Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Eternidad por Dynast

[Reviews - 3]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Esto ya lo había escrito hace tiempo pero me quedaba revisarlo un poco y realmente no sabía si colocarlo o no xD

 

Es la primera vez que escribo un oneshot, espero que no se os haga demasiado largo/empalagoso/dramático (me encanta el drama, adoro el drama, amo llorar con el drama... creo que tengo un problema en la cabeza al respecto e_e')

 

Disfrutadlo :D

Su maquiavélico plan había resultado ser absolutamente perfecto. Todos habían creído su muerte y, a su regreso, cómo había previsto, Odín se encontraba demasiado débil. Sólo fue una suposición suya, pero si en algún momento de su vida llena de mentiras lo había llegado a querer mínimamente, tal vez no soportaría otra desdicha. Y así había resultado, para su fortuna. El Gran Padre de todos, aún afligido por la pérdida de su esposa, no había podido soportar la nueva de que su hijo adoptivo hubiera caído en combate. El cruel gigante del hielo había observado, transformado en un soldado asgardiano, cómo el abatido anciano perdía el tenue brillo que vagamente conservaba en sus cansados ojos. En ese preciso instante, el rey de los engaños se quedó consternado por el huracán de emociones que lo invadió. Sentía la malévola victoria recorrer su alma, pero el niño que aún tenía dentro lloraba ante tal crueldad, dándose cuenta de que aún era amado, aunque hubiera cubierto esa verdad con el velo del rencor y el odio.

 

Observó como ese anciano, antes majestuoso y poderoso, se desplomaba lentamente inspirándole nada más que lastima. Se acercó hacia él y recordó la anterior vez en la cual se había encontrado en esa misma situación, tras descubrir que toda su vida había sido una farsa y cuando el Padre de Todos no pudo soportar las palabras de odio que le lanzó. Se inclinó, en una muestra no sabía bien si de compasión o maldad, a contemplar aquel abatido rostro. Agarró la mano que se alzaba en petición de ayuda, mientras lo observaba fijamente tras esa máscara. No supo bien si fue porque sintió que aquellos ojos lo reconocían, pero de pronto se vio abrumado por un sentimiento que no pudo controlar. Una solitaria lágrima cayó en el aire y se deslizó lentamente entre esas arrugas, mientras su propietario desviaba a la mirada, aturdido y furioso hacia sí mismo. ¿Qué era lo que acababa de sentir? ¿Amor? No, eso ya no era posible para él, se prohibía aceptar tal cosa. Por un instante, se sintió enfermo.

 

Odín cerró finalmente los ojos, tras una expresión tranquila. El jotun volvió a sentirse enfermar y frunció el ceño. Aquello debía terminar. Lo cogió en brazos y se dispuso a llevarlo a la cámara donde pasaría el que tal vez era su último sueño. Ahora no había nadie para vigilarlo, para velar por él y hacer ver al resto de asgardianos el estado en que se encontraba. Tras tumbarlo con extremo cuidado y observarlo de nuevo, fuera ya de la ilusión del soldado, le dirigió unas palabras antes de ocupar su lugar.

 

- Me esforzaré por ser el buen rey que desde pequeño supe que llegaría a ser.

 

Dicho eso, se transformó en aquel anciano y dejó al auténtico tendido en la vacía habitación.

 

Se sentó en el trono como lo había hecho en el pasado. Lo tanteo ahora con esas manos llenas de la experiencia de los años que él no poseía, pero que sentía que no necesitaba. Se creía mucho más sensato, inteligente e ingenioso. Tenía la mente y las ideas claras. La experiencia vendría con los años. Entonces, le sobrevino una importante pregunta. ¿Durante cuánto tiempo podría mantener esa farsa? A fin de cuentas, no era él el que se encontraba sentado en el trono. ¿Cuánto tardarían en darse cuenta? Sintió un nudo en el estómago al contemplar la posibilidad de que, pese a ser el dios del engaño, esa treta no fuera a durar para siempre. Y, además de los nervios, le invadió una fuerte impotencia por no haber sido él, Loki, quién consiguiera el trono por sí mismo. Pero aquello era lo máximo a lo que podía aspirar en ese momento, hábilmente oculto tras ese disfraz, pero como una rata asustada.

