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La chica del internado entre mis recuerdos por Sthephannia

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Notas del capitulo:

¡Holas a todas/os! Este fic es una historia bastante personal para mí, el primer cap me quedó algo largo, en sí la historia está basada en algunas semanas de la vida de la protagonista, como no lo terminé veré si esto se alarga en sentido de tiempo en la historia.

El capítulo 2 lo haré un poco más corto que el 1 ya que así lo amerita.

Por temas académicos me cuesta actualizar tan rápido, pero amo escribir y de seguro en un par de días ya tengo todo ;D *se siente genial*

Sin más que decir espero que les guste,ya que pienso que no es una trama tan común como lo parece ahora.

                                                         ¡Saludos! Sthephannia <3

No todo es como lo hemos deseado, ni siquiera fue suficiente desearlo con todas nuestras fuerzas, es increíble como el mínimo detalle hasta lo más  relevante puede darte sorpresas… buenas, malas o peores. Si quizás pensáramos un segundo antes de actuar sin dejarse llevar por las emociones momentáneas que acaparan nuestra vida, en mi caso, quizás no hubiera terminado de esta manera. Disfruta la sensación de sentirte necesario para ese alguien especial; pensaba a veces, la bendita manera que el mundo conspira para hacerte sonreír dentro de tantos infiernos, era simple… como despertar en las mañanas y ver los tímidos rayos de sol entrar en la que era mi oscura habitación.

De no haberla conocido en este infierno, la historia hubiera sido diferente, pero qué más cielo que el de ella, y todo lo que me hacía sentir, pero aunque sigas en frente de mí, yo te seguiré esperando.

 

Simplemente esa motivación de todos los días que impregna mi cuerpo, tan nula; débil, inútil, levantarse de esta fría y desteñida habitación todos los días a las 7:30am cuando el ruidoso despertador reactiva mis sentidos. Me vestí con el negro uniforme del internado como todos los días, lo recuerdo muy bien, quién iba a pensar que ese día empezarían la serie de eventos que llevaron mi monótona vida a un destino que se me fue de las manos.

Me miré en el espejo roto que estaba a un rincón de esas cuatro paredes que hacía llamar mi cuarto, siempre solía mirarme en él, intentaba esconder mi rostro con el cabello, como si los oscuros mechones podrían haberme hecho desaparecer instantes más eternos y más fuertes de lo que ya, siento que en este lugar me disperso.

Caminé por los largos pasillos del internado, miraba las chicas que estaban ahí, todas eran de familia con status elevado, vivíamos en el establecimiento de febrero a noviembre –aunque yo lo hacía todo el año hace unos tres- el edificio masculino se encontraba al costado dividido por las enormes rejas antiguas.

Mientras caminaba, recuerdo, haber escuchado muchos rumores de todas las chicas presentes que no eran más que ruidosos murmullos sin fundamentos, y claramente ninguna me prestaba ni la mínima mirada.

Si había un día que me desagradaba mucho más que los otros, era el maldito día jueves… tocaba taller electivo, me gustaba hacer deporte, correr y cosas varias, sobre todo me gustaba jugar básquet, pero las cosas ese día nunca estaban a mi favor.

Bajé las enormes escaleras que conducían a los vestidores, mire la metálica puerta de mi casillero.

 

-¿Otra vez? –me susurro en un suspiro casi inaudible a mí misma, al ver que mi puerta tiene escrito “fenómeno” nuevamente.

 

En verdad pensaba que no tenía caso volver a limpiarla durante una hora; alrededor de mi cuerpo escucho las disimuladas risas, con poco éxito claro, que desbordan mis compañeras de clase.

 

-Estás estorbando el camino, basura – Escuché las burlescas palabras de Lilian mientras me empujaba con violencia al piso de una fuerte patada en el hombro ¡Joder otra vez!

 

Intenté recobrar el sentido, Lilian siempre se salía con la suya, mi cuerpo era víctima de sus crueles torturas y humillaciones, cuando posé mi mano en el piso para volver a levantarme, su pie la aplastó fuertemente, a mirada de las presentes, seguía estando sola.

¿Por qué no me defendía? Se acompañaba de Sheila y Rebecca, sus mejores amigas que siempre estaban protegiéndole en caso de que yo me lanzara a golpearla.

Me levanté rápidamente esa vez, intentando zafarme del pie de Lilian, agarré mis cosas y me fui corriendo escuchando aquellas risas vacías detrás de mí, como todas las mañanas.

