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Todo se hace por amor por Rei Takeda

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Notas del fanfic:

Primero: los personajes no me pertenecen (desgraciadamente Q3Q)
Segundo: Espero que les guste este one-shot que acabe de escribir, soy nueva en eso del lemon, así que no se si lo hice de forma excelente, ni siquiera sé, si a lo que escribí se le puede llamar lemon ._.

Notas del capitulo:

Pues denme sus opiniones, corrigan mis errores y a leer~ 

-¡GIOTTO!- aquel fuerte gemido resonó por la mansión, pero no fue escuchado acusa de una ilusión que escondía cualquier rastro de lo que pasaba en aquella remota habitación, dos cuerpos caían exhaustos a la cama en donde disfrutaron de una muy placentera sección de sexo, una que se volvía a repetir por segunda vez.

 

Los labios chocaban en un beso lleno de deseo, buscando el poder y el dominio sobre el contrario, Giotto rápidamente gano aquella batalla y permitió que sus manos recorrieran la figura frente a él, esa figura  que lo volvía loco con un simple movimiento de caderas y que de ahora en adelante seria, completamente suya, solo suya. Elena estaba muerta, él la mato (claramente sin dejar alguna pista que lo delatara) y Daemon ahora estaba libre, cayó en depresión por haber perdido a su amada, pero el aria que lo ame, solo a él, que olvidara a esa mujer y que solo se fije en él.

 

-¡Giotto~!- el peli-azul volvió a gemir con deseo al sentir las manos del rubio recorrer su cuerpo hasta llegar a su trasero, Giotto se encargó de apretar, piñizcar y golpear aquellos redondos pedazos de carne en la retaguardia del su guardián, quien iba a suponer que Daemon era un masoquista, se sorprendió bastante cuando lo supo, pero para él era un regalo del cielo, le gustaba el sexo duro y si a su amado guardián le gustaba el dolor para él era mucho mejor, acercándose al cuello de este, comenzó a lamer y a morder dejando notorias marcas de propiedad, después de la muerte de esa zorrita pudo notar claramente la mirada de deseo mal disimulado que su guardián de la nube le daba al peli-azul cosa que lo hizo entrar en cólera, pero pudo aguantar su ira y las ganas de matarlo.

 

-Daemon~ dime ¿qué es lo que quieres~?- gimió al sentir como las paredes del poderoso ilusionista apretaban con más fuerza y de una forma tan exquisita su miembro, sabía lo que este quería, pero le gustaba jugar con su paciencia.

 

-Maldita sea ¡Giotto! ¡Sabes lo que quiero!- grito este, mordiéndose con fuerza el labio, le dolía, su erección dolía a mas no poder al no ser atendida, y su entrada ardía como mil demonios, esperando a que el rubio se moviera y se enterrar en su ser.

 

-No…no lo sé- contesto mostrando una ladina sonrisa mientras jugaba con uno de los rozados botones que poseía el más bajo, lo mordía con fuerza, lamiéndolo y chupando para volver loco al contrario.

 

-Muévete de una maldita vez, ¡Giotto te necesito!- termino diciendo este y el rubio ni tonto ni perezoso comenzó a moverse, rápidamente enterrándose lo más profundo en el interior del contrario, golpeando con fuerza aquel punto que lograba que el gran ilusionista se retorciera de placer en los brazos del rubio, un placer que solo él era capaz de darle.

 

-¡Dios mío Giotto! ¡Más, más! ¡Nh! ¡Ahhh!- Daemon se aferró con fuerza a las sabanas de la cama, el placer de las envestidas era tanto que lo volvía loco, quería más de lo que le daba el rubio y quería que solo el rubio se lo diera, nadie más que el rubio, que aquel estúpido rubio que tenía como jefe, el golpear de la cama era constante contra la pared de aquella habitación, los gemidos se volvían eco en esas cuatro paredes, ultimo gemido resonó demostrando ya el final de aquel juego de placer, Daemon se corrió entre sus vientres y Giotto dentro suyo, al acabar Daemon se quedaba en su cuarto descansando de aquellas alocadas sesiones de sexo y Giotto se marchaba a su despacho a terminar con su papeleo.

 

000

 

Una reunión muy importante estaba ocurriendo en el despacho del primer jefe Vongola, Alaude estaba entregando el informe de una nueva familia mafiosa, que rápidamente estaba tomando un puesto importante en el mundo subterráneo, como el Vongola era una de las más poderosas familias de la mafia, tenía que tomar la decisión de qué hacer con esta familia, demostraban que sus palabras sobre el poder que tenían era verdad, así que la decisión que tenían que tomar tenía que estar muy bien pensada.

