una sonrisa— Observe la mercancía, aquí estamos los hombres pero si busca mujeres están más allá. —extendió su brazo y señaló a otra barra en el otro extremo del bar.

 

                                                                                  

—Busco hombres. —dijo serio mientras mantenía su cabeza hacia enfrente observando a todos los chicos que ahí se encontraban.

 

 

—Como quiera. —le dijo por último para volver a hablar con su amigo.

 

 

— ¿Y cómo te fue con Akira?

 

 

—Como de costumbre, ya sabes: follar duro y sin rodeos. Va a lo que va.

 

 

—Bien, que te encanta.  Entonces la jefa te ha dejado a cargo de todos los polluelos. —parecía divertido al decir aquello.

 

 

—Aja, después de todo soy su consentido y me tiene mucha confianza la vieja esa. —en eso se acercó un chico de no más de dieciocho años a decirle que se iba con dicho hombre que había pagado, el de cabellos negros asintió y luego el otro partió. — ¿Y usted? ¿Siempre no va a elegir a nadie? —se dirigió al castaño que recién había llegado y que no se había movido de su lugar en todo ese tiempo.

 

 

— ¿Cuánto cobras tú? —le contestó girando su cabeza hacia él.

 

 

— ¿Yo? —soltó una ligera risa—. Bueno, teniendo en cuenta que soy uno de los mejores y más solicitados del lugar y también que ahora mismo estoy a cargo de este y si me voy sería muy fastidioso para la jefa… ¿Qué le parece unos 200 000 yenes? —Uruha dejó salir una carcajada ante el exagerado precio que se estaba poniendo él solo, cualquiera de ahí no cobraba más de  7 000 yenes y si bien les iba. Era lógico que le estaba vacilando.

 

 

—Hecho. —se escuchó decir al otro y hasta el moreno le miró incrédulo.

 

 

— ¿De verdad? —se le adelantó a decir el más alto—. Vaya, ¿No prefiere contratarme a  mí? —su amigo rió, Uruha no cambiaba.

 

 

—Lo quiero a él. —dijo seriamente el más bajo— ¿Entonces? 200 000 mil yenes, son las 11:45 te pago si te quedas hasta las 8:00 am.

 

 

—Vámonos, señor riquillo. —se levantó de su asiento y largó al otro—. Te quedas a cargo.

 

 

— ¿Y si me piden a mí? —le miró con el entrecejo fruncido, odiaba cualquier tipo de responsabilidades.

 

 

— ¿A ti? —le dijo fingiendo asombro a lo cual Uruha le miró con desprecio—. Ya, estoy jugando. Le dices a Kai que se quede a cargo.

 

 

— ¿Al barman? —pareció sorprendido.

 

 

—Sí, me debe “favores”. —se giró a donde estaba el otro y comenzó a caminar con él hacia la salida para después comenzar a caminar por la calle a donde él pensaba se encontraba el auto del cliente.

 

 

—No debería estar haciendo esto. —admitió al moreno mientras seguían caminando.

 

 

—Si se va a arrepentir dígamelo antes de que lleguemos al hotel o a su casa. No quiero perder mi tiempo.

 

 

— No me voy a arrepentir. Estás demasiado bueno para hacerlo. —el mayor no pudo evitar carcajearse—. ¿Cómo te llamas? —preguntó mientras se acercaba y metía la llave para abrir la puertas.

 

 

—Dígame “Aoi”. —puso su mano sobre el techo del auto mientras lo admiraba, era costoso.

 

 

—Aoi, por favor vete en la parte trasera ¿Está bien? —pareció un poco avergonzado por tal petición.

 

 

—Claro. —se hundió en hombros mientras abría la puerta y se metía en el auto— ¿Quiere también que me vaya acostado para que no me vean?

 

 

—Es buena idea. —entró en el asiento del conductor y Aoi sonrió: él sólo estaba bromeando. Pero resignándose se acostó en el asiento trasero después de cerrar la puerta y al paso de unos segundos el trayecto comenzó.

 

 

—Si me despeino será su culpa. —espetó mientras reía observándolo desde un costado. No obtuvo respuesta.