Llegué al gimnasio, la clase empezó con un poco de trote, cuando solía rodearme de gente los días jueves, me sentía asechada, intranquila como si mi vida corriera peligro a cada respiro; la preparación para jugar un partido de básquet era infinita, inútil, para una oportunidad que se me era arrebatada injustamente como un pedazo de cielo que cae directamente al infierno.

 

-¡Lilian! ¡Amanda! –Gritó la entrenadora llamando la atención de todas las presentes haciéndonos formar una fila –Un partido rápido –dijo cortante, pero aunque fuera la única en esta sala simplemente sabía que no iba a jugar.

 

Odiaba, realmente odiaba hasta con el último átomo de mi cuerpo esta situación, Lilian tenía una sed de humillación insaciable, y recuerdo que en ese momento, su mirada ya me transmitía la maldad infinita.

 

-Bien, yo empiezo… escojo a Wilson –dijo Amanda apuntando a una de mis compañeras.

 

-Lettier –dijo Lilian sin dejar de mirarme, sé que espera ansiosa la final de la selección.

 

Una a una mis compañeras se distribuían para hacer el equipo, del cual seguramente no participaría por mucho que me quejara con la entrenadora…entonces así como cada jueves, mi emoción de jugar en el equipo de básquet se iba por los suelos.

Al final sólo quedamos Jounie y yo, tenía su brazo enyesado, no recuerdo el por qué, aunque podría decir que fue por una caída en algún entrenamiento.

 

-Escojo a Jounie –dijo Lilian mientras el resto de las chicas reían por lo bajo en la cómica situación.

 

-¿Pero por qué? –dije con una mirada llena de rabia.

No es mi culpa que mis padres me hayan dejado en este lugar abandonada a mitad de un año y haya quedado como alumna impar, en simples palabras, era lo que sobraba.

 

-Te elegiría Dénnis –dijo Lilian con molestoso tono de voz- pero sabes, no quiero –se reía ¡¡perra!!

 

Jounie me dirigió una empática mirada esa mañana y avanzó con lentos pasos hacia la cancha posicionándose con las demás en el centro.

Escuché el pitazo inicial, a pesar de no jugar, me gustaba ver el partido y en parte aprendía, pero ese día me parecía aún más desmotivante que los anteriores, sobre una de las galerías miré mi mano que ardía fuertemente y un enorme dolor en el hombro, me levanté un poco la manga de la camiseta deportiva encontrándome con una horrible protuberancia, a Lilian le gustaba dejarme marcas.

 

-Entrenadora ¿puedo ir al baño? –le pregunté fingiendo tranquilidad.

 

-Rápido Miller, y no te escapes –me dijo sin dejar de observar la cancha.

 

Me reí por dentro, como si se pudiera escapar de esa mierda de vida.

 

Salí del gimnasio y rodee el campo principal, la cancha de futbol americano, estaba llena de animadoras practicando rutinas.

Me dirigí al baño, con rapidez me empapé el hombro hasta la mano, sentir el agua fría me provocaba un alivio intenso, me preguntaba frente al espejo recordando todas las heridas que Lilian me había hecho ¿Cuál es ese placer de hacer tanto daño? He intentado hablarlo con los profesores, pero Sheila y Rebecca siempre ayudan a negarlo, además que sus padres son importantes empresarios al inter no le conviene perder estudiantes, y ¿yo qué? No soy más que una más de este lugar.

Mientras el agua me acariciaba el brazo y el rostro, escuche el estruendoso sonido de la puerta a mi costado, entrando dos chicas luego de éste del club de animadoras.

 

-¿Escuchaste? –dijo una eufóricamente sin pudor a la contaminación acústica de su voz chillona.

-¿Qué cosa? –le preguntó su acompañante con el mismo ápice.

-Luccio me dijo que Charlie le contó que Brad está enamorado de Courtney.

-¡¿En serio?!

 

Eso suena a chisme por donde le mires, seguí sin moverme, estaban a dos metros de mí y al parecer mi presencia no les molestaba en lo absoluto para su conversación.

-¡imagínalo! Courtney de pareja con el capitán del equipo, de seguro serían la pareja más popular del inter –le decía con ánimo, como si el mundo fuera a explotar por eso.

-Brad es guapísimo, pero ¿A la capitana le gusta? –dijo subiéndose sentándose en el lavamanos.

