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6:40 por MitcheKiller117

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Notas del fanfic:

Esto es ficción. Yo no soy parte de la SM ni sé qué carajos pase ahí, yo solo soy una loca autora que manipuló los nombres de los miembros de EXO y que esta dispuesta a narrar, en su mayoría, locas historias de amor. 


 

Notas del capitulo:

Por cada Review dejado ChanYeol se vuelve más orejón ♥ (Entre más orejón más guapo(?)

Aclaraciones:

—Diálogos.

"Pensamientos"

"Palabras dichas"

Puntos a remarcar.

.

 

 

 

 

 

Cuando BaekHyun se mudó al otro lado de la ciudad a mitades de curso del semestre pasado, nunca pensó estar agradecido al respecto.

Si había algo que detestara, era el tener que recorrer grandes distancias para llegar a su objetivo. Y mientras que su antigua casa quedaba únicamente a una parada de autobús de distancia, le tomaba dos autobuses y tres estaciones en metro llegar a la nueva.

Su frustración, pese a ello, se vio aplacada cuando descubrió que compartía la misma trayectoria para llegar a casa que su mejor amigo, KyungSoo.

BaekHyun nunca se caracterizó por ser una persona precisamente puntual. Muchas veces, cuando recién volvían juntos a casa, por culpa del mayor, ambos amigos se habían visto en la penosa necesidad de estar parados en la estación del autobús por más de veinte minutos. Todo porque Baek se entretenía tanto mirando los escaparates de las tiendas, que terminaban perdiendo el de la hora adecuada.

Soo siempre lo golpeaba en la cabeza y mientras le dedicaba una mirada tenebrosa, alegaba que dejara de ser tan distraído. Baek, que además de estar enojado con el mundo por el hecho de que su madre consiguiese una casa tan lejos, se la pasaba quejándose de su aburrida y monótona vida.

Era KyungSoo quien siempre reprendía al mayor por sus acciones. Se paraba frente a él y pese a ser más bajito, se ponía de puntitas y lo golpeaba en la coronilla cada vez que cambiaba de novio.

Y es que Baek, haciendo uso de su apariencia, cautivaba a la mayoría de los estudiantes del Instituto y, al estar siempre tan aburrido, terminaba saliendo con muchos de ellos.

Fue un jueves lluvioso cuando sucedió.

Las ganas de refugiarse bajo la lluvia, la humedad y las divertidas carreras para ver quien llegaba primero lograron que ambos amigos cogieran, por primera vez en semanas, el autobús de las seis con cuarenta.

BaekHyun apartó de un empujón al más bajito para colarse en el cálido interior del transporte público primero y, después de pagar, se giró hacía su amigo dando un saltito de victoria, llamando la atención de cada uno de los pasajeros.

—¡Yah! Gané. — Sentenció, señalándolo con un dedo.

KyungSoo miró hacia todos lados, apenado y se inclinó a modo de disculpa. El bullicio rio y el más pequeño se apresuró a golpear al mayor en la cabeza como lo hacía siempre.

El público del autobús que se veían en la penosa necesidad de tomar la mayor parte del tiempo estaba acostumbrado al espectáculo, ese, sin embargo, mantenía la mirada bien fija en ellos.

Baek, que tenía el pelo rubio, alborotado y además se delineaba los ojos, sonrió. Cediéndole un asiento libre a su bajito amigo, que detestaba llamar la atención y apoyándose en una de las barras superiores con absoluta dificultad, viéndose en la penosa necesidad de ponerse de puntitas, no siendo lo suficientemente alto.

En lugar de reírse, su amigo ojón frunció los labios y miró en otra dirección. Baek se sujetó con fuerza, temiendo caer si por alguna razón el bus se detenía… haciendo también una mueca, pensó que iba a ser un largo viaje y volvió a maldecir a su madre por lo bajo.

Tan ensimismado en sus pensamientos estaba, que no se dio cuenta cuando un muchacho, un par de asientos atrás, se levantó y le hizo un gesto con la mano para que tomara su asiento.

BaekHyun miraba la parte de atrás del autobús sin mirar realmente. El muchacho, que era muy alto, pronunció una sonrisa entre sus labios y de un gigantón paso se colocó junto al rubio, llevando una de sus grandes manos a su hombro.

BaekHyun realmente nunca se sintió acomplejado por su estatura, sin embargo, en el momento en que volvió a la tierra y miró al chico que tenía enfrente, comenzó a preguntarse por qué había tenido que nacer tan bajo.

El desconocido en cuestión lo miró con profundidad y ensanchó su sonrisa, logrando que el más bajo se perdiera en ella. A Baek le llamaron la atención sus grandes orejas y la masculina forma de su rostro, opacada por unas grandes gafas de armazón grueso y negro, tras las cuales unos preciosos ojos oscuros se encontraban.

—Esto… Uhm… — El muchacho carraspeó, haciéndose a un lado y señalando el asiento vacío.

Un sonrojo cubrió las mejillas del rubio. El chico no solamente estaba cediéndole su lugar, sino que se había tomado la molestia de ir a avisarle.

Asintió rápidamente y se soltó de la barra superior para caminar hacia el lugar indicado. Una vez estuvo parado normalmente, maldijo a los cielos por ser tan pequeño. La punta de su cabeza a duras penas lograba alcanzar la parte media del pecho de aquel desconocido.