 

----------------------

 

Le pareció irresistiblemente divertido él como el resto de asgardianos no notaba su farsa. No tardó en aparecer Thor, quién estaba afligido y cansado por la pérdida de su hermano y las batallas que tenía que estar llevando a cabo para instaurar de nuevo la paz en los Nueve Reinos. Supo que no era ningún obstáculo para él. Le ofreció la charla que tanto deseaba y qué, sin embargo, jamás hubiera aceptado brindarle el auténtico Odín. Todo era perfecto. Entonces, ¿por qué sentía ese vacío, ese sentimiento de desamparo? Puede que no fuera bajo las mejores condiciones, pero podía disfrutar de aquello que lleva persiguiendo durante toda su vida. Entonces, ¿por qué seguía sin sentirse plenamente feliz? ¿Acaso era porque quería más? ¿Acaso era porque esa situación seguía sin satisfacerle?

 

Pasaron los días y la desagradable sensación no desaparecía. Era frustrante. Además, la Salud de Odín no parecía ir a mejor.

 

Durante una de sus visitas al Padre de Todos, decidió finalmente hablar con él, sin saber si todavía le escuchaba. Se sentía desesperado.

 

- ¿Qué he hecho mal padre? ¿Cuán horrible he debido ser en otra vida para merecer esto? ¿Por qué soy incapaz de alcanzar la felicidad? ¿Por qué no soy capaz de acabar con tu vida y quedarme con lo que siempre he deseado tener? ¿Por qué reside aún dentro de mí la vaga esperanza de que despiertes de nuevo y puedas perdonarme y aceptarme? - apartó la mirada, afligido, mientras sus ojos se humedecían por esas sensaciones que era incapaz de controlar - ¿Por qué soy tan débil?

 

Se levantó, dispuesto a partir de esa habitación que sólo le causaba más pesar. Salió de la sala del trono, con su disfraz puesto de nuevo, y se quedó contemplando el cielo desde un balcón mientras intentaba tranquilizarse. Estaba teñido de un espléndido azul turquesa pero a él le pareció del más absoluto y lúgubre gris. Y ese sentimiento no desapareció.

 

Tras las amplias salas del palacio asgardiano los días se le presentaban eternos, y las noches aún más oscuras e interminables. Acudía en vano al altar de su madre de vez en cuando, para probar si de esa forma desaparecía su angustia, pero ella tampoco estaba dispuesta a ayudarle. Nada podía eliminar ese sentimiento de soledad que le perseguía. Pero no tuvo ni tiempo para acostumbrarse a él, puesto que un día que entró en la sala donde Odín se encontraba en su sueño, lo encontró más pálido de lo habitual. Se acercó, temeroso, deseando que aquello no fuera más que otra ilusión, otra mentira. Disipó el disfraz y le cogió de la mano, la cual estaba más fría que la suya. Levantó la cabeza para mirar aquel rostro, marchito y gris. Sus grandes ojos aguamarina comenzaron a imbuirse del más inocente miedo. Descendió sus cabellos negros sobre su pecho, hasta que pudo comprobar que su corazón no latía. Soltó la mano, presa del pánico, mientras sentía que todo su cuerpo temblaba levemente. Volvió a observarlo, intentando asimilar la situación, y entonces se dio cuenta de algo que lo dejó totalmente trastornado. Ya no existía la esperanza que guardaba aquel niño del cual no había conseguido desprenderse en todos esos años. Ya no existía la posibilidad de que valorara sus logros, le pusiera la mano sobre la cabeza como antaño y le dijera con ese cálido tono: "estoy orgulloso de ti, hijo". Aquello acaba de desaparecer, ¿y qué le quedaba ahora? Notó una fuerte opresión en el pecho y se sintió absolutamente miserable. Comenzó a llorar como no lo había hecho en mucho tiempo, más fuerte y desconsoladamente que cuando le arrebataron la vida a su madre. ¿Qué le quedaba ahora? Apoyó de nuevo la cabeza sobre aquel cuerpo inerte mientras sus ojos perdidos seguían llenos de lágrimas y experimentaba incontrolables sollozos que hacían que se estremeciera todo su ser.