-No lo sé, ahora que lo dices, nadie sabe con certeza si Courtney está enamorada.

-Es algo difícil de saber, Cooper es la única que habla con ella, además la mayoría del equipo de futbol americano está tras ella, aunque a Courtney parece no importarle en lo absoluto.

 

Como si los hombres fueran lo único que debería interesarnos.

-y ¿si le preguntamos? –preguntó la chica rubia que había empezado el chisme.

-¡Claro que no! –exclamó intentando ocultarlo, pero ¡error! Estaba a casi un metro de ellas- no conocemos bien a nuestra capitana como para preguntarle ese tipo de cosas.

Pero si pueden chismear sobre su vida personal, qué patético.

 

De regreso al gimnasio, me topé con todo el maldito club de Animación, escuchaba como todas, pero absolutamente todas hablaban sobre el “supuesto” romance de Brad y Courtney, y quizás que otras invenciones. No es que en ese tiempo me interesara, la verdad, Courtney era la porrista más popular del internado por sus increíbles habilidades al momento de hacer piruetas y bailar, no sabía exactamente quién era, para mí todas las porristas eran iguales.

Llegué al gimnasio a pasos lentos, no tenía aún el ánimo de ver como no había jugado otra vez, Lilian ganó el partido junto a su equipo, al cruzarnos me golpeó fuertemente con su hombro al mío.

-Muévete –dijo antes de empujarme y ya me sentía lo bastante enojada como aguantarlo.

-Muévete tú, estorbo –le susurré antes de empujarla ¿error?

-¡perra! –gritó antes de darme un enorme puñetazo en la cara que no pude esquivar completamente.

Lilian me golpeaba una y otra vez, su cabello rojo me caía en la cara, mientras le pataleaba desde el suelo.

-Ya, detente Lily –le dijo Sheila deteniéndola –es suficiente.

¡Soy una maldita flacucha! La fuerza de Lilian sobrepasa la mía a mayores, creo que con tantos golpes ya tengo una mejor resistencia que antes, aun así el costado de mi cuerpo luego de tantas patadas sigue doliendo.

 

Las clases cada día avanzan, una rutina tras la misma rutina, estar en este lugar es como no existir y ser castigada por ello, nadie me miraba, nadie me hablaba y nunca entendí por qué tanto rechazo, no encajaba en ningún rincón, si hasta en mi habitación me sentía incómoda, muchas veces tenía ganas de morir, pero no morir ahí.

 

La hora del almuerzo ese día, fue como siempre a las 1:30pm, prefería esperar los quince minutos y que el comedor principal se desocupara a su mitad para poder comer tranquila. Me senté en una de las mesas del rincón, escuchaba las voces a la lejanía, eran tan fuertes que ni mis propias voces podían ser escuchadas en mi mente, el enorme flequillo caía por mi rostro, a través de pequeños destellos podía mirar, mi cuerpo se sentía flácido y adolorido.

-Este año el día de citas será mucho mejor si Brad está enamorado de Courtney- Decía una porrista delante de la mesa donde yo estaba.

¿En serio? ¿No hay otro tema del que se hable?

 

-¡Cierto! ¿Imaginas si Brad y Courtney salen juntos? –era la misma chica que estaba en el baño.

-Es una lástima que las citas sean mixtas, sería agradable tener una cita con la capitana –ok ya se están pasando, está bien que Courtney sea la capitana y la más popular ¿pero es necesario tanto idolatro?

Todos aman a la animadora, no es la primera vez que su persona es la más deseada del día de citas, en envidiable, ser amada por gente que ni siquiera te conocer, al contrario de mí que se burlan sin conocerme.

Recuerdo que justamente en ese momento pensaba unirme al club de animación, no tenía futuro agradable en el club de básquet…repensaba dentro de mí, la cantidad de saltos y piruetas que éstas realizaban, no sería buena idea exponerme aún más a la humillación de fracasar, ya tenía suficiente con Lilian, Sheila y Rebecca.

Luego de tanto ajetreo mental, me di las fuerzas necesarias para volver a mantener la cordura, el dolor de mis brazos no sería suficiente para hacerme rendir a un día más.

Comí lo necesario, me dirigí al edificio de los dormitorios cuando al cruzar por el penúltimo pasillo, escuche la voz de Rebecca.

-Lily –dijo- al sentir los decibeles de su voz me escondí rápidamente tras la pared, no tenía otra opción para poder llegar a mi destino- ¿Has escuchado los rumores?

