El día comenzaba soleado y de la mejor manera, el cielo azul reflejaba que este verano sería el mejor de todos. Una joven fujoshi de unos 17 años dormía tranquilamente en su habitación, aunque eso le duraría poco ya que su mejor amigo, Sebastián, interrumpiría su descanso.
-¡A LEVANTARSE MALDITA FLOJA, RECUERDA QUE HOY ES EL GRAN DÍA!- Una almohada salió disparada hacía su cabeza, aunque Sebas ya está acostumbrado y gracias a eso ha desarrollado unos buenos reflejos.- No me vengas con tus asquerosos malhumores, recuerda que fuiste tú la que organizo todo esto.
-¡Lo sé, lo sé!- Bufó al borde de la histeria.- ¿Desde qué hora estas despierto?
-Creo que hace como una hora…
-Me da asco tu felicidad matutina…- Replicó al escuchar la respuesta de su amigo.
Una suave risa abandonó los labios de Sebastián, ciertamente él era un chico comprensivo. Rachelle se observó por unos minutos al espejo, su cabello corto estaba alborotado y su pijama revelaba largas horas de sueño diarias. Luego de “reconstruir” su rostro adormecido se dirigió a su cuarto para poder cambiarse, unos shorts, una camiseta y unas sandalias era lo único que necesitaba.
Al bajar y observar a su amigo notó que su cabello castaño aún estaba sin peinar, sus ojos grises no se despegaban del desayuno que la madre de Rachelle había preparado y las maletas se encontraban a su lado.
-Aun creo que eso es mucho equipaje para cuatro semanas. – Soltó ojeando el equipaje de la más baja.
-Son suposiciones de un chico que aun ni siquiera a peinado su cabello…-Contestó dándole un mordisco a su tostada.- Asegúrate de estar listo antes de las nueve.-Comento tranquila.
-Pero si son las nueve con quince…-No fue necesario terminar la frase para que Rachelle escupiera toda la comida en el rostro del castaño.
-¡DEVIAMOS ESTAR EN LA ESTACION DE TRENES A LAS NUEVE!- Chilló histérica mientras tomaba sus bolsos.-Son demasiado pesados, llévalos tú. Mamá, papá debo irme…
Y luego de una despedida de 15 minutos por fin se dirigieron a la estación.
Hace una hora en la casa de Allison:
Los cabellos pelirrojos de la joven fujoshi caían por su espalda a la vez que daba un gran bostezo. Sus ojos marrones observaban el suelo como si estuviera esperando algo interesante de su parte, la puerta sonó y al no obtener respuesta alguna el causante del sonido entró.
-Creí que aun dormías, venía a despertarte.-Sonrió dulcemente.
Matthew, o Matt como lo llama la pelirroja, era bajito, un poco más alto que Allison, tenía el cabello azabache y una sonrisa pintada en el rostro, su piel era pálida y sus ojos almendra. La joven de 17 años se encontraba sentada en la cama pero no daba señales de vida, su respiración era lenta y pausada.
Observa de cerca.- Ally, oye Ally ¿Estas viva?- Dijó tocando su brazo.
-¡¿QUÉ YAOI?! YO NO TENGO NADA DE ESO.- Gritó exaltada por el toque que su mejor amigo le había dado.- ¡Matt! No me des esos sustos…
-Lo…Lo siento Ally, por cierto ¿Qué es eso del yaoi?
Sus mejillas se tiñeron de rojo y obligó al azabache a salir de su cuarto con la excusa de que debía alistarse. Luego de desayunar y haberse despedido de sus padres dieron camino hacia la estación de trenes.
Ya hacía media hora que se encontraban en el mismo lugar, el calor se estaba haciendo agobiante y ciertamente estaban comenzando a impacientarse. A lo lejos podía divisarse dos figuras corriendo repletas de maletas, una chica de cabello corto y negro y un chico unos 15 centímetros más alto que ella.
La chica pelirroja, arrojó un bolso a la cabeza de Rachelle una vez que estuvo más cerca de ella.- ¡ACORDAMOS ESTAR AQUÍ A LAS NUEVE! ¡SON CASI LAS DIEZ!
-Lo lamento, es que “alguien” olvido despertarme a la hora que acordamos.- Dijó sobando su cabeza y acusando con la mirada a Sebas.
-Siempre me echas la culpa a mí.- Hizó puchero el más alto de todos.- ¿Y tú eres?-Preguntó curioso el oji-gris.
-Él es Matt, ¿Recuerdas que te dije que el amigo de Ally también vendría?-Observó al más alto.
-No, no lo recuerdo. Pero, ¡Un gusto en conocerte Matt! Yo soy Sebastián.-Sonrió y extendió su mano.
-Un…un gusto para mí también.-Susurró un poco sonrojado y tomando la mano del mayor.
-¡Kya! Tendríamos que haber hecho esto hace mucho.- Habló orgullosa de sí misma la colorada mientras sonreía.
Ambas fujoshis observaban a sus amigos charlar y de vez en cuando disfrutaban del sonrojo que el menor dejaba ver. El tren llego a la estación, Sebas con ayuda de Matt subió las maletas y se dirigieron a sus asientos indicados
Continuara...
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