 

Sabía que ahora sólo tenía dos opciones: encerrar, congelar todos aquellos sentimientos definitivamente, en lo más profundo de su alma y permanecer allí, o huir lo mas remotamente lejos posible, huir de esa vida y empezar una nueva. Sin embargo, supo que si elegía quedarse allí no sería para siempre, así que no tardó en decidirse.

 

-----------------------

 

Thor volvió de otra cruenta batalla a decir la nueva de la victoria a su padre, pero no lo encontró en el trono. En su lugar, vio aparecer a un nervioso muchacho entre las columnas de piedra. Tenía el oscuro cabello corto y rizado. No recordaba haberlo visto nunca pero le resultaba familiar. Apenas era un niño.

 

- ¡Señor, Señor! ¡He visto nuestro Rey de camino la gran sala! ¡No tenía buen aspecto!

 

- ¿Cómo dices?

 

El joven se acercó y sintió cómo sus frías pequeñas manos le cogían la suya y lo guiaban. Efectivamente, allí se encontraba Odín, yaciendo sobre la gran losa de piedra. El Dios del Trueno sintió que se le paraba la respiración ante la idea de que incluso parecía que la vida misma le había abandonado. Se acercó y advirtió que, efectivamente, estaba inerte y pálido. Se llevó la mano a la boca, no creyendo lo que estaba viendo, mientras sus ojos parecían salírsele de las órbitas. ¿Cómo era posible que hubiera ocurrido tan repentinamente? Apenas unos días antes lo había visto con tanta vitalidad... Sus ojos comenzaron a humedecerse y de pronto recordó al muchacho. Lo buscó por la sala,  pero había desaparecido. Finalmente decidió acercarse completamente al cuerpo sin vida, mientras no podía evitar sollozar, y le agarró la mano.

 

- Oh padre... ¿Por qué ahora, tú también... - preguntó entre murmullos antes de que su rostro se llenara de lágrimas.

 

No pudo mantenerse erguido, por lo que empezó a encorvarse mientras colocaba aquella gélida mano contra su frente y seguía con su llanto de agonía.

 

------------------------

 

Si ya se había encontrado decaído, los siguientes días fueron un auténtico infierno para Thor. Había perdido a toda su familia en un lapso demasiado corto. No podía creerlo, no quería aceptarlo. Sus vividos ojos azules ahora parecían un profundo pozo de oscuridad, y sentía su corazón marchitarse lentamente.

 

Sus buenos amigos no le dejaban solo en ningún momento, pero nada parecía consolarlo ahora. "Lo superaras", "Sólo necesitas tiempo", "Ha sido duro, pero tú eres fuerte" y frases del estilo le repetían a todas horas, en vano. No había nada ni nadie que pudiera reconfortarlo. Se sentía completamente desválido.

 

Sabían que no era momento de meterle más presión, pero había un asunto urgente que tratar y que no podía esperar. Todo el reino aguardaba por ello. Una tarde dada, mientras el rubio contemplaba con la mirada ida uno de los libros de cuentos que su madre les leía a él y a su hermano cuando eran pequeños, aparecieron los cuatro guerreros dispuestos a hablar con él del tema. Decidieron que fuera Sif quien lo hiciera, tras estar todos de acuerdo en que era tal vez la que más tacto poseía para esos asuntos.