 

 

Al cabo de unos minutos estacionó su automóvil en el estacionamiento del edificio en donde vivía. Aoi se bajó por la puerta trasera y siguió al de menor estatura para entrar en lo que era el edificio.

 

 

— ¿Cómo se llama usted? —preguntó mientras recorrían el pasillo para ir al elevador.

 

 

—Ruki. —miraba a todos lados cerciorándose de que nadie los viera— Ven. —las puertas del ascensor  se abrieron y entraron en este.

 

 

El elevador comenzó a subir los pisos, se detuvo en uno pues este había sido llamado para que más gente subiera. Ruki se hizo a un costado para evitar que no lo vieran; se preguntaba por qué los prostitutos tenían que vestir tan inconfundiblemente. Cuando las puertas se abrieron una pareja de señores ya mayores iba a entrar pero la señora al ver al chico y su atuendo que hacía dar a entender su profesión se regresó sacando también a su esposo con un jalón de mano.

 

 

—Mejor nos esperamos. —dijo la señora titubeando.

 

 

—Sí, hagan eso. —Aoi les sonrió y al hombre le guiño el ojo lo cual le hizo tensarse. El elevador volvió a cerrarse.

 

 

— ¿Le conoces? —se atrevió a preguntar.

 

 

—Cliente frecuente. Y ahora se hace el indignado de no quererse subir al mismo elevador que yo cuando hemos compartido cama. —acompaño su comentario con una risa.

 

 

El ascensor se detuvo y ambos bajaron caminando hasta llegar al departamento del castaño al cual entró después de que este abriera la puerta principal y le cediera el paso.

El mayo miró asombrado el lugar, en verdad ese tipo tenía dinero. Caminó por el living, que era a lo que conducía la puerta, mientras que el dueño de la casa dejaba su abrigo en el lugar indicado.

 

 

—Bien, ya estamos aquí. —se tiró en el sofá mientras esperaba “ordenes”.

 

 

—Quítate la ropa. —dijo sin vacilar, por lo que Yuu entendió que era otro de esos tipos que le compraban para lo que era.

 

 

— ¿No prefiere hacerlo usted? —sonrió sin levantarse del sofá. Al escuchar el “No” se levantó de este y sin dudarlo comenzó quitándose los guantes negros que traía para después seguir con las mascada atada en su cuello. Jaló los listones de su remera para poder quitársela.

 

Ruki le miraba con atención mientras él se desnudaba lentamente, al tener su torso desnudo podía ver que en efecto: era un hombre, no como esa maldita ropa femenina le hacía verse.

Terminó por quitarse los pantalones negros ajustados y la ropa interior que llevaba. Quedó completamente desnudo, si fuera una persona con moral aquello le haría sentirse completamente avergonzado, pero si tenemos en cuenta en que su moral la había perdido desde hace mucho—ya que él mismo lo creía no porque fuera una ramera— aquello era de lo más natural en su vida, después de todo para algo estaba ahí y ese “algo” no incluía ropa.

 

 

El de cabellos castaños no tardó en acercársele mientras le observaba de pies a cabeza, aunque esto no podía saberlo Aoi, puesto que aquel tipo tenía puestas aún esas enormes gafas oscuras que le permitía muy poco ver sus ojos o lo que miraba.

 

 

— ¿Quiere que le desnude completamente o sólo el trasero? —preguntó sin vacilar mientras el contrario seguía observándole.

 

 

— ¿Por qué deberías desnudarme el trasero?, ¿Cuándo he dicho que quiero que tú seas el dominante? —aquello hizo alzar una ceja de incredibilidad al moreno y también que soltara una risa.

 

 

—Yo creí…

 

 

—Creíste que porque soy más bajo de estatura yo sería perforado por ti ¿Cierto? —dibujó una sonrisa, sonrisa que le causo gracia al mayor y asentir levemente sin pena alguna  »Al parecer no es tan serio el señor« —. Anda, tírate al suelo.