-¿qué rumores? –le preguntó Lilian con indiferencia, veía de reojo esperando que se fueran.

-Lo que todo el inter comenta –dijo Sheila, el trío de arpías estaban como un jodido destino a pasas de la entrada a los dormitorios.

-¿Qué? –dijo evitando mirarlas ¿se había sonrojado?

-Brad y Courtney son novios –Respondió Rebecca ¡¿Novios?! ¡Pero se está enredando todo!

-Ya no se lo dijiste Lily –se reía Sheila.

-Cállate… -se enojó Lilian.

-Oh vamos, has estado enamorada de Courtney desde que entraste al inter –las palabras de Rebecca me desorbitaron ¡¿Lilian enamorada de Courtney?! ¡¿Esa cosa tiene sentimientos?! Espera… ¿A Lilian le gustan las chicas?

-Quizás lo veamos el día de citas –Sheila reía, pero el rostro de Lilian estaba totalmente rojo y enojado, tanto así que aún no me lo creía y me sabía risa por lo bajo.

Lilian se alejó de la escena, Sheila y Rebecca caminaron en dirección contraria, así que rápidamente me acerqué a las escaleras cuando a medio camino su voz me perturbó.

-¿A dónde crees que vas? –volteó Rebecca llenándome el cuerpo de escalofríos, volverían a golpearme y ya no estaba para soportarlo.

Titubee un poco y en aquellos momentos mis impulsos eran más fuertes, Salí corriendo a mi habitación, escuchando sus risas a lo lejos, al parecer sólo querían asustarme… me sentí inútil, una cobarde, mi mente me llenaba de aquellas ideas torturándome una vez más como cada día.

 

-Rebecca…-pronunció.

-¿qué pasa? –volteó a ver a Sheila que la mantenía fuertemente agarrada del brazo.

-Le haremos una broma a Dénnis –la miró pícara.

-¿qué se te ocurre? –le imitó.

-¿Te parece si le conseguimos un novio? La inscribiremos en el día de citas.

 

Luego de correr por nada, entré a mi habitación, dejé las cosas sobre mi escritorio, como hace un par de años me habían inscrito a medio semestre, no quedaban las habitaciones suficientes, entonces me dejaron la que estaba en reparación, hacía de ese pequeño espacio algo mucho más allá de un cuarto, era mi hogar y el único lugar donde me sentía protegida, luego de todas las clases lo único que me quedaba era dormir.

Por lo general mi vida se resumía a una monótona rutina, pero ese jueves fue el día inicial de todo lo que parecía haber cambiado mi forma de vivir.

 

Desperté el Viernes, las clases, los descanso, la soledad y el aburrimiento era lo mismo, al menos tenía el consuelo de que se avecinaba el fin de semana. El internado abría sus puertas y ambos edificios –masculino y femenino- tenían el derecho a salir por unas horas a los exteriores, los escapes eran mínimos ya que todos adoraban ese lugar, hasta en eso yo no encajaba, siempre tenía el deseo de cruzar las enormes rejas y salir corriendo, pero de seguro no me mantendría más de una semana afuera, no tenía donde ir ni sabía qué hacer, me obstinaba al pensamiento de vivir en el internado hasta que fuera mayor de edad.

Hasta el almuerzo había tenido la bendición de no toparme con Lilian y sus cómplices, así que a la hora de almuerzo fui a comer tranquila, cuando las vi sentadas en una mesa, me alejé en lo posible.

Desde mi mesa veía el revuelo que había en la mesa central de comedor donde todas las porristas y chicas del club de vóley hacían un enorme escándalo.

-¡Atención chicas! –Gritó Cooper, ella era la co-capitana- Como sabrán la próxima semana es la inscripción al día de citas, así que por favor las que deseen hacerlo no lo olviden, como presidenta del club de animadoras las invito al evento de este año, la inscripción será en el gimnasio el próximo jueves –dijo finalizando con una encantadora voz, su cabello castaño siempre relucía, ¿qué acaso las porristas tienen que ser perfectas?

El famoso día de citas: La mayoría del internado espera impaciente esta fecha, es un evento anual que se hace a mediados de octubre; consta en inscribir tu nombre en una urna femenina o masculina respectivamente, el cual luego se hace un sorteo entre ambas y tu nombre es emparejado con alguien del sexo opuesto, tienes derecho o casi la obligación del día sábado tener una cita con esa persona para pasear por los alrededores; por lo general los deportistas y las animadoras son las principales exponentes de ese día, por lo cual las organizadoras, el club de animación se han ganado una enorme popularidad dentro de ambos edificios.

