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El día en que me quieras por Jayus

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Notas del fanfic:

 

¡He regresado!

En los comentario del fic anterior estuvieron de acuerdo con leer más bebés de Jayus, así que... Aquí está un hermano mayor de Escarcha. c:!

 

~

Notas del capitulo:

 

¡Más proyectos JongKey!

Este pequeñín lo empecé a escribir el 30/12/13, no hice arreglos ni lo mandé con mi querida Beta, sin embargo, espero que les guste.

 

No se aburran y disfruten de la lectura. (:

El día en que me quieras

 

Mostró su gran sonrisa hipócrita a las personas frente a él, mientras los flashes lo enceguecían por momentos. Su mano tomaba firmemente la cintura de su prometida.

 

A sus treintaicuatro años parecía tenerlo todo. Cuatro años atrás había vendido una de sus canciones a uno de los solistas más famosos del momento, teniendo un éxito inmediato y ahora, sus letras eran un must entre los cantantes más reconocidos en Corea, en Asia, incluso internacionalmente.

Había nacido en un hogar pudiente, sus padres eran los dueños de una reconocida firma de restaurantes y siempre le habían dado todo lo que pedía, mucho más que eso y sin restricciones, tal vez por eso había cometido tantos errores durante su juventud, pero era algo que no dejaría que opacara su futuro, porque frente al público tenía un pasado perfecto y un mañana aún mejor.

 

La gente siempre había dicho que dinero atrae dinero, ese era el caso de Kim Jonghyun. Y esa hermosa modelo que besaba su mejilla posando para las cámaras, aseguraba más poder y fama, o eso era lo que comentaba la prensa.

 

Bien, el tiempo de las fotografías terminó, muchas gracias. —Se acercó su madre, sobando el brazo de la mujer que se apretaba al cuerpo de su hijo. Los flashes seguían atacándoles.

 

—Caballeros, por favor. —Pidió, regalándoles esa sonrisa perfecta, la que causaba un efecto al instante.

 

Jonghyun era esa clase de personas, formal y reservado, pero que se mostraba amable con cualquiera, a pesar de que por dentro estuviera como un volcán en erupción; tal vez eso era parte de su encanto.

 

—Amor, vamos, los invitados esperan en el jardín. —Pidió su novia tomándolo de la mano. Él solo se dejó arrastrar, destensando los músculos de su cara y deshaciéndose de la linda curvatura falsa que adornaba su boca.

 

 

* * * * * * *

 

 

Escurrió los lentes por el puente de su nariz para mirar mejor la enorme casa frente a él, estaba tan elegante e impecable como la recordaba. Una gran cantidad de periodistas y fotógrafos salían por el gran portón, mientras otra cantidad de personas se amontonaba en la entrada para intentar entrar. Enarcó una ceja y se reacomodó las gafas oscuras, abriendo la puerta del copiloto.

 

—Sabes que puedo ir contigo. —Insistió su amigo por milésima vez, apretando el volante entre sus manos en clara muestra de ansiedad.

 

—Despreocúpate, Minho. —Hizo un ademán, restándole importancia y regalándole una sonrisa- Ve con tu familia.

 

—Tu madre me hizo jurarle que te cuidaría.

 

—Estaré bien. —Ambos se miraron en silencio, haciendo un duelo de miradas y al final el mayor suspiró derrotado.

 

—Nos vemos dentro de unas horas.

 

—Salúdame a tu mamá —Bajó del auto para acercarse a la entrada principal, donde se abrió paso entre las personas que deseaban tener acceso a la casa; llamando la atención con ese caminar de modelo tan natural en su cuerpo, con su espalda firme y su cadera meneándose de lado a lado; sin embargo, un hombre vestido de traje detuvo su camino.

 

—¿Invitación?

 

—¿Disculpa? —Se bajó las gafas, barriendo a aquel hombre con su mirada desdeñosa, seguramente un nuevo empleado queriéndose pasar de listo- ¿No sabes quién soy?

 

—Aunque seas la reina de Inglaterra, sin invitación no puedes entrar, bonito.

 

—Soy Kim Kibum y me estás negando el paso a mi propia casa.

 

 

 

1.- Reencuentro

 

—Lo siento señorito Kim, pero no puede entrar.

 

—Te estás burlando de mí, ¿No? —Pegó su índice al pecho del guardia, sin moverlo un milímetro. Éste sonrió prepotente.

 

—Adivinaste.