 

 

Bien, su trabajo en ocasiones podía ser muy divertido. Obedeció tirándose en el suelo acompañado con una risa, ese joven o adulto o lo que fuera le causaba mucha gracia, primero creyó que era como cualquier tipo riquillo que reprimía sus deseos carnales de querer ser follado por un hombre: un sumiso, un chico al cual satisfacer por su orifico. Oh, pero se había equivocado por completo, aquel “Ruki” no tenía pinta de ser una mariquita.

 

Al estar ya en el frio suelo, porque sí estaba frio, el de menor estatura se acercó a él inclinándose sobre su cuerpo y subiéndose a horcajadas  sobre este.

La vista a la cual tenía derecho era muy buena, le gustaban los hombres lo sabía desde hace mucho tiempo con vergüenza pero con deseo. Nunca antes había tenido un cuerpo como aquel frente a sus ojos y se le hacía completamente injusto que vistiera ropas como las anteriores, por esa razón es que le pidió que se quitara todo eso. Con los dedos de su mano derecha comenzó a quitar la sombra de su ojo izquierdo: era excesivo. Hizo lo mismo con el derecho. Aoi no dijo nada pues no entendía muy bien qué estaba haciendo.

Al terminar su tarea, Ruki bajó sus manos a su pecho delineando sus pectorales con las yemas de sus dedos, aquello hacía sentir a Aoi extraño porque siendo honestos una persona contrataba a una prostituta para coger y ese tipo se estaba tomando mucho su tiempo.

 

Una punzada de dolor en su costilla le hizo salirse de sus pensamientos: aquel tipo le había mordido.

— ¡Hey! ¡Si me muerde tendrá que pagar más! —amenazó con un gruñido mientras el otro ni siquiera le prestó atención y ahora se acomodaba entre sus piernas, sus piernas tan bien torneadas y firmes llevándoselas a sus hombros para apreciar la entrada en su espalda baja.

 

Mientras el castaño hacía todo aquello Yuu se mantenía viendo el techo, esperando cualquier intromisión sin previo aviso. Tomando en cuenta el tamaño del hombre que era más bajito que él no se esperaba que estuviera bien dotado.

Pero nuevamente se equivocó como en su primera impresión anterior.

 

— ¡Espere! ¡Espere! —se quejó cuando empezó a sentir el miembro de este meterse por su entrada, pero no lo hacía por dolor— ¿Es que es imbécil? ¡Póngase un condón! —ahora sí se notaba que era primerizo en contratar putas. Ruki iba a replicar pero no tardó en darse cuenta que eso era una estupidez. Salió de él y se levantó a buscar dicho paquetito plateado. Aoi comenzaba a aburrirse, le daría buen dinero pero aquello era lo más patético que había hecho en su vida sexual: tener que esperar a que el hombre ese regresara con el maldito condón.

 

Soltó un bostezo, la verdad ya estaba cansado ya debían ser las 12:00 am o más y debía quedarse despierto hasta las 8:00 am, si tenía tiempo dormir unas dos horas y después ir a donde debía ir.

 

El tiempo de espera se acabó y tomando su posición nuevamente. Introdujo su pene ya protegido en él, sus esfínteres se contrajeron atrapándolo entre ellas lo que le hizo soltar un quejido de placer.» Para ser un orificio que seguramente es profanado muy seguido no está nada mal« .El cuerpo de Shiroyama se tensó mientras que el otro comenzaba a moverse dentro suyo de forma lenta y tratando de entrar aún más.

Ruki pasó sus manos por su espalda, cuando estás llegaron a su espalda baja antes de su trasero no pudo evitar soltar un gemido, la razón: aquella zona le era muy sensible se podría decir que igual de sensible como su hombría. Al notar eso comenzó a atender esa zona mientras se movía con más fuerza en su interior dándole a él una razón para sacar roncos gemidos de sus labios.

 

 

Su glande chocaba contra su próstata de forma fuerte y placentera para ambos, sí, aunque Aoi no lo admitiera lo estaba disfrutando aún más porque le estaba complaciendo en su zona.

En un momento las embestidas fueron más violentas haciéndole curvear sobre sus escapulas y  codos, y soltar un gruñido. Ruki respiraba entrecortadamente mientras recorría cada centímetro de su piel con sus manos con lasciva y con su pene recorría cada parte de su cavidad rosándola de forma errática.