 

Alaude guardo silencio, otra vez un ruido extraño, todos revisaron con su mirada el despacho, pero no encontraron nada que emitiera aquellos sonidos, si tan solo supiera lo que ocurría debajo del escritorio de su jefe, Daemon no estaba presente ya que tenía “fiebre” y una muy alta, pero esta fiebre no era entregada por un virus que le quiso joder el día a la niebla, si no por el sexy rubio que sentando en su cómoda silla de caoba, usando su pie derecho jugaba cautelosamente con el miembro de su guardián que se encontraba escondido debajo de su escritorio, Daemon se mordía fuertemente la muñeca para no emitir ruido alguno aunque aquella protección había fallado ya dos beses, pero era mejor que gemir a viva voz en frente de todos.

 

Poco a poco los demás se largaron dejando “solo” al rubio en aquel despacho, los gemido de Daemon comenzaron a sonar, moviendo un poco la silla para atrás le permitió la salida a este, relamiéndose las labios ante lo que logro en aquel ser.

 

Mejillas sonrojadas, respiración agitada, ropa desordenada, ojos llenos de deseo y lujuria, ah la imagen de un ángel.

 

-Ya sabes que hacer ¿Cierto?- pregunto el rubio mirando al ilusionista, Daemon asintió y se comenzó a quitarse los pantalones, una vez está molesta prenda fue alejada de su cuerpo, quedo solo en la ropa interior que el rubio le obligo a utilizar, con las mejillas haciéndole competencia a un tomate, se da la vuelta apoyándose en el escritorio y colocando su trasero frente al rostro del rubio, Giotto se volvió a lamer los labios al ver a ese delicado pedazo de tela cubrir el trasero y el miembro del ilusionista, una simples bragas de color añil que se amarraban a los costados, acercando su boca al trasero de este, comienza a lamer la entrada del peli-azul sobre la tela creando leves corrientes eléctricas en la espina dorsal del contrario.

 

-Daemon respóndeme una pregunta- susurro dándole un mordisco a la nalga derecha del peli-azul -¿Quién es tu dueño?-

 

-Tu ¡Ah!- grito el peli-azul al sentir esa mordida

 

-¿A quién le perteneces?-

 

-A ti…-

 

Giotto se levantó de su asiento y de sus cajones saco dos pequeñas y finas cuerdas de cuero, la primera la uso para amarrar las muñecas del contrario, la segunda, como una excelente tortura, doblando aquella fina cuerda de cuero golpeo fuertemente el trasero de este.

 

-¡Ahhh!- Daemon grito con fuerza al sentir ese golpe, maldecía ser un masoquista, porque en vez de dolerle lo excitaba más de lo que ya estaba.

 

-¡Entonces si eres mío! ¿¡Por qué mierda permitiste que Alaude te tocara!?- pregunto/grito envuelvo en su ira golpeando con más fuerza y brutalidad aquellos redondos y muy apetecibles pedazos de carne, golpeaba con tal brutalidad que termino abriendo una que otra herida en estos. –Responde.-

 

-T…tú te fuiste por tanto tiempo…que simplemente no aguante, Alaude comenzó…y yo…simplemente enloquecí- susurro el peli-azul respirando agitadamente, Giotto suspiro y dejando de lado el castigo comenzó a lamer las heridas que le creo al contrario una vez que estas ya no derramaban ni una gota de sangre le quito las bragas para comenzar a divertirse el.

 

-No lo vuelvas a hacer, pero ahora es momento de que te castigue de verdad.- sacando su ya erecto miembro el rubio entra de una estocada en él y se comenzó con la fuerza de un toro, golpeando fuertemente el punto G del peli-azul, aquel punto que ya tenía gravado en su memoria

 

-¡Más, más! ¡Oh mi Dios! ¡Giottooo!- Daemon gemía con fuerza, enloquecido ante el placer que se le era entregado, tuvo un polvo con Alaude pero con el no disfrutaba de la forma que lo hace con Giotto, solo aquel rubio de ojos anaranjados sabia como volverlo loco de placer.

 

Sentándose en la silla, permite que su miembro entre más a fondo en el miembro del peli-azul, tomándolo del mentón une sus labios con los de este continuando con aquellas fuertes envestidas, el sonrojo en las mejillas de Daemon era cada vez más fuerte, la saliva se derramaba por la comisura de sus labios, ya estaba al límite, Giotto lo comenzó a masturbar y Daemon supo que el rubio también lo estaba, aquel placer llego a su final cuando el cielo y la niebla se corrieron juntos, soltando un último gemido.

 

-Recuerda Daemon, eres mío- susurro Giotto saliendo del interior del ilusionista y colocándolo frente a él (Daemon estaba de espaldas a Giotto)

 

-Lo se Giotto, por tenerme a tu lado mataste a Elena.-

 

-Todo se hace por amor.-

 

-Lo sé y por eso te amo-

 

Sellaron aquel momento en un beso, lento, suave, dulce y lleno de amor, sin saber cómo la nube los miraba discretamente por uno de los árboles que daba a la ventana de aquel despacho, con el corazón roto, el alma lastimada  y una solitaria lagrima derramándose con lentitud.

Notas finales:

Espero que les guste, por favor comenten y bye bye~


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