Nunca me inscribí a ninguno, dudaba que algún chico quisiera salir conmigo, no tenía el valor ni la confianza suficiente como para creer en mí, mucho menos para un pobre idiota que lo único que deseaba era una porrista que le meneara las hormonas.

Recuerdo que luego de ese jueves, los tres días siguientes pasaron volando, me quedé encerrada en mi habitación, solía esconderme de Lilian, aunque ella sabía dónde estaba mi cuarto, jamás puso un pie adentro; además que el tema de conversación eran los supuestos resultados del día de citas.

El día martes, soñé con mamá y papá, me preguntaba en dónde estarían, la ira me llenaba los nervios y solía golpear la pared, no entendía cómo pudieron abandonarme, aunque a decir verdad nunca fui muy importante para ellos, sólo me veían como un error en sus vidas.

Lilian me había golpeado ese día, si no fuera tan cobarde podría pegarle, si Sheila y Rebecca no estuvieran detrás de ella podría defenderme… cada día notaba como la vida siempre era injusta, mi mejilla se puso morada… recuerdo que esa tarde Lilian estaba llorando cuando me la topé en el baño, y sencillamente tal vez, se desquitó conmigo.

Me salto al día Jueves de la segunda semana caótica, desde temprano sentía las pisadas por los pasillos a gran velocidad, me levanté rápido, me puse el uniforme de deportes ¡jueves! La humillación otra vez de no poder jugar; bajé a los casilleros miré la puerta del mío y sobre la palabra “fenómeno” escrita en él había un “Buenos días” admití que era interesante, miré a mi alrededor y no había nadie ¡¿Dónde se habían metido?! Fui al gimnasio y ¡bingo! Todas las chicas estaban ahí, incluso podría decir que todo el internado femenino estaba ahí.

Las inscripciones… ¡verdad! Lleno de chicas huecas gritando a todos lados, había un enorme círculo de gente aglomerada.

-¡Te deseamos suerte! –escuché un gritó.

-¿Serás la primera verdad? –otro entre tanto bullicio inútil.

-Afortunado el chico que salga contigo –como última frase.

Parecía que le hablaban a alguien, de todas formas no podía ver nada y tampoco me interesaba, divisé a la distancia a la entrenadora y me acerqué a ella.

-¿Podré jugar hoy? –recuerdo haberle preguntado con una ligera chispa de esperanza.

-Miller, hoy no habrá clase, estas animadoras creen que pueden llegar aquí y molestar mi clase con sus tonteras –digo indignada dispuesta a salir del gimnasio.

 

-¡Bien chicas! ¡Hagan una fila escriban su nombre y no retrasen por favor! –gritó Cooper detrás de un escritorio junto a dos animadoras.

-Oye no te quedes aquí o perderás tu cupo –me dijo esa vez una chica animadora.

-Ah no yo no voy a inscribirme –le respondí balbuceando, no era buena comunicándome, mucho menos con desconocidas.

-Bueno, si deseas puedes inscribirte hasta las 4:00 –ella me sonrió, nadie solía hacerlo así que su rostro había sido el más amigable visto en tres años.

Como el día gracias a las inscripciones se había hecho libre, me senté en uno de los rincones del gimnasio más alejados en lo posible, vi a Lilian de reojo inscribiéndose ¿Quién podría salir con ella? Pobre demonio, Rebecca estaba ahí también y Sheila, pero por lo que creía Sheila tenía novio ¿por qué lo haría?

 

-¿Cuál es tu nombre? –preguntó la animadora.

-Mi nombre es Rebecca Wilson –respondió la chica de rubios cabellos.

-Escríbelo ahí, firma y acabamos…gracias, siguiente ¿Cómo te llamas? –preguntó a la chica.

-Dénnis Miller –fingió Sheila.

-Escribe ahí, firma aquí…gracias.

 

Veía que no podría jugar jamás básquet en la existencia de la existencia, por lo menos las inscripciones me daban un descanso y lo suficiente para poder dormir, de seguro al almuerzo todas comentaran sobre esto, parece ser que en el año este evento me hacía sentir más fuera de lo normal necesario.

La inscripción acabo a las horas, lo del almuerzo fue un pleno presagio, ese día vi más animadoras de lo normal; luego de todo el ajetreo recuerdo haberme ido a dormir, ya que pasé toda la tarde leyendo y me acosté a penas la noche se aparecía.

