To Remember
I
Mi Verdad
En una habitación obscurecida por las espesas cortinas, un rubio pelilargo sostenía en sus temblorosas manos un portarretrato, miraba la fotografía con sus dorados ojos dilatados por la impresión… el aire en esa habitación no era suficiente para el rubio, su cuerpo empezó a temblar, de sus mejillas bajaban lágrimas furtivas de pensamientos en caos.
--¿Qué… qué es… qué significa esto? –susurraba a duras penas. Un portazo a su espalda le hizo volverse de inmediato. -¿Qué significa esto?
Un moreno con traje militar azul le miraba con sus ojos negros revueltos en un mar de emociones. Intentó suspirar, el aire en esa habitación sí que era escaso, se acercó con cuidado al rubio de mirada suplicante y en lugar de abrazarle se dejó caer en la enorme cama.
--Explícame por favor, Roy. –volvió a hablar el rubio –¿Por qué… tienes… qué significa esto? En esta fotografía… estamos tú y yo… en, una boda… –ahogó un gemido lastimero –¿Qué no se supone que eres mi padre?
El silencio de la habitación era tocado por los sollozos del rubio. No entendía. El hombre frente a él… se supone que es su padre… pero, entonces ¿Qué significa la foto de bodas que sostenía aun? ¿Qué debía pensar? Esperaba una explicación… esperaba la verdad.
--Ed… –habló al fin el moreno –escucha con atención, tú y yo nos conocimos hace nueve años, salimos como pareja, nos casamos y tuvimos a Sam…
--¿Sam? Sam es… ¿él es nuestro hijo?... pero, él me llama oni-chan… –intervino Ed.
--Así es, él nuestro hijo, vivimos los tres juntos por cuatro años y medio. Luego, hubo un accidente, Sam y yo salimos un mes después y tú…
--Quedé en coma… por dos años… -completó Ed –Pero cómo…
--Despertaste sin recordar nada, ni a nadie, estuviste en rehabilitación otro par de meses y cuando nos volvimos a reunir…
--Sam me llamaba oni-chan…
--Él creyó que eras su hermano por el parecido entre ustedes… te veías feliz… y yo prometí, a quien quiera que me haya escuchado para hacerte despertar, que haría cualquier cosa para hacerte feliz, para que tuvieras la vida que siempre quisiste…
--¿Escondiéndome la verdad?
--¿Me habrías creído que yo era tu esposo y que Sam era nuestro hijo? Los doctores dijeron que tu memoria volvería con el tiempo, más nunca regresó… eras feliz siendo el hermano mayor de Sam, y él no se quejaba… viví estos años esperando que recordaras, mientras te daría la vida que soñaste una vez.
--Roy… ¿Sam lo sabe? –algo, en su interior le obligó a formular la pregunta.
--Sí, se enteró un día antes de su cumpleaños. Él entró a esta misma habitación en busca de su regalo, encontró la fotografía que sostienes y buscó más en los álbumes que están en el armario. Le conté todo. Es un chico listo, igual que tú aunque se culpa el que le veas como hermano y no como hijo.
--Desde ese día dejó de llamarme oni-chan… ¿Por qué no me lo dijo? ¿Por qué no me lo dijiste entonces? Si él ya sabía…
--Tiene miedo, cree que cuando te enteres te enfadarás con él, dejó de llamarte oni-chan y dejó de preguntar por su mamá desde que se enteró… te vio feliz en tu nueva vida que no quiso arrebatártela… también vive a la espera que recuerdes…
--…No sé qué decir… -miró la fotografía que seguía en sus manos, parecían una pareja feliz, ambos se tomaban de las manos y se sonreían mutuamente, él de blanco y Roy de azul marino… la mirada de Roy parecía admirar el más grande tesoro y la suya, había admiración y algo más.
Se sujetó la cabeza e intentó recordar pero nada sucedió, su mente le mostraron imágenes de estos años de los que sí tiene memoria, Sam sonriendo, Roy mirándoles con adoración, el trato de Roy a Sam justo como un padre hacia su hijo y el trato hacia él… tan diferente, tan retraído, como sufriendo… las miradas de anhelo que a veces aparecía en Roy… el dolor cuando le contaba de un par de citas que tuvo… el cambio en su mirada cuando le contaba de sus pretendientes… el instinto asesino cuando iban a buscarlo.
--Lo siento, lo siento, lo siento Roy… lo siento tanto, en verdad perdón… –repetía varias veces el rubio, en cambio el moreno se sentía morir con cada disculpa que escuchaba, ahora sí había perdido a su Edward para siempre –discúlpame Roy… lo olvidé todo y te hice daño, perdóname, te lastimé todo este tiempo.
Para sorpresa del rubio, Roy se levantó y le abrazó. Un abrazó guardado por muchos años. Un calor les envolvía, el alivio de Roy al saber que no era repudiado por el amor de su vida se exteriorizó en forma de lágrimas que caían en la cabeza rubia que le quedaba justo en el pecho. El rubio seguía llorando, los brazos de Roy le protegían, por primera vez desde que despertó del coma no renegó de su corta estatura, agradecía que Roy le cubriera casi por completo, se sentía a salvo, se sentía feliz, se sentía… confundido, mejor dicho, sus dudas se aclararon.
Ahora entendía por qué nunca le gustó llamar a Roy “oto-san” al igual que Sam. Ahora entendía por qué le molestaba que Roy atrajera tanto la atención a donde quiera que fueran, cuando le coqueteaban, cuando le invitaban de manera descarada a salir. Ahora entendía que esa atracción hacia Roy no estaba mal. Ahora entendía todo.
Siguieran así por un rato. Llorando sus penas, ahuyentando sus miedos con sus lágrimas saladas y recobrando lo que un día sintieron perdido.
>>Continuará...