Cuando se dispuso a avanzar, el autobús se meneó bruscamente al pasar sobre uno de los topes de la calle y BaekHyun cerró los ojos, visualizándose a sí mismo tirado en el suelo, pasando el peor ridículo de su vida.

Su peso, sin embargo, se recargó contra el amplio torso que segundos atrás se había encontrado examinando. El bajito levantó la mirada y se encontró con aquellos grandes ojos ocultos tras unas desarregladas gafas y el sonrojo en sus mejillas incrementó.

—Lo siento…

El joven negó efusivamente y le dedicó una de sus dulces sonrisas nuevamente, mientras lo jalaba por el brazo un par de pequeños pasos atrás y volvía a señalar el asiento.

Baek por fin tuvo la oportunidad de sentarse y así lo hizo. Mirando de soslayo a aquel gigante que le había salvado el pellejo y que además de todo, era un caballero.

El muchacho lo pescó mirándole una vez y Baek volvió a apreciar su sonrisa. El rubio apartó rápidamente la mirada, tragando duro y concentrándose en sus uñas.

Las había pintado la noche anterior de color negro y plata… Negro. BaekHyun se removió incómodo y sacó un espejo de la primera bolsa de su mochila, atreviéndose a echarle un vistazo a su reflejo.

¡Ay por Santa HeeChula y el dibidibidis!

El rubio se apresuró a guardarlo y continuó mirando su regazo. Estaba horrible. Más que horrible. Se veía feísimo.

El delineador que solía usar para resaltar el precioso color de sus ojos estaba corrido por culpa de la lluvia y su precioso cabello, que con tanto esmero había planchado esa mañana, se encontraba completamente estático.

Nuevamente, en voz baja y susurrante maldijo a los dioses, al creador del maquillaje, a la lluvia y al jefe de su madre.

¡Un atractivo chico se portaba amable con él y él se veía terrible! No podía estar teniendo un peor día, de eso estaba seguro.

Recordó que había estado mojándose y levantó la cabeza de un impulso, mirando horrorizado al orejón en cuestión. Efectivamente, había empapado su pecho al caer bruscamente sobre él.

Baek quiso que se lo tragara la tierra.

Su parada, sin embargo, llegó quince minutos más tarde.

Quince infernales y lentos minutos que se pasó mirándose el regazo con el ceño fruncido, evitando a toda costa que su hombro se rozase con el del pasajero que estaba junto a él para no mojarle.

KyungSoo, que está enfrente, se levantó al llegar a la estación acordada y miró hacia atrás, buscándole.

Su rubio amigo intentó levantarse, pero la mano del pasajero junto a él se lo impidió. Y Baek lo miró por primera vez en esa tarde.

Su piel morena hacía contraste con la luz grisácea colándose por la ventanilla. Llevaba el mismo uniforme de instituto que aquel atractivo gigantón y definitivamente, era muy guapo.  Había una sonrisa dibujada en sus carnosos labios, que se abrieron ante su cara de sorpresa.

—¿Cómo se llama tu amigo? — Le espetó, señalando al bajito en la parte de enfrente, poniéndose de puntitas para buscarlo entre la multitud.

Baek sonrió con burla y se encogió de hombros. — Kyung fuera de tu alcance Soo. — Murmuró, soltándose de su agarre y colgándose la mochila al hombro después de levantarse.

Siempre había sido la clase de diva que da una salida espectacular, sin embargo, bien consiente de su aspecto y sintiéndose ya lo suficientemente extraño con el individuo gigantón, lo único que Baek pudo hacer antes de acudir al llamado de su mejor amigo, fue llamar la atención del muchacho jalando de la manga de su saco y mirarle con ojos suplicantes.

—G-Gracias.

A sabiendas de lo ridículo que debía estar viéndose, empapado y con mal aspecto, Baek se apresuró por el estrecho pasillo del autobús y salió tras KyungSoo.

Una vez en la estación, Soo volvió a sacar su paraguas y miró el transporte marcharse. El rubio apenas volvió a levantar la cara y se encontró con la de aquel chico de gafas, mirándole mientras el autobús se ponía en marcha.

—¿Estás siquiera escuchándome?

La voz de su mejor amigo lo sacó de sus pensamientos y asintió. El bajito continúo frunciendo el ceño y negó, desaprobando su actitud.

—Pégate a mí, así no nos mojamos. — Repitió, extendiéndole el brazo para caminar juntos.

Baek sonrió pícaramente y le hizo caso, ambos echándose a andar a la siguiente estación bajo la recia y molesta lluvia.

—Estás todo mojado.

—Soo, eso ha sonado muy mal. — El mayor sonrió victorioso al notar las mejillas ardientes del menor, que le propinó un pisotón, avergonzado.

—Cállate o suéltame. — Amenazó el más bajo, cuyo corte de honguito lo hacía lucir bastante gracioso.

Baek lo despeinó cariñosamente y continuó caminando a su lado.

Cerca de llegar a la siguiente estación, recordó lo sucedido en la anterior y miró nuevamente a su bajito amigo.

—Yah, Soo. Le gustaste al chico del autobús.

El menor se sonrojó y Baek lo picoteó con un codo.

Tal vez no había sido tan buena idea mencionarlo.

 

 

 

Xx

 

 

 

A partir de aquella tarde, Baek se apresuraba a terminar sus actividades extraescolares los días que contaba con ellas y arrastraba a KyungSoo tras él para tomar el autobús de las seis con cuarenta, alegando que tenía demasiadas cosas que hacer en casa.