 

—Mira, gordo, si yo digo que voy a entrar, voy a entrar. —Escupió sus palabras, agarrando la palanca que abría el portón. Era la casa de sus abuelos, no importaba cuánto hubiera pasado desde la última vez que había pisado esa entrada ¿Cómo podían dejarlo afuera?

 

—Y si yo digo que no, es que no vas a entrar, princesa. —Lo tomó del brazo, alejándolo de ahí con rudeza, las demás personas miraban atentas, esperando el momento adecuado para colarse por la puerta.

 

—¡Suéltame!

 

—¿Qué pasa? —Su compañero de guardia llegó apresurado, con un emparedado en la mano que casi deja caer al suelo durante la corrida.

 

—Este niño se quiere filtrar en la fiesta.

 

—¿Kibum? —Preguntó, entrecerrando los ojos y después abriéndolos desmesuradamente ante la sorpresa- ¡Kibum!

 

—Hasta que alguien conocido aparece. —Dijo como si nada, haciendo cara de asco al ver al hombre que lo había agredido— Este feo... —Lo señaló— No me dejó entrar a la casa de mis abuelos.

 

—Discúlpalo, es nuevo.

 

—¿Me vas a dejar entrar? —Cuestionó haciendo un puchero precioso, justo como lo recordaba el mayor.

 

—Vamos, te acompañaré.

 

—Gracias, Onew —Lo siguió, pero regresó a los segundos, mirando con odio al otro guardia— Y que no se vuelva a repetir, idiota. —Le sacó la lengua, antes de que la puerta se cerrara a sus espaldas.

 

—Es una sorpresa. —Balbuceó el mayor, sin dejar de verlo mientras se internaban en la casa. Había cambiado totalmente, ya no era el niño bonito de enormes ojos repletos de lágrimas, parecía serio y gruñón o caprichoso tal vez; su negro cabello ahora era de un rubio pajizo, lleno de luces de colores y sus ojos estaban más afilados que nunca.

 

—¿Creyeron que nunca iba a volver? —Preguntó, aunque esa había sido la idea desde un principio, no regresar jamás. Miró a su alrededor, todo era diferente, los muebles, el piso, incluso los cuadros con fotografías, ya no era la casa que recordaba, ya no era su casa.

 

—No, para nada. —Negó enseguida— Todos te extrañamos mucho.

 

—Hasta papá, ¿No?

 

—Claro que sí, Kibum.

 

—Seguro. —Rodó los ojos, viendo la fiesta a través de la pared de vidrio, ya entendía por qué tanto alboroto afuera— ¿Qué se está celebrando?

 

—Uhm... Fiesta de celebración de compromiso... —Desvió la mirada incómodo, rascándose la mejilla— de Jonghyun —Kibum se sorprendió, mordiéndose la lengua para no cambiar su expresión seca y desinteresada, no estaba dispuesto a exteriorizar el sentimiento que le estrujó el corazón.

 

—Vaya, el viejo se nos casa, ya era hora —Respondió después de unos segundos— ¿Quién es la desafortunada?

 

—Una modelo de la agencia donde Jonghyun trabaja ocasionalmente, su nombre es Shin Se kyung.

 

 

* * * * * * *

 

 

Se sentó al lado de la mesa ocultándose tras la barra, donde el chef que habían contratado preparaba los bocadillos, éste no dijo nada, solo le sonrió. Jonghyun había escapado de su prometida excusándose de ir al baño.

 

Suspiró recargando el mentón sobre su mano, muriéndose de aburrimiento. No le agradaban ese tipo de eventos, mucho menos ese en específico.

 

—Es su fiesta de compromiso y sin embargo está aquí. —Comentó el hombre del gorro blanco.

 

—Sí, ¿Verdad? —Sonrió. Después de unos minutos se levantó y caminó sin muchas ganas hacia la fiesta.

 

—Amor —Llamó su novia, apretándose a su brazo cuando llegó a su lado— Le contaba a Tiffany del viaje que hicimos a las playas de Australia.

 

—Ah, sí, son maravillosas. —Comentó con su voz neutra, pensando en alguna forma de alejarse de allí, de ella, de todos. Se kyung lo tenía sofocado desde que se había acordado el compromiso.

 

—Una experiencia inolvidable, ¿Verdad, Jjongie? —Le sonrió coqueta, Tiffany rió.

 

—Voy por algo de beber, ¿Gustan tomar algo, bellas damas? —Dijo con caballerosidad, inclinándose un poco, ambas rieron encantadas.