 

- Thor... - comenzó a hablar mientras le cogía la mano, a lo que éste se quedó tan estático como antes, mirando a la nada, sin ningún tipo de brillo en sus ojos - Sabemos que son días difíciles para ti, pero todo el pueblo aguarda... - observó que seguía sin hacer nada más que parpadear. Miró al resto de compañeros y estos asintieron con la cabeza - Asgard necesita un Rey.

 

Nada más formular esa frase, Thor se estremeció y movió ligeramente la cabeza hacia un lado.

 

- No... - murmuró de forma casi inaudible.

 

- Thor... por favor, entiéndelo - suplicó la guerrera.

 

- ¡No! ¡Me niego a aceptarlo!

 

Dio semejante grito que dejó a todos sin aliento. Acto seguido, se levantó bruscamente, lleno de ira, y abandonó la estancia aporreando el suelo con sus pasos. Nadie se atrevió a seguirle.

 

- Se le pasara... - comentó Volstagg en cuando comprobó que se habían quedado solos en la sala.

 

Thor se sentía asfixiado. Quería, debía salir de aquel lugar, de dentro de aquellas paredes que tantos recuerdos le evocaban. Deseaba dejar de pensar por un momento. Cuando se quiso dar cuenta estaba, literalmente, corriendo entre las calles de Asgard. La gente que lo veía pasar se giraba, confusa por ver en ese estado al príncipe, y cuchicheaban entre ellos. La verdad es que en ese momento le daba igual lo que el resto de asgardianos pensara de él. Se soltó la capa, sabiendo que alguien la recogería. El casco y el martillo se habían quedado con los cuatro guerreros de Asgard, y dio gracias de que así fuera porque los habría arrojado también en ese preciso instante.

 

Su cuerpo le llevó hacia los verdes campos de las afueras de la ciudad. Se sintió rejuvenecer mientras corría por la alta y verdeante hierba. Vio el bosque ahora más de cerca y recordó el río al que llevaba a su hermano cuando conseguía convencerlo de que escaparan de clases. El antiguo camino estaba ahora lleno de maleza y apenas se podía intuir. Sin importarle el perderse, se adentro por él, apartando ramas con sus manos y estrujando las más bajas con sus pies. No tardó demasiado en comenzar a ver el claro. Allí estaba, tal y como la recordaba, la hermosa cascada tras la cual se abría un pequeño estanque. Se acercó a la orilla para probar esa cristalina agua. Seguía igual de deliciosa. Se sentó allí mismo, sobre la iridiscente arenisca del río, y contempló los verdes árboles moverse al son del viento y las aguas del río fluir sin cesar, como si el paso del tiempo no le hubiera afectado. Era igual de hermoso y el sol se reflejaba exactamente en el mismo lugar. De pronto se sintió muy pequeño, y un profundo sentimiento de melancolía lo invadió por completo. Sus mejillas se humedecieron, mientras la suave brisa seguía removiendo gentilmente su melena. Le dolía el corazón.

 

Perdió la noción del tiempo. Desconocía cuánto llevaba ahí tendido, pero no importaba. Ni siquiera se movió un milímetro al notar una presencia tras él, hasta que ésta estuvo justo a su lado. Giró la cabeza con aire cansado. Ya se le habían secado las lágrimas, aunque a lo mejor si esa persona se fijaba detenidamente se daría cuenta de que había estado llorando.

 

Era el niño de antes. Lo observó como si fuera un espejismo, como si realmente no estuviera allí y fuera todo producto de su imaginación. No se encontraba con ganas de pensar en nada.

 

- No sabía que alguien más conociera este lugar - dijo finalmente ese desconocido con una sonrisa, lo cual le sacó un poco de su trance.

 

- Solía venir... hace tiempo... con mi hermano... - Sus palabras salían casi sin vida de su boca, como si estuviera en un sueño. El muchacho se quedó en silencio, observándolo fijamente con sus grandes ojos. - Pero ahora ya no está. Todos se han ido para siempre.

 

Hablaba con un tono triste y desolado, reflejando cómo se encontraba.