 

-¿Dónde se metió? –preguntaba Cooper como loca a sus compañeras.

-Cálmate Cooper –le respondía- de seguro ya aparecerá, ya sabes lo distraída que es nuestra capitana.

-Estuvimos esperándola toda la tarde, no puede faltar así como así a las inscripciones-Cooper se enojaba.

-¿no le aviso a nadie? Si al comenzar las inscripciones estaba cerca de nosotras.

-Ya sé, puedes irte yo manejaré el asunto- Cooper salió presurosa del gimnasio.

 

Cooper corría por todo el colegio, llego a las periferias del edificio principal, detrás de este un enorme sector verde le acompañaba.

-¡Courtney! –Gritó Cooper al ver su destino sentado en uno de los árboles.

-¿Qué pasa? –volteó Courtney con una piedra en su mano.

-Courtney –suspiró con pesadez- ¿Dónde has estado todo el día?

-Ah Cooper, no te enojes, sólo tomaba un poco de aire fresco –le respondió con una cautivadora sonrisa.

-El club estuvo esperando tu inscripción todo el día, y el internado completo también –su voz era pacífica, pero entre líneas el enojo se asomaba.

-Lamento habérmelo perdido, es que de repente apreció una mariposa de un color muy llamativo y llegué a este lugar ¿es lindo no crees? –dijo levantándose con delicadeza.

-Sí, sí muy lindo y todo, por favor capitana no te ausentes así tan repentinamente –Cooper agarró su mano como siempre lo hacía cuando estaban solas y caminó con ella en dirección al gimnasio.

-Cooper no te angusties.

-Vamos al gimnasio antes que las moderadoras vean que no estamos en las habitaciones –caminaba con ella del brazos mirando ambos costados- Todas deseaban que fueras la primera en inscribirse al día de citas.

-¿Por qué? –dijo muy extrañada.

-Porque eres popular –le respondió Cooper con intriga.

-¿Tanto así?

-Pues tu presencia en el evento es fundamental, ya que eres arma vital del club.

-Mira esto  -dijo mostrándole aquella rojiza piedra que aun llevaba en la mano- es linda ¿no crees?

-Capitana –llamaba la atención Cooper.

-Como si pudieras verle algo especial a la forma –la ignoraba.

-¡Courtney!

-¿Dime? –le dijo guardando la piedra en el bolsillo de su chaqueta deportiva.

-Por favor no tenemos mucho tiempo, escribe tu nombre en la hoja y ponla en la urna amarilla, junto a la verde de ahí, que es la de los hombres, recuerda la amarilla es de las chicas.

-Que piedras…tan…

-Capitana –la llamo de nuevo.

-¿eh? –la miró enojada.

-Estaré vigilando la puerta, por favor apúrate –Cooper la empujaba, no sabía cómo Courtney podía ser tan despistada.

-Bueno bueno.

-Courtney Evans –susurraba mientras escribía, los mechones castaños le caían por la frente y sus azulados ojos brillaban con intensidad aún con la poca luz lunar que entraba en el gimnasio- ¿por qué tanto jaleo este año?- se preguntaba, anteriormente no era tanto alboroto, la mente de Courtney seguía pegada en el patio trasero.

Courtney miró las urnas, recordaba que el año pasado eran rojas ¿Qué color le había dicho Cooper? Bueno ahora no hay rojas.

-Seré emparejada de todas maneras –dijo dudando- de tin Marín de do pingué, la verde- ¿o era la amarilla?

-¡Rápido! –Gritó Cooper al ver que una moderadora se acercaba.

Courtney guardó su nombre en la urna verde y se fue del gimnasio.

 

 

Bueno esa noche no podía dormir nada, escuchaba fuera de mi ventana hasta el más mínimo ruido, estaba distraída y sumisa en mis pensamientos, ahora que lo pienso, en ese momento sentía una rara opresión el pecho que ahora me parece no más que un sutil presentimiento.

Pasó al día viernes de la segunda semana, un día más de vida, otro más que se extinguiría. Me levanté muy lento, parecía que mi cuerpo no tenía ganas ni de respirar, tenía fatiga y mareos.

Al salir de mi cuarto escuchaba bastante ruido, más no veía a nadie, cuando logré llegar a la parte central escuché de un supuesto cambio de planes en el evento de citas.