 

—Ve, amor. —Las mujeres se quedaron viendo su espalda ancha mientras se alejaba.

 

—Está buenísimo ¿Huh? —Dijo la más joven, la novia del peli-plateado le dio un golpe juguetón en el brazo, sintiéndose la reina del mundo.

 

—Es lo que merezco, el hombre que siempre he querido. —Sonrió en lo que sus ojos se entrecerraban un poco para acercarse al oído de la pelinegra— Y su dinero es un plus —Ambas rieron bajito.

 

 

* * * * * * *

 

 

—Debo suponer que los abuelos están allá afuera. —Comentó después de unos minutos.

 

—Sí

 

—¿Te casaste con Luna? —Preguntó de repente, mirándolo con una sonrisita pícara, el mayor se sonrojó.

 

—Hace cuatro años. —Sonrió enorme, con los ojos estirados, casi completamente cerrados con ese tierno rojo adornándole las mejillas-. Tenemos un pequeño de tres años.

 

—¿Enserio? —Le brillaron los ojos y sonrió después— Espero poder conocerlo. —El mayor asintió.

 

—Tengo que regresar a trabajar.

 

—Gracias, Onew. —El castaño hizo una venia tan respetuoso como siempre y se alejó—. Así que te casarás... —Murmuró para sí mismo, corriendo la puerta de vidrio.

 

Se internó en la fiesta, buscando algún rostro conocido, mirando los vestidos elegantes, los tacones de diseñador, los pantalones costosos; sin duda el hábitat natural de la familia Kim. Frunció el ceño, ni siquiera los meseros parecían conocidos, estaba perdido en un mar de personas de alta sociedad.

 

Su boca se curvó en una sonrisa, mirando a la mujer bajita de ondulados cabellos castaños y unas cuantas arrugas en el rostro.

 

—¡Abuela! —Levantó la voz, llamando la atención de algunas personas— Abuela. —Susurró cuando sus ojos se encontraron, la mujer lo miró sin creerlo, e ignorando la plática que tenía con sus conocidos, corrió al jovencito que se dirigía hacia ella de igual forma.

 

—Kibum... ¿Bummie? —Preguntó llegando hasta él, apretándolo entre sus brazos como cuando era niño, a pesar de que ahora era mucho más alto que ella- Mira que grande estás, ¿Por qué no me dijiste que vendrías? No hablamos hace semanas y ahora estás aquí, en casa.

 

—¿Sorpresa? —Sonrió, con los ojos brillando de las lágrimas que querían bajar a pasear por sus mejillas pálidas.

 

—Pudimos haber ido a recogerte al aeropuerto. —Regañó, limpiando la humedad que de sus ojos sí había escapado.

 

—Quería sorprenderlos. —Negó, manteniendo su sonrisa.

 

—Que hermosa sorpresa. —Le acarició el rostro y después miró a sus lados, algunas personas seguían viéndolos con curiosidad— Ven, vamos a hablar adentro.

 

—¿Me esperas? Primero quiero saludar al abuelo... ¿Crees que le agrade verme?

 

—¡Por supuesto! —Se enganchó a su brazo— Vamos a buscarlo.

 

—¿Cómo han estado? —Preguntó recobrando la compostura y caminando entre las personas, dejándose guiar por la mujer.

 

—Bien, las preguntas las debería hacer yo. —Hizo puchero— Pero primero encontremos a ese anciano.

 

—Está bien. —Aceptó.

 

Le picaba la lengua por preguntar a qué se debía tal fiesta, a pesar de que Onew ya se lo había dicho, pero tenía curiosidad de la respuesta que su abuela le daría; que le mencionara a Jonghyun, que lo hiciera después de tanto tiempo que le había rogado no escuchar de él nunca más. Eso había funcionado alrededor de los cinco años que había vivido en New York, con su tía favorita, su madre predilecta.

 

 

* * * * * * *

 

 

—Jonghyun. —Le llamó su padre, tomándolo del hombro para que le mirara.

 

—Dime, padre.

 

—Deberías estar con tu prometida, no aquí solo, detrás de las palmeras. —Regañó impávido, con una copa de vino en su mano y meneándola lentamente- ¿De quién te escondes? —Su hijo le lanzó una mirada significativa.

 

—Hago esto por ustedes, me quieren ver casado.