 

- Lo siento... - murmuró el chico agachando la cabeza y frotándose la nuca.

 

- Daría lo que fuera por volver al pasado - dijo casi en un susurro mientras miraba fijamente el sol reflejado en el agua. - Antes de que empezara toda esta pesadilla...

 

Sintió que sus mejillas se humedecían de nuevo, por lo que se giró y apoyó la cabeza sobre su mano. Intentó ahogar unos sollozos, pero era consciente de que su acompañante se percataría de ellos.

 

El niño se levantó y retrocedió unos pasos lentamente. Tal vez lo había abrumado. No lo conocía y, sin embargo, le estaba contando todo aquello y se estaba mostrando tan abatido. Desde luego que no era el comportamiento digno del príncipe de Asgard. Pero era extraño, se sentía muy a gusto en su compañía, y le sobrevino de nuevo esa cálida sensación familiar. Volvió a disfrutar del viento que mecía su cabello, mientras intuía que el muchacho seguía ahí de pie, de espaldas a él.

 

- Espero que algún día puedas llegar a perdonarme... - dijo finalmente mientras se agarraba el brazo.

 

Hubo algo diferente en su voz. Tal vez esa triste entonación, casi entrada en agonía, o el hecho de que notó que se transformaba en una voz más grave, más adulta, una voz conocida. Fuera lo que fuera, capto su atención inmediatamente y le hizo girarse para encararlo. Se levantó lentamente mientras se sentía incapaz de apartar la mirada.

 

De pronto, como si de un hechizo se tratara, ese niño se transformó en un alto hombre de larga melena, ataviado con la más exquisita ropa asgardiana. Poseía esos tonos verdes que tan bien conocía, y sintió que se le paraba el corazón. Era incapaz de reaccionar. Tanto su cuerpo como su mente estaban en shock y se negaban a funcionar. Finalmente, tras ese instante de silencio durante el cual ninguno se movió ni un ápice, sintió que su labio inferior se tambaleaba. Contuvo las ganas de llorar para poder decir en voz alta lo que en ese momento no hacía más que retumbar en su cabeza.

 

- Hermano...

 

Se sorprendió por la mezcla de sorpresa y profunda alegría con la que había entonado esa simple palabra.

 

El mencionado se mantuvo tan inmóvil como antes. Thor notó cómo su pecho se desbordaba con una oleada de profunda calidez. Tenía que comprobar que aquello era real, que no se trataba de otro espejismo. Cuando su cuerpo finalmente quiso moverse, avanzo rápidamente y abrazó aquella alma perdida, hundiendo su cara entre los oscuros cabellos azabaches. Reconoció al instante el calor que emanaba de su cuerpo y aquel aroma. Eran absolutamente reales. Repitió la palabra, casi sintiendo que el hechizo se desvanecería de no hacerlo.

 

- Hermano...

 

Ladeó la cabeza, dándose cuenta de lo que significaba que estuviera allí con él, de cómo había sido engañado de una forma tan sumamente cruel. Aún así, en ese momento era incapaz de enfadarse.

 

- ¿Cómo has podido...? - preguntó con un tono desolado mientras fruncía el ceño y volvía a revolver el pelo con su rostro.

 

- Lo siento... - fue lo único que contestó el moreno con un matiz de tal tristeza que Thor sintió que se le partía el alma.

 

Las pocas probabilidades de que se enfadará y comenzar a gritarle se esfumaron en ese mismo momento. Ambos se mantuvieron en silencio. El rubio no cesaba su agarre y apreció como ese cuerpo estaba temblando ligeramente, mientras mantenía los brazos caídos a ambos lados, en gesto abatido.

 

- Padre ha caído por mi culpa, al igual que madre. Intenté ocupar su lugar, pero soy incapaz... - empezó a explicar con un tono monótono y carente de emociones, apagado.

