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My beloved pastry por Momoka Black

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Notas del fanfic:

Hola hola, lectoras y lectores. Como les había dicho en el cap seis de El club de los corazones rotos, iba a hacer un nuevo proyecto. ¡Véanme aquí! xD

Espero que este fic sea de su agrado y le brinden mucho apoyo al igual que el otro. Las parejas son las que ya están mencionadas en el resumen y las que se me ocurran más adelante las pondré. Les aclaro que Kuroko no Basket no me pertenece, si no habría mucho yaoi y del hard. 

Notas del capitulo:

Bueno este es el cap piloto, espero les guste y espero pronto sus reviews. :D 

Disfrútenlo mucho.                                          

 

 

Pasajeros con destino a Hokkaido, Japón, favor de abordar por la puerta 64.

Muchos dicen que el amor es duradero, muchos viven con la ilusión de encontrar a su media naranja que estará con ellos  y vivir el famoso “felices por siempre” que todo el mundo dice. Muchos únicamente viven por ello y con ese sueño tan de color de rosa. Yo era uno de ellos.

Así es: yo, Himuro Tatsuya vivía con ese tipo de ilusiones. Bueno, ya estaba en la parte de mi media naranja: nos encontrábamos viviendo muy felices, llevábamos dos años de relación…pero como dicen, se tropieza al final y todo se desmorona.

Pero antes que nada me presento mejor: soy Himuro Tatsuya. Nací en Japón pero por razones extrañas fui a parar a Los Ángeles. Tengo veintiséis años, mido un metro con chenta y tres centímetros de estatura; no les diré mi peso, confórmense con saber que estoy en forma. Mi familia biológica no existe realmente: quedé huérfano a una temprana edad y viví hasta los seis años en un orfanatorio hasta que me adoptó la familia Kagami. De esa familia tengo un hermano llamado Taiga, que es un año más chico que yo pero más alto que yo. Él ahora reside en Japón por una beca que ganó y está casado teniendo dos niños pequeños. Mis padres adoptivos ahora están viajando por el mundo disfrutando de  su matrimonio. Pero volvamos a donde empezamos conmigo.

Trabajaba como repostero en un pequeño restaurante en el centro de Los Ángeles, luego de graduarme de una universidad de gastronomía del mismo lugar,  en Estados Unidos.   La verdad me iba muy bien, llevaba trabajando prácticamente desde que me gradué,  y el personal del restaurante era muy amable conmigo. En especial la dueña, Alex García. Parecía mi madre y la quería como tal, ella decía que no le gustaba para nada quien era mi novio. Siempre decía que había algo en él que no le daba buena espina. Yo asumí que era porque me quería como a un hijo.

Un día había despertado con mucho malestar, tenía muchas náuseas y había vomitado en un par de ocasiones. Creí que ello se debía al hecho de que había cambiado recientemente mi tratamiento para el asma. Me vi tentado en llamar a mi jefa y decirle que me sentía indispuesto pero no pude al final: recordé que tenía que preparar una serie de pasteles para una muestra con unos empresarios. Así que a pesar de mi malestar, agarré mi mochila con mi uniforme y me fui al trabajo.

Los malestares me acompañaron en todo el trayecto y aun cuando llegué a mi trabajo. Vi a todo el mundo haciendo malabares y moverse a toda prisa gritoneándose instrucciones y órdenes a diestra y siniestra. No perdí tiempo y me dispuse a ir a cambiarme para comenzar con mi trabajo. Mientras hacia las mezclas para unos pasteles de chocolate los mareos volvieron pero ahora con más intensidad, dejé de lado el tazón y me sostuve de la meza respirando profundamente para calmar los mareos; uno de los cocineros se me acercó preguntándome que si me encontraba bien; yo le respondí que estaba bien, que no era algo grave. Pero al parecer mi cuerpo no pensaba lo mismo. Minutos después mi vista comenzó a hacerse muy borrosa y mi cuerpo a sentirse muy pesado, escuchaba las voces de todos en la cocina hablándome a un mismo tiempo y viendo sus caras un tanto preocupadas. Segundos después caí desplomado en el duro piso.

Desperté por los constantes llamados de Alex descubriendo que estaba en un hospital con una venda en la cabeza, suponiendo que esta se golpeó contra el suelo cuando me desmayé. Alex al verme despierto me abrazó asfixiándome y sollozando preocupada por mí. Me regañó por no decirle que me sentía mal, según su instinto,  y solo atiné a pedirle disculpas por lo que había hecho. Le pregunté que si le había llamado a alguien más de lo que me pasó y con un murmullo me respondió que le había llamado a mi novio cuando este hacia una llamada a mi celular. Iba a preguntarle algo más cuando entró el doctor a la habitación.

Alex de inmediato lo llenó de preguntas y le exigía que le dijera que era lo que pasaba conmigo, casi al punto de brincarle y sacudirlo como muñeco de trapo. El doctor únicamente me miró con una sonrisa en su mirada y sacando unos papeles de una carpeta que llevaba en su brazo.