Mantenía su boca abierta y su nariz jalando aire a cada microsegundo, buscaba a qué aferrarse para que su cuerpo dejara de deslizarse con brusquedad por el suelo pero como sólo estaba el piso del living le fue imposible.

 

Vino otro grito al recibir nuevamente una mordida ahora en su muslo, ese tipo no entendía que no debía morderle. Contuvo sus ganas de gritarle un insulto y siguió disfrutando de cada golpe en su próstata al grado de buscar más atención moviendo sus caderas hacia arriba. Takanori llevó su mano a su entrepierna comenzando a estimularla para que esta terminara por excitarse lo cual no tardó en conseguir.

El sudor comenzó a cubrir sus pieles al igual que se calentaron considerablemente por el “ejercicio” practicado.

Aoi aferraba sus manos a sus propios muslos pues cuando intentó hacerlo en el cuerpo de él, este se lo impidió.

Bajó lo suficiente su cabeza para poder acercarse a sus labios y tirar del pircing que tenía puesto el moren, por ende volvió a gruñir y esto le encantaba al más bajo: escuchar ese ronco sonido salir de su garganta de forma involuntaria por enojo y rebeldía.

 

 

— ¿Lo estás disfrutando? —escuchó la voz del castaño entre divertida y burlona. ¿A qué venía esa estúpida pregunta?

 

 

—Eso debería preguntarle a usted. —respondió para después morder su labio  aguantando el ardor que de repente sintió.

 

 

— ¿Soy mejor que el tal “Akira”? —Aoi rió ante tal cosa sin poder evitarlo, Ruki era muy raro debió saberlo desde el principio—. Responde. —golpeó con fuerza a base de castigo por no hacer caso.

 

 

—No, por supuesto que no. —admitió. Era bueno, no lo negaba, estaba apunto de anotarlo en su lista de preferidos pero Akira o Reita, como prefería que le llamaran, era una fiera con él y Ruki  tardaría en alcanzarle.

 

Al parecer su respuesta le molestó por lo cual le ordenó que se diera vuelta, al hacerlo se posicionó en cuatro y comenzó a embestirlo de esta forma con más facilidad y por ello con más violencia en sus movimientos, tanta como le fuera posible. Aoi odiaba esa posición, no sabía por qué pero le era de las más incomodas y humillantes para él. Y ahora que aquel sujeto parecía querer destrozarlo y que en varias ocasiones tiraba de su cabello con fuerza, la odiaba aún más.

 

 

— ¡Deje de hacer eso! —terminó por hartarse con los tirones de pelo y alcanzó a propinarle una patada en el abdomen haciéndole retroceder al otro  »Mierda« pensó al darse cuenta que el castaño se había enojado por aquello. Deshizo su postura y trató de retroceder.

 

 

— ¡¿Quién te crees para golpearme?! —le tomó de la pierna tirándolo nuevamente al suelo de forma brusca y haciéndole impactar su espalda en seco.

 

 

— ¡¿Y usted quién se cree para joderme la cabeza con cada jalón?! —podía soportar muchas cosas excepto el maltrato físico de sus cliente ya fueran golpes, mordidas, rasguños, lo que fuera lo detestaba.

 

 

—Escúchame, he pagado por ti así que puedo hacer lo que se me venga en gana. —ahora también jaló su otra pierna acercándolo nuevamente a él y morder su glande sin que el otro pudiera evitarlo.

 

 

— ¡Que no! —reprimió su grito de dolor con esas dos palabras entre dientes y se desquitó con golpearle la nariz con su rodilla cuando este ya se había separado un poco.

 

 

Retrocedió en rastras sobre su trasero y sus palmas alejándose de él para intentar pararse. Takanori volvió a acercarse pero esta vez en lugar de morderlo o golpearle se fue directo a sus labios para besarlo demandantemente  sin dejarle protestar ni maldecirle. Le encantaba, sí que le encantaba su conducta cuando se molestaba.