 

Thor levantó la cabeza, incrédulo. Volvió a fruncir el ceño mientras hacía una mueca con la boca, intentando entender tal revelación.

 

- ¿Qué... qué quieres decir? - preguntó, impaciente.

 

- ... - Loki ladeó la cabeza, pensativo - Pensé que podría caer de nuevo en el sueño si recibía la nueva de mi muerte, pero lo hice aún así. No pude prever que ese seria, efectivamente, su último sueño. No, más bien... no estaba preparado. Nunca lo estuve...

 

Hablaba de una forma bastante sosegada, pero el rubio notó cómo se tambaleaba, amenazando con perder el equilibrio, y lo agarró con más fuerza. Estaba respirando fuertemente, casi entrado en hiperventilación.

 

- Entonces... esa conversación... - murmuró, cayendo en la cuenta, mientras entrecerraba los ojos.

 

- Lo siento. Fui yo quien te dijo esas palabras, no el verdadero Odín. Sé que habrías querido que fuera él quién te las dijera... - Se hizo el silencio de nuevo entre ambos. El dios del trueno se había quedado completamente inmóvil, sin saber cómo reaccionar. - Soy despreciable, lo sé. Pero pronto partiré para siempre. No tendrás que volver a verme. Sólo quería despedirme.

 

 A Thor le abrumo tal revelación. Apartó la cabeza mientras todo su cuerpo se tensaba.

 

- ¿Qué? - preguntó mientras era presa del pánico - apareces cuando creía que te había perdido, ¿y ahora piensas desaparecer de nuevo? ¿¡Pero cuán cruel puedes llegar a ser!?

 

Loki sintió que aquel grito le atravesaba el alma. Sí, lo sabía. Había sido cruel, muy cruel. Hacía tiempo que había descubierto que era una mala persona, pero lo había aceptado. Entonces, ¿a qué venía todo eso, toda esa compasión? ¿Por qué se tenía que debatir entre la maldad y la bondad, si ya estaba claro que su alma estaba maldita? ¿Por qué se seguía preocupando por nadie y, sobre todo, por que seguía pensando que llegaría a ser feliz algún día? ¡Si estaba condenado!

 

Exhaló aire un momento. Quería acabar con todo ese sinsentido.

 

- He decidido hablar contigo porque no merecías que te siguiera mintiendo. Pero es mejor que me aleje de ti, o  volveré a traicionarte, lo sé.

 

- Y volverás a arrepentirte y a pedirme perdón. No pienso dejarte marchar, hermano - contesto tajantemente el dios del trueno,  sin rastro de duda en sus palabras.

 

Loki sintió que le temblaba el labio inferior. "Muy astuto", pensó.

 

- Thor... Es algo que va implícito en mi ser. El caos me persigue allá donde voy.

 

El rubio exhaló aire un momento, negándose a darse por vencido en esa conversación.

 

- Y yo seré quien ponga orden en ese caos que te abruma.

 

- Pero volveré a hacerte sufrir.

 

- Y volveré a perdonarte.

 

-... - se mantuvo en silencio durante un momento, pensando en la intensidad de lo próximo que iba a decir y que, finalmente, acabaría con aquella maldita conversación. - Y me odiarás de nuevo.

 

A Thor se le entrecortó la respiración. Había abierto mucho los ojos por el asombro, pero los cerró lentamente, mientras intentaba hablar de la forma más sosegada y cálida posible.

 

- Y, hagas lo que hagas, jamás seré capaz de odiarte.

 

Aquello fue demasiado para el gigante de hielo. Notó cómo poco a poco se resquebrajada su máscara de cristal y un temblor invadía todo su cuerpo. ¿Qué era aquello que acaba de decir? Se llevó la mano a la boca porque había empezado a sollozar y no quería delatarse. Sintió que le abandonaban las fuerzas y, mientras sus piernas se tambaleaban y Thor lo sujetaba para caer ambos lentamente al suelo, volvió a susurrar esas palabras, afianzando bien su significado.