Sin embargo, no volvió a encontrarse con aquel gigante ningún día y un aura de decepción se formó a su alrededor.

Transcurrida una semana, Baek había perdido por completo las esperanzas. Pese a ello, caminó rápidamente por la banqueta de las calles y llegó puntualmente a la estación. Subió los escalones del transporte, asegurándose de limpiarse primero el lodo de los zapatos y pagó, girándose un segundo después para buscar un asiento libre.

Entonces, lo vio.

Estaba parado en la parte de atrás del estrecho pasillo. Su amigo estaba detrás. El autobús estaba lleno esa tarde.

Soo se paralizó a su lado y Baek pensó que sería por culpa de aquel candente moreno que les sonreía.

Avanzaron a paso mecánico hasta el fondo. El rubio podía escuchar el ruidoso sonido de su corazón latiendo a toda prisa mientras lo hacía y su respiración, lenta y a punto de congelarse.

Se colocó junto al gigante y el hombro de Soo rozó el suyo al detenerse. Mirando por la ventana, Baek se puso nuevamente de puntitas para sujetar la barra superior, su amigo se aferró a él, evidentemente apenado por no poder alcanzarla.

—Yah, SeHun-ee. Deberías cederle tu asiento a ese chico.

La voz del moreno, que BaekHyun por poco había olvidado, sonó ruda hasta cierto punto y el rubio se atrevió a mirar de soslayo.

Un muchacho de cabello colorido y también muy alto, acababa de levantarse y estaba colgándose la mochila por los hombros.

El corazón del Byun se paralizó un instante cuando el gigante que tenía por un lado levantó su zurda y la colocó sobre sus hombros. Por un momento, infinidad de pensamientos surcaron la mente del imaginativo y pequeño Baek.

Pensó en si eso era una declaración. Si le había gustado a aquel chico incluso teniendo un aspecto terrible. Si acaso lo veía mucho más guapo ese día. Si lo que quería realmente era abrazarlo o pedirle que lo acompañara a una cita.

Su burbuja, sin embargo, explotó cuando giró la cabeza hacía la izquierda y vio sus largos dedos deslizarse en el hombro del pequeño Soo para llamar su atención, justo como la semana pasada había hecho con él.

KyungSoo levantó la mirada y Baek percibió un ligero sonrojo en sus mejillas.

—Siéntate acá. — El desconocido con quien el de cabello colorido había estado compartiendo lugar, palmeó el asiento a su lado.

Soo asintió mecánicamente y se separó de su mejor amigo para tomar asiento.

Baek se sintió frustrado. Todo había sido simplemente parte de su imaginación y volvía a estar parado entre un montón de gente que iba camino a casa después de un día lluvioso.

En un jueves común. Un día más en que aquel gigantón no iba a declarársele, porque seguramente, aquel día de su primer encuentro, no había hecho otra cosa más que burlarse de él.

Bufó con desgano, lo suficientemente incómodo y sumándole el hecho de que debía sujetarse bien a la casi inalcanzable barra de fierro en la parte superior, se sentía hasta humillado.

“Maldita vida”.

Tan molesto estaba por todo el asunto, que no había notado la grande mano del muchacho de gafas todavía sobre sus hombros. Así que cuando el joven le habló y él no tenía ni idea de si estaba o no dirigiéndose a él, Baek tomó nota mental de ser menos distraído.

—Siento que no haya más lugares. LuHan-ee es muy sensible como para ir parado, además, SeHun es su novio y jamás hubiese permitido que le quitásemos el lugar. — Comentó, señalando con un gesto de cabeza al aniñado muchacho sentado junto a Soo. — Y tu amigo… él no podía ni sostenerse solo. — Añadió en un susurro, inclinando la cabeza hacia abajo para que nadie escuchara y terminando con una melodiosa pero estridente risa.

Comúnmente BaekHyun no permitía que nadie que no fuese él se burlara de la estatura de su mejor amigo y pese a ello, se echó a reír también.

—Soy ChanYeol, por cierto. — Murmuró el gigante con una sonrisa.

Y las mejillas del rubio se tiñeron de rojo mientras asentía y tragaba, nervioso. — Soy BaekHyun.

—Hola BaekHyun.

El aludido simplemente no podía creer que su nombre sonara tan jodidamente bien en los labios de otra persona. Su voz era tan gruesa y sofocante… Siendo un aburrido pervertido, como solía serlo, se preguntó cómo sonaría su nombre en la boca del gigante mientras gemía y reprimió una sonrisa deseosa.

—Hola ChanYeol.

Dijo y le miró con intensidad. El joven nunca dejó de sonreírle con dulzura, cosa que lo puso a temblar. Razón por la cual Baek bajó la mirada y se entretuvo mirando cada detalle de la costura del logo, de la que debía ser su escuela, bordada en su saco el resto del camino.

Se bajaron en su parada y una vez abajo, KyungSoo abrió nuevamente su paraguas mientras Baek levantaba la mirada.

ChanYeol estaba mirándolo como la última vez, solo que ahora se despedía con la mano. El rubio sonrió y estuvo a punto de corresponder cuando su mejor amigo lo tomó por el brazo y lo pegó a él para echarse a andar.

—¿Te ha hablado de mí, verdad? — Espetó Soo unas calles más adelante, con las mejillas ardiendo.

Baek recordó la broma que el gigantón había hecho sobre su mejor amigo y reprimió una sonrisa, ganándose un pisotón por parte del menor.

—¡Deja de hacer eso! ¡Soy tu Hyung! — Lo regañó.