Lo levantó con dificultad para luego estamparlo contra el sofá sin que pudiera quejarse y sentarse encima de él y continuar devorando sus labios mordiéndolos cuanto fuera posible, el mayor dejó su coraje para después para corresponder al acto. A mitad del beso intentó quitarle los lentes que traía pero él atrapó su mano evitándolo, ese tipo era tan extraño no se había desnudado más que la parte delantera de su pantalón poder penetrarlo y tampoco se podía quitar las gafas ¿Qué se creía?

 

Su miembro rosaba los glúteos del más bajo y esto le daba unas tremendas ganas de querer metérsela, cosa que sabía no sucedería.

Bajó su boca a su cuello y lo mordió mientras tapaba la boca del otro evitando que le gritara como ya era costumbre. No podía evitarlo, esa piel, ese cuerpo era exquisito ante sus ojos que se le antojaba morderlo y tocarlo como quisiera, lastima que a quien pertenecía no era tan sumiso como para hacer todo aquello.

Se bajó de él y flexionó  sus piernas sosteniéndolo de la parte trasera de sus muslos pegando bien sus piernas contra su pecho y abdomen para de esta forma poder penetrarlo de nueva cuenta. Aquella posición era también incomoda, aún más porque lo flexionó con mucha fuerza y eso le hacía doler sus extremidades.

 

—No sujete tan fuerte. —dijo en medio de entrecortados gemidos con intento de callarlos, no recibió respuesta y tampoco hizo caso, al contrario: empujó aún más sus piernas contra su cuerpo y aumentó la fuerza.

 

Escarbaba con su miembro entre las entrañas del moreno. Ya había perdido demasiado tiempo con sus pleitos, quería llegar al orgasmo ya para poder correrse, su miembro se lo exigía.

Las intromisiones continuaban y su mano se movía en su propio pene en un intento de auto complacerle y darle atención.

Un cosquilleo se hizo presente en su abdomen para que luego bajara a sus testículos, par de embestidas más y ese cosquilleo terminó con liberar su esperma en el condón que llevaba puesto acompañado de un gemido y espasmos que le nublaron la vista. Aoi tardó unas par de pajadas más para terminar viniéndose entre sus piernas y el abdomen del otro recargando su cabeza en los cojines del sillón y apretujar el cuero de este con sus manos a los costados.

 

 

Takanori sacó su miembro de él poniéndose de pie mientras el otro se quedaba sentado en el sillón regulando su respiración, su pecho subía y bajaba más rápido y su rostro estaba empapado de sudor y una que otra lágrima ocasionada por el reciente orgasmo.

Al paso de los minutos el calor de su cuerpo se esfumó, siempre era así, y empezó a temblar mientras se abrazaba a sí mismo. Eso no pasó desapercibido por el otro que ya se había bañado y cambiado.

 

 

— ¿Tienes frio? —se atrevió a preguntarle mientras se acercaba a él.

 

 

—Em no, estoy bien. —mintió mientras intentaba disimularlo—. Pero… ¿No tendrás una cobija? —su cuerpo le gritaba por calor. Como prostituto tenía varios defectos, uno de ellos era que los clientes podían ver como se retorcía de placer al tocarlo en ese sitio, otro era que después del sexo su cuerpo se enfriaba en exceso lo cual también era un punto débil—para él—, otro…

 

—Toma. —regresó con una frazada, extendió su brazo para que la tomara lo cual hizo y se cobijó inmediatamente. Ruki lo vio nuevamente de pies a cabeza mientras se colocaba la frazada alrededor de su cuerpo, acercó su mano a sus piernas para poder tocarlo pero esta fue golpeada sorpresivamente por la mano del moreno. Frunció el ceño de sorpresa.

 

 

—N-no me toque, por favor. —aquello le sonó de lo más estúpido después de todo lo que había hecho con él anteriormente y lo demostró en su rostro lo cual pudo notar el moreno—. Me pongo… sensible después del sexo. —dijo en un murmuró.

 

 

— ¿Qué? —ahogó una risa ante tal cosa—. Ósea, ¿Eres como una mujer? —ahora sí dejó salir su risa.