-Vaya, eso es nuevo- me susurré.

Sin querer cuando caminaba Lilian apareció frente a mí, conversando con Sheila, parecía tan concentrada en su charla que al pasar por su lado, simplemente me ignoró.

Mi cuerpo estaba exhausto, más enfermo que lo anterior, me costaba poner la vista adelante, como si la noche anterior me hubiera hecho perder las energías… entré al baño, me encerré en uno de los cubículos, me sentía triste y sola, me puse a llorar, no podía soportarlo, hasta ese punto creí que ya no lo podría soportar más, la angustia de mi pecho crecía y sentí esa vez que mi cuerpo no era lo suficientemente grande para cargar con esa clase de sentimientos; por primera vez me ausenté las clases, aunque me retaran, aunque tuviera problemas, sólo quería estar conmigo mismas.

Entré solamente a la última clase, la de matemáticas, mi concentración estaba deplorable, me dolían las articulaciones y la fuerza de voluntad estaba decayendo, mi materia favorita eran los cálculos, pero todo estaban errados en cosas simples.

En la tarde, regresé como a las 6:30pm, lo recuerdo muy bien, casi perfecto, se acercaba el invierno y los cálidos rayos de sol ni calentaban tanto como antes, sin querer encerrarme y tomar un poco de aire, me dirigí sin ganas ni razón aparentes a los  pasillos del club de básquet, la entrenadora que salió repentinamente de la oficina me miró extrañada.

-Miller ¿qué haces aquí? –pregunto rara.

-Nada

-Creí que todas estaban en el gimnasio –dijo dejándome hablando sola.

Cuando lo mencionó recordé que al salir de clases no había nadie y estaban corriendo, al borde de no parecer vida entre los edificios.

-Te perderás el sorteo –dijo al darse la vuelta mirando mi cuerpo inmóvil.

-¿Sorteo? –le pregunté, más a mí que a ella.

-Las animadoras y sus eventos –dijo con ironía alejándose de mi vista.

¿El sorteo es hoy? Me pregunté, siempre solían ser los sábados ¿por qué ese día después de clases? Me sentía tan destruida esa tarde, recordaba a mis padres, lloraba por dentro y el sol se ocultaba.

Me acerqué al gimnasio, muchas luces rosadas y azules centelleaban con alegría, miré por la ventanilla de una puerta del costado, el lugar estaba repleto, me sorprendí al ver que las galerías estaban ocupadas con ambos edificio, en una estaban las chicas y al frente todos los chicos del internado de al lado, del año pasado que no veía al edificio masculino.

Deseaba salir de mí misma un momento, entonces entré por la misma puerta, como no pretendía quedarme parada a vista de todos –aunque me ignoraran- me escabullí entre la galería femenina  y miraba el evento entre los espacios de los pies de todas.

 

-¡Bienvenidos y bienvenidas! Quiero agradecerlas a todos de parte del club de animadoras por su participación en nuestro evento de citas de este año –anunciaba Cooper en medio de la cancha, recibida por aplausos y silbidos por todo el gimnasio.

Miré los rostros de todos, se veían tan felices que por un momento una pequeña sonrisa se asomó en el mío, desde mi oscuro lugar podía ver todo entre los espacios.

-Pido disculpas –decía Cooper por micrófono- por el sorpresivo cambio de sorteo este año, como sabrán la costumbre es el día sábado, pero este año decidimos hacerlo el viernes, porque, gracias a la colaboración de dirección del internado haremos un doble día de citas, es decir ¡sábado y domingo! –gritó con énfasis ciento aplaudida por todos los presentes.

Aplaudían con emoción, solía quejarme de este día por su importancia, pero por alguna extraña razón que no recuerdo, ver las sonrisas en tanta gente, hacía que mi pecho se relajara.

-La pareja dorada, es la primera escogida al azar ¡comencemos!

Cooper metió la mano en la caja amarilla, sacando una pequeña esfera.

-¡Y la primera chica es! … -abrió la esfera quitando el papel-… ¡Alexandra Lucker! –dijo mirando al público mientras varías chicas gritaban.

No veía nada ya que me encontraba bajo la galería con la multitud sobre mí.

Mientras una chica castaña bajaba de las galerías, al son de bromas, Cooper se apresuró en descubrir la otra cara del juego.

-¡Y su pareja es! –Quitó una esfera de la caja verde y quitó el papel de ésta- ¡Joshua Williams!