KyungSoo frunció el ceño y continuó caminando. — ¿Y bien?

El mayor sonrió y volvió a despeinarlo con cariño. — Claro que me habló de ti, Soo.

Byun BaekHyun debía aprender a cuidar sus palabras.

 

Xx

 

Semanas después, BaekHyun se volvió una persona ansiosa.

Contaba los días, las horas e incluso los minutos para el siguiente encuentro. Y los jueves, se levantaba muy temprano para ponerse guapo, sabiendo que era el día en que lo vería. Cuidaba por horas de su aspecto y se le vía realmente sonriente.

Baek era feliz los viernes, recordando lo sucedido el día anterior. Lo era los martes, porque al día siguiente era miércoles y los miércoles porque al siguiente día por fin lo vería. El resto de la semana, sin embargo, volvía sus manos un nudo y miraba muy seguido la hora.

KyungSoo llegó a notarlo. Sobre todo cuando Baek le pidió acompañarlo a comprar un esmalte de ajo para sus uñas. El mayor nunca arruinaría su manicura y sin embargo, había comenzado a amenazar con hacerlo.

Se sentaron en la cafetería para almorzar un jueves, uno en que Baek no podía reprimir sus ansias ni su enorme sonrisa.

—¿Por qué tan contento? — Le espetó Minseok, que era su Hyung y solía sentarse a desayunar con ellos.

Baek sacó su espejo para retocar su delineador, sin probar todavía de su comida. — No hay razón.

—Seokie, no preguntes. — JongDae, su otro mejor amigo dijo con una sonrisa burlona. — Siendo Baek, seguramente hoy va a putear.

KyungSoo le propinó un pisotón bajo la mesa al de cabello castaño, que gimió.

—No hables de Baek como si fuese una puta, Chen.

El aludido asintió aun queriendo añadir que no encontraba el problema si así lo era, poniendo cara de cachorrito y aferrándose al brazo de un nervioso Minseok cariñosamente. BaekHyun guardó su espejo y los envidió mientras los miraba inclinarse para rozar sus labios.

Su estómago se revolvió. Casi podía ver a JongDae meterle la lengua.

Pensó en ChanYeol y en lo mucho que le hubiese gustado poder conocerlo en el mismo instituto. Seguramente hubiesen sido muy buenos amigos en un principio y, a final de cuentas, todo habría sido como un cliché.  Pensó que seguramente un día en la biblioteca, ChanYeol le ayudaría a alcanzar un libro y él hubiese terminado rendido a sus pies.

Negó con la cabeza, borrando sus imposibles ilusiones –tipo shoujo manga- de su mente.

—Se te ve nervioso hoy, Kyung-ee — Pronunció Minseok con un gesto preocupado que se vio interrumpido por una sonrisa avergonzada.

Chen, que era demasiado molesto y empachoso, estaba dándole de comer en la boca.

“Maldita cursilería”.

BaekHyun entornó los ojos.

—¿Uh? — KyungSoo hizo un nudo con sus manos.

—¿Sucede algo? —Minseok espetó con la boca llena, demasiado curioso como para esperar.

JongDae le había llenado los cachetes con comida, haciendo que luciera como un adorable hámster, gesto con el cual a BaekHyun le fue imposible no carcajearse.

Soo se removió incómodo. — Esto… ya saben… — Murmuró, dedicándole una mirada nerviosa a BaekHyun, que lo miró repentinamente interesado. El de corte de honguito tragó. — Creo que alguien me gusta y quiero decírselo, es todo.

Chen colocó ambas manos sobre la mesa de golpe, mandando a volar los palillos con los que antiguamente había estado alimentando a su novio. Los ojos de Kim Minseok brillaron.

—¿Quién es él? Cuéntanoslo.

—¡Debes decirnos, Soo!

Ambos estaban realmente curiosos y no era para más, que el de corte de honguito hubiese encontrado a alguien ya era mucho decir. La boca de BaekHyun se secó.

¿Realmente a su mejor amigo le había gustado aquel moreno o se había perdido de algo?

KyungSoo se encogió en su asiento y señaló al rubio con una cabezada. —Baek lo sabe.

—¿Y-Yo lo sé? — inquirió el aludido, señalándose a sí mismo con un dedo.

Su corazón latió rápidamente y su cuerpo se sintió repentinamente pesado.

Tenía un mal presentimiento al respecto.

El ojón asintió. — El chico del autobús. — Dijo, como si eso fuese un recordatorio.

Baek también asintió y miró a los que tenía enfrente. Las manos comenzaron a sudarle por alguna razón. — Ah, s-sí. — zarandeó la cabeza buscando despejar sus aturdidores pensamientos que martilleaban en su mente y de seguir así lo harían estallar. —Conocimos a un par de chicos en el autobús, uno gusta de Soo, pero no creí que a él…

—¿Un par de chicos? — KyungSoo lo interrumpió, volviendo a fruncir el ceño como le era costumbre. — Es solo un chico, Baek.

El aludido se paralizó y una oleada de pensamientos volvió a inundar su cabeza.

Minseok chilló de la emoción y Chen asintió para que continuaran.

—¿Cómo es él?

Baek esperó que la respuesta fuese moreno.

Soo se giró y luego de un suspiró empezó. — Él… bueno, él es muy alto.

El frio se apoderó del cuerpo de BaekHyun, quien se irguió de inmediato. ¿Muy alto?