—“Felicidades, vas a ser mamá”.

Me quedé un tanto estupefacto al escuchar eso y por su parte Alex estaba brincando y chillando como loca. Después de que me cayó el veinte, una sonrisa afloró en mis facciones poniendo mis manos en mi aun plano vientre y derramando unas cuantas lágrimas sintiéndome muy dichoso. Un bebe, un niño. La idea me daba vueltas sin parar y ya andaba haciéndome ideas de mi vida con un hijo. No podía dejar de sonreír como un bobo pero es que la ilusión era tanta.

Alex salió un momento para ir por un café junto con el médico y para  hacer un par de llamadas, y un par de minutos después entró mi novio preguntándome como me sentía y que fue lo que me había pasado. Yo, aun sonriente, atiné a decirle que pronto seriamos padres. Creí que su expresión se tornaría justo como la mía, pero su cara se transformó en una expresión de estupefacción y molestia. Su ceño se frunció de manera horrible, y de inmediato negó con la cabeza.

—“No, Tatsuya, eso no. Un hijo no está en mis planes en estos momentos. No sé como pero tienes que deshacerte de ese niño. ¡No quiero un hijo en mi vida ahora!”

Sus palabras me destrozaron profundamente haciéndome sentir muy mal. No pude evitar llorar mientras él me fulminaba con su mirada. De la nada entró Alex haciendo preguntas sobre porque lloraba y no tardó en hacer conclusiones. A empujones y cachetadas, sacó al que era mi novio y cerró la puerta con violencia. Después se acercó a mí y me abrazó consolándome y diciéndome que no me iba a dejar solo.

Por la tarde, cuando me dieron el alta y después de las indicaciones médicas, Alex me llevó a su casa puesto que yo no quería ir al departamento que compartía con el que supongo ahora es “mi ex”. Me encontraba un poco deprimido por su respuesta, creí que se alegraría pero veo que no fue así. Alex me preguntó en que haría mirándome un poco severa como si estuviese preparándose para mi respuesta. Medité un poco y dije que de ningún modo iba a renunciar a mi bebé, no iba a abortarlo solo por los caprichos de un idiota estúpido. Ella me felicitó y volvió a reiterarme su apoyo diciéndome que tipos como él no valían la pena. Y era verdad.

Al día siguiente Alex me acompañó al departamento para que fuese a recoger mis cosas, yo iba con muchos nervios puesto que no sabría que hacer o decir si me lo encontraba. Le dije a Alex que me esperara en la sala en lo que yo  iba a la recamara para arreglar mis cosas; al acercarme comencé a escuchar gemidos extraños y no perdí tiempo en entrar a la recamara. Entre tristeza y rabia vi como el que era mi novio estaba teniendo sexo con una tipa. Me salí de la recamara y me puse a sollozar en el pasillo deslizándome por la pared, esto era lo único que me faltaba: que mi novio me pusiera los cuernos. Escuché pasos decididos y vi un rayón rubio entrar a la habitación.

Pronto escuché los gritos de Alex maldiciendo a mi novio y a su amante al igual que escuché también muchos traqueteos y golpes. Me paré apurado y en menos de lo que pensé vi a mi novio salir tapándose sus miserias con una camisa y a su amante envuelta en una sábana, ambos corrían como si no hubiese un mañana. Vi a Alex salir con un sartén y una escoba, por eso huyeron.  Después que dejé de llorar, ambos nos pusimos a recoger mis cosas y nos marchamos de nueva cuenta a la casa de Alex; únicamente le dejé una nota a ese idiota diciéndole que habíamos terminado y que no quería verlo nunca más.

Duré dos días sin ir a trabajar, prácticamente Alex me dijo que descansara, y durante ese tiempo me dediqué a pensar en lo que iba a hacer con respecto a mi vida ahora. En primera cuenta, no iba a estar solo: iba a ser madre. Debía poner a mi pequeño bebé en el puesto número uno de mis prioridades ahora. Decidí no sentirme así por un patán que no valía la pena. Pero había algo que no me dejaría avanzar: él estaba en esta ciudad y yo honestamente no quería volver a verlo nunca más. Mi vista reparó en una fotografía que tenía con mis padres adoptivos y mi hermano Taiga, la cual estaba a la vista en una de mis maletas.

No podría llamar a mis padres, no quería arruinar su viaje de retiro por mis problemas. No tuve más opción que llamar a mi hermano Taiga. Al parecer no estaba en su casa, pero le dejé un mensaje en la contestadora diciéndole que iría a pasar una temporada allá en Japón y  pidiéndole que me averiguara sobre alguna casa en renta. Después me salí un rato para despejarme y planeando en cómo decírselo a Alex. Eso me demoró un par de horas. Al llegar a casa, con ingredientes para hacer un pay, y aproveché para escuchar los mensajes de la contestadora. Efectivamente, Taiga me respondió: me dijo que estaría gustoso en recibirme allá y que no me preocupara por lo de la casa en renta, y que solo le avisara cuando me iría.