Varios chicos comenzaron a reírse y el susodicho se levantó de la tercera fila de asientos, bajó uniformado con el club de futbol americano y se dirigió al centro con el grito de las chicas, era apuesto, puedo recordarlo.

-¿Ustedes se conocen? –preguntó Cooper, mientras sus invitados negaban con nerviosismo.

-Querido inter, ánimo a nuestra primera pareja del evento, esperamos que pasen un momento agradable –dijo Cooper al unísono de aplausos mientras los chicos volvían a sus asientos.

Veía a las porristas detrás de Cooper alteradas, como si buscaran algo.

-¡La siguiente pareja será!...

Cooper lo hacía con gracia, uno a uno los nombres eran escogidos, creando parejas aleatorias, por lo que escuchaba esa noche, en una de esas parejas hubo una repetición del año pasado, era la primera vez que veía un sorteo en los años que llevaba aquí, sabía que era popular, pero no que todo el internado se inscribía.

Pensé que Courtney Evans sería la animadora del día de citas, pero no había sido nombrada a más que susurros que había escuchado de la galería sobre mí.

-¡Lilian Lee y Jonathan Corvis! –gritó Cooper sacándome de mis vacilaciones.

Oh vaya, eso significa que no estará el fin de semana y podré recorrer libremente los pasillos sin temer a encontrarme con su desagradable persona.

-Courtney no ha salido y quedan pocas esferas –escuché decir a una chica sobre las galerías.

Su comentario encendió la preocupación de varias zonas del gimnasio, todos murmurando porqué la famosa capitana no había sido emparejada aún, creando más expectativas ya que el supuesto “novio” Brad, no había sido seleccionado tampoco.

-Sigamos, quedan pocos participantes –dijo Cooper metiendo la mano en la caja femenina.

Y Aquí…es el momento donde los límites del destino se rompen, como si antes de ese día, de esas semanas, hubieran sido el último ápice de vida de la monotonía que sobrellavaba, el quiebre del infierno que me llevó al cielo efímero de la vida.

Cooper sacó la esfera, no podría olvidar ese momento, los gritos de todos, las luces, el éxtasis de emoción que tenían todos, los gritos en mis oídos y los latidos de mi pecho, un frío apuñalo sentí en la espalda, de sólo recordarlo ahora, podría sentir exactamente lo mismo, si pudiera volver a pararme bajo la galería, ver esas sonrisas, quizás me pregunto ahora ¿lo hubiera hecho?... si pudiera volver a ese momento, y volver a sentir el frío miedo cuando Cooper sacó la esfera amarilla y gritó lo último que esperaba escuchar.

-¡Dénnis Miller! –gritó, el público enloquecía y mi corazón se detuvo, me enloquecí, dejé de existir.

¿Mi nombre? Pensaba una y otra vez buscando una lógica respuesta, pensaba que quizás fuera otra chica con el mismo nombre, yo no me había inscrito, ahí era cuando una pizca de mano de dios me estaba tocando, pero eso, no era lo peor que pudo sucederme esa noche, al menos cuando lo viví.

-Y su pareja es…-gritó Cooper, luego de escuchar mi nombre pude haber jurado ver todo en cámara lenta, su mano en la urna verde masculina indicando el nombre que sería mi perdición instantánea.

Mi corazón estaba ahogado, mis manos sudaban, el dolor de mi cuerpo había vuelto más fuerte y lo peor es que ni siquiera me sentía propia.

-Courtney Evans…-susurró de la impresión, pero el micrófono que sostenía entre las manos había dado el acústico perfecto para que todos escucharan el nombre, el público no aplaudía, es más murmullos de duda y enojo resonaban en mi mente, y mis ojos empapados se hicieron evidentes.

No podía creer la situación que me caía encima, antes de pensar claramente salí huyendo de la escena, al traspasar el umbral de la puerta me rasmillé el hombro, aunque en ese momento ni cuenta me había dado, en poco tiempo me encontraba subiendo las escaleras que conducían a mi habitación, al entrar cerré la puerta con fuerza, me apoye sobre ésta con tristeza, suspirando con fuertes sollozos de angustia, sin entender aún si aquello que ocurrió había sido real, cayendo derrotada apoyada en mi puerta.

 

 

Notas finales:

Gracias por leer, subiré la contuanición luego (ya que debo hacer los caps de mi otro fic sensual ewe y tienen proriedad)

Espero que les haya gustado :3

                                                           Sthephi <3


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