 

- Incluso aunque pierdas la razón y te muestres hostil hacia mí, jamás seré capaz de odiarte. Lo intenté, pero lo máximo que pude hacer fue desconfiar de ti plenamente. Y no importa cuántas vidas pasen, hacia dónde huyas o en que era nos encontremos. Siempre te buscaré y, estés donde estés, te traeré a casa. Porque aquí es a donde perteneces, hermano. No lo vuelvas a poner en duda. Este es nuestro hogar.

 

Hasta ese instante no se había dado cuenta pero él también estaba llorando. Observó a Loki, con la cara cubierta con sus manos, de rodillas en el suelo, mientras su espalda temblaba por los sollozos. Se levantó y se agachó frente a él, intentando retirárselas. Éste puso resistencia, pero finalmente cedió. Se encontraba tan sumamente desbordado por lo que estaba sintiendo, que vio cómo se derrumbaban completamente todos los pilares que sujetaban su orgullo.

 

Thor volvió a ver aquel niño pequeño que tanto amaba. Aquel niño asustadizo y llorón que tantas veces había consolado y que tanto echaba de menos. Observó los dulces ojos aguamarina, propios de un ángel. ¿Cómo iba a ser capaz de odiarlo? Le secó las lágrimas con sus manos, mientras él también intentaba tranquilizarse un poco. Loki cerró los ojos, consternado y avergonzado por lo que estaba sintiendo. El dios del trueno le acarició la mejilla mientras sonreía. No pudo evitar la tentación de besarlo como nunca lo había hecho. Agarró su refinado rostro suavemente en sus manos y posó dulcemente sus labios sobre sus pálidos y marcados pómulos y su fina boca. A continuación, lo abrazó con ansia. Apoyó una de sus grandes manos sobre su cabeza y comenzó a acariciarle el cabello. Esta vez el abrazo fue correspondido.

 

El dios del engaño sintió que ahora su alma era tan transparente como la cristalina agua junto a la cual se encontraban. No hacían falta palabras. Ambos cuerpos se comunicaban entre sí mediante un lenguaje casi mágico. Una calidez lo envolvió por completo, haciendo que su corazón se estremeciera de felicidad. Aquel sentimiento tan pleno, por fin lo estaba sintiendo. Siempre había estado ahí y él sin embargo cuan ciego había estado... Noto cómo era besado con ternura y cómo acariciaba suavemente su pelo, y sus palabras pasaron de nuevo por su mente. ¿Cómo era posible que fuera capaz de aguantar tanto por él? ¿Cómo era posible que no le odiara? Aquello debía ser, sin duda alguna, amor en estado puro. Lo sentía en cada poro de su piel. Algo que tal vez había estado buscando desesperadamente, ¡y siempre había estado ahí! ¿Cómo era posible qué hubiera cerrado tanto su mente y su corazón como para no darse cuenta? ¡Había estado viendo todo completamente al revés!

 

 Thor movió un poco la cabeza sobre su hombro, dispuesto a hablar de nuevo.

 

- Así que, por favor, Loki, no me abandones de nuevo. Porque juro que te perseguiré hasta la eternidad.

 

Sintió cómo el moreno volvía a temblar, y tras esos espasmos le pareció que asentía levemente con la cabeza mientras escuchaba un nuevo sollozo. Sus gélidas manos se agarraron a su espalda más fuertemente. El sol bañó sus cuerpos de una cálida luz mientras la dulce brisa mecía sus corazones, unidos ahora como lo habían estado antaño cuando jugaban durante su infancia en ese mismo pasaje de ensueño.

Notas finales:

Personalmente, desearía que algo así llegara a ocurrir realmente. Es tan aaaw ~ >w< Y soñar es gratis :D

 

Espero que os haya gustado este fic tan empalagoso. Tenía muchas ganas de vomitar arcoíris y escribir algo de este estilo con estos dos o me iba a terminar dando un ictus. Ahí lo dejo x,D 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).