Los recuerdos vinieron rápidamente a su cabeza. KyungSoo sonrojándose. KyungSoo caminando rápidamente junto a él los jueves para llegar a tiempo. KyungSoo paralizándose a su lado en el estrecho pasillo del autobús. KyungSoo ocultando su rostro en su hombro para no mirar a ningún lugar. KyungSoo temblando mientras ChanYeol llamaba su atención por los hombros…

“—Yah, Soo. Le gustaste al chico del autobús”.

“—Claro que me habló de ti, Soo”.

El tiempo se congeló por un instante.

 

 

 

Xx

 

 

 

 

KyungSoo abrió su paraguas al salir de la escuela.

El mes lluvioso había pasado, sin embargo, por la tarde continuaba brisando muy seguido.

El bajito jaló a BaekHyun y se aferró a su brazo como cada tarde mientras el mayor se despedía con la mano de Chen y Minseok, que entrelazaron sus dedos.

—¡Nos vemos mañana!

Baek asintió en silencio y se echó a andar.

Pese a estar caminando muy juntos y sentir la calidez de sus cuerpos emanar sobre el clima frio, Baek continuaba sintiéndose helado y sentía, también, que podía haber un acantilado de distancia entre ambos.

Soo no había vuelto a mencionar al gigante en todo el día, pero sus palabras no habían dejado de repetirse mecánicamente en la mente de BaekHyun.

“Creo que alguien me gusta y quiero decírselo, es todo”.

El rubio tragó duro. Por primera vez en muchas semanas, no tenía ganas de tomar el autobús de las seis con cuarenta ese jueves. Sus pasos se sentían pesados y lentos mientras los de su acompañante eran apresurados y jaloneaba su brazo constantemente.

—Baek. — Lo llamó el de ojos grandes unas cuadras después, sin mirarlo.

El aludido sacudió la cabeza para concentrarse en lo que estaba diciendo y no en sus aturdidores pensamientos.

—¿Qué pasa, Soo? — Murmuró, siguiendo el hilo de la mirada del menor.

La estación estaba a tan solo media cuadra de distancia adelante. Un escalofrío recorrió la espalda del rubio. KyungSoo permaneció en silencio, mientras avanzaban, el conocido autobús de la hora acordada se detuvo en la estación, abriendo sus puertas.

La ansiedad volcó el estómago del Byun. KyungSoo dejó de jalonearlo una vez estuvieron bajo techo, el rubio lo miró fijamente sacudir su paraguas y guardarlo con fingida tranquilidad, le temblaban las manos.

Soo no se apresuró a entrar en el transporte público y Baek, que no tenía nada de ganas de asistir al encuentro silenciosamente acordado de cada semana, esperó, guardándose las manos en los bolsillos.

El motor del autobús rugió quedamente, anunciando que estaba a punto de partir y BaekHyun se tensó. Soo, rígido como una piedra, caminó mecánicamente hasta alcanzar los escalones del transporte y una vez sobre el primer peldaño, se giró para mirar a su amigo, que estaba sujetándose a la agarradera de la puerta.

—¿Qué pasa? — El corazón  de Baek se agitó.

Soo tragó duro y sus ojos se aguaron. — Nosotros nos gustamos. — Asintió, como si estuviese tratando de creérselo. — Lo siento, Baek.

El aludido parpadeó repetidamente, intentando procesar la información.

El motor del autobús volvió a rugir y las pequeñas manos de KyungSoo se posaron sobre su pecho.

—Lo siento. — Repitió.

Y lo empujó con fuerza, logrando que se soltara de la agarradera y se impulsara hacía atrás, afortunadamente siendo sujetado por alguien que detuvo su caída.

Las puertas del autobús se cerraron en sus narices, Soo asintió al conductor para que se marcharan y pagó, desviando su mirada al fondo del transporte. Y mientras sus ojos se fijaban en el cristal de una ventana, sobre cierto gigante sorprendido que lo miraba a través del mismo. BaekHyun por fin reaccionó.

Horrorizado las puertas con los puños, de forma desesperada y vana.

KyungSoo lo miró fijamente con los ojos cristalinos tras el vidrio.

Sus labios en forma de corazón se abrieron.

BaekHyun alcanzó a leérselos.

“En verdad lo siento”.

El autobús arrancó.

 

 

 

Xx

 

 

 

BaekHyun acabó con su manicura la noche de ese jueves.

El viernes por la mañana, se levantó con un par de nuevas y para nada bienvenidas amigas. Bolsas oscuras bajo sus ojos.

No había podido pegar un ojo en toda la madrugada y cuando finalmente lo logró, el pitido del despertador retumbó en su cabeza.

Se removió entre las sabanas, no quería ir a la escuela. No quería tener que encontrarse con KyungSoo, verlo a la cara y saber que probablemente ahora estaba saliendo con cierto gigante.

Se sentía traicionado, aunque si lo pensaba bien, no tenía en absoluto porque hacerlo. Había sido él quien le había dicho a KyungSoo esas cosas, quien no había sido nunca capaz de aclarar la situación. No era nada extraño que a alguien más además de él, ChanYeol le resultase atractivo.

Se levantó, sintiéndose obligado a asistir al instituto para presentar su recuperación de Ciencias.

Y mientras se vestía con desgano, pensó en si ChanYeol también gustaba de KyungSoo. En si solía hacer bromas sobre las personas que le gustaban. En si era capaz de hacer a un amigo a un lado para estar junto a quien quería. Si se ponía a analizar esa pregunta, BaekHyun tampoco era capaz de responderla.