 

 

—Algo así.  Sólo si me tocan, así que aléjese de mí—le importó un carajo que se burlara de él, mientras mantuviera distancia estaba bien. El castaño se sentó  a su lado mientras él se hacía bolita en un extremo del sofá. De repente sintió como era rodeado por unos brazos alrededor sus hombros y recargaban la cabeza en su hombro—. L-le dije que no me tocara. —balbuceó.

 

 

—Debe ser un verdadero problema para ti que te dedicas a esto. —dijo refiriéndose a eso curioso ante sus ojos. Le había tocado por mera curiosidad, por saber qué sucedía después.

 

 

—No lo es. —murmuró—. Nadie me toca después de eso, todos se largan así como así a excepción de Akira—aquellas palabras se escucharon como si estuvieran atoradas en su garganta, Takanori levantó la cabeza para mirarle y efectivamente estaba llorando lo cual le hizo abrir los ojos desmesuradamente—, soy un objeto más, es para lo único que sirvo. —continuó parloteando entre sollozos  pero cuando se dio cuenta que el otro le miraba se levantó inmediatamente apartándolo en la acción. — ¡Le dije que no me tocara!

 

 

Ruki se le quedó viendo sin saber qué decir, aquella conducta jamás se la hubiera imaginado en alguien como él » ¿Alguien como él?«  Aoi se secó los ojos mirándole molesto para después buscar su ropa y correr al baño del departamento sin siquiera pedirlo.

 

 

Takanori podía escuchar el agua de la regadera correr y varios sonidos que suponía eran acciones del moreno en su baño. Se quitó sus gafas oscuras y masajeó sus ojos sobre los parpados cerrados mientras soltaba un suspiro. Al poco tiempo logró escuchar cómo la regadera era cerrada y seguido los pasos del moreno por lo que volvió a ponerse los lentes y reincorporarse en el sofá.

Aoi tenía puesta su ropa y ya no estaba maquillado, extendió su mano parado frente a él y Ruki alzó la mirada a sus ojos con cara confusa.

 

—Deme lo que quiera pagarme. Yo me vuelvo a esta hora. —no tenía intenciones de quedarse toda la madrugada hasta la hora acordada, no después del ridículo que pasó.

 

 

—Dije que te pagaría 200 000 yenes hasta las ocho.

 

 

—Eso ya lo sé, por eso no le estoy pidiendo todo. —mantuvo su mano en esa posición insistentemente.

 

 

—No te voy a dar nada si te vas ahora. —le miro seriamente, podría a verle dado el dinero y que se largara porque después de su escena dramática se le habían quitado las ganas de tirárselo de nuevo. Sin embargo, se rehusaba a dejarlo ir quizás por puro capricho.

 

 

—Pues yo no pienso acostarme más con usted. —bajó su brazo y le miró enojado con la cara arrugada.

 

 

—Bien, no te acuestes conmigo. La verdad no quiero otro de esos dramas que hiciste. —se levantó del sofá para encararlo.

 

 

—Es su maldita culpa ¡Yo se lo advertí! —realmente estaba enojado, se lo había dicho, era la segunda persona a quien se lo decía y también esta se había aprovechado de seguro por maldad o mera diversión.

 

 

—Ya basta. No vas a gritarme, maldita puta. —escupió esas palabras muy cerca de su cara y casi de inmediato al terminar la ultima palabra recibió un puñetazo en su nariz haciéndole retroceder y llevarse por reflejo sus manos a esta.

 

 

—Creo que le gusta que lo golpeen ¿No? —curveó sus labios en una sonrisa mientras veía el gesto de dolor que le regalaba el más bajo—. ¿Sabe qué? Quédese con el maldito dinero, yo me vuelvo.

 

Caminó hasta la puerta apretando sus puños pero el otro no le dejó seguir y le detuvo jalándole del brazo. “Lo siento” fue todo lo que dijo, Aoi no buscaba una disculpa por lo que con un forcejeo se zafó de su agarre.

 

 

—Quédate.