Me dispuse a hacer el pay de manzana y luego de dejarlo en el horno llamé al banco para ver cuánto dinero tenía en mi cuenta: para mi buena suerte disponía de buenas cantidades de dinero que me eran muy suficientes. Hice otra llamada para agendar un vuelo en blanco hacia Hokkaido, Japón-, puesto que aún no decidía bien la fecha de mi ida. Suspiré mientras esperaba a que el pay estuviera listo; después de ello lo saqué para dejarlo en una rejilla para que se enfriara y me quedaba esperar por Alex y decirle todo esto.

La aludida llegó cargada de bolsas con cosas que me habían mandado mis compañeros de trabajo, a los cuales Alex les dijo de mi estado, junto con algunas cositas para bebé. Me puse a llorar y ella solo atinó a abrazarme, pero cuando le dije entre sollozos que pensaba irme se molestó un poco. Tardé como un par de horas en hacerla entrar en razón diciéndole que era lo mejor para mí y para mi hijo. Debía irme ya que no era sano para nosotros, necesitaba tiempo y espacio y la distancia me iba a ayudar mucho. Ella, a medias aceptó, y me dijo que me iba a ayudar en lo que fuese y que me visitaría lo más seguido que pudiera. Toda la noche nos la pasamos comiendo el pay y viendo unas películas de comedia.

Dos días después decidí irme, claro está que fui a despedirme de todos en el restaurante. Fue una despedida muy emotiva y con muchas lágrimas. Los iba a extrañar mucho. Alex me llevó al aeropuerto y estando allá se puso a checar que no me faltara nada para el viaje. Por supuesto que llevaba todos los obsequios que me habían dado y demás.

Pasajeros con destino a Hokkaido, Japón, favor de abordar por la puerta 64.

—Ese es mi vuelo, Alex.

—Ya lo sé, tonto- sus ojos se inundaron de lágrimas a lo que pude atinar fue sol a abrazarla- no puedo creer que te vayas a ir.

—Lo siento tanto por eso, pero debo hacerlo- las hormonas a mí me estaban afectando ya- Sé que esto es muy egoísta de mi parte pero…

—No digas más, Tatsu, y no es egoísta: necesitas poner tierra de por medio para que puedas sanar. Además, sé que con Taiga y su familia vas a estar muy bien.

—Te voy a extrañar mucho, Alex. A ti, y a todos.

—Y nosotros a ustedes dos, el restaurante no será lo mismo sin ti- se secó las lágrimas y me dio un beso en la mejilla-Adiós, Tatsu, cuídate mucho- se agachó hasta la altura de mi vientre donde también deposito un beso- adiós, bebé, cuida mucho de mami y ayúdale a conseguir un guapo japonés.

—¡Alex! ¡No digas eso!- murmuré todo rojo por la vergüenza- Yo no podría…

—Eso dices tú.  Pero tu media naranja, la verdadera porque este imbécil era tu media porquería, está allá afuera esperando por ti.

—Ojalá tuvieras razón, pero lo único que me importa por ahora es mi hijo- sonreí de manera un poco triste- él o ella es mi única razón de seguir adelante ahora.

—En eso tienes razón, cielo, pero no le niegues al amor el paso a tu corazón.- me palmeó el hombro- Ahora debes irte, Tatsu, y trata de ser feliz. Avísame en cuanto estés allá con Taiga y Tetsuya.

—Lo haré, Alex, prometo hacerlo.- la abracé por última vez- Nos vemos pronto, Alex.

—Adiós, Tatsu, nos veremos en navidad.

Me alejé directo para subir al avión con mis dos maletas y una mochila pequeña. Ya cuando menos lo quise estaba a bordo del avión sintiéndome un poco ansioso por ya irme de aquí. No pude evitar llorar al comprender que estaba dejando toda una vida aquí. Mis amigos, mi familia, todo. Pero era necesario, debía poner distancia para que pudiera seguir. Pero no lo iba a hacer solo. Alguien más venía conmigo.

—Ahora vamos a iniciar desde cero, bebé, vamos a estar con el tío Taiga y el tío Tetsu además de tus dos primitos.- susurré mientras me acurrucaba en el asiento- Vamos a estar bien. Nuestra nueva vida nos espera.

Notas finales:

Hasta aquí le dejo yo. Muchas gracias por leer, no olviden dejar sus reviews con sus opiniones. Se les agradecería muchísimo.

Nos leeremos los jueves, día de actualización de para este fic. 

Les saluda Momoka Black

Pdata: Me pueden encontrar en Faacebook como Kazuki Takashi- de imagen tengo a Julius Kingsley, mi amor platónico de anime xD


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