Un segundo. Solo uno para que ambas se fueran a los brazos ajenos rodeando sus respectivos cuerpos.
Las manos de la mayor se instalaron en los cabellos negros y así, enredó sus largos dígitos. Formaron un beso embriagador, uno en que las lenguas luchaban a muerte por adentrarse y dominar el toque tan profundo.
Jeon JiYoon fue recostando a la menor sobre la cama de la líder quién pronto las regañaría por el desorden, disfrutando de paso, las caricias proporcionadas por Hyuna que ponían paulatinamente sus pezones duros. Ambas se sonrieron al mirar a la otra a los ojos, notándose la picardía y a la vez, la excitante sensación de violar el espacio ajeno, dejando una anécdota que solo ellas entenderían y de la que se reirían pronto.
Habiendo, Hyuna, separado sus muslos para dejar espacio a su novia entre ellos, alzó su cadera. Así la mayor asintió, cortando el fogoso beso para luego tomarla por la cintura, bajando sin pudor alguno hasta el borde de su ajustado short, arrancándolo sin cuidado. Así le gustaban las cosas a Jeon JiYoon y Hyuna no tenía problema con ello mientras estuvieran felices (y calientes).
En cada encuentro, las chicas recordaban lo duro que había sido aceptar sus sentimientos por la otra. Las miradas, los toqueteos y los juegos de adolescentes que, ya de mayores, les pasaron la cuenta, dejándoles emociones y situaciones inconclusas que pronto se reducirían a la frase "estoy enamorada de una mujer".
También estaba el hecho de que JiYoon no comprendía muy bien aún cómo es que la pelinegra había aceptado estar con ella teniendo tanto hombre tras de sí. La milicia completa la deseaba y rogaba en sus mas raros sueños hacer de Hyuna "su mujer". Una diosa por completo, proporcionada a la perfección y con unos ojos profundos que calaban huesos cuando se encontraba enojada. Jeon incluso sentía que Kim era demasiado para ella. Tal era la admiración y posesividad que cargaba consigo que cualquier acercamiento con otra persona la ponía nerviosa, haciéndola insegura de que su amada podría dejarle por alguien mas guapa o guapo aunque cada día le fuera aclarado que para la menor no había absolutamente nadie a quien amara mas que a ella.
-Mgh... Te amo. -Pronunció la que se encontraba abajo interrumpiendo los pensamientos adversos. Sus labios estaban pegados al cuello de la mayor, dejando besos, lamidas, su aliento y nuevamente besos, provocando escalofríos y jadeos un tanto dificultosos en su amante. Los dedos de la mayor ya estaban instalados en el interior de su novia, moviéndose frenéticamente tal como Hyuna la penetraba con la misma intensidad. No tenían mínima idea de cuando habían dejado de lado sus ropas o de cuando habían llegado a tocarse con tanto desespero, como nunca. Pero no importaba, realmente no importaba cuando estaban de esa manera.
Kim estaba a punto de correrse, recibiendo ahora también, succiones y lamidas a sus pequeños pezones, cuando su chica la detuvo, paralizándola.
-¿Qué haces? Mgh... Iba a...
-Shh. Te vas a correr ahora.
Depositó un cálido beso sobre los gruesos labios de la menor, jalando el inferior entre sus dientes con cuidado de no hacerle daño y se alejó, apartando también el dígito que tenía en el interior de la chica.
Recargándose en sus cuatro extremidades, luego de haber limpiado su dedo entre sus labios, la de pelo castaño tomó los apetitosos glúteos ajenos y la acercó a su rostro, respirando sobre su clítoris con una sonrisa llena de lujuria. La menor la miró a los ojos esperando que se hundiera entre sus piernas, aunque la reacción fue diferente. La castaña simplemente sacó su lengua y lamió su entrada palpitante repetidas veces sin apartar la vista de sus ojos, creando una escena erótica y por sobre todo, excitante. Jeon sonreía sin despegar su vista, haciéndola temblar y gemir con cada lamida que no se detenía, además que se sentía atrapada por los ojos ajenos. Su respiración se tornaba cada vez mas pesada hasta que sin poder aguantar se dejó caer sobre la colcha, su espalda se despegó de esta, arqueándose y llevó sus dedos a su clítoris para poder estimularlo y así acelerar su orgasmo, acto que fue rechazado por JiYoon pues apartó su mano y comenzó con una succión despiadada sobre aquella zona llena de terminaciones nerviosas. Con sus ojos llenos de lágrimas por la fuerte sensación, se rindió ante un intenso orgasmo, dejando correr sus fluidos y a la vez, permitiendo su cuerpo tensarse y retorcerse, perdida en gemidos.
-Te amo preciosa. Luces perfecta así.
La castaña paseó sus dedos húmedos por los pezones aún duros de su princesa, llevando sus labios a los de esta, besándola de una manera mas lenta y dulce que al inicio, permitiéndole disfrutar de su esencia tal como lo hacía ella.
-Babo... Mgh... -Un nuevo jadeo se escapó de los labios de la menor, hundiendo una vez mas su cadera sobre el acolchado producto de los espasmos del reciente clímax.
-¿Qué sucede? -Comentó con una sonrisa amplia la castaña, acunando a la chica entre sus brazos quien luchaba por mantener sus ojos abiertos, aquel orgasmo tan intenso la había debilitado de sobremanera pues aún no se acostumbraba a esas sensaciones que removían su cuerpo por completo, quizás JiYoon ni siquiera era principiante pues lo que hacía con ella de verdad la sorprendía.-
-N-no he podido lograr que te corras... D-debo terminar mi trabajo... -Murmuró la pelinegra con un puchero, intentando incorporarse pero sus párpados pesaban. La mayor soltó una suave risita, enternecida.-
-Ya habrá otra oportunidad, cielo. Estoy satisfecha por hoy.
Y era verdad en cierto modo, pues la intensidad con la que había comenzado la guerra de lenguas era con el solo fin de dejar así a su novia. Cansada, agotada y satisfecha. Aquello también aumentaba de a poco su seguridad en sí misma y en que, manteniendo feliz a su chica, ella no la dejaría por otra persona pues se complementaban a la perfección y era feliz haciendola feliz.