 

 

***

 

 

Despertó sin ayuda de ningún despertador ni sonido estruendoso. Su cuerpo se encontraba a temperatura normal debido a la calefacción de la habitación. Restregó sus ojos con su mano y soltó un bostezo de pereza mientras se sentaba en el colchón donde había pasado la noche, a su lado yacían unas prendas bien ordenadas y perfumadas; el aroma llegaba hasta sus fosas nasales, era un perfume que nunca antes había olido y supuso que era porque él no tenía dinero para comprarlo.

Mientras intentaba quitarse el sueño de encima, el sujeto de cabellos castaños salió del que era el baño de la habitación con una toalla en la cintura y su cabello empapado y sólo entonces pudo ver sus ojos sin gafas.

 

—Pensé que seguirías dormido. —se acercó a la cama y tomó sus prendas para comenzar a vestirse, Aoi le dio su privacidad aunque era estúpido pero aún así no le miró.

 

 

— ¿Qué hora es? —preguntó al momento que se quitaba las sabanas de encima e intentaba levantarse  de la cama. Su voz sonaba pastosa pues apenas se había despertado.

 

 

—Son… las 7:53. —afirmó después de ver su reloj de pared a un lado—. Puedes usar el baño si gustas.

 

Le tomó la palabra y se fue a aquel cuartito para tomarse una ducha rápida y no tardar mucho en irse de ahí.

La noche anterior había accedido a quedarse, aunque no estaba muy seguro del por qué accedió. Le había dicho “Nada de sexo, lo prometo” y eso había sido mentira: lo recordó mientras limpiaba sus piernas y sus muslos. Antes de dormir se lo había follado nuevamente con todo el deseo que le tuviera a su cuerpo, no se molestó, para eso estaba ahí.

Y había terminado con el abrazándolo y llorando en su pecho, o algo recordaba ya que en esos momentos estaba más dormido que despierto, seguramente le había dicho una infinidad de tonterías.

Salió a los pocos minutos de ahí ya vestido y secándose su cabello, se había quitado la mascada y los guantes para no “llamar tanto la atención”, Ruki seguía arreglándose las ropas y posteriormente el cabello.

 

—Mi dinero. —dijo una vez más acercándose a él—. Ya son más de las ocho, cumplí.

 

 

—No como yo quisiera. —peinaba sus largos cabellos castaños rojizos mirándose al espejo.

 

 

—Págueme lo que sea, pero ya deme algo. —mantenía su vista fija en él, de nuevo tenía esas gafas oscuras que le impedían ver sus ojos.

 

 

—Hmp. —dejó lo que hacía y se dirigió a un cajón de su cómoda de donde sacó un par de billetes y se los entregó—. Toma. —volvió a lo suyo.

 

 

— ¿Está loco? —dijo molesto después de contar el dinero que la había dado—.  Esto no es ni la mitad de lo que me prometió.

 

 

—Y lo que hicimos ayer no fue ni la mitad de lo que creí que sería, la vida no es justa ¿Ves? —le dirigió la mirada sólo en lo que decía esa frase para después volver al espejo.

 

 

—Maldito hijo de mierda. —refunfuñó por lo bajo mientras se guardaba los billetes en el bolsillo y caminaba fuera de la habitación para luego salir del departamento de una vez por todas.

 

 

Cabreado fue caminando por todas las calles de Tokio, le importaba muy poco cómo iba vestido y si alguien le veía extraño. Ese maldito enano le había hecho perder su valioso tiempo y ni 10 000 yenes le había pagado. Ahora que tanto necesitaba el dinero le hacía perder el puto tiempo de su trabajo en el cual pudo haber ganado… quizás hasta más de 200 000 yenes »Sueñas«

Su teléfono sonó de repente sacándolo de sus pensamientos asesinos sobre el tal Ruki.

 

 

— ¡¿Qué?! —le gritó a quien fuera que estuviera del otro lado de la línea.

 

 

— ¡Hey! ¡A mí no me gritas! —»Uruha« pensó mientras esperaba a que el semáforo se pusiera en peatonal—. Yo sólo hablaba para saber cómo estabas, si ese tipo de ayer no te hizo nada raro.