Camino a la estación del metro, Baek pensó en si habría mal pensado las palabras del moreno en su primer encuentro. Ese día, él había mantenido la mirada gacha todo el trayecto del autobús, tal vez ChanYeol se había comunicado con su amigo a base de palabras mudas y le había pedido preguntarle el nombre de KyungSoo. Si la cuestión era esa, BaekHyun se sentía muy estúpido.

Entonces él no era especial.

No lo era.

ChanYeol probablemente solo había sido amable todos esos días, sujetándolo para que no cayera al pasar sobre los topes. Ofreciéndole su brazo para sujetarse en lugar de pasársela de puntitas. Agachando la cabeza para escucharle con atención o acercándose a su oído para susurrar confidencias vanas.

Al llegar a la estación que frecuentaba antes de llegar al colegio, BaekHyun se preguntó si su enamoramiento por el gigante había sido tan obvio. En algún momento KyungSoo debió haberlo notado después de todo, en alguno de los momentos en que aceptó que ChanYeol era totalmente su estilo.

Porque si algo era difícil, era precisamente lograr que Do KyungSoo encontrase interesante a alguien.

Al llegar al colegio las personas se giraban para mirarlo.

BaekHyun no sintió pena. Apenas y se había retocado el maquillaje básico y no se había delineado los ojos, demasiado cansado como para ocultar su evidente desvelo. Demasiado triste como para plancharse o siquiera molestarse en pasar la secadora por su todavía húmedo cabello rubio.

Deslizó la puerta de su salón de clases mirándose los zapatos y fue recibido por un sinnúmero de comentarios sarcásticos sobre su aspecto por parte de Chen. Comentarios que ignoró mientras se sentaba y fingía repasar los apuntes para el extraordinario que tendría esa tarde.

Durante el almuerzo, Baek caminó con desgano y las manos en sus bolsillos tras sus amigos. Sorprendió a Soo mirándolo un par de veces y apenas llegó a tocar su comida.

Minseok lo miró y reprendió con preocupación pero él poco caso le hizo.

Deprimido, no prestó atención a algunos temas fundamentales en clases. Y cuando éstas finalmente acabaron se expandió en su lugar, estirando brazos y piernas.

—Me voy a casa. — Anunció Chen, incapaz de decir algo más y marchándose lo más rápido que le fue posible de todo ese tenso ambiente entre sus mejores amigos.

Ese día BaekHyun no volvería a casa con KyungSoo, en realidad, estaba completamente seguro de que no lo haría más. El salón fue vaciándose poco a poco y la silla de la butaca de atrás recorriéndose lo hizo estremecer.

—Baek…

KyungSoo se plantó con las manos hechas un nudo frente a él.

—Baek. — Repitió al no obtener respuesta.

Pero el aludido continuó mirando el techo.

KyungSoo se aferró a las agarraderas de la mochila que colgaba en su espalda y frunció el ceño en tanto se mordía esos preciosos labios de corazón, como cada vez que algo no le salía bien.

Lo siento.

El mayor se acomodó sobre su asiento y lo miró fijamente, sin mucha expresión en sus ojos. — ¿Cuántas veces vas a repetir eso, Soo? No te disculpes.

BaekHyun había odiado muchas películas cuando las amigas terminaban sus amistades por un chico. Un montón de veces se juró a sí mismo que eso jamás le sucedería a él, porque por supuesto, un amigo que ha estado a tu lado durante tanto tiempo, vale mucho más que otro pez más en el mar.

El aludido agachó la mirada y la subió un minuto después. — Lo repetiré hasta que me disculpes.

El rubio desarreglado negó. — No tengo nada que disculparte, todo fue culpa mía.

Soo suspiró y recargó una mano sobre la butaca, molesto. — Las cosas no han salido bien, joder. — Estalló, pareciendo entrar en crisis nerviosa. — ¡No sé qué demonios pasó! ¿Está bien?

Baek tragó, repentinamente interesado. — ¿Q-Qué sucedió?

—Te he dicho ya que no lo sé. — Soo hizo una mueca. — Estaba decidido a darle una oportunidad. Había dos asientos libres cuando me subí pero había tres chicos de pie. El pelo color crayolas, un moreno y… él.

BaekHyun asintió para que prosiguiera, frunciendo ligeramente el ceño al no escucharlo pronunciar el nombre del gigante.

—Pensando que se sentaría junto a mí ya que teníamos la oportunidad, me deslicé al asiento del fondo y esperé. Estaba muy nervioso, así que cuando alguien se sentó a mi lado simplemente lo solté.

Baek no pudo reprimir una sonrisa burlona. — ¿Soltaste qué?

—¡Le dije que me gustaba! —El bajito se exasperó. — Byun BaekHyun, más te vale que quites esa sonrisa de tu rostro. —Sentenció.

El aludido se cubrió la boca con ambas manos reprimiendo una sonora carcajada y asintió repetidamente, invitándolo a continuar.

—Pero no era él, Baek. Era el chico moreno. — Confesó nerviosamente. — Cuando me di cuenta iba a retractarme pero él me cogió de la mano y…

—¿Y?

Soo apretó los ojos, dejándose envolver por el recuerdo.

La brisa empapaba el cristal.

El autobús estaba cálido y engentado como comúnmente y KyungSoo, con los ojos aún vidriosos, estaba tan nervioso que creyó que el corazón se le saldría del pecho.