 

—Ya hablamos de esto, nadie te obligó. —Se sobó las sienes— Sin embargo, no eres un adolescente para hacer tus berrinches, ya casi te salen canas y no estás casado. —Se burló.

 

—¡Papá! —Soltó una carcajada.

 

—Además... es una buena mujer. —Ambos la miraron a la distancia, hablando animadamente con un círculo de personas, seguramente presumiendo todos los preparativos, brillante, alegre, completamente opuesta a la situación en la que se encontraba Jonghyun.

 

—Lo es, solo... —Negó con la cabeza.

 

Solo no estaba enamorado.

 

—Hiciste bien en pedirle matrimonio. —Alentó— Tal vez solo estás nervioso de tu futuro, digo, del poco que te queda. —Siguió bromeando.

 

—Seguro... —No estaba nervioso, tampoco inseguro. A pesar de ser casi perfecta, Shin Se Kyung no era para él y estaba seguro que cuanta mujer maravillosa encontrara, jamás sería la adecuada; porque ya había alguien para él, alguien hermoso, alguien perfecto y sobre todo, alguien prohibido.

 

—¡Jjongie! —Rodó los ojos y al instante mostró su sonrisa perfecta a su prometida, quien se colgó de su brazo, justo como le gustaba hacerlo siempre— Vamos a platicar con mis amigas.

 

—Adelántate, en unos minutos te alcanzo.

 

—¿Pasa algo? —Preguntó mirándolo detenidamente, algo había en sus ojos que no le agradó ni un poco.

 

—Tu hombre está nervioso por la boda. —Dijo su suegro, dándole un golpe en la espalda a su hijo que le hizo dar unos pasos precipitados hacia el frente.

 

—Papá —Se quejó adolorido, Se Kyung rió, sobándole la espalda.

 

—Nuestra boda será perfecta, Jjong. —Le sonrió.

 

Jonghyun no contestó, hacía tiempo que la presencia de Se Kyung le irritaba, no había terminado con ella porque llevaban tres años de noviazgo, habían pasado muchas cosas juntos y creyó que encajarían como pareja, que aquella mujer conformaría esa parte faltante que hace años había perdido, pero no era así.

 

Entrecerró los ojos, enfocando la imagen de su madre, quien agarrada del brazo de una persona que no alcanzaba a reconocer, hasta que su mirada se estrelló con unos hermosos ojos afilados, tan oscuros y profundos como siempre lo habían sido. Jadeó sintiendo su corazón queriendo explotar, su cuerpo congelándose por completo.

 

 

* * * * * * *

 

 

Se dejó arrastrar por su abuela, mientras caminaban por el paso de rosas rojas, lo que al parecer era lo único que permanecía intacto desde su partida. Ya no estaban los columpios ni las resbaladillas, tampoco esa pequeña alberca que habían construido para sus clases de natación. Todo había desaparecido, como si desearan haber borrado rastro de su existencia en esa casa.

 

—Que bonito jardín. —Alabó, haciendo sonreír a su abuela.

 

—Hicimos muchos cambios ¿No?

 

—Sí, allí está. —Señaló con su índice y sonrió ante la figura del hombre, su cabello más blanco desde la última vez que lo había mirado, sin embargo, cuando fue capaz de ver a la persona a su lado, su sonrisa desapareció instantáneamente y sus piernas temblaron mientras caminaba. Era él.

 

No se dio cuenta de nada, solo de sus ojos conectados a los propios, mirándose sin pestañar, la sorpresa totalmente visible en el rostro del peli-plata; y Kibum luchó contra el escozor en sus ojos, de nuevo recordó que no era deseado.

 

Salió de su ensoñación cuando se vio siendo rodeado por un par de brazos que intentó reconocer, hasta que se encontró con la sonrisa de su abuelo. Sus oídos tapados no le dejaron escuchar lo que dijo, ¿Estaba a punto de desmayarse?

 

No.

 

Apretó los puños, volviendo a mirar al peli-plateado fijamente. Lo había pensado mucho, incluso había ensayado para el momento en que se reencontraran, no podía quebrarse ahora.

 

Soltó con fuerza el aire que había retenido en sus pulmones y sonrió de lado al hombre frente a él, quien se mantuvo quieto; con una zorra colgada de su cintura.

 

—Hola, papá.

 

 

 

 

Notas finales:

¡Ya está! 

¿Qué les pareció? ¿Esperarán continuación? ¡Yo espero que sí! 

 

Nos vemos en el próximo capítulo. (:

 

Jayus'


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