 

 

— ¡Ese tipo de ayer es un maldito! Perdí más de ocho horas por su maldita culpa y por 60 000 yenes ¡¿Sabes lo emputado que estoy?! —comenzó a cruzar con el móvil en mano.

 

 

—Ya… sabía que era una mentira. —soltó una leve risa, cosa que le hizo enfurecerse aún más al moreno.

 

 

— ¿Te estás burlando de mí?

 

 

—Quizás. Ya, pero quítate ese genio de encima. Recuerda que hoy es el evento que  la niña tanto a esperado ¿Recuerdas? —estaba  a escasos pasos de llegar a su casa, suspiró pesado y tratando de tranquilizarse siguió su caminar.

 

 

—Sí, lo recuerdo. Me voy a cambiar e iré por ella. —metió la llave a la cerradura y dio vuelta, Uruha pudo escuchar sin dificultad el sonido de la puerta cediendo a abrirse.

 

 

—Yuu, no te preocupes. Te ayudaré a juntar el dinero ¿Bien? —iba a negarse, iba a decirle que estaba loco pues él también necesitaba dinero pero su desesperación le hizo aceptar con un “Gracias”. La llamada terminó y él se introdujo en su residencia para arreglarse adecuadamente.

 

 

***

 

 

 

 

La gente estaba amontonándose en el centro comercial, entre gritos y risas, disturbio nada más que eso. Todas las personas parecían estar ebrias de la felicidad por la presentación de ese día del grupo Screw. Todos parecían realmente animados. Claro, era una banda muy buena y conocida y estaban dando un evento público para recaudar fondos.

Takanori iba de un lado a otro arreglando todo los detalles que faltaran, cerciorándose de que todo estuviera en orden y que no fueran a causar problemas en medio del espectáculo.

 

Después de unos minutos se tomó un descanso mientras conversaba con algunos de sus compañeros. Saga, como le gustaba que le dijeran, era de uno de ellos, con quien mejor se llevaba pues le conocía desde hace ya unos años casi cuando empezó a trabajar ahí.

Estaban ambos sentados sobre una barda de una fuente observando cómo la gente llegaba de pares, de grupos o montones.

 

—Que asco, esta clase de cosas me irritan bastante. —soltó un bufido mientras bebía de su botella de agua en mano.

 

 

—Creo que todo te irrita, Takanori. —espetó con una ligera sonrisa mientras seguía con su mirada hacia el frente.

 

Se reservó sus comentarios que seguramente serían ofensivos hacía su compañero.

Estaba aburrido y cansado, toda la mañana arreglando esas cosas. Se había ido allá después de que el moreno se había marchado de su casa: alrededor de las 8:30 am, ya eran las dos de la tarde era lógico que estuviera cansado y fastidiado.

Se entretenía buscando a sus demás compañeros para estar seguro que todos estaban presentes y que algún holgazán no se había quedado en casa, cuando su mirada se cruzó con la de él, o más bien, sólo él lo miró pues ese chico parecía estar concentrado en la persona a la que llevaba.

 

Lo examinó de pies a cabeza. Era imposible que pudiera confundirlo, sus mismas facciones, la misma complexión, era él. Ahora vestía, obviamente más decente, unos jeans color mezclilla con una remera negra con letras en estampado. Caminaba con otras tres personas más, lucía mucho más animado que cuando salió de su casa.

Mantuvo su mirada en él mientras caminaba hacia ellos por puro instinto. Saga intentó llamar su atención sin tener resultados positivos.

 

Llegó hasta quedar a un lado de este sin que él lo hubiera visto, venía con ese hombre que también se dedicaba a aquel oficio pero sus cabellos ahora estaban totalmente rubios. También estaba otro chico a lado del más alto y una niña.

 

 

 

 

Una niña en silla de ruedas.

Notas finales: Muchas gracias por leer el capitulo completo y llegar hasta acá.

Si te gustó quiero rw. Y si quieres el segundo entonces debes dejarlo y debo ver en los comentarios minimo tres rws porque si no, ya no subiré. Me costó escribir todo esto pero si a nadie le gusta no tiene caso. (notese la amenaza indirecta) Gracias.

¡Nos leemos!

Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).