Un peso añadiéndose en el asiento de al lado, hizo que sus pensamientos le taladraran la cabeza así que rápidamente tragó y asintió, decidido.

—Esto… Tú también me gustas.

Como respuesta recibió silencio. Sintiéndose frustrado por no escuchar nada a cambio, Soo levantó la mirada y se encontró con la de un muchacho completamente distinto al que esperaba.

Parpadeó repetidamente, sintiendo la mano del moreno deslizarse sobre su pierna y alcanzando a estrechar su mano entre la suya. Zarandeó la cabeza, abriendo la boca para disculparse y retractarse.

Aunque por supuesto, no tuvo tiempo de decir nada. El moreno se inclinó sobre él y estampó sus carnosos labios contra los suyos, uniéndolos en un suave contacto.

KyungSoo se irguió durante el beso pero no se separó. El desconocido ladeo la cabeza para profundizar su roce y él simplemente cerró los ojos, sintiendo una descarga eléctrica recorrer todo su cuerpo, mandando al diablo el sentido común y toda su integridad como persona al estar besándose con un completo extraño, justo frente al chico del que suponía gustaba.

El moreno se alejó un poco de sus labios y lo miró detenidamente de forma seductora.

—Me llamo JongIn, Hyung.

El aludido asintió, con las mejillas teñidas al rojo vivo y abrió la boca para responder, cuando el siempre sorpresivo muchacho cubrió sus labios con su boca nuevamente.

—Tu nombre es KyungSoo, lo sé. — Murmuró con suavidad, apenas alejando sus labios de los suyos. — ¿Vamos por un café?

Y el aludido sonrió involuntariamente, bajando la mirada mientras asentía.

Las mejillas de Soo volvían a estar rojas mientras terminaba de contarle a su mejor amigo lo sucedido. Baek puso los ojos en blanco y lo señaló con una mano.

—¿Estás diciéndome que te besaste con un desconocido?

El menor infló los mofletes mientras se cruzaba de brazos. — Se llama JongIn.

BaekHyun sonrió. — Pero… ¿Y ChanYeol?

KyungSoo ladeó la cabeza de forma curiosa. — ¿Quién es ChanYeol?

 

 

Xx

 

 

 

Como había estado previsto, BaekHyun volvió solo a casa esa tarde.

Casi eran las seis con cuarenta pero no llevaba prisa. Era viernes, y los viernes nunca tenía prisa.

Su humor había incrementado bastante después de su conversación con KyungSoo. Sabía que no podía maldecir su vida todo el tiempo, a fin de cuentas y bendecía a los santísimos por su suerte. Se había pasado un buen rato en el baño con el delineador que llevaba todo el tiempo dentro de la mochila y tanto eso como el buen humor, le habían dado un giro a su rostro.

Desde más de un mes atrás, Baek había dejado de frecuentarse con muchachos y eso lo dejaba con un cosquilleo ciertamente extraño en el estómago.

Era como si de alguna manera se hubiese entregado en cuerpo y alma a ese tal ChanYeol. Le era fiel, incluso con el pensamiento, cuando ellos no eran absolutamente nada. Pensaba en él en todo momento y suspiraba por los rincones cuando lo hacía.

Byun BaekHyun nunca creyó enamorarse, mucho menos de un desconocido de apariencia extraña, en el cuál él nunca hubiese imaginado fijarse.

Al ver el autobús a punto de arrancar aceleró el paso y alcanzó a poner un pie en el primer peldaño de los escalones cuando la puerta amenazaba con cerrarse.

Sonriente, pagó y se giró para mirar por el pasillo. Su corazón latió lentamente cuando su vista llegó al final de éste.

ChanYeol estaba parado ahí, aferrándose a la barra lateral del final de autobús.

Tanto sus zapatos como el borde inferior de su pantalón estaban mojados. BaekHyun notó que le quedaban más altos de lo normal y alcanzó a ver sus calcetas de dibujos animados bajo ellos. Su camisa blanca se le ceñía al cuerpo, evidentemente húmeda y comenzando a transparentarse con la calidez del transporte público.

BaekHyun empezó a avanzar sobre el pasillo, sin importarle, por primera vez, tambalearse en tanto lo hacía.

ChanYeol le mostró su perfecta sonrisa. Ancha y tímida, simplemente perfecta.

El corazón de BaekHyun retumbó en sus oídos y movió sus pies con rapidez. Sus graciosas orejas sujetaban el armazón grueso de los lentes y Baek pensó que no había sujeto más jodidamente perfecto sobre el universo.

Así que no lo pensó, incluso cuando el autobús frenó en la siguiente cuadra y se lanzó a sus brazos.

Rodeó su cuello con sus manos y se impulsó sobre las puntas de sus pies para poder lograrlo. Su cuerpo de pegó al suyo, por instante temiendo el rechazo, tranquilizándose al sentir las grandes manos del gigante rodeando su cintura una vez el autobús se hubo detenido por completo.

Sosteniéndolo, protegiéndolo… correspondiéndole.

BaekHyun levantó la cara para mirarle.

Sus ojos eran preciosos, incluso si el cristal de sus lentes llegaba a distorsionarlos de alguna manera. Su sonrisa tan perfecta, ese curioso peinado revolviendo su cabello castaño y la forma de sus enormes orejas lo hacían parecer un pequeño niño juguetón y eso a BaekHyun le fascinaba.

No había un solo detalle en su imperfecto rostro que no pudiese gustarle. Lo sabía muy bien. Era esa deliciosa línea masculina entorno a su rostro, era su fragancia de hombre, era ese estúpido corte...

—¿Qué estás haciendo aquí en viernes? — Curioseó, impulsándose aún más sobre las puntas de sus pies, acercándose peligrosamente a su rostro.

Las personas mascullaban y los miraban indiscretamente, pero siendo francos, a BaekHyun poco le importaba en un momento como ese.

El gigante continuó sonriéndole, sin aflojar el agarre en su cintura. — JongIn dijo que si quería ser feliz, primero debía ser valiente.

Recordando el nombre del aparentemente nuevo novio de su mejor amigo, la sonrisa del más bajito se pronunció aún más sobre sus labios.

—¿Ser valiente? — Murmuró alcanzando a rozar su nariz con la suya, como un gato juguetón.

ChanYeol lo miró intensamente.

—Vine a decirte que me gustas mucho, BaekHyun-ee.

Las mejillas del aludido se tiñeron de rojo  y todo su cuerpo tembló al compás de su retumbante corazón. Se pasó la lengua por el labio inferior, saboreando el momento, evidentemente nervioso y sintiendo que si el más alto no lo estuviese sujetando, podría salir flotando de ahí en ese mismo instante.

ChanYeol frunció los labios sintiéndose inseguro y le acarició la espalda al mayor, haciéndolo estremecer.

—¿ChanYeol le gu-gusta a BaekHyun-ee? — Preguntó con voz temblorosa, ganándose una mirada llena de ternura por parte del otro al referirse a ellos mismos en tercera persona.

Al demonio con la gente.

El aludido se impulsó lo más que pudo sobre sus pies y atrajo al más alto con las manos sobre su cuello, juntando sus labios por primera vez.

Primero fue algo casto, suave y sumamente leve. Sin embargo, siendo siempre ansioso y rogando por conocer mucho más afondo la boca de su acompañante, BaekHyun ladeó la cabeza y profundizo el beso con urgencia.

Logrando que una llamarada de placenteras sensaciones fluyera rápidamente a través de la sangre de ambos y los hiciera estremecer cuando pasó su lengua sobre los labios ajenos, sintiéndolos cálidos y terriblemente deliciosos, pero sobre todo suyos.

ChanYeol abrió la boca con lentitud, dejándolo entrar en su cavidad y su lengua buscó la suya, enredándose casi instintivamente. Acariciándose con salvajismo en una obscena danza bucal.

Las puntas de los dedos de los pies de BaekHyun dolían por mantener todo su peso recargado sobre ellas pero al muchacho en cuestión se había olvidado de todo, incluso de que tenía un par de pies. Presionó sus labios con desenfreno sobre los del más alto y finalmente sucumbió ante el dolor en sus extremidades, bajando lentamente sin despegar su mirada de la del gigante.

Uno que otro silbido se escuchó dentro del autobús y también un par de aplausos.

La cara que puso ChanYeol en ese momento fue todo un poema y BaekHyun sonrió triunfante, aferrándose al pecho del más alto para ocultar su avergonzado rostro.

—No es justo. — Susurró el menor agachando la cabeza. — Yo no puedo esconder mi cara en ningún lado.

Baek se aferró a su cintura con más fuerza, fundiéndose en su cuerpo y embriagándose con su masculina fragancia.

—Es tu culpa por ser un gigantón.

ChanYeol le besó la coronilla sobre el pelo tiernamente. — Te perdonaré solo a ti por llamarme así.

BaekHyun levantó la mirada y se impulsó nuevamente sobre las puntas de sus pies para dejar un suave beso en sus labios.

—Serás gigante pero… — hizo una pausa enredando su mano con la del otro, que era evidentemente mucho más grande. — Eres mí gigante, ChanYeol.

El mayor sonrió con dulzura y capturó su rostro con su zurda, acariciándole la mejilla. — ¿Y tú eres mío, verdad BaekHyun-ee?

El menor capturó sus labios como respuesta, permaneciendo más tiempo sobre ellos sin llegar a profundizar el contacto. Sintiendo su avorazado corazón descolocado por un simple roce, como nunca imaginó que llegaría a suceder.

—Soy todo tuyo, Yeol.

Murmuró, volviendo a fundir su rostro en su pecho.

Park ChanYeol tenía los dedos rasposos, las manos demasiado largas y una voz gruesa increíblemente ruidosa. Tenía un corte de cabello ridículo, usaba lentes demasiado grandes y era descomunalmente alto, sin embargo, BaekHyun sigue afirmando que sus ojos nunca encontrarán a alguien tan hermoso como él.

Y en lugar de maldecir, como en un inicio, bendice las casualidades que lo llevaron a mudarse lejos y los pasos que le hicieron tomar aquel autobús por primera vez, un jueves a las seis con cuarenta.

 

Notas finales:

Les dije que iba a hacer un ChanBaek pronto.

Claro que es fluff, esta historia me vino a la mente y la verdad en algo así no le encontré cabida al lemon C:

Espero que les guste, va dedicado principalmente a  XOXOonlyXo. ♥

Que es fan del BaekYeol y que me lo pide desesperadamente en mi Fanfic: Trouble Town. Honey ♥ siento no poner tanto allá algunas ocaciones, esto es para ti :3

Espero sus Reviews, en nombre de la pasividad en general.

Muchas gracias por leer.

¡Que tengan un lindo fin de semana! XOXO.

EDITADO: 14-OCT-2014.


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